Nota: Desde hace un tiempo que tengo esta idea en la cabeza desde que vi el fanvid de The Servent Of Evil versión Karaichi donde Ichi era el sirviente.

Me imaginé a Kara siendo el sirviente y pues aquí esta la primera parte.

Se que dije que entraría en hiatus y cuando regrese publicaría todos los fics nuevos que ando planeando (y los capítulos nuevos de los pendientes), esta iba ser incluida pero al ver que Ariasu-sama publico su propia idea con las canciones decidí subir mi versión antes que piensen que es plagio. (Incluso postee un pequeño adelanto en un grupo karaichi / ichikara)

En mi caso, solo planeo (hasta el momento) usar las canciones de Rin y Len (incluyendo la de Regret message). Las otras como la de kaito, meiko y miku pueden ser mencionadas nada más.

Una vez aclarado el punto les doy la bienvenida a mi nueva historia.


Capítulo I: The Son of Evil

Hace mucho tiempo en un país lejano abandonado en el olvido de su pueblo, era dominado por el morado; ahí gobernaba un rey de 14 años sobre la sucia inhumanidad. Su nombre se fue al rincón de las memorias donde debe quedarse. Sin embargo, los acontecimientos que en su nombre ocasionó, ha hecho que sea imposible borrar tanta sangre derramada tuvieron que pasar siglos para eso.

Entrando al reino purpura sigue el camino rojo sangre que te llevará hasta aquel palacio con muros lilas, tan altos que será imposible penetrarlo sin invitación. Ahí de manera imponente, se halla el portón de metal con emblemas de gatos. Sí logras entrar al forzarlo, sigue caminando hasta que halles a un chico de camisa y pantalones blancos como su capa real, saco y botas hasta las rodillas de color morado, como el reverso de su capa, por último, decoraciones de dorados y rojizo a juego con su corona, no confundas el rojo de sus manos con guantes. Tan poco a él con su fiel sirviente a su lado.

Cuando el rey te miré, te recibirá con su habitual saludo: "Vamos arrodíllate".

Se llamaba Ichimatsu pero en la memoria de todos siempre será: el hijo del mal…

XxX

Escena I

Ichimatsu tenía la vida solucionada. Tenía un gato naranja con una marca azul alrededor de los ojos que disimulaban gafas, su nombre era Josephin. Un sirviente siempre fiel a su lado, con el rostro idéntico a él, que siempre le tenía alguna sorpresa a la hora de la merienda.

Pero ser rey no era fácil.

Tenía que lidiar con los estúpidos y sucios campesinos que se oponían a su mandato, además de traiciones dentro de su corte.

–¿Qué no ves lo que está sucediendo a tu alrededor? -Preguntó el joven de gafas y traje de verde- Donde antes gobernaba la paz, ahora gobierna la tiranía. El pueblo no tiene dinero ni para comer y le exiges para ti, cuando tú -señaló a su rey- tienes por montones.

–¿Qué intentas decir pajastovski? -cuestionó de manera burlona a su cortesano.

–Qué eres el peor rey del mundo y deberías cambiar por el bien del reino. -respondió con enfado aun conservando su compostura.

–¿Me estas amenazando? -Ichimatsu levanto una ceja sin dejar de apoyar su mejilla sobre su mano derecha aprovechando que su propio codo descasaba sobre el brazo almohadado de su trono.

–No… -negó con la cabeza- solo quiero que abras los ojos para evitar tragedias venideras.

–Choromatsu, es bien sabido que has estado hablando con algunas personas del pueblo cuestionando sobre mi mandato -movió su mano libre dando un giro suave sobre su eje-. Que le andas metiendo tontas ideas sobre revueltas… -suspiró- que te estás haciendo un líder al cual seguir.

El de verde sintió algo afilado junto a su cuello. Miro de reojo sobre su hombro encontrando una espada plateada con detalles en azul. Dándose cuenta que detrás, se hallaba otro hombre idéntico al que tenía frente a él, la diferencia eran sus ojos.

Trago saliva.

Ahora entendía porque Karamatsu, no estaba de pie junto a su rey.

–Creo que sí ven la cabeza de su líder clavada en una estaca mientras los cuervos le pican, las cosas se calmaran en el reino -sonrió de manera maliciosa. Mostrando los colmillos, entrecerrando los ojos- pero claro… hablo de tu cabeza.

Lo último que escuchó antes de ser decapitado por el sirviente, fue una risa de diversión por el acto.

–Oh, ahora está arrodillado ante mí -se agarró el estómago por la risa- que coloquen su cabeza en el centro de la plaza para que los cuervos le piquen los ojos. –ordeno con un tono serio y cruel mientras miraba con desdén al cuerpo inerte debajo de sus pies.

Las campanas sonaron a las 3 en punto como siempre.

–Ah… es hora de la merienda -mencionó mirando a Karamatsu- ¿Qué sorpresa me traeras?

Al poco tiempo un joven de vestimentas rojas como sus ojos por el llanto al ver la cabeza de su querido esposo siendo devorado por las alimañas fue con una daga a matar al tirano rey en venganza por su amor. Fue derrotado con puñetazos por el sirviente de doble corazón. Los guardias llegaron para sujetarle.

–Que le quiten todas sus riquezas, los títulos nobles y que lo azoten en la plaza del pueblo para que vean lo que sucede con quien me desafía -ordeno con una mirada fija al chico de rojo-

Tras ese incidente comenzaron pequeñas revueltas comandadas por un joven de armadura roja levantando su espada en venganza disfrazada de justicia.

–¡A callarlos a todos! -Clavó el cuchillo sobre su mesa en la que estaba comiendo- ¡Mierdamatsu, acaba con ese carmesí y sus ideales! –ordenó tirando su almuerzo al suelo.

xXx

Escena II

Un día mientras estaba en la orilla de la playa con su sirviente dentro del mar, unos barcos con velas amarillas arribaron. Ellos pudieron reconocer el emblema del rey amarillo del otro lado del mar.

–¡Jyushimatsu! -Exclamó con alegría sin darse cuenta que su sonrisa por él, destruiría a muchos- ¡Mierdamatsu, recuerda tu lugar!

Aquel chico entendió cubriendo sus tristes ojos con antifaz blanco con contornos azules, hilo negro y una sonrisa para combinar su disfraz.

El tirano rey llegó a recibir al alegre y entusiasta rey del otro lado del mar. Ambos se conocían desde la infancia, ya que su reino se caracterizaba por hacer negocios y alianzas, de esa manera se formó una amistad entre ellos. Se llamaba Jyushimatsu, el rey de 18 años.

El encuentro fue emotivo, hablaron de sus respectivos países y de los nuevos reinos que estaban floreciendo con esmero, como era el reino rosa. Caminatas al lado del mar, jugaban con los gatos del reino morado con sonrisas y diversión.

La gente no podía creer que aquel malvado rey podía sonreír con alguien que no sea su sirviente fiel.

Siempre que el rey amarillo iba de visita, su presencia causaba una alegría al negro corazón del purpura. El pobre chico del otro lado del mar era ciego y sordo ante la verdad…

–Iré al reino rosa -comentó Jyushimatsu mientras desayunaba con Ichimatsu-. Quiero conocer como es y sí puedo hacer negocios con el mercader del reino.

–¿Es interesante ese reino? -levantó una ceja mientras cortaba su carne.

–Tal vez halle algo en que me interese ja ja -se rio agarrando su frente para luego pasar sus dedos entre sus cabellos.

–Espero que así sea… -agregó el anfitrión.

Había pasado días desde que Jyushimatsu partió al reino vecino. Ichimatsu escuchó un rumor que el rey amarillo hizo negocios con el mercader y rey del lugar, Atsushi; al presentarle a su hijo de rosa con quien pasaba su tiempo… un tal Todomatsu.

Decidió confirmar esos chismes de iglesia barata. Por lo que ordeno a su sirviente que prepare sus caballos para ir de visita al reino rosa. El de azul sugirió que no use su vestimenta real para no llamar la atención. Así lo hicieron.

Mientras los buscaba se hizo de recuerdos con mercancía del lugar, el reino era conocido por ello. Encontró a Jyushimatsu con un joven de rosa tomados del brazo mientras compraba manzanas en el mismo puesto que ellos. Eso le causó molestia a Ichimatsu.

A parto al amarillo cuando su sirviente se tropezó con el rosa tirando al suelo las compras de ambos.

–Jyushi, llevas bastante tiempo en este reino. Más tiempo de lo que pasas en el mío -comentó caminando a su lado hacia la fuente del pueblo.

–¿En serio? ¡Je! No me había dado cuenta -puso su mano detrás de la nuca mientras sonreía como siempre.

–¿Los negocios no han salido cómo quieres? -cuestiono intentando sacarle información sobre el rumor.

–Los negocios están yendo muy bien -respondió- solo que encontré "algo" que se robó mi interés –un leve sonrojo en sus mejillas acompañados de un suspiro y una tierna sonrisa apoyaron esa idea.

–¿No tiene que ver con el hijo del mercader? -preguntó de manera seria y sombría.

Aunque Jyushimatsu le negó la respuesta, sus acciones lo contradecían. Su voz se entrecortaba con balbuceos, se ponía nervioso e intentaba cambiar el tema al proponer el regresar con sus acompañantes.

Caminó a paso lento con las manos dentro de sus bolsillos del pantalón café que su sirviente le consiguió, chasqueando con la lengua a cada maldición hacia el rosa. Jyushimatsu se le separo para buscarlo por su cuenta. Sí se hubiera quedado a su lado tal vez estaría estático al ver lo que los ojos cansados de Ichimatsu miraban…

Su doble sonreía divertido con su acompañante ambos tomados de la mano.

Ichimatsu gruño llamando a su sirviente por su sobrenombre de mierdamatsu. Él al escucharlo se colocó nuevamente su máscara y se separó de un confuso Todomatsu.

Los del reino morado abandonaron en silencio el reino vecino.

xXx

Escena III

Los días pasaron.

–¿Ha oído su majestad el rumor que circula en el reino? -Pregunto el hombre delgado con dientes grandes mientras bebía su té-

El de vestimenta purpura solo rodo los ojos dejándolos en blanco mientras llevaba a sus labios la taza de porcelana con dibujos de un gato jugando en un campo de flores moradas con azul.

–¿Sobre el justiciero carmesí? -Bufó regresando su taza a su lugar- "¡Oh, justiciero llevas tu armadura teñida de la sangre de inocentes –levantó sus manos repitiendo la frase con sarcasmo- que te ayudan a alzar tu espada para vengarlos del tirano rey…" -chasqueo nuevamente la lengua- algo así dicen en las calles. –Nuevamente llevó su té a su garganta para humedecerla- Mierdamatsu se está haciendo cargo de ello.

–Oh… pero no me refiero a eso -sonrió de manera maliciosa acariciando con su dedo pulgar e índice la punta de uno de sus bigotes.

–¿Entonces? -preguntó curioso su oyente.

–Se rumorea que el bosque se reúne el reino rosa con el morado, pero no hablo de los límites de cada reino… -hizo una pausa para darle dramatismo- hablo del príncipe rosa con el fiel sirviente de azul.

El rey de morado se quedó congelado con la taza de té sostenida en el aire ante las palabras de su invitado.

–Se dice que los encuentros -continuo con una sonrisa en su rostro- se hace antes del repique de las campanas, antes de las tres de la tarde. La hora de la merienda. -Nuevamente miró a su rey con malicia.- Eso me recuerda… ¿Su merienda se atrasó?

Ante las últimas palabras la porcelana fue esparcida por el suelo al instante que el rey de morado abrió los ojos.

Aquel ministro que explotaba a los pobres en nombre del rey para obtener la fortuna salió dejando a un Ichimatsu enfurecido.

Su merienda llegó al poco tiempo en manos de su joven sirviente con un flan de postre y una inocente sonrisa. Ichimatsu no mencionó ni cuestionó nada.

Sonrió de manera habitual cada vez que recibía sus sagrados alimentos tan puntuales como siempre.

–Oh, ¿es hora de la merienda? -observó la bandeja puesta ante él- Siempre tan puntual, mi querido Kusomatsu… no. Quiero decir, mi querido Karamatsu.

El nombrado se sonrojo al escuchar de nuevo su nombre siendo pronunciado correctamente junto con una tierna sonrisa.

El tiempo volvió a pasar como las nubes sobre el mundo en el que habitaban. Un día antes de la merienda Ichimatsu tenía escrita una carta dirigida al rey amarillo.

–¡Ten! -Le entregó una carta a su sirviente que entraba con una bandeja- es para Jyushimatsu.

Karamatsu fue manado al reino vecino con una carta y regreso con otra. La cual, su rey tomó entre sus manos con entusiasmo que se le borró del rostro con lágrimas que le salían de los ojos. Cubrió su boca con su mano derecha mientras se dejaba caer de rodillas ante ella. El tirano estando sobre el suelo arrugó el papel entre sus dedos, se levantó con una postura recta camino hacia su chimenea para luego quemarla.

Vio como el fuego destruía el papel e imagino que se consumía otras cosas, entre ellas, su razón y su orgullo herido.

–Kusomatsu, destruye el asqueroso y maldito país rosa -ordeno con una sonrisa perversa que mostraba sus colmillos sedientos de sangre alumbrados por las llamas.

Nuevamente sus ojos veían desde la seguridad de su palacio el humo proveniente del reino vecino. Su fantasía se hizo realidad: el reino rosa consumido en llamas.

El tirano no pudo ver, ni escuchar los gritos de desesperación, dolor y llanto por sus acciones. Solo las campanas que anunciaban la hora de la cena.

–Ah… es la hora de la merienda -dijo al escuchar a su sirviente presentarse ante él-

xXx

Escena IV

El tiempo trascurría y con él, un lado se hacía más fuerte y el contrario más débil.

Aquel justiciero formo una alianza con el dolido reino amarillo y un sobreviviente reino rosa para derrocar al malvado rey. El espadachín dirigía a la muchedumbre mientras que el rey en armadura amarilla con mirada seria y sombría aplicaba la fuerza.

Lograron devolver al reino morado las mismas llamas con las que abrazo al reino rosa. Fueron intentos en vano los esfuerzos de los soldados del rey por aplacarlos. Aquellas puertas de acero cayeron.

Algunos de los sirvientes se aliaron al rojo con amarillo y otros huyeron para sobrevivir. En especial el fiel del morado.

Solo quedo el rey morado sentado en su balcón disfrutando de su broche con Josephine dormido plácidamente sobre sus piernas.

–Vamos, arrodíllense ante mi presencia -dijo al verlos con indiferencia-

Osomatsu, el justiciero dudo con su espada ante la presencia de una mirada del cielo.

–Pero sí tú no eres un rey -mencionó el de armadura roja.

Ya no más… -agregó Jyushimatsu sujetando al rey a la fuerza con ayuda de otros.

xXxX

Escena V

Lo último que el joven rey de 14 años de edad antes de ser encarcelado por sus crímenes violentos fue su paraíso derrumbado ante él.

Su ejecución fue programada a las 3 en punto mientras las campanas de la iglesia suenen para purificar el alma del demonio que se hacía pasar por rey.

Mientras esperaba su fin, recibió una visita inesperada dándole una oportunidad.

No escuchó razones, ni miró a los ojos a la persona.

Solo vio a la luna llena, imponente de lo grande y redonda que estaba.

La hora finalmente llegó.

Ya no había vuelta atrás.

Se decidió por ejecución: muerte en la hoguera.

Las campanas de las 3 anunciaron el final del demonio.

Siempre mirando para el frente y nunca para la gente a pesar que el humo le permitía vislumbrarlos. Dio sus últimas palabras:

"Ah, es la hora de la merienda".

Y con las llamas regreso al infierno donde nunca debió salir el verdadero hijo del mal.


Nota: Tuve que volver a subir esta historia porque ya no aparece en fan fiction