Guarida de Destructor, media noche.

Donatello activó los explosivos cuando Leonardo le dio la señal, y al instante las paredes se desmoronaron, aplastando a los mousers que los tenían acorralados.

-Esta es nuestra oportunidad, escapemos.

Todo ese embrollo había comenzado hacía unas horas atrás, cuando un falso mensaje había llegado al teléfono de Donatello. En él, Abril decía que había decidido seguir a unos soldados del pie, y necesitaba apoyo.

Inmediatamente los hermanos entraron en acción y fueron a socorrerla. En ningún momento sospecharon que podía ser una trampa. Después de todo, Abril era una persona muy testaruda e impulsiva.

-No podrán escapar tortugas.

La voz de Razhar, junto con los gruñidos del resto del equipo de Destructor, se escuchó aproximándose a ellos.

-Deja que yo me haga cargo, hombre perro.

Baxter Stokman apareció por encima de sus cabezas, y sosteniendo un pequeño control entre sus asquerosas manos, presionó un botón, provocando que los escombros sobre los que estaban paradas las tortugas comenzaran a temblar.

Un maullido robótico resonó en la guarida y cientos de dientes metálicos comenzaron a morder los cascotes que los aplastaban.

-Rápido, corran, corran.

Raphael lanzó dos bombas de humo, imposibilitando que los villanos se acercaran a ellos, y dando brincos, atravesaron el resto de escombros, y dientes que iban apareciendo a medida que los moursers tragaban.

-Miren esto, ¡súper Mikey brothers!

A pesar de que prácticamente una mordida podía cortarle el pie, Miguel Ángel parecía disfrutar el saltar las cabezas de los robots mientras masticaban los ladrillos, por lo que al llegar a la salida, no notó que uno de ellos ya no tenía nada más por morder, excepto él.

-¡Mikey cuidado!

Leonardo se volvió justo a tiempo antes de que el robot saltara al rostro de Miguel Ángel y con su Katana lo cortó en dos.

Nunca imaginó lo que ocurriría a continuación…

Un vapor rojizo cubrió su rostro, y acto seguido sus pulmones, su garganta y su piel, comenzaron a quemarse.

El desgarrador grito ahogado alertó a Raphael y Donatello, quienes ya habían abandonado la guarida, y esperaban escondidos en las sombras.

-¡Leo!

Miguel Ángel trató de acercarse a ayudarlo, pero la desesperación de Leonardo lo hizo retrocederse de miedo.

Su hermano gritaba y tosía, y lloraba exasperadamente…

-¿Qué ocurrió? ¿Qué es lo que pasa?

Donatello y Raphael llegaron, al momento en el que Leonardo caía de rodillas, mientras gritaba aún más fuerte.

-¡Leo!

Raphael corrió a socorrerlo, y sin siquiera comprender qué era lo que le pasaba, lo cargó fuera de la guarida.

Donatello tomó de la mano a Miguel Ángel, creyendo que él también estaba herido, debido a su aturdimiento, y lo arrastró fuera de allí.

-¡Es Leo, Leo está herido! – Aclaró mientras corrían hasta su camioneta- ¡Ese mouser le roció ácido!

-¡Allí están! ¡Que no escapen!

Garra de tigre junto con Razhar y algunos mousers aparecieron detrás de ellos, y las tortugas aceleraron el paso, llegando rápidamente al vehículo.

-Donnie encárgate de él.

Raphael recostó a su hermano mayor en el suelo de la camioneta, y corrió hacía el asiento del conductor.

El vehículo comenzó a moverse, y Donatello se arrodilló junto a Leonardo.

-Leo… D-déjame verte….-Era imposible no temblar ante los gritos que Leonardo aún seguía emitiendo. – Por favor, necesito que me dejes verte…

Pero Leonardo se negaba a quitar las manos de su rostro.

Se sentía desesperado, sentía que su rostro se estaba derritiendo. Y no sólo eso, su garganta, sus pulmones, se estaban quemando por dentro.

-Leo…

Su llanto comenzó a ahogarse, y su respiración se agitó.

El aire no estaba llegando a sus pulmones.

Quitó las manos de su rostro en un movimiento brusco, y desesperadamente intentó inhalar toda la cantidad de aire posible.

Donatello se echó hacia atrás cuando descubrió la irritación en su piel. Se veía terriblemente doloroso. Sus ojos se veían completamente irritados, al igual que todo su rostro y cuello.

Ni siquiera tenía idea de qué hacer para ayudarlo.

-¡Donnie haz algo!- Miguel Ángel le gritó, comenzando a desesperarse por su hermano.

Donatello reaccionó cuando la mano de Leonardo encontró la suya y la estrujó con fuerza, como si él también le pidiera que hiciera algo.

Con el corazón en la boca, y las manos temblando, llevó uno de sus dedos hacia su cuello, y sintió su pulso.

Estaba disminuyendo.

-Don…. Don…. Don-nnie….- Leonardo jadeaba descontroladamente, rogando porque su hermano encontrara una solución a su sufrimiento.

Los ojos de Donatello comenzaron a brillar. Su hermano se estaba muriendo ahogado.

Posiblemente el ácido había irritado su garganta, evitando la entrada de oxígeno a sus pulmones.

En casos así debía darle agua fría, o algún tipo de aceite, algo que ayudara a calmar la irritación. Pero no tenían nada como eso en la camioneta.

Necesitaban llegar rápido a las alcantarillas.

-¡DONNIE!

Leonardo presionó fuertemente su mano, intentando con todas sus fuerzas por conseguir un poco de aire, y de un momento a otro, la liberó.

Su cuerpo ya no podía soportarlo más.

Se estaba dando por vencido.

Miguel Ángel comenzó a llorar, y el corazón de Donatello se desesperó.

-Leo, no te rindas. Vamos. Quédate conmigo…- Le gritó, palmeándole el rostro, ignorando en ese momento el estado en el que se encontraba su piel.

Leonardo dejó de luchar por conseguir aire, y Donatello lo vio cerrar los ojos lentamente.

Volvió a tomar su pulso, notando que esta vez, su corazón ya no latía.

-Mierda….

Recordando lo que había leído sobre reanimación cardiopulmonar, colocó ambas manos sobre el pecho de Leonardo, y comenzó a presionar.

-Uno… dos….tres….

-Leo…. LEO NO….

-Veintinueve…. Treinta.

Donatello levantó la barbilla de Leonardo, y cubrió su boca con la suya, brindándole aire hasta que su pecho se infló.

-¿Qué le pasa a Leonardo?- Gritó Raphael desde el asiento conductor, con la voz a punto de quebrarse, imaginando lo peor.- ¡Donatello dime que está pasando!

-Leo, Leo….

-¡CALLENSE!

Entre el llanto de Miguel Ángel, y la desesperación de Raphael, su cerebro no podía pensar con claridad.

Volvió a tomarle el pulso. Aún no funcionaba.

-Por favor Leo, no te rindas.

Repitió las compresiones en su pecho, y casi violentamente volvió a unir sus bocas, hasta que su pecho se infló.

-Por favor Leo, escucha mi voz….

Con lágrimas en los ojos, Donatello volvió a llevar sus dedos temblorosos hacia su cuello y le tomó el pulso.

Un gemido se escapó de sus labios, y luego sonrió con la sonrisa más aliviada que podía tener.

Su corazón había vuelto a latir.

Leo no se había rendido.


Leonardo despertó cuando sintió un paño demasiado helado sobre su rostro.

-Mhm…- Intentó decirle a sea quien sea que lo estaba mojando de esa manera que se detuviera, pero descubrió que estaba demasiado cansado como para soltar palabra alguna.

-¿Sientes alivio? o ¿está muy frío?

Reconoció la voz de Donatello de inmediato.

-Mmmhm.

Trató de decirle que sentía ambas cosas. Por un lado sentía un inmenso alivio en su piel, pero por otro lado, el frío del paño estaba comenzando a dolerle.

Para su suerte, Donatello pareció comprender exactamente lo que sentía, y luego de dejarlo por unos segundos, lo retiró suavemente de su piel.

Por un momento le sorprendió ver todo a oscuras, pero supuso que Donatello había apagado las luces para evitar que el calor que desprendían, lastimaran su piel.

-Te pondré una crema antiséptica y luego te dejaré dormir tranquilo ¿sí?

-Mhmm.

Sintió el frío del producto caer sobre su piel, y luego la mano de Donatello esparciéndola con extremada suavidad por todo su rostro, causándole una sensación refrescante.

Se sentía bien. Los dedos de Donatello eran como un pincel cuyas cerdas eran demasiado suaves para deslizarlas con dureza. Sus toques eran lentos y delicados, y le producían una agradable sensación.

Casi hasta le daban ganas de que no se detuviera.

-Muy bien….-Finalizó Donatello- Te dejaré descansar.

Una repentina decepción le invadió al sentir su mano alejándose de su rostro, pero ya que. Donatello no lo iba a acariciar todo el tiempo….

-Hmm.

Leonardo asintió, listo para volver a dormir y recuperarse lo más rápido posible, cuando de pronto sintió la mano de Donnie sobre la suya.

-En verdad me siento feliz porque no te rindieras.


Miguel Ángel se aferró más a las mantas que cubrían el pecho de Leonardo, y continuó llorando entristecidamente.

-Ya Mikey. No es tu culpa….-Leonardo le aclaró por cuarta vez

-Si lo es- Repitió el pequeño, asomando por un momento su rostro para verle la cara cubierta de vendas- Por mi culpa ahora pareces una momia.

Leo sintió un ligero cosquilleo en las comisuras de su labio. Las absurdas palabras de Mikey lo hacían reir. Aunque trataba de no hacerlo, su piel aún estaba adolorida.

-Nunca podríamos imaginar que al romperse los mousers, liberarían esa clase de ácido Mikey. Deja de culparte sin razón…- Trató de convencerlo, pero fue inútil. Miguel Ángel seguía llorando.

-Ya, ya Mikey, ¿porque no mejor vas y le preparas una rica comida como disculpa?- Sugirió Donatello, empujando a su hermano lejos de la camilla en donde se encontraba Leonardo.

-¿Te gustaría eso Leo?- Pronunció en un sollozo, secándose las lágrimas.

Leo asintió, sonriendo apenas un poco. Aunque no podía ver absolutamente nada al tener esas vendas sobre su rostro, podía imaginarse al pequeño Mikey con su rostro completamente empapado con sus lágrimitas.

-Me encantaría Mikey….

Raphael soltó una risita por debajo cuando Miguel Ángel se marchó. Seguramente se sentía igual de conmovido que él, por su hermano menor.

-Bien Leo, es hora de cambiarte las vendas por unas más frescas.- Explicó Donnie, acercándose hacia el rostro de Leo.

-Miguel Ángel se siente muy afligido por lo que te ocurrió Leonardo, realmente creyó que no volvería a verte. Es un alivio que Donatello pudiera traerte de vuelta.

Splinter apoyó una mano sobre el hombro de su hijo, demostrando así la alegría que sentía porque se encontrara con vida.

-Hai Sensei- Respondió Leonardo, permitiendo que Donatello le descubriera el rostro- Ahora que recuerdo, Donnie. No tuve oportunidad de agradecerte correctamente….

-No hace falta, Leo.

-Si, si hace- Replicó, desperezándose por un momento, antes de sentarse por completo en la camilla.- ¿Podrías encender la luz? No puedo darte las gracias si no puedo ver….

Un repentino silencio llenó la habitación, y Leonardo ladeó la cabeza, confundido.

- ¿Qué pasa?

Estaba seguro que no había dicho nada malo que provocara ese inesperado silencio. Sólo había pedido que encendieran la luz.

A no ser que…

-Donnie, la luz está apagada, ¿verdad?

Un presentimiento para nada agradable se le instaló en el pecho, y sintió que su respiración comenzó a acelerarse cuando nadie respondió.

-Es-Está apagada. En estos dos días ha estado apagada, ¿no Sensei?

Ya no esperaba la contestación de su hermano. Necesitaba la confirmación de su padre. Él sabría decirle la verdad.

-Leonardo…

-¡Tiene que estar apagada! Donnie,Rapha, esto ya no es gracioso. Por favor, enciéndanla de una vez….

Su voz comenzó a quebrajarse. Esto tenía que ser una broma. Una pésima broma, debía admitir. Pero broma en fin. ¿Verdad?

La habitación estaba a oscuras, a propósito. Donatello la había apagado mientras dormía, y probablemente Raphael lo había convencido para hacerle creer lo contrario.

-¡Sensei, enciéndala usted!- Se desesperó.

Su padre debía comprender que esta broma ya no era divertida. Tenía que terminar con esta humillación y encender la maldita luz de una vez.

-Ya está encendida, hijo.

-No….-Su garganta se cerró por unos segundos, y tomó un fuerte respiro para calmarse- No es verdad. Las luces están apagadas. Por eso el laboratorio está oscuras. Por eso no logro ver nada….

Leonardo seguía negando la realidad, esperando que su familia se compadeciera de él, y terminara con esta absurda burla.

Él no podía estar ciego. Antes de perder el conocimiento dentro del tortumovil podía ver. Recordaba haber visto la cara de Donatello todo el tiempo…

-Sensei…. – Leonardo elevó las manos a la altura de su rostro, intentando visualizarlas- Por favor dígame que las luces están apagadas…

-Hijo….

La ahogada voz de su padre lo hizo temblar.

¿Realmente estaba ciego?

-No….- Negó, comenzando a llorar. Incapaz de aceptar la verdad-No…

-Leonardo…

-NO. Yo no puedo estar ciego…. No puedo….- Gritó.

Él no podía estarlo. Él necesitaba sus ojos. Los necesitaba más que cualquiera. Él era el líder, era el guía de su familia.

-Leo….

-Donnie haz algo, dame unas gotas ¡Cualquier cosa! - Ordenó, reconociendo la voz de su hermano a su lado- ¡Yo no puedo estar ciego!

Leonardo continuó llorando de rabia, frotándose los ojos violentamente, mientras todos los demás se quedaban atónitos viendo cómo se desmoronaba.

En ese momento se escuchó un vidrio romperse en pedazos, y todos desviaron su atención hacia la salida.

Miguel Ángel había llegado justo a tiempo para escuchar de la peor forma lo que le ocurría a su hermano.

-¿L-Leo está ciego….? - Inmediatamente las mejillas de Mikey comenzaron a mojarse

-Raphael, llévatelo de aquí…- Murmuró Splinter.

Raphael asintió y tomó a Mikey por los hombros, forzándolo a salir del laboratorio. No podían permitir que continuara viendo la desesperación de su hermano mayor.

-Leo…. Leo tranquilízate un poco….- Suplicó Donatello, intentando alejar las manos de sus ojos.

-¡¿Cómo demonios quieres que me tranquilice Donnie?!- Vociferó exasperado, comenzando a toser- ¡Estoy ciego, maldita sea! ¡Estoy ciego….! ¿Cómo se supone que continúe a partir de ahora?

-Tal vez el ácido provoca ceguera temporal- Trató de convencerlo Donatello, para que se calmara un poco- Tal vez sólo es por unos días, por favor Leo, trata de tranquilizarte.

La tos de Leonardo comenzó a escucharse áspera, como si su garganta se hubiera secado por completo, y Donatello de inmediato se alarmó.

-Leo – Donatello lo detuvo por los hombros- Te prometo que no descansaré hasta encontrar la forma de devolverte la visión. Pero por favor cálmate. Tu garganta aún sigue muy irritada y puedes volver a ahogarte.

Era obvio que pedirle que no se preocupara y esperara sentado hasta recuperar su visión era inútil, pero al menos esperaba que se tranquilizara un poco para estabilizar su respiración. No quería que se agitara.

-Aquí, bebe un poco de agua….- Ordenó su padre, acercando un vaso de agua a su boca.

Leonardo obedeció, sintiendo como el agua arrasaba con la quemazón que había empezado a sentir al toser.

Ya más calmado se dejó caer en la camilla, sintiendo como Donatello se tomaba el atrevimiento de abrir sus ojos e inspeccionarlos.

-Mmm…

-¿Qué ocurre Donatello?- Preguntó su padre notando a su hijo un tanto confundido.

-Sus ojos están perfectamente sanos.


Hola a todo ser que haya decidido leer mi historia, muchas gracias por tomarse el tiempo de leer!. Espero que les haya gustado.

Investigué un poco en internet para describir toda la situación de Leonardo y Donatello, y el resto me basé en sentido común, osea que puede ser posible que haya algún que otro error. Pero bueno, esto es ficción, asique todo puede ser en el maravilloso mundo del TURTLECEST )?

Sé que en vez de publicar una nueva historia, debería actualizar alguna de las que ya tengo :( PERO esta vez tengo una excusa coherente. Y es que se me rompió el cargador de mi nettbook, y ahí estaba el capitulo nuevo de "Redimidos", Asíque lamentablemente hasta que no pueda arreglar el cargador, no podré publicarlo.

Mientras tanto, y para combatir con la culpa, se me ocurrió esto, asíque espero que les agrade.

Si les gustó, o tienen alguna sugerencia o crítica, dejen un review :)

Saludoooos!