Bueno, aquí les dejo éste pequeño fic que se me ocurrió escribir hace un tiempo :3 Espero que lo disfruten mucho.

Disclaimer: "Katekyo Hitman Reborn!" pertenece a Akira Amano. Éste fic está hecho sin fines de lucro.

Advertencias:

- Éste fic es YAOI, lo que significa relaciones chico x chico. Si no te gusta, por favor, no leas. Comentarios ofensivos no serán tomados en cuenta.

- Es un fanfic que como pareja principal tiene 5927 y como secundaria 8018. Si no te gustan, por favor, no critiques.

- Hay referencias a MPreg, algo que probablemente no le caiga bien a todos, pero serán solo menciones y no se verá a nadie "embarazado".

- Éste fic contiene algunos temas serios como lo son la trata de personas, violaciones, drogas, etc., pero en ningún momento pretenden hacer burla de estos temas. Es más, aquí en 5927fansunite estamos en contra de lo que respecta trata de personas y prostitución infantil.

Con éstas advertencias, les dejo el fanfic. Disfrútenlo.

Capítulo 01: Una nube que todo cubre.

Lunes 25 de febrero, cinco y media de la madrugada. Es invierno.

En algún lugar de Namimori, a ésta hora, una persona despierta después de haber tenido una terrible pesadilla. Con la respiración agitada y casi todo su cuerpo sudando, se sentó en la cama y vio a su pareja a su lado, durmiendo pacíficamente. ¿Había sido solo un sueño, o fue real?

Se levantó rápidamente, llevando solo sus pantalones olvidándose del frío que hacía fuera de su cálida cama. Caminó rápido por el pasillo, muy rápido, con el corazón en un puño y llegó hasta una esquina. Frente a él había una puerta y en la pared de su derecha había otra.

Abrió la puerta frente a él y comprobó, con alivio, que su hija de diez años dormía tranquila en su cama, con el enorme Natsu junto a su cama, bajo el calor de las cobijas. Soltando un suspiro, cerró la puerta y abrió la otra. Y estaba su hijo de trece en la misma situación, durmiendo profundamente boca-abajo y con Uri durmiendo junto a su cama.

Cerró la puerta, soltando otro suspiro, y se llevó una mano al pecho. "Gracias a Dios...", pensó. Había sido solo una pesadilla, un mal sueño, preocupaciones de madre, innecesarias y ridículas.

Justo volvía a su habitación cuando su pareja se le acercó, con semblante preocupado.

- ¿Qué pasó?- le preguntó mientras le tomaba de la mano.

- Nada, fue una pesadilla que tuve, solo eso. Un sueño horrible.- el castaño suspiró, sintiéndose mal por recordar nuevamente el sueño.

- Tranquilo, Juudaime.- el mayor lo atrajo a su cuerpo, dándole un abrazo tranquilizador.- Fue un sueño, nada más.

- Sí, pero...- Tsuna abrazó con fuerza a su amante, temblando más del miedo que por el frío.- Hayato, no quiero que los niños se alejen de nosotros.

- Tsuna, vamos...- el Guardián de la Tormenta le pasó un brazo por la espalda al castaño y lo guió hasta la habitación, para poder hablar sin despertar a los niños.- Sabes que en algún momento ellos necesitan estar solos, quizás sientas que se alejan, pero-

- No es eso.- Tsuna soltó un bufido.- Me refiero... a que los alejen de nosotros.- se sentó en la cama, sintiéndose terriblemente nervioso.

- Tsuna, mírame.- Hayato se arrodilló frente a él y le tomó el rostro con ambas manos.- Nada le pasará a nuestros hijos, ¿si? Ellos van a estar bien, de verdad.

...

La pareja no volvió a dormir porque ya casi era hora de levantarse. Mientras Hayato veía las noticias en la tele y tomaba su café, Tsuna preparaba el almuerzo que su hijo hoy llevaría a la excursión del zoológico de Namimori. Por un segundo pensó en no dejarlo ir, en que faltara a la escuela para mayor seguridad.

Pero no podía hacer eso, no era correcto. Vamos, Tsuna, era solo una pesadilla, te estás poniendo paranoico por un simple sueño. Porque era eso. Era un solo un sueño. Solo un sueño y nada más... ¿Verdad?

Ya eran las seis y media cuando Tsuna terminó de preparar el desayuno y el almuerzo de su hijo mayor, y los pasos rápidos del primogénito llegaron a los oídos de ambos. El adolescente castaño y de ojos verdes arribó al comedor con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Feliz cumpleaños!- corearon los adultos cuando el niño entró. Gokudera abrazó a su hijo con fuerza y le revolvió el cabello, seguido de un largo beso en la mejilla por parte de Tsuna.

- Yo me había olvidado que hoy era mi cumpleaños.- comentó el castaño menor, apenado.

- Eso es porque estás muy emocionado con la salida de hoy, ¿no?- el peliplateado le dio un pequeño golpe en el hombro y sonrió.- ¿O te dio Alzheimer al cumplir trece años?

- Debe ser eso. ¡Me muero por ir!

- Eh... Giotto...- Tsuna le sirvió el desayuno a su hijo y lo miró preocupado.- ¿No quieres que vayamos juntos otro día?

- Pero mamá...- el chico miró a Tsuna con ojos de cachorro, técnica que había aprendido de su padre Hayato cuando quería conseguir algo de Tsuna, una técnica a la que difícilmente Tsuna podía resistirse.- Nos dejarán entrar a tocar a los animales, e incluso nos dejarán bautizar a un cachorro de león blanco recién nacido.

- Sí, pero...

- Juudaime, por favor.- Hayato le tomó de los hombros y le sonrió.- Fue solo un sueño, ¿si? No va a pasar nada.

- ¿Estás asustado por un sueño?- el chico soltó una leve carcajada.- Leí que los sueños son proyecciones de deseos y miedos profundos. Nunca se cumplen, porque solo son proyecciones.- con un dejo de indiferencia a lo que dijo, Giotto devoró su desayuno rápidamente.

- Pero...- Tsuna apretó los puños. ¿Nadie entendía que ese sueño lo había dejado muy alterado y esto no ayudaba en nada? Giotto notó esto y suspiró con enojo.

- Está bien. Si te sientes más tranquilo, me quedaré.- terminado su desayuno, levantó sus cosas para dejarlas en el lavaplatos y se marchó.

- Estás sobreactuando por un sueño.- dijo Hayato, mirando a Tsuna seriamente.

- No es eso, es que... no quiero que nada le pase, estoy muy asustado por ese sueño, y...- se mordió con fuerza el labio.- ¿Crees que todo va a estar bien?

- No veo por qué algo saldrá mal.- Gokudera se le acercó con una sonrisa y le besó los labios tiernamente.- Todo saldrá bien.

- Nn...- el castaño lo miró por un largo rato y sonrió.- Bien, confiaré en mi mano derecha.

...

A las siete con diez de la mañana y con el Sol asomando, Giotto estaba vestido y preparado para ir a su excursión. Saludó a su hermanita enferma, a Uri, a Natsu, y se despidió de sus padres. Tsuna aún no quería ni confiaba en que fuera buena idea que se fuera, pero no podía estar siempre temiendo por un sueño.

El chofer, un hombre cuarentón y bonachón, le felicitó por su cumpleaños y luego encendió el auto azul petróleo. Giotto abrió la ventanilla y se asomó un poco, saludando a sus padres mientras el auto se alejaba. Giotto se acomodó en su asiento y bostezó. Éste día iba a ser maravilloso.

O al menos eso creía.

Las calles, a esa hora, estaban desiertas. Y claro, con la nevada del día anterior y el frío que hacía, además de que era muy temprano, nadie estaba en la calle. Y los pocos que estaban se refugiaban del viento en las paradas de autobús.

Por pura casualidad, cuando estaban ya a diez calles de casa, Giotto miró por el espejo retrovisor y vio un chrysler café detrás de ellos. Y quizás fue por un sexto sentido, o por la Híper Intuición Vongola que su "mami" decía tener, pero algo en ese auto le hizo sentir que un nudo se formaba en la boca de su estómago.

El auto se ubicó junto al que viajaba, y cuando el chico estaba por decirle al chofer que acelerara, el chrysler café golpeó el costado del auto, mandándolo directo contra un árbol.

El almuerzo que Tsuna había preparado con todo su amor quedó derramado por el piso, el chofer se salvó por la bolsa de aire y Giotto, gracias a que traía el cinturón, no salió volando pero su cabeza golpeó contra el asiento que tenía delante.

El golpe lo aturdió, pero logró ver que su chofer trataba de quitarle el cinturón y le decía que abriera la puerta cuanto antes para huir a casa. Pero antes de poder soltarlo del todo, frente a sus ojos, una bala atravesó de lado a lado el cráneo del hombre.

Una persona enmascarada abrió la puerta, lo amordazó y le puso una bolsa de tela negra en la cabeza.

Pataleó, forcejeó y trató de gritar tanto como pudo, pero pronto sus manos quedaron atadas tras su espalda y sus pies quedaron inmóviles. Escuchó algunas voces y fue arrojado al maletero del auto. Esto estaba mal, muy mal. Debió escuchar a Tsuna y quedarse en casa.

...

Y a las ocho y media de la mañana...

- Tsuna, tienes mala cara, ¿pasa algo malo?- preguntó Yamamoto.

- Tuve una pesadilla y estoy algo intranquilo, solo eso.- respondió el castaño, tratando de sonreír.

- Idiota del béisbol, ¿por qué no mejor vas con tu novio loco por las tonfas?- gruñó el peliplateado, ubicado a la derecha de Tsuna.

- Dejé a Kyoya durmiendo, necesitaba descansar, ayer hicimos mucho 'ejercicio'.- hizo especial entonación en la palabra ejercicio. A Gokudera se le formó un tic en el ojo.

- No necesitaba saber eso...

Unos minutos de silencio fueron el preludio de lo que, para la pareja, sería la primera peor noticia que les podrían dar. Por el intercomunicador, la secretaria de Tsuna le avisó que tenía una llamada urgente en la línea dos y que no podía esperar.

Al tomar el tubo del teléfono, por un segundo, el corazón del castaño se congeló. Sentía que esa llamada traía malas noticias. Aún así, se llevó el tubo al oído y presionó el botón.

- ¿Hola?

- Vongola Décimo, me alegra que pueda atenderme con su apretada agenda.- la voz al otro lado de la línea era de una mujer.

- ¿Quién habla?

- Mi nombre no tiene importancia. Quiero pedirle algo.- Tsuna rodó los ojos. Seguramente era alguien tratando de jugarle una broma.- Usted seguro tiene un televisor en su oficina, ¿no? Enciéndalo en el canal once.

- ¿A qué viene todo esto?

- Solo hágalo. No se arrepentirá, créame.

Podría haber cortado la llamada, y, es más, estuvo por hacerlo, pero algo no le permitía cortar la llamada. Tomó el control remoto y encendió la televisión en el canal que le habían dicho. Curiosamente, era el de las noticias.

La noticia que pasaban era de último momento, de un extraño choque de un auto y posible secuestro. Ni a Tsuna ni a Gokudera les llamó la atención la noticia, hasta que enfocaron al auto por detrás. Era la matrícula del coche de su chofer.

- No...- Tsuna apretó con fuerza el tubo del teléfono y se puso de pie.- No me digas que tú...

- ¿Yo qué, Décimo?

- Esto es una broma.- Tsuna soltó una risa nerviosa.- Sí, es una broma...

- ¿M-mamá...?

El rostro de Tsuna se puso pálido como la misma muerte. Gokudera y Yamamoto lo miraron asustados, más Gokudera porque reconocía que ese auto era el de su chofer y en el que Giotto había subido para ir a la escuela. No había duda alguna. Tsuna reconocería la voz de su hijo y estaba más que seguro de que esa voz era de su hijo.

- ¿Gi-Giotto?- Tsuna sintió las lágrimas invadir sus ojos y se llevó una mano a la boca para ahogar un grito.- ¿Hijo?

- Es un precioso muchachito.- nuevamente era la mujer quien hablaba.- Sería una pena que alguien lo lastimara.- Tsuna estaba sin habla.- Vaya, la noticia fue más fuerte de lo que creí, ¿no? No se preocupe, Décimo, volveré a llamarle para darle los detalles del rescate.

La comunicación se cortó y Tsuna dejó caer el tubo al suelo, con la mirada completamente fija en los papeles que antes había estado llenando. Gokudera posó su mano en el hombro del castaño, y como si su mano pesara cien kilos, el cuerpo de Tsuna se desplomó en el suelo.

- ¡Juudaime!- Gokudera alcanzó a evitar que se golpeara la cabeza y lo arrastró al medio de la habitación, desabotonándole el traje en caso de que necesitara aire.- ¡Takeshi!

- ¡Médico!- Yamamoto no esperó más y salió corriendo de la oficina, aún tratando de saber qué había pasado.

Giotto hoy no podrá recibir los regalos de su cumpleaños número trece.