Capítulo 1. Reencuentros.
Draco caminaba por una de las tantas calles de Londres. Una gabardina negra llegaba hasta sus caros zapatos de piel de serpiente, su blanquecino pelo lucía un par de copos de nieve que caían a montones del soleado cielo de la ciudad, pues aunque fuera navidad, nevara, e hiciera un frío que pelaba, el sol salía de entre los enormes edificios muggles que parecían acariciar el cielo con sus vacías azoteas.
Llevaba más de una hora andando por las calles de ese barrio, cosa que no le gustaba un pelo, pues prefería comerse mil grajeas con sabor a mocos de troll, que pisar las "sucias calles muggles" y respirar el mismo "sucio aire" que estos tomaban.
En un descuido, mientras se apartaba un par de copos de su enorme y caro abrigo negro, un hombre con los ojos rasgados y pequeños, se le acercó y el voz baja le dijo:
- Yo vendelte balatos lelojes, de olo pulo... dejaltelo a precio amigo, sí, sí... tleinta y cinco eulos. (Yo venderte baratos relojes de oro puro, dejartelo a precio amigo, sí, sí... treinta y cinco euros.)
- Aparta, bastardo. Y cuando aprendas a hablar... no, ni siquiera, déjame en paz, asqueroso. -Decía mientras lo intentaba apartar, pues cada vez se le pegaba más.
- Venga, jovencito, no lo encontlalás en ningún lugal más balato... (Venga, jovencito, no lo encontrarás en ningún lugar más barato...) -Decía el otro mientras deslizaba la mano por en bolsillo de la gabardina del Slytherin.
Cansado, Draco lo empujó y comenzó a caminar. El vendedor no había logrado robarle nada, por suerte, pero si había logrado aflorar su mal genio y sus ganas de meterse con alguien en esos momentos. Un gran bullició se había formado alrededor de una farola apagada (ya que era de día), Draco, con su típico gesto de desprecio y curiosidad a la vez avanzó hasta el lugar y cuando estaba a un par de metros de la escena, se cruzó de brazos. Niños, de todas las etnias, de todo tipo de color de cabello, de diferentes sexos, se habían sentado en semicírculo mirando hacia un pequeño guiñol donde dos marionetas discutían animadamente. Los niños de vez en cuando reían, o añadían comentarios como "Cuidado, detrás de ti" o "Ooooh..." Draco soltó un bufido desilusionado, y se dispuso a irse cuando vio algo que le llamó la atención.
Una cabellera marrón, estaba entre el montón de muggles que miraban la obra de guiñol. Su pelo rizado, y revuelto como si una ráfaga de viento la hubiera estado sacudiendo boca abajo durante horas, volaba al compás de la suave brisa de viento frío. Draco no pudo evitarlo, y sonrió con su típico gesto de burla. Se acercó un poco alzando las cejas con cara de interesante y se apoyó en la mochila que la castaña llevaba. Dejándo caer todo su peso de golpe sobre la mochila, (que ya de por sí pesaba mucho), haciéndo que la chica perdiera el control y se tambaleara hacia atrás, dando pasos descontrolados como si sus pies fueran solos. Mientras, Draco hacía más fuerza, y tras un par de segundos haciéndo presión, se apartó y la chica calló de espaldas contra el suelo. Trás ahogar un gemido de dolor, abrió los ojos y se encontró con Draco desternillandose de la risa.
- Granger, eres una jodida patosa. -Decía mientras se agarraba la tripa con ambas manos.
Hermione, intentó ponerse de pie, y cuando estaba apunto de enderezarse, resbaló y calló de nuevo contra el suelo.
- ¡Auch! -Gritó ella sin pensarlo dos veces.
Su nariz estaba roja a causa del frío, y su pelo cubierto de pequeños copos de nieve.
- Venga, sangre sucia, ponte de pie de una vez. No pienso darte la mano si es lo que esperas. -Draco se reía a más no poder mientras se apartaba de vez en cuando un mechón de su platino pelo de la frente.
- No la cogería, no te preocupes. -Respondió Hermione cansada de tanta risa, comenzandose a enfadar.
La respuesta de la castaña hizo que Draco se dejara de reír al instante, y su semblante se puso tan serio que parecía que si fruncía más el ceño, se romperían sus preciosas fracciones. El rubio se agachó un poco para contestar y en voz baja dijo:
- Antes daría la mano al calamar gigante del lago de Hogwarts, que a ti.
Con esto, se enderezó y alzó la cabeza todo lo que pudo. Se giró sobre sus talones y comenzó a caminar. Hermione se levantó con rapidez tras esto, algo enfadada, pero decidió callarse. Andó hasta él y se colocó a su lado pero a una distancia prudente. Antes de que pudiera decir nada, el chico habló:
- ¿Pensando en como ganarte la vida en un par de años, Granger? -Dijo refiriéndose al guiñol que continuaba su obra.
- ¿Qué haces aquí, Malfoy? -Se dijo a sí misma que no se andaría con rodeos, pues ni a ella la gustaba hablar con él, ni a él con ella (claramente).
- ¿Tanto te interesa? ¿Te alegra verme? Es normal... pues aun que buscaras en todo este... asqueroso sitio no encontrarías a alguien que si quiera se acercara a mi inconmensurable belleza.
- Oh, sí... ¿puedes responderme?
- A ti no. -Draco sonrió con suficiencia y comenzo a aumentar el ritmo, mientras notaba como la castaña continuaba siguiéndole. Y eso le gustaba, que le siguieran a cualquier lado.
