Ahí viene el sol.
por Aitnac.
Aquel verano llovió tanto que se
borraron algunos caminos y las ranas se ahogaban en sus charcas. De
pie en la cocina de La Madriguera Ron esperaba pacientemente a que
hirviese el agua para el té, a que dejase de llover y a que
llegase Harry mientras gotas de agua trazaban surcos en el vaho de
los cristales. Hermione leía un libro a sus espaldas y el
mundo estaba callado y quieto. La tetera pitó y Ron anunció
"está listo". Hermione levantó la cabeza de
entre las páginas de vete-tu-a-saber-qué y dijo "ya
era hora".
Aquel verano las señora Weasley le
mandó subir al desván todos sus comics viejos "que
no hacen mas que estorbar en tu habitación". Ron
protestó, pero se encontró sus tebeos ya empaquetados
en cajas "para que no tengas excusas". Y aquella mujer que
le perseguía desde niño para que ordenase sus cosas
añadió: "que Hermione suba contigo y así
alguien te ayudará con el ghoul".
Aquel verano
subieron por las angulosas escaleras de La Madriguera hasta el piso
más alto. Lo hicieron despacio porque a veces a Hermione le
faltaba el aliento y cuando eso pasaba a Ron se le encogía el
corazón y maldecía para si. Los últimos
escalones crujieron bajo su peso antes de abrir la puerta del desván
que olía a cerrado y a papel viejo. Sorprendentemente, el
ghoul no estaba allí. Como afuera llovía y Ron no podía
jugar al quidditch le pareció más divertido quedarse a
curiosear.
Aquel verano, entre los trastos muggles que el
señor Weasley había ido acumulando en el desván
encontraron una pila de discos antiguos, que Ron no sabía para
que servían hasta que Hermione se lo explicó de manera
concisa y detallada. Y después cogió uno en cuya
portada cuatro muggles que a Ron le parecieron completamente
chiflados cruzaban la calle con mucha solemnidad y algo de descaro y
dijo "Abbey Road. El
favoritodemipadre"sonriendoconsuavidad.
Aquel verano Ron
estaba seguro de que una vez había visto en el desván
un aparato como el que tenia el profesor Lupin. Uno de esos para que
sonasen los discos. Así que pusieron aquel sitio patas arriba
hasta encontrarlo cubierto de polvo en una esquina. Y Hermione sacó
el disco preferido de su padre y lo puso a sonar mientras se sentaban
en el suelo y le explicaba a Ron como aquellos tipos de la portada
habían revolucionado el mundo muggle con sus canciones y como
la primera de aquel disco era la que su padre le cantaba de pequeña
para que se durmiera .Porque sus padres siempre habían sido un
pocorevolucionarios.Yaldecirlosonreíaylebrillabanlosojos.
Aquel verano lluvioso en el desván de La Madriguera
adonde les había mandado subir su madre, rodeados de los
trastos muggles que su padre había ido almacenando, mientras
sonaba en aquella caja extraña similar a la que tenía
el profesor Lupin las voces de unos muggles melenudos y chiflados Ron
Weasley tuvo que hacer algo para lo que toda su vida parecía
haber sido tan solo el prólogo. Tuvo que besar en los labios a
Hermione Granger. Lo hizo porque descubrió de pronto que lo
deseaba desde siempre, porque el desván olía a papel
viejo y la lluvia repiqueteaba en el tejado, porque el ghoul no
estaba por allí para interrumpirles, porque ella casi se muere
pero ahora le brillaban los ojos y sonreía de lado y nunca
había estado tan guapa y porque supo con certeza que no podía
tardar ni un segundo más en hacerlo.
Aquel
verano cuando la besó Ron se preparó para caer
fulminado por su osadía pero no sucedió nada. Los
labios de Hermione eran tan suaves como los había imaginado y
sabían a té. El beso duró un instante y ambos se
dieron cuenta de que, él para darlo, ella para recibirlo,
habían cerrado los ojos. Cuando se separaron estaban tan
colorados como tomates. Hermione musitó "ya era hora"
y Ron pensó que probablemente también en esto, como en
todo, tenía razón.
fin.
