Disclaimer: Ni la historia ni los personajes me pertenecen. La historia le pertenece a la autora Gigi256 y los personajes son de Richelle Mead, yo solamente me encargo de traducirla.


Capítulo 1

Menos de un mes. Menos de un mes fue todo lo que tardamos Rose y yo en volver a caer en una relación torpe y pseudoprofesional, llena de tensión sexual y palabras no dichas. Por supuesto, había sido un descenso lento y había permitido más de unos cuántos momentos íntimos en privado entre nosotros. Un beso robado aquí, una conversación personal allí. Tal vez no era nada increíblemente romántico, pero había cierta intimidad en abrirme a alguien de una manera que no había hecho antes.

Sin embargo, sin importar cuánto tratara de bloquearlas, las palabras de Alberta seguían corriendo por mi mente una y otra vez hasta que no podía seguir ignorándolas. Rose y yo nos habíamos cambiado el uno al otro, tal como ella había dicho, y la gente comenzaba a darse cuenta. Rose había entendido cuando saqué a relucir mi preocupación de que los demás se dieran cuenta de nuestros sentimientos, pero pensé que sería mejor ocultar que al menos una persona ya nos había descubierto. Rose ya tenía suficientes preocupaciones, no podía aumentarle una más. Habiendo dicho eso, ella no estaba contenta con el asunto, ninguno de nosotros lo estaba, pero sabíamos que nuestras opciones eran limitadas y que eventualmente esto sucedería. Tal vez era mejor construir un muro entre nosotros antes de que se volviera más difícil.

No era la Academia, realmente no. Ese era un problema temporal que se solucionaría en unos pocos meses. Tampoco era su edad, lo cual se resolvería incluso antes. No, el verdadero problema era lo qué éramos, quiénes éramos, guardianes. Por más que lo intentaba, no podía encontrar la forma en que pudiéramos tener una relación mientras protegíamos efectivamente a Lissa. Eso pondría a Lissa en riesgo y ninguno de nosotros dos nos permitiríamos ponerla en peligro.

Los guardianes simplemente no tenían el lujo de enamorarse y tener una vida normal con alguien más, especialmente con compañeros guardianes. Traté de hacer que disminuyera el resentimiento que sentía hacia el tema, pero cada día era más y más difícil. Lo más cerca que podíamos estar a nuestro felices por siempre era un romance susceptible a terminar por la transferencia de alguno de los dos en cualquier momento. Seguíamos a nuestro Moroi. Ellos eran primero.

Tampoco ayudaba que Rose se alejara de mí una vez más. No sabía qué hacer al respecto. Rose siempre había sido la parte constante en esta relación, esperando a que me decidiera de una vez por todas y fuera hacia ella, o más a menudo que no, empujándome más allá de mis límites auto impuestos hasta que cedía a la locura entre nosotros. El que ahora fuera ella la razonable... bueno, me dejaba más abatido que nunca. La extrañaba. Una parte de mí quería permitirle el espacio para sanar por sí misma, pero la otra parte de mí sentía la necesidad de intentarlo y de ser fuerte para ella.

Quizás hubiera sido una cosa si solamente se alejara de mí. Podría justificarlo con la idea de que estaba tratando de crear una distancia sana y necesaria entre nosotros. Podría encontrar una manera de estar bien y aceptar su distancia repentina. Pero no solo se estaba alejando de mí, se estaba alejando de todos. Incluso parecía que estaba pasando menos tiempo con Lissa. Los pocos momentos que la veía con su grupo de amigos, siempre estaba callada y reservada. Era tan diferente de la Rose que había conocido. Esbozaba sonrisas y risas, pero ninguna llegaba a sus ojos.

Sabía que mucho tenía que ver con haber perdido a Mason. Era natural. Nadie la culpaba por sentirse molesta, pero desearía que hablara con alguien. No importaba si éramos su madre, Alberta, Lissa, yo u otra persona por completo, pero ella necesitaba hablar con alguien. Cada vez que trataba de que se abriera, Rose me excluía. Yo había hecho lo mismo después de la muerte de Iván, y al ver mis propios mecanismos de autodefensa retratados en otra persona, dejaba en claro lo poco saludables que eran. Podría ser increíblemente hipócrita de mí parte, pero quería algo mejor para ella.

Me identificaba con ella, realmente lo hacía. Después del fallecimiento de Iván había tenido esa extraña sensación de querer olvidar el dolor y sentí la necesidad de recordar ya que nadie más lo haría. Al menos, no recordarían en la forma en que yo lo haría. Sin una buena manera para resolver el conflicto, terminé sintiéndome horrible sin importar lo que eligiera. No había habido victoria, solo había sobrevivido.

Para Rose, incluso sobrevivir parecía una lucha en este momento. No había forma de escapar de la muerte de Mason. No tenía alivio ni la oportunidad de olvidarla, incluso solo por un momento. No con esos tatuajes. Al menos entre los guardianes, no eran considerados una novedad. Como ella era novicia, los otros estudiantes constantemente le pedían verlos, lo que inevitablemente llevaba a preguntas incómodas sobre lo sucedido esa noche. Ella siempre daba las mismas respuestas estoicas y clínicas, nunca elaborando ni dando más información de la necesaria. Uno pensaría que los demás finalmente se darían cuenta de su estado de ánimo, pero si lo hacían, no les importaba. Traté de ofrecerle un respiro tan a menudo como podía, lo que incluía interrumpir las conversaciones ocasionales con los estudiantes curiosos por sus marcas cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo, pero no podía estar a su lado a cada momento del día.

Rose estaba empeorando. Su temperamento parecía estallar cada vez más seguido, incluso con una leve provocación. Le había gritado a un compañero de clases la semana pasada por apartar su cabello sin su permiso para poder ver las marcas. Al parecer, Emil había tenido que intervenir por la pelea que había seguido después, pero al menos no había llegado a los golpes. Sin embargo, era sólo cuestión de tiempo antes de que eso cambiara. Me di cuenta desde el principio que Rose había adquirido el hábito de ocultar sus marcas molnija en el día a día. Se levantaba el pelo para entrenar, pero si no era absolutamente necesario, prefería dejarlo suelto para ocultar la parte de atrás de su cuello. Incluso le había permitido usarlo de esa manera durante nuestras sesiones, siempre y cuando no representara un peligro para ella. Me había dejado crecer el pelo por una razón similar, así que no podía culparla por eso.

Otra similitud entre nosotros era que se había entregado a su entrenamiento como un medio para salir adelante. En el gimnasio, parecía perderse por completo. Era raro que llegara tarde, e incluso algunas mañanas llegaba primero que yo al gimnasio. La mantuve trabajando principalmente en el saco de box pesado, haciendo cardio o trabajando con el equipo de pesas. Pensé que era demasiado pronto para someterla a más combates de los necesarios y sus clases proporcionaban la mayor parte de todos modos. Eso fue exactamente lo que condujo a esta mañana.

Estaba monitoreando la clase de tercer año de los novicios a petición de Alberta. Aparentemente había habido algunos problemas desde la muerte de Mason y varios de los estudiantes ahora se rehusaban a pelear con Rose. El único que aún estaba dispuesto a luchar contra ella era Eddie Castile. No solo dispuesto, parecía casi ansioso por luchar contra ella. Él había estado sufriendo la pérdida de Mason a su manera y era natural que buscaran apoyo mutuo. No habría sido una gran preocupación, excepto por el hecho de que él había terminado en la clínica con una leve conmoción cerebral en su última clase juntos. Uno de los instructores que había presenciado el combate estaba preocupado de que no hubiera sido un accidente y, con un informe como ese, teníamos que asegurarnos de que Rose estaba en buenas condiciones mentales. No había notado nada inusual sobre su comportamiento, al menos... nada que fuera inusual teniendo en cuenta las circunstancias, pero había evitado el combate físico con ella tanto como fuera posible desde el accidente.

Se les pidió a los estudiantes que trabajaran en parejas como siempre, y esta vez Eddie caminó directamente hacia Rose. Su rostro estaba en blanco, como un hombre resignado caminando hacia su destino en el corredor de la muerte. Cuando el mar de estudiantes se separó para dejarle paso, Rose ni siquiera dudó al asumir una posición ofensiva. Era como si lo esperara. Ella era el verdugo. Rose no parecía maliciosa de ninguna manera, solo concentrada. Por lo que podía ver, ella no miraba a Eddie de manera diferente a como lo haría con cualquier otro compañero de entrenamiento.

Otros estudiantes se juntaron alrededor de ellos, dándoles a Rose y a Eddie un poco de espacio extra y unas cuantas miradas vacilantes.

Tan pronto como se dio la orden para comenzar, Rose se convirtió en alguien completamente diferente. Se abalanzó sobre Eddie, atacando brutalmente y sin dar cabida a la debilidad. No estaba luchando para practicar su técnica o estrategia, luchaba como si su vida estuviera en peligro.

Desafortunadamente, Eddie no estaba haciendo lo mismo. Pude ver el motivo por el que algunos de los otros guardianes estaban preocupados. Era porque Eddie estaba recibiendo una severa paliza por parte de Rose. Sin embargo, no era porque quisiera hacerle daño a propósito. No, Eddie le estaba permitiendo a Rose atacarlo. Ni siquiera intentaba bloquear o devolverle los golpes, a pesar de tener la rara oportunidad de hacerlo.

Solo permití que el encuentro durara unos 30 segundos más o menos, el tiempo suficiente para que tanto yo como Alberta, al otro lado del gimnasio, pudiéramos ver que había mucho más debajo de la superficie aquí. Me paré entre Rose y su objetivo, porque eso era todo lo que Eddie era en este momento, y la agarré del brazo. Alberta se estaba dirigiendo hacia Castile.

En el momento en que detuve a Rose en mi agarre, luchó por liberarse de mí, gritando abruptamente como si yo fuera su próximo atacante. Cuando la miré sorprendido, me encontré con una chispa salvaje en sus ojos. Ella no me veía, no veía a Eddie, todo lo que veía era un enemigo y una amenaza. Solo había visto esa mirada una vez: en una pequeña casa, muy lejos, mientras protegía el cuerpo sin vida de uno de sus mejores amigos de la infancia.

Por su propia seguridad, decidí llevármela. En un movimiento rápido, la levanté y la arrojé sobre mi hombro, llevándola fuera del gimnasio principal y hacia una de las salas privadas de práctica. Cuando dejé caer su cuerpo palpitante, ella cayó de espaldas sobre las colchonetas, golpeando el suelo con fuerza y mirándome con aturdida confusión.

—¡Qué diablos, Dimitri!

—Lucha contra mí.

No respondió.

—Lucha conmigo, Rose. Al parecer, necesitas trabajar en algo, así que úsame. Eddie no podrá soportar mucho más. Golpéame en su lugar.

—No quiero lastimar a Eddie. —Rose se puso de pie.

—Lo sé, pero lo estás haciendo y él te está dejando. No sé qué es lo que está pasando contigo, pero si esto es lo que tienes que hacer, entonces lucha conmigo.

—No. —Me miró con cautela, como si esperara que yo la regañara. Si eso era lo que estaba esperando, le daría exactamente lo contrario: un silencio calmado y sereno.

—¿Sabes que? ¡Bien! —De repente, se enfureció, por razones que no entendía del todo. Cualquiera que hubiera sido la causa, un momento después, se precipitó hacia mí.

Bloqueé la mayoría de sus ataques, aunque Rose había mejorado mucho a través de nuestros entrenamientos y una buena cantidad de sus golpes lograron atravesar mi guardia. Había poder detrás de ellos, no se estaba conteniendo. Rose estaba prácticamente gruñendo mientras luchaba conmigo. No retrocedí, pero me pregunté si le habría importado. Rose se mostraba implacable en su avance, y eso me tomó por sorpresa.

Mientras que algunas personas podrían elogiarla por poner todo lo que tenía en su ataque, ella había sido entrenada y debería saberlo mejor. Rose se estaba agotando y lo estaba haciendo rápidamente. Sus ataques se estaban volviendo menos controlados y su respiración comenzó a volverse irregular. No pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que no se había quedado sin aliento por la pelea, sino porque estaba llorando.

Me levanté de mi postura, deteniendo su débil intento de darme un golpe y acercándola mientras sus puños continuaban golpeando mi pecho con poco entusiasmo. Eventualmente, esos mismos puños se aferraron a mi camisa mientras enterraba su cara contra mí. Rose ya no estaba luchando. De hecho, cuando sus piernas le fallaron, yo era lo único que la mantenía en pie.

Me puse de rodillas, abrazándola mientras ella lloraba. Sabía que no podía darle todo lo que necesitaba y todo lo que se merecía en muchos aspectos, pero ahora haría todo lo que estuviera a mi alcance para aliviar su dolor y apoyarla.

—Los veo cada vez que cierro los ojos. Veo sus ojos. Veo a Mason mirándome. Le fallé. No pude salvarlo. —Repetía las mismas palabras como una penitencia, como si eso fuera suficiente para liberarla de su dolor.

La abracé más fuerte, esperando poder ser un escudo contra los demonios de su mente. Rose y yo habíamos hablado sobre el sentimiento de culpabilidad antes, y cómo Mason había hecho su elección y que ella no podía responsabilizarse por ello. Sin embargo, sabía que eso no detenía los susurros en los pasillos ni las miradas en las aulas. No detenía los pensamientos de "¿y si?" eso venía día tras día. Sabía que Rose aún cargaba con el peso de su muerte. De alguna manera, siempre lo haría. Incluso si él no había sido un interés romántico para ella como una vez pensé, había sido uno de sus mejores amigos.

—Respira Roza, inhala y exhala. —Le susurré la orden al oído, acariciándole el pelo hasta que pude sentir que su respiración se volvía un poco más estable—. Sé que te duele. Lo siento mucho. Alejaría tu dolor si pudiera. Estoy aquí. Solo respira.

Cuando finalmente pude calmarla lo suficiente como para enviarla a su dormitorio por el resto del día, cancelando sus clases y el entrenamiento vespertino de un solo golpe, me dirigí a ver a Alberta.

La Guardiana Petrov casi parecía estar esperándome a mí y mi reporte—. ¿Como está?

—Creo que está estresada. Se juzga muy duramente a sí misma por lo sucedido, y sé que otros han sugerido cosas a sus espaldas.

Alberta suspiró, era como si esto no fuera nuevo para ella, pero lamentaba escuchar la confirmación de cualquier manera—. A menos que alguien la siga todos los días, no sé qué podemos hacer con los rumores. Por lo general, a ella no le importa lo que la gente tenga que decir sobre ella.

—Esto es diferente. —Afortunadamente, no tuve que seguir explicando nada. La Guardiana Petrov solo asintió con la cabeza.

Un breve silencio se prolongó y una idea me golpeó—. Tal vez un breve viaje la ayude a centrarse nuevamente. Me voy a la residencia de los Voda en unos días para hablar de las posibles mejoras de seguridad a las guardas y estaré encantado de llevarla conmigo. No sería mucho, solo un viaje de un día, pero eso podría ser suficiente para que vuelva a estar en el camino correcto. Tal vez lo único que necesita es alejarse un poco.

Pude ver que los ojos de Alberta se estrechaban levemente. Hubiera sido imperceptible sin mi entrenamiento, pero me di cuenta de que me estaba estudiando en busca de cualquier indicio de mentira. No podría culparla exactamente. Ella sabía que había algo más entre Rose y yo, y permitirle que dejara el campus conmigo sonaba como un plan con un motivo oculto. Yo no tenía ninguno, por supuesto. Por mucho que me gustara pasar un poco más de tiempo personal con ella, no tenía intención de aprovecharme de la oportunidad de que Rose se alejara de la Academia y respirara libremente durante unas horas. Honestamente, por mucho que quisiera ser yo quien cuidara de ella, con mucho gusto dejaría que otro guardián tomara mi lugar si eso significaba que Roza podría salir y despejar su mente de todos los problemas que enfrentaba.

Aunque no dije nada de esto, Alberta pareció sentirlo—. Está bien, Dimitri.

Pude sentir el alivio expandirse a través de mí con su permiso. Estaba a punto de irme cuando vi a Alberta vacilar antes de agregar un último comentario—. Estoy confiando en ti.

Es posible que Alberta no haya sido madre, pero era bastante maternal, especialmente cuando se trataba de Rose. El tono de su voz era muy similar al que mi propia madre usaría para inspirar un sentido de responsabilidad personal. Así como la "desilusión" de una madre era un golpe mucho más duro que su ira, Alberta estaba asegurando mi mejor comportamiento con su confianza más de lo que cualquier amenaza podría haberlo hecho.


Chicos, es un placer para mí saludarlos de nuevo y darles la bienvenida al tercer libro de la serie desde el pubto de vista de Dimitri. Éste es uno de los libros más intensos de la serie en cuanto a trama, sentimientos, y todo lo sucedido en él.

Espero que éste primer capítulo les haya gustado, yo siento que éste libro comienza muy fuerte desde el principio con nuestra querida Rose sufriendo, y Dimitri junto con ella por no saber cómo ayudarla. Y lo que más me gusta es que el ritmo de todo el libro es constante, va de aquí para arriba, en ningún momento decae o se vuelve aburrido, aunque me imagino que lo sabrán porque así se desarrolla el original.

Seguiremos con la dinámica de los reviews, sólo que ésta vez lo cerraré en 100 reviews por capítulo, de ésta manera el libro nos durará un poco más, yo sé que ustedes lograrán hacerlo ;) Así que en cuanto lleguemos a los 100 reviews les subiré el capítulo dos.

Quiero desearles muy felices fiestas en ésta navidad, disfrútenla mucho y convivan con sus seres queridos porque vida sólo hay una. Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente capítulo.