Ojos.
Dicen que los ojos son el espejo del alma.
Los ojos dicen lo que las bocas callan.
Si pudiera entenderte con tan solo mirarte.
Pareja: TheoxHermione.
Otra vez le veía.
Otra vez Hermione clavaba sus ojos en la nuca del muchacho de Slytherin que siempre se hallaba solo en la biblioteca. Parecía un fantasma acostumbrado a alguna rutina milenaria para espantar, solo tomaba los libros y se sentaba a hacer su tarea. Admiró en partes aquello pues la mayoría de alumnos iban a conversar allí como si la biblioteca fuese un café.
Si mal no recordaba, ese muchacho era de los pocos alumnos de sexto que no pertenecían a la pandilla de Draco, razón quizá por la cual ahora unos chicos de Slytherin lo molestaban lanzando mini hechizos como cambiar el color de su pluma o cambiar el contenido de sus libros. Aunque fuere un alumno de la casa de las serpientes, su sentido de la justicia no se cohibió y dejó sus tareas para regañar a los matones.
-Diez puntos menos para Slytherin.
Perder puntos no les hizo ninguna gracia a los culpables quienes la acuchillaron con la mirada pero aun así consideraron más ético levantarse en silencio e irse. Hermione alcanzó a escuchar un "sangre sucia" en murmullo pero no le dio importancia. Ella llevaba el apodo con orgullo.
Ahora solo quedaron ella y Theo quien solo se limitó a seguir con lo suyo como si nada hubiera pasado. Ni siquiera había reaccionado ante las bromas hechas, parecía un mueble camuflándose entre varios. Ella se acercó hasta su mesa y parándose frente a él, decidió aconsejarle.
Como se arrepintió.
El chico levantó la mirada hacía ella y logró perturbarla de mil maneras posibles. Sus ojos eran inexpresivos, carecían de cualquier emoción y hasta parecían muertos como si solo fuesen dos hoyos oscuros esperando absorber su alma para amontonarla junto a otras.
Incomoda pero envalentonada mantuvo la vista y trató de entablar una conversación, la cual no pudo realizarse como esperaba pues el chico solo dio respuestas cortantes y secas. Internamente agradeció aquello, prefería las pullas de Malfoy a tener que seguir estableciendo contacto visual con ese muchacho. Sus manos eran pálidas y en sus nudillos se formaban unos cardenales morados, Hermione no quiso saber cómo se los hizo.
Theo por su parte, vio en esos ojos castaños la fortaleza de la chica. Dispuesta inclusive a sacrificar su dignidad para asegurar el bienestar de los alumnos sin discriminar el que estos pertenecieran a la casa de la serpiente, la casa donde se encontraban los matones encargados de hacer de su vida y la de sus amigos, algo frustrante e infernal.
Un acto altruista donde el único precio fue intentar una conversación. Se arriesgó a las posibles venganzas de los chicos que regañó sin siquiera echárselo en cara. Él estaba acostumbrado a que le echen todo en cara, aun cuando su madre en un ataque de ira le dijo que ella había enloquecido por su culpa. Solo tenía nueve años.
La valentía y el sentido del bien en sus ojos lo hicieron envidiar aquello. Ojalá tuviera ese carácter.
Ojalá Hermione tuviera una mirada así de intimidante. Quizá con echársela a varios podría evitarse algunos problemas.
Pero de los que ambos estaban seguros, era que querían entablar contacto visual de nuevo.
