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Prólogo minúsculo
La vida de un shinobi siempre es dura. Sobrevivir, cumplir con las misiones, proteger la aldea, cosas que demandan el tiempo, energía. No puedes pensar en tus miedos si quieres mantener una salva, manteniendo tus camaradas a salvo. Eso pensó Tenten cuando decidió emprender ese camino. No puede ser una niña débil, cuando debe pelear por su vida día a día. No es necesario preocuparse por pensar en su pasado si tiene metas claras y era dura. Comúnmente, si se convertía en una gran kunoichi.
Konohagakure le proporcionó la academia, instructores y compañeros; le proporcionó un hogar, la sensación de pertenencia. Su equipo, el de Maito Gai, se convirtió en su familia. Su vida tenía sentido si estaban ellos para acompañarla, para apoyarla. Ella, a su vez, estaba dispuesta a lo mismo. El paso por los exámenes Chunin los había consolidado como grupo, y los lazos en el mismo, eran mucho más estrechos.
Tenten para ayudarme a evitar el todo lo que me queda atrás, enterrándolo entonces en lo más profundo de su pecho, creando una personalidad más fuerte, segura y optimista. Pero todo esto acompañado de ciertos fantasmas que no lo soltaban tan fácilmente.
