"Tu verdadero nombre es Aegon Targaryen. Jamás fuiste un bastardo, eres el legítimo heredero al trono de hierro"

Era mentira. Creció como bastardo, vivió como bastardo, el mundo lo desprecio por ser un bastardo y no conocía otra forma de vida. Murió como un lord comandante de la guardia de la noche y renació como el rey en el norte. Peleó sus batallas hasta el final, una y otra vez. Siempre tuvo que sacrificar una parte de si mismo si eso era lo que el honor demandaba. Entonces se le ocurrió algo gracioso: fue un bastardo honorable, hijo de Ned Stark y una golfa de taberna. Era mucho menos dificil manchar su reputación que decirle al reino la verdad.

"¿Cuánta gente tuvo que morir porque Rhaegar se enamoró de la mujer equivocada?

Eso lo hacía sentir desgraciado, pues ese amor fue la mayor tragedia de poniente con un final agrio y a la vez, su origen. El niño nacido de la tragedia.

"El amor es la muerte del deber"

Todavía recordaba la calidez que Ygriette le brindaba, y como se le iba desvaneciendo del cuerpo mientras esté la cargaba en sus brazos y la vida se le desvanecía.

O cuando se enteró de como Robb perdió la guerra y la vida al faltar con su palabra para con los Fey por casarse con una joven que deshonró una noche.

"El deber es la muerte del amor"

Pensó que era lo correcto. No fue venganza por la gente quemada o justicia para los soldados que se habían rendido. El reino, Winterfell, Arya, Sansa, nunca iban a estar a salvó de ella y de la furia que despedía al sentirse traicionada. Daenerys era fuego hecho carne. Una verdadera Dragon. Pero los dragones no pueden reconocer lo que es suyo y lo que no. Era un peligro para el mundo, con un sentido de justicia y libertad que no podía comprender.

Eso se lo repitiendo varias veces para no arrepentirse en el último minuto. Pero fue en vano, ya que la miró a los ojos y sintió como su corazón se rompa mientras el de ella comenzaba a sangrar. No la dejo caer, la sostuvo en sus brazos hasta el último momento.

La cabellera le brillaba más que nunca y el rostro era tan blanco como la nieve. No pudo resistirse a besarla una última vez. Se apartó de ella y lanzó a garra a lo lejos para evitar lo que se avecinaba.

Miró el trono de hierro por primera vez en su vida. Le pareció algo monstruoso. Era suyo. Pero no lo queria.

Podría jurar que escuchaba ecos de espadas, gritos, lamentos, años de guerras por un trono que simbolizaba el poder supremo en Poniente.

"Eres el legítimo heredero al trono"

Avanzo hacia el, y fue cuando sintió el salón retumbar. Ya no podía sentir nada. Era un hombre destrozado y sin ningún interés por la vida. Cumplió su deber para con el reino y nada ni nadie podría obligarlo a sentarse en ese maldito trono vivo.

Un rugido lleno de dolor lo obligó a voltear. Drogon intentaba despertar a su madre sin éxito alguno. La novia con las alas, pero Dany no se movió, ni se movería jamás.

Finalmente se sentó en su trono, esperando su destino. Pensó en Arya, Sansa, Bran, Rickon, sus hermanos juramentados, Sam, Edd, Grenn, Pyp, Tormund, incluso en Ygriette. También recordó a su Tío Ned, y Benjen. Oh, y como le dolía en el alma haber abandonado a Fantasma. Quizás en otra vida los dioses sean realmente piadosos con él y lo reencarnen en el cuerpo de un lobo huargo.

Pero por más que lo intento, no pudo crear la imagen de sus verdaderos padres. Ese vacío nada lo podría llenar

"Dracarys" Susurró, y el dragón se giró en torno a él, acercándose con prisa y abatiendo sus alas con furia.

Lo último que sentiria en vida sería el dolor de su cuerpo fundiéndose con el trono