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Canako: La 'Invisible'
Elizabeta apareció entre la multitud con dos vasos de algun tipo de mezcla alcoholica(ambos para ella), la flor que siempre adornaba su melena ahora estaba colgando de una punta. Maddie se acercó a arreglarla antes que la perdiera, la otra chica ni si quiera pareció notarlo.
-Am…voy a volver al hotel, ya es tarde-anunció una vez terminado el arreglo.
-¿Cómo que volver? ¡Esto recién empieza, Maddie!-se quejó Elizabeta, su emoción le hizo derramar un poco sus bebidas pero no pareció importarle, todo el piso estaba mojado ya.
-Estoy algo cansada, Eli.
-Eso se soluciona fácil, vamos a conseguirte algo para tomar entonces, ¿qué beben allá arriba en Canadá? ¿Cerveza, licor, vino, alguna bebida especial?
-De todo un poco, pero no quiero nada. Prefiero ir a descansar, además tengo que prepararme para el encuentro de maña-…-wohaa!
Sus excusas fueron cortadas por un brazo alrededor de sus hombros que la lanzaba hacia adelante
-¡Yaaah! ¡Que fiesta!-Exclamó Bélgica, en su mano libre también había un trago de un extraño color azul casi fluorecente. ¿O era el vaso lo luminoso?
-Tu hermano se ha excedido como siempre, Bella-felicitó Elizabeta.
-No hubiera esperado menos de él. No le cuenten que dije eso.
-¡Oh, dios, esta hermosa fiesta ha sido arrojada a nosotros para distendernos un poco de nuestras responsabilidades del día a día y la señorita aquí presente desea retirarse antes que la verdadera acción si quiera comience!-exclamó Hungría, su actuación más dramática de lo necesario para darle el toque humorístico
-Mon dieu, ¿es eso verdad, Maddie?-preguntó Bella girándose a mirar a la chica en sus brazos-como la hermana del anfitrión voy a sentirme muy, muy, ofendida.
La rubia sabía que estaban exagerando, pero no pudo evitar sentir un poco de culpa.
Una sonrisa cruzó sus labios mientras un sonrojo se apoderaba de sus mejillas. Le estaban prestando atención. Le estaban pidiendo que se quede. Ya fuera que lo hicieran porque realmente disfrutaban su presencia o por pura simpatía femenina, lo que importaba era que la veían.
-De acuerdo, me quedaré un rato más.
-¡Yay!
Para cundo Elizabeta terminaba el décimo vaso (o por ahí) ya había perdido total rastro de las otras dos. Sus pies latían de tanto bailar mientras el sueño volvía a amenazar con arruinar su entretenimiento, y cuando vio Lilly y Katyusha sentadas junto a la mesa de comidas no lo pensó dos veces. La ucraniana ya se había retirado hacia unos minutos, mientras Lilly parecía estar tranquila con solo mirar. Miró su vaso de gaseosa y dio un trago esperando que el azúcar hiciera efecto y la despertara aunque sea un poco. A su lado Liechtenstein cantaba por lo bajo, era imposible escucharla sobre la música pero podía verla mover los labios. Deseaba que pudiera oírla, Lilly tenía una voz hermosa. Muy diferente a la de ella.
Su boca se frunció ante el pensamiento, enojándose consigo misma. Sabía que no conseguiría nada disminuyéndose a ella misma, pero no podía evitarlo.
Intentó distraerse mirando hacia la pista. Sus ojos se cruzaron con los azul cielo de su hermano, quien le devolvió una sonrisa mientras a bailaba con Vietnam. La sonrisa de ella se mantuvo aún cuando Alfred desapareció de vista, contenta porque Alfred y Vietnam estuvieran en buenos términos. Parecían estar pasándola bien, sabía que los dos amaban bailar. Su hermano nunca tuvo problemas para encontrar con quien bailar. Muy diferente a ella que….-
Otra vez lo mismo. Siguiente distracción.
La flor de Elizabeta le llamó la atención esta vez. Cerveza en una mano, Gilbert en la otra. Volvió a sonreír, era raro ver a esos dos reír juntos, se la pasaban todo el día peleando. Había algo entre ellos, lo sabía, pero también sabía de los confundidos sentimientos de Elizabeta, yendo y viniendo entre el Albino y su ex esposo, Roderich. Bueno, por el momento eso no parecía estar preocupando a la húngara, solo quería divertirse. Fuera Prusia, Austria, o Lituania, ella solo quería bailar, con quién era algo secundario. Elizabeta tampoco tenía problemas para encontrar pareja, no…-
Ok. Tenía que retomar el control de sí misma.
Sin embargo no pudo evitar que sus pensamientos tomaran el mismo camino cuando su siguiente distracción, Polonia sacando a Lilly a bailar, le volvió a recordar lo sola que estaba entre esa multitud.
A ella nunca la invitaban a bailar los chicos.
Era verdad que últimamente ya no era tan invisible, principalmente gracias a que estaba teniendo mayor participación internacional, y que ahora podía decir que tenía amigos, personas con quién juntarse que no fueran de su familia. Las representantes femeninas eran muy pocas en comparación, por eso eran tan unidas, sin embargo ella se había mantenido fuera por mucho tiempo. No era que las demás chicas no la quisieran, era que antes ni si quiera la veían.
Pero hasta ahí llegaba su experiencia en la visibilidad.
Era típico dar una fiesta luego de sus seminarios de encuentros. Amaba esas fiestas. Pero al final siempre llegaba a la misma conclusión.
Los chicos nunca la sacaban a bailar.
¿No era lo suficientemente bonita? Francis se la pasaba diciendo lo belle que era, pero él no contaba porque era su papa
¿No era interesante tampoco? ¿No despertaba ni el más mínimo interés? ¿Ni si quiera como para que un chico la invitara a bailar una canción?
No pedía más que eso.
Los hechos, las esperas, las suposiciones, pesaban mucho. La deprimían mucho.
Toda chica quiere sentirse querida. Sentirse linda.
Una mano frente a ella la sacó de sus tristes pensamientos. Levantó los ojos esperando que la oscuridad ocultara lo anegados que estaban y sonrió al ver quién era aquel que osaba invitarla a bailar.
Tomó la mano de Arthur y negó con la cabeza.
-¿Podrías llevarme al hotel? Estoy muy cansada.
-Sólo si me concedes un baile primero. Hasta que termine la canción.
-De acuerdo.
Rusia: El chico nuevo
Salvajes. Así era como bailaban hoy en día, como si fueran animales a los que se le da toneladas de alimentos después de una larga hambruna.
Detestaba esa costumbre de dar fiestas durante las reuniones. Hacía que tuvieran que cortar sus encuentros antes el día de la fiesta y comenzarlos después en el posterior, sin mencionar que la resaca siempre complicaba el buen funcionamiento de estos. Nunca asistía, ver a sus compañeros moverse como bestias no era lo mejor para un buen ambiente de trabajo en su opinión. Eso sin mencionar que nunca faltaban los que se dejaban llevar por el alcohol, como Prusia, Francia o Estados Unidos.
Sin embargo, ahora había tenido que violar su prohibición auto impuesta para ir a buscar a Ucrania. Lo había llamado diciéndole que se sentía mal y que si podía llevarla al hotel. Él ya estaba durmiendo cuando lo llamó, pero nunca podía decirle que no a su adorada hermana mayor.
Por eso allí estaba, parado frente a la pista sin saber cómo diablos iba a encontrar a su hermana en ese desastre.
Las chicas siempre solían mantenerse juntas, así que Katyusha debería estar con ellas. La primera chica que vio fue Bélgica, metida en algún tipo de concurso de quién tomaba más rápido un vaso entero de licor con su hermano. No le sorprendió la verdad.
Unos metros más al costado vio a Hungría, discutiendo fervientemente con Prusia. Esos podías seguir gritándose el uno al otro por bastante tiempo, si en media hora no encontraba su hermana podía acercárseles y preguntarle a Hungría. Por el momento, lo mantendría como última opción, la chica podía ser muy efusiva cuando discutía con el albino.
Dio un par de vueltas hasta que encontró a Vietnam. Se acercó a preguntarle a ella, solo para interrumpir su baile con Alfred y molestar al estadounidense. La asiática le señaló hacia el lado derecho del salón sin duda alguna, como si fuera obvio.
Se había estado enfocado demasiado en la pista de baile, cuando en realidad era bastante obvio que no estaría allí. La ucraniana estaba sentada junto a la mesa de bocadillos, su cabeza recostada en el hombro de otra rubia con dos colitas bajas, mientras Liechtenstein le hablaba.
Su atención se enfocó en la rubia desconocida. Según había entendido, esas fiestas eran exclusivas para naciones, sin embargo no podía recordar haberla vista nunca antes.
Mas aún así había algo que le parecía profundamente familiar. La chica se sintió observada y cuando se giró a mirarlo vio sus ojos. Un flash los iluminó por un mínimo segundo, pero fue suficiente para que notara que eran violetas, igual que los de él, sin embargo los de ella eran mil veces más cálidos.
La confusión se profundizó, estaba claro que esta chica no era una civil.
Aún más extraño fue cuando notó que al parecer ella a él sí lo conocía, porque apenas los vio le dijo algo a Ucrania quién se levantó de inmediato y miró en su dirección. Su hermana le hizo señas de que iba a buscar su abrigo y se despidió de sus amigas. Ivan se quedó esperando en el lugar.
No se dio cuenta que se había quedado mirando a la rubia hasta que otra vez sus miradas chocaron. El contacto no duró más de medio segundo, ella miró hacia otro lado avergonzada.
-Ah, ¿deleitándote con ma cherie?-preguntó la voz de Francis detrás de él
-¿Quién es?-le preguntó sin rodeos
Francis parpadeo un par de veces antes de responder.
-¿Ma cherie?-preguntó confundido-Maddie. Madeleine Williams. Le Canadá. La gemela de Alfred. Fue mi colonia, después pasó a L'Angleterre. ¿Segundo país más grande del mundo después de ti?
-¿Amerika tiene una hermana?
Ahora entendía de donde veía lo familiar.
-Oui. Ha ido a todos los encuentros desde que se crearon las Naciones Unidas, estuvo entre los miembros fundadores. Fue a ambas guerras. Bueno, no ella, su país, ella por supuesto que no se le permitió acercarse al campo de batalla, solo hacer trabajos de asistencia. L'Angleterre mismo se encargó de vigilar que cumpliera con la restricción.
-Nunca la vi.
-No eres el único, tiene un hábito de desaparecer sin aviso previo…
Rusia no le respondió y Francis quiso reírse por la forma en que aún la miraba.
-¿Interesado en ella?-preguntó conteniendo la risa.
Había algo en esa chica que le provocaba curiosidad. ¿Sería lo del color de sus ojos? ¿O la cantidad de emociones que podía ver en ellos? ¿Acaso podía ver tristeza en esa expresión, o simple aburrimiento?
Además, esta chica era la hermana de Alfred. ¿Por qué sentada en una fiesta entonces? De Liechtestein lo entendía, de la gemela de un hiperactivo como Estados Unidos no.
-¿Algún problema si lo estoy?-respondió Ivan levantando su aura de peligro.
Francis no pudo contenerlo más y rió.
-¿No escuchaste lo que dije? Es la hermana de Alfred. Nadie se le acerca sin atenerse a las consecuencias. Es un secreto a voces, Maddie es intocable.
Ivan vio como Arthur entraba en escena en ese momento y con un gesto de gracia le ofrecía su mano a Maddie. El ruso se giró a mirar al francés, su ceja levantada y mirada inquisidora.
-Por supuesto que L'Angleterre está, ah ¿Cómo lo dice Alfred? Ah, sí, Aprovado . Yo, en cambio, aún estoy bajo inspección. L'Ameriqué es tan injusto conmigo, y con todo lo que hice por él…
La voz del galo se perdió entre los ruidos de fondo, ya no le interesaba escucharlo.
La música era estruendosa, pero a lo lejos Arthur y Maddie mantenían la compostura sin perder el ritmo. Unos metros más a la derecha, Alfred ahora bailaba con Australia y Prussia.
Así que la hermana gemela de Estados Unidos, ex colonia de Francia e Inglaterra, segundo país más grande del mundo.
Interesante.
