Dos aokises en cinco días, cuatro en casi un mes estoy onfire por lo que se ve (?)
En primer lugar pedir perdón por no responder los reviews, una aquí es tan tonta que no recordaba como hacerlo, por muy raro que parezca uwu Pero ahora que sí lo recordé, prometo responder los que lleguen, ¡así sean uno o diez! (Hahaha, ojalá fueran diez uwu)
Así que a modo de disculpa dejo esto por aquí, es un cap y un EXTRA ^^
Lo que está en cursiva en ésta y en cualquiera de mis historias es porque es un recuerdo o algo especial, ¡que lo disfrutéis!
Kuroko No Basuke no me pertenece.
Aún seguía preguntándose cómo es que había acabado allí. Soltó las bolsas de la compra sobre la encimera y sacó un par de sobres de sopa instantánea que había comprado en el supermercado más cercano. No tardó demasiado en encontrar una olla pequeña y la llenó de agua, encendiendo el fuego y colocándola a calentar. Se giró apoyándose en la encimera con lentitud, cruzándose de brazos.
Llegó al gimnasio unos minutos antes del calentamiento. Al parecer ese día iban a tener un partido amistoso contra otra escuela y le habían pedido jugar. Desde hacía tiempo había dejado de asistir a los entrenamientos, y la verdad, su presencia allí era innecesaria. De todas formas no iba a encontrar un rival para él. Pasó en silencio entre sus compañeros, sintiendo que ya apenas había una relación de amistad entre ellos. No al menos como la que habían tenido meses atrás. Lo único que se seguía conservando era la mirada silenciosa que Tetsu le dedicaba, la cual en esos instantes podía notar a sus espaldas mientras abría la taquilla del vestuario para dejar sus cosas. Todos estaban cambiándose en silencio, con alguna charla casual entre Midorima y Akashi, donde de vez en cuando intervenía Murasakibara. Se colocó la camisa del uniforme y cerró con llave el compartimento, girándose en silencio, mirando como sus compañeros estaban reunidos ya para hablar de la estrategia seguramente.
- ¿Uhm? ¿Atsushi, hoy no ha ido Ryouta a clases?
- Llamaron desde casa de Kisechin, está enfermo~.
- ¿Kise-kun está enfermo?
- Sí~
Akashi asintió en silencio sin decir nada más y los mandó a salir nada más terminasen.
Decepcionante.
Como siempre.
Dos cuartos era lo que les había bastado para hacer que su rival quisiera dejar de jugar, y lo gracioso es que ni siquiera se estaba esforzando. No recordaba que le hubieran robado nunca el balón, que hubieran bloqueado sus tiros o que tan siquiera intentasen marcarle entre varios para detenerle. Ni siquiera miró el marcador, no le importaba si lo habían duplicado o triplicado, sólo se giró hacia el banquillo para recoger su toalla antes de dirigirse a los vestuarios.
- Buen trabajo, Daiki.
Giró el rostro hacia un lado, mirando a Akashi con aburrimiento.
- ¿Ah...? Ah, sí. ¿He anotado mucho?
- 89 puntos.
- Mh...
- Sigue así.
Asintió echándose la toalla al cuello, girándose para marcharse. Recogió sus cosas sin perder mucho tiempo y salió del gimnasio; aquel día Satsuki tenía otros asuntos que atender, por lo que volvería a casa sólo. Salió del colegio y se giró dispuesto a marcharse, pero una presencia, aunque era muy débil, atrajo su atención. Bajó la mirada un poco y frunció ligeramente el ceño al notar de nuevo aquella mirada de Tetsu sobre él, sólo que esta vez al menos lo estaba haciendo de cara.
- Aomine-kun.
- ¿Qué pasa, Tetsu?
Ambos se quedaron en silencio mirándose, sin nada que decirse realmente. La última vez que se encontraron fuera del recinto ya lo dejó claro, iba a seguir jugando él sólo, era la luz que brillaba por sí misma sin necesidad de ninguna sombra. Seguirían siendo compañeros, pero él ya no era el mismo. Algo se había apagado en él, y eso ni siquiera su amigo lo podría arreglar. Kuroko le miró unos instantes más antes de negar y comenzar a andar, pasando por su lado. Apretó los puños dejándolo marchar; no sabía si lo que le daba rabia era qué por fin se había dado cuenta de que no podía hacer nada por él y se había dado por vencido, o que esa era la señal de que él también tendría que hacerlo. Porque sí, no había perdido la fe aún, no del todo al menos. Pero ya nada podía salvarle. Ni siquiera el dolor de uno de sus mejores amigos. Se marchó aquel día, dispuesto a seguir con su vida de una forma u otra.
Pasaron unos días hasta que volviera a pisar de nuevo el gimnasio gracias al permiso del equipo de no tener que asistir a los entrenamientos, pero Satsuki se había puesto muy pesada con que al menos fuese el día de la reunión antes del campeonato. Era viernes, llegó casi a la hora justa, y escuchó a algunos decir que Akashi había avisado de que tardaría unos minutos, ya que tenía que atender unos asuntos importantes del club antes. Como había ordenado entrenar al resto del equipo, se quedó observándolos con detenimiento. Midorima estaba practicando sus tiros junto con Kuroko, el cual normalmente se dedicaba a ayudarles, ya que él no necesitaba entrenar su habilidad especial realmente. No veía a Murasakibara, seguramente estaría comiendo dulces por ahí. Pero al que tampoco veía era a Kise, ahora que lo pensaba. Tenía pensado aceptar si le ofrecía jugar un one-on-one, por no aburrirse demasiado, pero si ya no estaba allí a su lado con un balón pidiéndoselo, es que de nuevo había faltado a los entrenamientos. Suspiró con más aburrimiento aún, ahora sí que estaba condenado a morir sin hacer nada.
- Siento la tardanza.
- Hola~
- ¡Aomine-kun!
Se giró viendo entrar a Akashi, seguido de Murasakibara y de Momoi, la cual sonreía al verle allí. No tardaron demasiado en reunirse todos en el gimnasio y aunque no tenía demasiadas ganas, escuchó lo que el capitán tenía que decirles. De no hacerlo, Satsuki no dejaría de clavarle el codo en las costillas cada vez que se distraía con otra cosa. Hablaron de lo de siempre, de quienes serían los titulares del campeonato, los suplentes, el lugar en el que tendrían el entrenamiento aquel año y además, los sitios dónde tendrían los partidos oficiales. Nada que él ya no supiera.
- Puede que en este campeonato encuentres lo que buscas, Aomine-kun.
- ¿¡Mhm!? -Se sobresaltó un segundo dándose la vuelta, viendo al peliazul detrás de él.-
- ¡Tetsu-kun!
- Hola, Momoi-san.
- ¡Por supuesto que lo encontrará, este año hay unos oponentes muy fuertes! ¡Estuve investigando y hay un equipo que juega muy bien!
- Eso es genial, ¿no crees?
Momoi y Kuroko sonrieron mirándole. Apretó los labios en silencio sin apartar la vista de ellos, y sin poder evitarlo sonrió levemente. Aunque no sabía bien si era porque al parecer el único que había tirado la toalla era él, o por la idea de tener unos oponentes fuertes a los que enfrentarse con todo lo que tenía. Si así iba a ser, intentaría no rendirse aún, pero todo dependería de lo que pasase en el último campeonato que jugarían juntos.
- Daiki, ¿podemos hablar un momento?
Los tres se giraron con curiosidad hacia Akashi, el cual tenía entre sus manos una carpeta extendida hacia Aomine.
- ¿Qué es esto?
- Necesito que le hagas un favor al club y vayas a casa de Ryouta a entregarle ésto. Son todos los ejercicios y apuntes que ha estado perdiendo en su ausencia, debe echarles un vistazo en el fin de semana si no queremos salir perjudicados y que no le dejen jugar en el campeonato. Dentro tienes una nota con su dirección.
- ¿¡Eh!? ¿Y por qué debo ir yo? No estoy en su clase siquiera. Que vaya Murasakibara.
Akashi sonrió ante su reacción, quizás porque era difícil sacarle algo últimamente al moreno que no fuera una expresión de aburrimiento. Cualquiera diría que disfrutaba con esas cosas.
- Atsushi tiene cosas que hacer y también debe estudiar, además así podrías aprovechar y estudiar con alguien, porque si suspendéis...
Los tres tragaron saliva ante la mirada que el pelirrojo les dedicaba. Joder, en serio que ese tipo aunque fuera un enano bajito intimidaba. Extendió los brazos casi automáticamente cuando el capitán le entregó la carpeta y gruñó por lo bajo con los ojos cerrados, viendo que no le iba a quedar otra.
- Oi Tetsu, Satsuki, ¿y si va...?
Pero cuando se giró, el maestro del escapismo y su vil ayudante habían desaparecido.
- ...
Con amigos así, no le hacían falta enemigos. Cogió su maleta y se la colocó en el hombro, dispuesto a hacer las cosas rápido y marcharse a casa. Quizás pasaría por la tienda y compraría alguna revista que le interesase antes, y disfrutaría de su tiempo a solas con ella. Sacó el papel de la carpeta con la dirección de Kise, al menos no estaba muy lejos. Subió las escaleras de los apartamentos hasta el primer piso y se paró frente a la puerta A-3, se suponía que era ahí. Tocó un par de veces, pero nadie le respondía. Tsk, ¿en serio había ido allí para nada? Miró el pomo de la puerta y por pura inercia intentó girarlo.
Click.
La puerta se abrió, cosa que no se esperaba en absoluto. Con algo de lentitud pasó, mirando hacia todos los lados de la entrada. La casa estaba en silencio y no parecía haber nadie, ¿cómo habían sido tan descuidados de dejar la puerta abierta? Esperaba que no toda la familia fuera igual de despitada e idiota que Kise.
- Bueno, bastará con que lo deje por aquí...
Entró básicamente sin permiso, pero no estaba dispuesto a hacer de nuevo el camino hasta aquella casa si podía evitarlo. Cosas de gente... ''relajada''. Cruzó el pasillo llegando hasta el salón y dejó la carpeta sobre la mesa, pero se imaginó que seguramente nadie la reconocería, por lo que al menos dejaría una nota. Sacó de su maleta un lápiz y arrancó un trozo de página de su libreta, inclinándose sobre la mesa para escribir.
- ¿Quién...?
- ¡Ngnhg..!
Dio un salto del susto que le produjo escuchar aquella débil voz y se giró rápidamente, desenfundando el lápiz listo para atacar al ser que acababa de aparecer.
- ¿Aominecchi...? -Se apoyó mejor en el marco riéndose débilmente. Aunque eso le costase perder aire y le hiciese toser. Cuando se recompuso un poco, volvió a hablar.- ¿Piensas atacarme con un lápiz en mi propia casa? Qué cruel...
- N-no me des esos sustos, ¡ya tengo suficiente con Tetsu!
Bajó el brazo esta vez sí mirándole fijamente. Llevaba puesto un pijama de color azul claro y estaba algo despeinado, seguramente recién levantado de la cama. Sin embargo lo más preocupante no era eso, ya que a pesar de su sonrisa, se le notaba débil. No es que Kise fuese el tipo más fuerte del mundo, pero verle así le produjo una rara sensación. En cuanto lo vio andar hacia el sofá para sentarse tuvo el impulso de ir a sujetarle, pero se contuvo. Ninguno de los dos eran unas nenas como para estar así.
- Ah~, lo siento, lo siento. ¿Qué haces en mi casa?
- Mmhm... Akashi me pidió que te trajese la tortura del colegio a casa. Oi... ¿te sientes bien? ¿Estás solo en casa?
Quizás era por su condición de deportista, pero era capaz de reconocer cuando alguien no era capaz ni siquiera de respirar bien. El problema era que se suponía que llevaba ya varios días enfermo, debería estar mejor, pero no era así. Tenía las mejillas rojas de fiebre, la piel ligeramente brillante por el sudor y a su vez más pálida de lo habitual, además de la debilidad persistente que tenía.
- Sí, mis padres tuvieron que viajar para ver a mis abuelos y mis hermanas están fuera por estudios.
- ¿¡Ah!? ¿En serio han dejado sólo a un inútil como tú?
- ¡Oye~! ¡A quién llam-...Coff, coff!
- Oi Kise, ¡respira!
El moreno se acercó a grandes pasos al sofá al verle toser de esa forma, sintiéndose culpable por haberle hecho gritar. Aún no se había vuelto un capullo integral como para no preocuparse por uno de sus compañeros, y bueno, porqué no admitirlo, era también un amigo. Un amigo que parecía un perro persiguiéndole, pero a eso no podía hacerle nada. Se agachó un poco frente a él intentando verle la cara, pero éste no levantaba la cabeza, tapándose la boca con la mano. Desde ahí pudo escuchar el sonido de los bronquios cerrados al respirar, no dejando pasar aire apenas.
- ¿Te has tomado la medicación?
El rubio negó.
- ¿Has comido algo?
Volvió a negar, esta vez intentando coger una bocanada de aire más profunda, pero no lo suficiente como para provocarle de nuevo un ataque de tos. Kise abrió los ojos sorprendido cuando sintió las manos del moreno sujetarle por debajo de sus brazos, levantándolo del sofá de forma segura, pero a su vez con delicadeza. Aomine pasó uno de sus brazos por su hombro y se incorporó junto a él, comenzando a caminar hacia fuera del salón.
- En serio que eres un problema...
Y ahí estaba él, intentando preparar algo de sopa caliente. Abrió el mueble que le había indicado el rubio y cogió el bote de medicinas que allí había, sacando algunas pastillas para llevárselas ahora junto con algo de agua. No le había costado demasiado dejarle en su cama, y tuvo suerte de que hubiera un supermercado cerca. Cuando vio que ya todo estaba listo apagó el fuego y se dirigió hacia el cuarto, abriendo la puerta empujándola con cuidado con el pie. Kise nada más verle comenzó a incorporarse con cuidado, tapándose con la manta hasta casi el cuello, sacando sólo los brazos, mirándole fijamente con una sonrisa de nuevo.
- ¿Aominecchi cocinando para mí~? Ya tengo algo de lo que presumir.
- Si le dices esto a alguien, te mato.
Murmuró con una expresión de fastidio, dejando la bandeja en una mesilla cercana. Se sentó en el borde de la cama dejándole coger el tazón de sopa, escuchándole suspirar de gusto en cuanto le dio el primer sorbo. Sólo con mirarle el rostro pudo ver que la fiebre había vuelto a subir más desde la última vez que lo vio.
- ¿En serio te han dejado sólo estando así?
- Ellos no saben que estoy enfermo. Sólo mi mánager, ella llamó al colegio para avisar de que no iba a asistir.
- Ah... Mmm... Podrías haber avisado a alguien, a Tetsu por ejemplo. Seguro que él hubiera venido a verte. O a Satsuki, seguro que habría reunido a tus fans para que se turnasen para cuidarte.-Se rascó la nuca mientras decía eso, escuchando de nuevo la suave risa de Kise.-
- No quería preocupar a nadie, y menos a Kurokocchi o a Momocchi.
- ¿Ah?
- Ellos ya están lo suficientemente preocupados.
- ¿Por?
- Por ti, por quién más.
Abrió ligeramente los ojos, congelándose en ese instante. No es que fuera un desconocedor total de ello, y aunque a veces dudaba de si le importaba a ellos, en el fondo sabía que sí. Pero una cosa era pensarlo él, y otra que se lo dijeran tan de frente. Apretó los labios mirando hacia el lado contrario de Kise, el cual había sustituido su sonrisa falsa de felicidad, por una sincera de tristeza. Se quedó en silencio escuchándole tomar otro sorbo de la sopa; no quería hablar de ese tema realmente.
- ¿Y, cómo están?
- Ah... -Al escuchar eso pareció volver a la vida, agradeciendo el cambio de tema.- Como siempre, mhm... Akashi hoy nos dijo todo sobre el campeonato, serás titular y eso con nosotros.
- Qué bien~ -Sonrió esta vez si de verdad ampliamente, mientras dejaba a un lado el tazón de sopa ya vacío.- Podré jugar de nuevo con Aominecchi, ya que ahora apenas puedo hacerlo.
El moreno se levantó lentamente mientras oía eso, caminando hacia la mesilla para coger las pastillas y el vaso de agua. Sabía que se refería a sus faltas a los entrenamientos, pero no entendía a qué venía decir eso. No es como si él fuera indispensable allí, de hecho no lo era, por lo que no contestó siquiera. Se acercó de nuevo a él y le extendió las medicinas, con el rostro algo ensombrecido.
- Tómatelas y duerme un rato.
- Gracias.
Las dejó en sus manos y se giró hacia la puerta de la habitación, metiéndose las manos en los bolsillos.
- Estaré un rato ahí fuera, si necesitas algo tira algo contra la puerta o lo que sea, pero no grites, no quiero tener que atestiguar si te mueres o algo aquí, sería muy problemático.
Ni siquiera le dio tiempo a contestar, cuando él ya había salido de la habitación.
Se sentó en el sofá dejando caer la cabeza hacia atrás con un suspiro pesado, apoyando los brazos en el respaldo también. Estaba cansado, a pesar de que no había hecho nada. No entendía bien porqué sus días ahora se basaban en dormir y dormir, cuando se supone que eso es un acto que se refleja en cuanto al cansancio, pero él no sentía eso nunca ya. Entonces, ¿por qué prefería dormir a estar despierto? Últimamente había tantas cosas que no entendía que se sentía confuso a cada cosa que pensaba. Se quedó en silencio mirando el techo, hasta que sin darse cuenta se quedó dormido en aquella incómoda posición.
Le temblaron los párpados, abriendo los ojos al escuchar los maullidos de unos gatos peleándose. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? Vio el atardecer por la ventana del balcón y reaccionó, levantándose rápidamente. Joder, ¿en serio se había quedado sopa tanto tiempo? En su casa lo iban a matar por no avisar. Cogió sus cosas, pero casi al instante las soltó. Primero iría a ver a Kise antes de irse, esperaba que estuviese dormido, porque no quería nada de despedidas. En silencio se encaminó hacia el cuarto y al llegar a la puerta se asomó con sigilo, mirando hacia la cama.
El sonido de la respiración forzada llegó perfectamente a sus oídos, pero lo preocupante era que esta vez, había sido a una distancia demasiado grande como para haber intentado siquiera ignorarla. Cosa que habría sido imposible. Vio el cuerpo de Kise encogido en la cama, con la manta tapándole apenas hasta la mitad, con el resto de ella caído en el suelo. Entró rápidamente al cuarto y cogió una toalla que había en la silla, pasándola por el rostro del rubio para limpiarle el sudor.
- Kise, oi, ¡Kise!
Con cuidado pasó su brazo por la espalda del otro para incorporarlo en la cama, pasando esta vez la toalla por su cuello. Lo escuchó respirar más profundamente, abriendo un poco los ojos vidriosos por la fiebre.
- A-Aomine...cchi.
- ¡Idiota, te dije que me llamaras!
- Creí que te habías ido... -A cada frase tenía que coger aire, costándole respirar por ello.- Todo estaba en silencio...
- ¡Por supuesto que no, ¿por qué iba a irme!?
Kise le miró con los ojos entrecerrados y la boca ligeramente abierta, manteniendo la mirada fija en la suya. Levantó la mano llevándola hasta la mejilla el moreno y la acarició, dejando al otro totalmente perdido. Esta vez no sonreía, no estaba fingiendo ser lo que no era. En su rostro, esta vez serio, pudo ver preocupación, a pesar de que... joder, él no era el que estaba enfermo, ¿por qué entonces lo veía así?
- Aún no lo entiendes, ¿verdad...?
Dejó que alejase la mano de él, para esta vez posarla sobre su pecho, sin dejar de mirarle.
- Kise, ¿qué...?
- Kurokocchi, Momocchi, el entrenador, yo... Todos estamos preocupados por ti. Pero tú prefieres alejarte de nosotros e ignorarnos. A eso puedo jugar yo también, hasta Midorima puede. Pero no somos estúpidos. Del equipo somos los únicos que nos estamos manteniendo, pero tú... a ti, te estamos perdiendo...
Notó un débil agarre en su camisa, totalmente en shock por lo que estaba oyendo. Tanto, que apenas notó que el rubio había apoyado la cabeza en su hombro, y hablaba más débil que antes incluso.
- Yo no seré como ellos. No te perseguiré, ni te diré qué hacer. Lo haré a mi manera, iré a algún instituto fuerte cuanto todo esto acabe y algún día me enfrentaré a ti. Será la única manera de volver a tenerte junto a nosotros, porque te que... remos.-Escondió el rostro en su cuello, apretando los dientes con las pocas fuerzas que tenía.- Yo te quiero, te admiro, te... te habría seguido allí donde hubieras ido. Pero Aominecchi no se da cuenta de eso, ¿verdad? Él... nunca se da cuenta de nada.
El agarre se aflojó, hasta que su mano se deslizó hasta su propio cuerpo. El moreno tenía una expresión casi de terror, muy parecida a la que puso cuando habló con Kuroko en el río. ¿Qué era todo...? Cuando notó la respiración tan débil parpadeó, regresando a la realidad. Lo dejó tumbado de nuevo en la cama, y sin decir nada se levantó yendo a por más medicinas para él.
Le hizo tomárselas aun si estuviese apenas inconsciente, le cambió de pijama en silencio y le puso una toalla de agua fría en la frente, tapándolo hasta el cuello. Y tras todo eso, cogió el teléfono llamando al primer nombre de sus hermanas. Le pidió que regresase para cuidar a Kise, y sin más colgó cogiendo sus cosas marchándose de allí.
Pasaron meses, y ninguno de los dos nombró nada de lo pasado aquella noche. Aomine se hundió definitivamente en un pozo del que nadie podría sacarle. Ganaron el campeonato, y llegó el momento de separarse. Kise fue a Kaijou y Aomine a Tōō, tal y como el otro dijo, no le acompañó allí a donde él iba a ir. Y ambos, olvidaron sus palabras. Al menos, hasta que todo volvió a cambiar.
Aomine perdió, Kise, Midorima. Todos perdieron ante Kuroko y Kagami, ante el Seirin. ¿Cómo era posible que algo tan amargo les hiciera entrar en razón? Eran unos críos apenas como para tener ese tipo de comportamiento, como para dejar de lado a sus mayores amistades por la vanidad, por el deseo de poder sobre los demás. Y entonces, fue cuando el moreno comenzó a prestar más atención al rubio. Fue casi sin querer, y le costó un tiempo reconocer que de vez en cuando su mirada se desviaba hacia donde él estuviese, aunque eso nadie lo notaba. Ni siquiera Tetsu lo hacía, o al menos eso esperaba él. Lo veía sonreir para él, esforzarse en que se sintiera cómodo con bromas estúpidas. Lo veía buscarle, dándole una atención que él nunca había buscado o pedido, pero que sin embargo allí estaba para él. Kise, aquel chico que siempre buscaba superarle lo había hecho con creces, pero no por si mismo.
Lo había hecho para él.
Se dio cuenta entonces de que para Kise, él había sido alguien especial. Que aunque sonase extraño, le dio un motivo para vivir por el baloncesto, hasta el punto de ser el más temible de los cinco con su Copia Perfecta. Que, por alguna extraña razón, por él dejó de lado su carácter egoísta y apartó sus propios deseos, por tal de vencerle y ayudarle a cambiar. Porque sí, sabía que Kise habría ido a Tōō de no haber pasado lo que pasó. Se dio cuenta de que todo ese tiempo, su ex-compañero de equipo se esforzó por ser un digno rival, por ser la emoción en su vida que le faltaba para volver a jugar como antes. Y aunque no había sido Kise quien finalmente le había vencido, ahora tenía algunas dudas de cómo sería el resultado de un partido entre ellos. Ahora estaba la posibilidad de perder contra él. Eso, le hacía sentir esa emoción en el pecho que tanto había anhelado y deseado. Tener un oponente a su altura, como lo eran Kuroko y Kagami juntos.
Pero Aominecchi no se da cuenta de eso, ¿verdad? Él... nunca se da cuenta de nada.
- Dai-chan... ¡Dai-chan!
Levantó el rostro de repente, mirando hacia delante, del lugar del que provenía aquella voz. Momoi le miraba con las mejillas hinchadas, bastante enfurruñada, mientras volvía a ser consciente del ruido de la gente del Maji Burger.
- ¿Ah...?
- ¿¡Ah, qué!? ¡No me estabas escuchando!
- No.
- ¡Te pregunté que si querías ir de compras, de-com-pras!
Se quedó en silencio mirándola, de tal forma que incluso Momoi comenzó a preocuparse un poco.
- ¿Pasa algo, Dai-chan...?
- Tengo que irme.
- ¿Eh?
Con rapidez se levantó cogiendo su refresco y dándole un último sorbo largo, echándose la chaqueta al hombro.
- Tengo algo que hacer Satsuki, otro día será.
- ¡Dai-chan...!
Sin embargo ni siquiera oyó su nombre, saliendo rápidamente del local.
- Sí, sí, ya voooooy~.
Kise abrió la puerta con una mano en la cadera, de una forma extrañamente masculina para la postura que era, se sorprendió al ver allí al moreno frente a su puerta, respirando cansado como si hubiera corriendo una maratón.
- ¡Aominecchi! ¿Te has perdido o algo? ¿Qué haces aquí y porqué pareces tan cansado? ¿Le has hecho algo a Momocchi y te está buscando? -Preguntó riéndose mientras se cruzaba de brazos.-
- ¿Estás sólo, Kise?
- No, pero mi hermana está bañándose, ¿por?
- Perfecto.
La sonrisa de Aomine fue suficiente como para desbancarle en apenas unos segundos. Ni siquiera se movió cuando lo vio acercarse a él de aquella forma tan íntima, pero no era un novato tampoco como para no reconocer las señales. Apretó los labios cerrando los ojos, conteniendo todas esas emociones que estaban atacándole de golpe, y dejó que aquellos labios se posasen sobre los suyos. Había esperado tanto por eso que...
- ¿Es esto un sueño o algo así...? -Murmuró, apoyando la frente en la del moreno, mirándose ambos con los ojos entrecerrados y una ligera sonrisa.-
- ¿A qué viene esa frase de película romántica cutre?
- ¡Baka~, no te burles de los sentimientos de un hombre nervioso!
Ambos se rieron, pero el moreno fue el primero en tomar la delantera en aquel momento. Puso sus manos sobre las caderas de Kise y lo acercó lentamente a él, besándole profundamente. Sabía que los pechos grandes eran lo mejor del mundo, pero quizás... en un segundo lugar, o algo antes, estaban aquellos suaves labios. Tendría tiempo para decidir qué posición concederles con el tiempo.
- A-Aominecchi... Estamos en la entrada de mi casa...
- ¿Ahora es cuando yo suelto la otra frase cutre de ''Llévame a tu habitación entonces''?
- Moo~ ¡No te burles de mí! -Se rió esta vez algo más alto, dándose la vuelta mientras le cogía de la mano y le miraba.- Pero no es mala idea tampoco, ¿no?
Se dejó llevar cogido de la mano, sintiendo que probablemente había estado sonrojado desde el momento que llegó. Pero, ¿qué más daba ya?
- Por cierto, Aominecchi, me encantan las películas románticas cutres.
En el siguiente va el EXTRA.
Publicado el 10 de Mayo de 2016.
