Disclaimer: Los personajes de Naruto no son míos, créditos a su creador original Masashi Kishimoto. No está permitido la copia, distribución y/o plagio de la ficción presentada a continuación.

N/A: Este universo alterno está situado luego de la cuarta guerra shinobi, habrá cambios en relación a la trama y mucho romance lento.

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Enséñame a Amar

Capítulo 1: Visita a la Floristería

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El entusiasmo de Naruto siempre sería un misterio que él no lograría descubrir ni tampoco descifrar, el Uzumaki era así; hiperactivo, alegre, optimista, emprendedor, positivo, en ocasiones como esa hasta se detectaba un decente nivel de madurez, claro que a eso le seguían aquellos conocidos arranques de niño ingenuo, inocente y de buen corazón que enloquecía a ciertas fanáticas. Desde la Cuarta Guerra Shinobi un pequeño grupo de mujeres fueron formando clubs con la intención de aspirar a ser futuras esposas del próximo Hokage, creyendo que Naruto asumiría el cargo apenas Tsunade abandonara el bendito trono. Lo extraño era que el rubio lucía muy relajado, tranquilo, como si esperase el momento adecuado. A veces el pelirrojo no comprendía los pensamientos de su amigo.

Naruto continuó hablando con las manos en la nuca.

—El ramen es delicioso 'ttebayo, deberías ir conmigo, así te distraes.

—Lo tendré presente —Gaara barrió con la mirada su alrededor, personas detenían el paso solo para saludar o expresarle sus buenos deseos, incluso tendían el brazo como sincera muestra de hermandad. Naruto sonreía enseñando la hilera de dientes blancos y limpios—. ¿Porque los aldeanos no dejan de verme?

—Uhmm bueno —El rubio parpadeó—, supongo que es por tu participación en la batalla contra Madara, muchos saben que ayudaste bastante.

—Creo que sí.

—¿Y tus hermanos?

—Temari y Kankuro prefirieron estar en Suna adelantando el trabajo pendiente, la próxima vez seré yo quien se quede, ellos también merecen salir un rato a pasear.

Naruto asintió convencido.

—Ten por seguro que los guiaré, nadie conoce Konoha como yo 'ttebayo.

Ambos caminaban hombro a hombro por la calle contando anécdotas, aunque en realidad fuese Naruto quién parloteaba igual a una cotorra mientras Gaara lo observaba de reojo con un ápice de interés, los dos demostraban que existía un vínculo de amistad irrompible, un lazo de mutua fraternidad. El Kazekage echó una miradita al aspecto de Naruto. ¿Porque las pueblerinas suspiraban de amor cada vez que lo veían pasar? De acuerdo, Naruto estaba en sus mejores años, la rutina de entrenamiento junto a la incansables batallas pasadas habían tenido muy buen efecto en su cuerpo, tenía una innegable figura de atleta dedicado, hasta sus facciones maduraron con rapidez, ¿pero y su comportamiento? Gaara notó que el rubio seguía actuando de la misma forma que en la época de niños.

La diferencia es que ahora eran hombres (bastante llamativos, por cierto).

—¿A dónde vamos?

El chico de orbes azules apuntó directo al frente —A la florería, 'ttebayo.

—¿Que haremos ahí?

—Estoy haciéndole un favor a Sai, él se enfermó y no pudo venir, por eso ayudaré a Ino.

—¿Yamanaka Ino? —El joven afirmó ante la pregunta—. ¿En qué ayudarás?

La aludida emergió del local sosteniendo una pesada maceta, Naruto, que casualmente la vio, corrió de prisa a ofrecer sus brazos dejando al pelirrojo abandonado. Gaara mantuvo el rostro serio y transitó el resto del trayecto.

—Naruto, que sorpresa verte aquí —saludó la fémina extrañada—. ¿Ha ocurrido algo?

—No, no por los momentos 'ttebayo. Ven —dijo estirando los brazos—, dame la maceta y dime donde hay que ponerla. Es mucho peso para ti.

—¿Me crees una debilucha?

—Jamás, es solo que-

—Lord Kazekage —Ino interrumpió al ver que Gaara estaba acercándose—, buen día. ¿En qué necesita mi ayuda?

—Buen día, solo acompaño a Naruto, no vengo como líder.

—Oh, entiendo —murmuró atenta. Naruto quitándole el objeto lo dejó encima de sus manos, entró a la florería silbando relajado y volteó en espera de indicaciones. Ino señaló la barra con un dedo—. Gracias, ponla ahí por favor. No debiste molestarte.

—No es nada dattebayo.

Gaara contempló la pulcra apariencia del lugar; había ramos, rosas, envases de vidrios y macetas de diferentes diseños y colores, tres sillas, dos carteles de venta y una hoja con los precios ya establecidos, muy ordenado todo. Ino sonrió al comprender el efecto despertado en él. Gaara estaba cómodo ahí. Naruto encorvó su espalda y piernas dejando el material en el suelo, sudoroso, enderezó la postura y dio medio giro. Sus ojos chocaron con los de Ino.

—¿Qué tipo de flor es esta? —preguntó el Kazekage al distinguir un color inusual entre el montón de floreros, la rubia apartó su mirada prefiriendo responder al cuestionamiento—. En Suna no he visto una similar.

—Su nombre es cerezo, Gaara-sama. Es normal que no nazca en el desierto, su raíz moriría por la falta de agua y atención.

—Es parecida a Sakura-chan —Naruto interfirió mirando la flor—. Ella tiene el cabello así.

A Gaara le interesó mucho saber más de aquella belleza.

—¿Un cerezo no debe vivir en el desierto?

Ino intuía que él no hablaba precisamente de la flor, sino de quién se parecía. Una sonrisa afloró de sus labios.

—Depende de la persona que la cuide, no todos la tratamos de la misma manera, si hay cariño de por medio... el cerezo existirá.

—Eso suena raro, que yo sepa las rosas no nacen por afecto —Para nadie resultó extraño la ingenuidad en el comentario de Naruto—. ¿Acaso cada flor es diferente?

Yamanaka rodó los ojos.

—No, tonto, no es como tú crees. El proteger los frutos de la naturaleza es nuestra obligación pero también un deleite —explicó viéndolo a la cara—. El cerezo es delicado, suave, bonito, mientras que un girasol es firme, duro y arraigado. Ambas son fuertes.

Naruto torció la boca indeciso, quizás las flores no eran su asunto después de todo. El viento sopló con fuerza.

Gaara recordó la imagen de una Sakura que luchaba en la Cuarta Guerra Shinobi.

Tal vez la opinión de Ino no era tan falsa como creía.