NK: -…-
*Silencio*
NK: -… Esto es incómodo…-
*Sonido de sierra eléctrica*
NK: -… ¿Quién anda allí?-
*Se rompe la puerta*
NK: -¡SANTA MADRE TERESA!-
Gatt: -¡ES… GATT-CHAN!- *agitando sierra eléctrica*
NK: -¡LOCA ZAFADA APAGA ESA SIERRA!-
Gatt: -¡MWAHAHAHA!-
NK: -¡DE TODOS LOS ÁLTER EGOS ME TOCÓ LA MANIACA!-
*Apaga la sierra*
Gatt: -Listo, ya hice mi referencia al Día de los Santos y Halloween. Ahora sólo me falta el Día de los Muertos-
NK: -… ¡¿Eh?!... ¿¡EH?!-
Gatt: -Mira NK, entiendo que no eres de esas personas que sienten mucho espíritu por los días festivos, ¿pero crees que podrías al menos colaborar un poco y morirte aunque sea por un ratito?-
NK: -¡EL DÍA DE LOS MUERTOS NO SE CELEBRA ASÍ!-
Gatt: -¡Se llama el Día de los Muertos! Obviamente tiene que haber un muerto en alguna parte, tiene sentido-
NK: -¡NO!-
Gatt: -Ya pues, no seas nenita y deja que te mate, seguro que sólo dolerá por unos segunditos, probablemente te desmayes antes si sigues siendo tan cobarde-
*Enciende la sierra*
NK: -¡Esto no se ve nada bien…!-
Gatt: -¡MWAHAHAHA!-
NK: -¡SOCORRO!-
(Mientras NK huye de Gatt y su obviamente erróneo concepto del Día de los Muertos, les invitamos a sentarse tranquilamente a disfrutar de otra nueva travesía hecha por nuestro intrépido par de escritores. Les recordamos también que la campaña del Gato Interdimensional no ha culminado aún, así que los invitamos a unirse y participar: es muy divertido y es por una buena causa, sin mencionar el premio del que podrán disfrutar si el Gato llega a aparecer en diez fics distintos. Sin más ni menos, ahora les presentamos este nuevo trabajo, esperamos que lo disfruten. Gracias)
Capítulo 1
El joven adulto se acercó a la orilla de la piscina y de un solo impulso salió del agua, chorreando por todos lados mientras caminaba, arrastrando los pies. Tomó una toalla y comenzó a secarse, resoplando después de una intensa sesión de ejercicio.
-No deberías ser tan duro contigo mismo Gonzo. Recuerda que ya no tienes que competir en los torneos si no quieres- comentó un chico de pelo color paja, sonriendo con sus dos prominentes dientecillos.
-Déjate de tonterías Niko, hay que tomarse la natación en serio si quieres ser un buen guardacostas. Entrenar es lo que te mantiene en forma, y hace la diferencia entre el éxito y el fracaso-
-Pfft, suenas como la Capitana…-
-¡Pues porque tiene razón!-.
Gonzo iba a continuar regañando a Niko, cuando un hombre de pelo negro le dio un buen zape por la nuca: -No levantes tanto la voz zopenco, o harás que la Capitana te llame la atención. Recuerda que no le gusta que hablemos en el entrenamiento-
-Hablando de entrenamiento, Senza, ¿ella vino el día de hoy?-
-No sabría decírtelo Niko, aunque es extraño no tenerla por aquí dándonos órdenes… Sólo por si acaso, es mejor que el bruto éste cierre ese megáfono que tiene por boca- respondió Senza, señalando acusadoramente a Gonzo.
-Para que te quede claro, simio velludo, la Capitana tiene la voz más melodiosa del mundo-
-¡Oh, pero claro! ¡Si cuando te dice lo idiota que eres, suena como una sirena!- comentó Senza en tono sarcástico.
-¡Sirena de patrulla sumergida!- corroboró Niko, complementando el chiste con un choque de manos.
-¡La Capitana no suena como sirena de patrulla sumergida, ella suena como un coro de ángeles bajando del Cielo!-
-¡Bajando a patadas!- contestaron al unísono. El rostro de Gonzo hervía cada vez con más rabia.
-…¡Ustedes dos son imposibles! La Capitana tiene la voz más hermosa, gentil, delicada, harmoniosa, agraciada…-
-¡GONZO! ¡MUEVE TU PATÉTICO TRASERO AL AGUA Y DAME QUINIENTOS METROS DE MARIPOSA!- irrumpió una niña rubia en el gimnasio, abriendo las puertas de una sonora patada y rechinando los dientes con furia.
-…del universo…-.
Los dos compañeros soltaron risotadas mientras Gonzo arrastraba los pies de vuelta a la piscina, mascullando por lo bajo todo tipo de injurias de lo más coloridas, que no describo en este relato por educación al querido lector.
-Ustedes dos, quiero que vayan recogiendo sus cosas, tenemos mucho trabajo que hacer- ordenó la joven niña en tono autoritario y firme, aunque más calmado que aquel utilizado anteriormente en Gonzo.
-¡Sí Capitana!- contestaron a su vez los aludidos, apurándose para cumplir las órdenes.
Era extraño ver que una muchacha de apenas doce años de edad podía ejercerse tan bien al mando, a pesar de que la mayoría de los integrantes en su equipo de natación eran mucho mayores que ella, siendo la única excepción el joven Niko. Pero por supuesto, ella no era ninguna niñita rosa y delicada, oh no, ella era la Capitana, figura digna de respeto y admiración. Ella era Tetra, líder del equipo de natación del Instituto Skyloft. La Reina de las Aguas, la Princesa de las Olas, Conquistadora del Cloro y el PH Regularizado, Campeona Estatal de Nado. Ella era la que organizaba los entrenamientos, la que comandaba el equipo, la que practicaba todos los días y todas las noches los cuatro estilos de nado. ELLA era la hija de su madre, la mejor nadadora del país, y era su deber mantener el título, porque su madre ya no estaba para defenderlo.
Tetra era respetada por su equipo de nadadores no sólo por sus grandes logros y méritos, sino porque su madre estaba allí, reflejada en su hija como una sombra inalcanzable. El equipo de natación del Instituto Skyloft había crecido y entrenado bajo el mando de la madre de Tetra. Por respeto a esa figura que ya no se encontraba entre ellos, el equipo se prometió a sí mismo ser como una familia para la huérfana. Para su sorpresa, la pequeñaja resultó reponerse rápidamente de la pérdida y se endureció como roca; ahora ellos serían los hermanitos, y ella sería la mamá, les guste o no. Tetra era todo lo que su madre fue: estricta, justa, y buena en lo que hacía mejor. Nadar.
-Parece que eso es todo, Capitana- señaló Niko al montón de trastos del equipo de natación. Tetra asintió sin decir una palabra, mirando todavía cómo Gonzo nadaba en la piscina olímpica sus quinientos metros de castigo. Quizás había sido un poco dura con él, el estilo de mariposa podía resultar agotador...
-¿Algo le molesta, Capitana?- se atrevió a preguntar Senza, rascándose la nuca.
-Nada… Estaba pensando que esta puede ser nuestra última vez en este gimnasio… Voy a extrañar ese trampolín-
Niko tragó algo de saliva:-Será sólo durante las vacaciones, ¿no? Volveremos cuando se reanuden clases-
-El caso es, Niko, que el cabeza dura de mi abuelo está pensando en que "sería buena idea que me mude definitivamente con una figura familiar"… Lo último que quiero es quedarme en esa islucha cutre viviendo con el viejo-
-¿Sheik dijo algo al respecto?- inquirió Senza.
-Lo de siempre…-
-Consejos misteriosos, ¿eh?... ¿Vendrá él también con nosotros?-
-Es mi tutor legal, por supuesto que viene. De hecho, incluso se adelantó y está esperando para que lleguemos… Seguramente tratará de convencer al viejo y le saldrá el tiro por la culata, así que todo recae en mí de nuevo-
-Bueno, todavía no has perdido tu primera discusión; si hay algo en lo que eres buena, es que te escuchen-.
Hubo un minuto de silencio en el que lo único que se escuchaba eran los resoplidos de Gonzo y el chapoteo del agua. Tetra soltó un largo suspiro:
-Como sea, nos vamos a las once; quiero que los muchachos estén listos con sus cosas en el puerto antes de esa hora, o me voy sin ustedes. Asegúrense de que el resto se entere bien, y que no falte nadie a menos que se esté muriendo-
-Sí Capitana- respondieron al unísono.
-¡GONZO, YA PUEDES PARAR! ¡PREPARA TUS COSAS Y MUÉVETE!- gritó la niña como última orden antes de salir del gimnasio.
Ese día el cielo era azul claro, sin una nube a la vista, y una suave brisa soplaba desde el este. El barco se detuvo en el puerto, las olas del mar chocando sonoramente contra el casco, haciendo eco con los graznidos de las gaviotas que sobrevolaban los muelles en busca de algún pescado olvidado en las redes.
El equipo de natación tragó saliva, siendo apenas la primera vez que iban en una embarcación tan grande, pero Tetra no se dejó intimidar; después de todo, no era su primera vez en Isla Outset, ni la primera vez que su abuelo le pagaba el viaje en un transporte tan grande. ¿A quién trataba de convencer ese anciano?.
-Tenemos que irnos, Capitana- comentó Nudge, interrumpiendo los pensamientos de la joven niña. Tetra asintió, retirándose de cubierta y buscando velozmente a su grupo de amigos, que la esperaban listos para desembarcar.
En pocos minutos el equipo entero estaba en el muelle, entre un revuelo de personas que iban y venían, esperando a que alguien viniese a recogerlos.
-Hey, ¿ese no es Sheik?- señaló Zuko, haciendo gala de su increíble vista.
Un hombre joven, cerca de los veintiocho años de edad, se acercaba a ellos con paso silencioso, la cabellera dorada y larga amarrada en una trenza, y los ojos rojo sangre fijos en Tetra mientras avanzaba entre la multitud como la sombra de un gato.
-Hasta que te dignas a aparecer, tío Sheik-
-… Aquel que muestra discreción, se destaca sin llamar la atención… Cualidades como el sigilo deberían ser más apreciadas- sonrió el hombre con voz aterciopelada.
-Eso, y no te gustan los lugares concurridos- comentó Mako, ajustando sus anteojos.
-Tu amigo ha dado en el clavo… Ahora, ¿qué les parece si nos vamos de aquí?-
-No tienes que hacerte repetir dos veces, vamos chicos…- ordenó Tetra.
El grupo avanzó a empujones entre la multitud hacia una minivan, apachurraron sus cosas como podían y tomaron asiento; parecían lata de sardinas.
Sheik condujo a través de las carreteras de tierra de Isla Outset, pasando por un pequeño pueblo y subiendo una colina a través de un bosque. En la cima se alzaba una casa bastante grande de dos pisos, con vista a un lago artificial rodeado de abetos y robles.
En la entrada se hallaba esperando un anciano corpulento y alto, de piel tostada por el sol en contraste con sus cabellos blanco; una barba y bigote adornaban su rostro severo y sabio semejante al de un león, sus ojos azules pálidos y helados como un glaciar.
La sobrepoblada minivan se estacionó justo en frente; el equipo de natación descendió velozmente, cada quien tomando su equipaje y cargándolo hacia el umbral. Sheik se detuvo justo en frente del anciano, una guerra de miradas entre ambos adultos cargando el aire y volviéndolo pesado para Tetra, que se hallaba junto a su joven tutor.
-Nohansen…- saludó Sheik con una sonrisa fingida.
-Sheik…Te he dicho que me llames Daphnes- contestó el viejo a modo de saludo, fulminando con sus ojos helados al rubio, antes de volver la mirada a su nieta: si bien no la observaba con desprecio, Tetra pudo sentir un escalofrío recorrer su espalda. Ese hombre era peor que un iceberg.
Daphnes volvió a posar su fría vista sobre los ojos carmesí de Sheik:-… Sus habitaciones están arriba: ajústense como prefieran, pero no quiero que ninguno de los muchachos duerma con Tetra; en todo caso, tú puedes quedarte con ella si lo deseas-
-La independencia es parte de la libertad, y se gana con responsabilidad y esmero, cualidades necesarias en una niña que está creciendo para convertirse en una dama. Tetra puede dormir sola; yo me quedaré en el garaje, o en algún árbol del bosque si es que tanto te molesta que me aloje en tu casa-
-Como quieras-.
Tetra podría haberse quedado allí escuchando esa infinita discusión, pero no le interesaba: subió las escaleras, seguida de su grupo, y los ayudó a organizarse en las distintas habitaciones en grupos de a dos. Se estableció en la habitación que su abuelo preparaba siempre para ella, el cuarto de su madre.
Lo primero que la chica hizo fue abrir las cortinas para que entrase el sol, arrojó su mochila en la esquina más apartada que encontró, y se tumbó en la cama con un sonoro PLOF.
Miró la infinidad del techo, aburrida. Odiaba Isla Outset porque nunca había nada interesante que hacer; odiaba a su abuelo porque creía tener control sobre su vida nomás porque era… bueno… su abuelo; odiaba que Sheik, generalmente firme pero calmado y agradable, se pusiera siempre pasivo con ese horrible hombre cuya profesión parecía ser la de fastidiarle la vida a los demás. Tetra aborrecía a su abuelo, aborrecía esa casa, y aborrecía. Esa. Maldita. Isla…. Punto. ¡Ella estaba bien viviendo con el mejor amigo de su madre, su padrino, su querido tío Sheik! ¿Por qué el vejete ese no podía mantener su amargada nariz en su amargado culo y no meterse a amargar donde no le llamaban?.
Nada iba a ganar con lamentarse y freírse el cerebro pensando cuánto deseaba arrancarle la cabeza al anciano y darle una patada tan fuerte que rompiese la barrera de la atmósfera y se volviese otro satélite en órbita. Tenía que conseguir algo que hacer, y rápido.
De repente recordó la existencia del lago, una construcción artificial hecha para atraer un poco a los turistas a pescar; no estaba prohibido nadar allí, y estaba cerca de casa, así que no había excusa para no dejarla ir. Tomó su traje de baño y una toalla seca. Bajó las escaleras sin ninguna prisa, cuando Sheik se le cruzó en el camino. El joven tutor la miró de arriba abajo, enarcando una ceja y ofreciendo una sonrisa:
-¿Adónde vas con todo eso?-
-Al lago a nadar. Si los chicos te preguntan a dónde fui, diles que quiero estar sola-
-…Muy bien, sólo no hables con extraños y no te metas en líos-
-Sabes que nunca me meto en líos… O por lo menos en alguno que no pueda solucionar yo sola-
-Esa es mi sobrina. De vuelta antes de las cuatro, ¿entendido?-
-Sí tío Sheik-.
Si había algo fantástico de Sheik, es que no creía mucho en ese cuento de la independencia juvenil, pero creía en que los derechos se ganan con la demostración de responsabilidad, por lo que era permisivo con Tetra. Quizás la chica no era un ángel de Nayru, pero sabía sacarse ella sola de sus problemas, generalmente pequeñas travesuras inofensivas. Algo impresionante, considerando su carácter explosivo. Sheik sabía hasta dónde permitirle la libertad, y definitivamente sabía darle su espacio a la niña, lo cual ella agradecía mucho.
Tetra caminó hacia el lago, pasando entre los altos árboles, escuchando tranquilamente el sonido de los pájaros en ese día tan agradable, la brisa del este soplando con suavidad sobre sus cabellos y las agujas de los abetos crujiendo bajo sus sandalias. No era precisamente su concepto de diversión, pero era mejor que el abarrotado aire de esa infernal casa, donde sus inmaduros compañeros de equipo seguramente la atropellarían como una manada de cachorritos fastidiosos.
-¡Hasta que al fin, algo de paz!- suspiró en voz alta, recordando la mala maña de Niko de fastidiar a Gonzo hasta que éste lo metiese de cabeza en el retrete.
El agua del lago se extendía tranquila, de un tono gris frío y oscuro como el cobalto, indicando profundidad y vida en su fondo (los lagos azules tienen mucho cobre u otros metales pesados, y generalmente no hay un alma que nade en ellos, aunque se ven bonitos como salvapantallas).
Silencio, preciado silencio. Tetra apoyó tranquilamente su toalla cerca de la orilla y, asegurándose de que no hubiese nadie alrededor, comenzó a ponerse su traje de baño.
De repente, sintió un pequeño temblor bajo sus pies. ¿Qué era eso?. Parecían los pisotones de algo enorme y pesado… Y fuera lo que fuera, se estaba acercando, y a gran velocidad. Tetra tragó saliva.
"No es el Chupacabras, no es el Chupacabras, no es el Chupacabras…" empezó a repetirse, su corazón acelerándose, una gota de sudor frío recorriéndole la frente por el repentino temor que sentía. Estaba cada vez más cerca, podía sentirlo. Los pájaros dejaron de cantar, los árboles dejaron de crujir, había tanto silencio que por poco y podía escuchar el pasto crecer… no, hasta la hierba se había detenido. Cada vez más cerca, más cerca, más CERCA… y entonces, el temblor se detuvo.
Tetra suspiró aliviada: -ese debió ser el terremoto más cutre de la historia…-.
*SNAP*, una rama crujió en alguna parte del bosque, haciendo eco en el silencio infinito.
-…¿Pero qué diablos…?-
-¡WWWAAAAAAAAAAAAHHHHH! ¡FUERA DEL CAMINOOOOOO!- gritó el muchacho montado sobre un enorme puerco negro que corría en estampida hacia el lago.
El animal encabritado corría en círculos, agitándose alocadamente para quitarse de encima al improvisado jinete, que se agarraba con fuerza de Din sabrá dónde y con ninguna intención de caer.
-¡SANTA TRIFUERZA DE HYRULE!-
-¡NOOOOO! ¡ALGUIEN QUE CALME AL BICHO ESTEEEEE! ¡ME MAREOOOO!-.
Con un último giro, el mastodonte de cerdo corrió a toda velocidad de un lado al otro, el muchacho todavía encaramado en su lomo, con una pinta de querer vomitar el desayuno en cualquier momento.
El porcino arrancó a toda velocidad hacia las aguas del lago y frenó en seco frente a la orilla, haciendo que el niño saliera pitando por los aires mejor que un jet y cayera al agua con un sonoro SPLASH, a por lo menos unos veinte metros de distancia.
Tetra se quedó boquiabierta, mirando la superficie alborotada del lago, esperando a que el cabalgante subiese a la superficie, pero no lo hacía. El cerdo negro se acurrucó a su lado, mirando también las cada vez más tranquilas aguas. Esto era malo, ¿por qué no subía?.
Alarmada, Tetra se lanzó al agua, nadando a toda velocidad hacia donde el chico había caído, y se sumergió con los ojos abiertos, agradeciendo por dentro que era un lago de agua dulce (porque si intentas esto en agua salada eres un masoquista). Veía borroso, y se regañó mentalmente por no traerse unos lentes de natación, pero como el que busca encuentra, notó la difuminada silueta del muchacho.
Tomó al pobre descuidado por un brazo y ascendió a la superficie, arrastrándolo con la cabeza fuera del agua y dirigiéndose tan rápido como podía hacia la orilla con cuidado de no soltarlo y que no se hundiese de nuevo. Apoyó al muchacho panza arriba y comenzó a examinarlo metódicamente:
-¡Hey, idiota! ¡¿Estás vivo?!-.
Por supuesto, no le respondió. Le pellizcó. Nada. Lo abofeteó. Nada. No estaba reaccionando, eso no era bueno.
Examinó su respiración acercando su oído a su mejilla y observó el movimiento del tórax.
-¡Maldición, no respira…!-. Chequeó el pulso en su cuello; parecía estar vivo, pero era difícil de decir, le temblaban las manos.
Era momento de aplicar sus conocimientos de guardavidas: empezó a darle reanimación cardiopulmonar, presionando repetidas veces en la zona entre su abdomen y tórax (viva la maniobra de Heimlich, ¡salvando vidas desde 1974!).
-…Ocho… Nueve… Diez… Once… ¡Por Farore no te mueras!... Trece… Catorce…-.
Tragó saliva. Si había una parte que odiaba del RCP, era lo que pasaba luego del quince… Nunca había tenido que llegar a esa parte antes, lo que lo volvía más incómodo…
-¡No tienes ni idea de cuánto odio esta isla del demonio…!- gritó al cielo con furia.
Tapó la nariz del muchacho, tomó aire, y le dio respiración de boca a boca.
Tetra nunca había besado a nadie, única excepción el muñeco de prácticas en las prácticas de resucitación de primeros auxilios, y aunque no era precisamente un beso, era muy, MUY parecido… excepto por la parte en que es asunto de vida o muerte. Por lo menos no tenía mal aliento.
Lentamente, el ahogado abrió los ojos. Tetra se apartó velozmente mientras el pobre muchacho tosía desesperadamente, escupiendo agua y boqueando por aire. Se sentó inquietamente, apoyando su mano en su pecho, sacudiendo la cabeza y tratando de calmarse, sintiéndose desorientado.
-Por poco… Y me mato…- se dijo a sí mismo.
Tetra observó a la víctima con más detenimiento: parecía de su edad, de pelo dorado y lacio, los ojos de un tono avellana oscuro, la piel ni muy pálida ni muy bronceada. Probablemente era de los alrededores. Y por supuesto, un completo idiota. Sinceramente, ¿qué clase de persona vive en una isla y no sabe nadar?.
-… ¿Tú me salvaste?- se atrevió a preguntar, señalándola.
-¿Qué? ¿No debería haberlo hecho?-
-… ¡GRACIAS!-.
Se le tiró encima en un cariñoso abrazo, apretujando a su salvadora con todas sus fuerzas, aparentemente olvidando que hace cinco segundos estaba prácticamente muerto en el fondo de un lago.
-¡Quítate de encima!-
-¡GRACIAS! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS!-
-¡Ya entendí, suéltame de una vez antes de que te devuelva de una patada al lago!-
-¡Creí que moriría! ¡Wah, casi me muero! ¡Pero tú me salvaste! ¡Iba a morir y tú me salvaste!-.
Tetra apoyó su pie en la cara del chico y lo empujó lo más lejos que pudo de ella, verdaderamente molesta. Al recién resucitado no pareció importarle, pues siguió sonriéndole con la marca de un pie en su rostro.
-Mi nombre es Link por cierto, soy criador de cerdos, los alimento, los baño, juego con ellos, los ayudo a dormir, limpio sus desastres, los entreno y los curo cuando se enferman- se señaló a sí mismo el chico. Volteó a ver al enorme puerco negro acurrucado junto a Tetra.
-Ese pequeñito de allí es Ganny, tenía que sacarlo a pasear para buscar bayas; le gusta trotar por el bosque, comer, olfatear personas, comer, escuchar música, comer, que le lea cuentos, comer, rastrear cosas, ¿ya dije comer? Ganny y yo salimos siempre a correr, él deja que yo lo monte todo el tiempo porque somos buenos amigos y nunca se pone mal por eso, pero una serpiente lo asustó, a Ganny no le gustan las serpientes, se supone que no hay serpientes hasta más entrado el verano porque son reptiles y les gusta el calor, pero había una y ¡mmfffffhh!-
Tetra le tapó la boca con una mano, visiblemente irritada por Link y su tendencia a volverse parlanchín y hablar de cosas triviales: -Hablas demasiado-
-Mi abuela suele decirme eso. ¿Cómo te llamas?-
-… Soy Tetra-
-¿Tetra? ¿Cómo el pez?-
-Sí, como el pez…-
-Vaya, nunca he conocido a nadie con nombre de pez, ¡excepto por el viejo Orca! Aunque técnicamente no creo que cuente porque la orca es una ballena, las ballenas son cetáceos y los cetáceos son mamíferos, definitivamente no es un pez, aunque debería serlo porque tiene aletas y viven en el agua como los peces, pero yo no soy biólogo ni nada de eso así que quizás deberías ignorar mi opinión-
-¿Sueles hablar tanto?-
-Sólo cuando estoy feliz o nervioso, ¿sabes algo?, las chicas me ponen nervioso, ¿eres una chica, verdad?-
-… ¿Eh?-
-Seguramente sí eres una chica-.
Se vio tentada a dejar otra marca de pie en ese estúpido rostro sonriente.
-… Sí… soy una CHICA-
-¡Eso pensé! No podías ser un chico, ¡eres demasiado linda para ser un chico!-.
Le dijo… ¿Qué?.
-Bueno, Ganny y yo deberíamos irnos, tengo trabajo que hacer. ¡Fue lindo conocerte Tetra, gracias por salvarme la vida!-.
Link montó sobre el enorme cerdo Ganny, y cabalgó de vuelta hacia al bosque, saludando con una mano y enseñando una gigantesca sonrisa de agradecimiento.
Tetra se quedó allí, helada, por primera vez en mucho tiempo con la mente en blanco y sin idea de qué hacer. En menos de una hora casi la pisa un puerco con pinta de sobrealimentado, rescató a un pobre idiota de una muerte segura, dio su "primer beso", invadieron descaradamente su espacio personal, cuestionaron su feminidad, y le dijeron linda…
-… Esta Isla del demonio está llena de locos…- dijo para sí en un gruñido.
Fin del Capítulo
Gatt: -Uyuyuy, ¡parece que Gatt ha escrito algo nuevo!-
NK: -¡No entiendo cómo puedes creer que todo está normal cuando casi me matas…!-
Gatt: -Nightmare Knight, sé sincero, ¿es realmente la primera vez que casi te mato?-
NK: -Ahora que lo pienso, por poco y es rutinario…-
Gatt: -¿Lo ves? Ahora deja de ser un bebé-
NK: -¡SIN EMBARGO ESO NO TE DA EL DERECHO A INTENTAR MATARME OTRA VEZ!-
Gatt: -Y a ti no te da el derecho a ser una perra, pero no todos podemos tener lo que queremos-
NK: -…No tengo ganas de discutir-
Gatt: -Como quieras, de todas formas ni me importa-
NK: -…Déjennos un bonito review para ver si continuamos esta historia-
Gatt: -Comenten al respecto, qué les gusto, qué odiaron, todas esas cosas-
NK: -Si quieren preguntarnos algo, recuerden no escribir en anónimo o no podremos responderles-
Gatt: -Actualizaremos los domingos, martes o jueves-
NK: -Y procuraremos subir un nuevo capi por semana, a más tardar uno cada tres semanas-
Gatt: -Un saludo a todos ustedes-
Gatt y NK: -¡Heil FRIKI!-
