La música enamora a las bestias.
Summary: No sé si hay una manera de describir el primer amor. Es dulce, es tierno, pero sobre todas las cosas, nunca lo olvidas. Y Alice nunca se olvidaría de la música de Hugo. Y Hugo nunca se olvidaría de la belleza de Alice. Y ninguno de los dos se olvidaría del beso que no fue pero quiso ser, y del fuego acompañado con el abrazo. Del momento mágico que habían vivido. Nunca.
…
Hugo tocaba una melodía con su guitarra, que en realidad no tenía forma. Alice, del otro lado de la habitación, lo observaba como quién no quiere la cosa. Y cuando ella bajaba la vista él la miraba a ella. Pero nunca llegaban a juntar sus miradas.
Lily, estaba tirada en el sillón con Louis, sin si quiera darse cuenta de la situación. De vez en cuando alguno de los dos soltaba un quejido y empujaba un poco al otro para que le diera espacio, pero no hacían gran ruido. La música de Hugo era demasiado hermosa y a la vez demasiado tranquila como para siquiera ser interrumpida.
Y Alice se daba cuenta de eso. Es por eso que lo observaba, y que aunque el cabello pelirrojo de Hugo tapaba toda su cara cuando se inclinaba para tocar el instrumento, sabía que él se percataba de esto. Pero no le molestaba.
Alice era dos años mayor que Hugo. Tenía el pelo rubio y algo ondulado, como si no se lo hubiera peinado. Sus ojos eran celestes, y tenía la nariz respingada. Era de cara redonda y de ojos potentes. O eso decía en uno de los poemas de Hugo. Por cierto, no era muy bueno halagando a las chicas.
Alice junto valor, y se acerco despacito a Hugo. Este levanto la cabeza, pero no dejo de tocar. La miraba mientras se acercaba, pero sus dedos no paraban de moverse. Y cuando se dio cuenta que Alice caminaba al compás de la música, bamboleándose como si bailara, sonrió. Y Alice también lo hizo.
—Me encanta como tocas— Murmuró, mirando a Lily y Louis peleando por lugar despatarrados en el sillón. Hugo enrojeció un poco. —Puedes amansar a cualquier bestia.
— ¿Tú crees? —Hugo seguía mirándola con los ojos brillosos, sin poder quitarle la vista. — Porque, no creo ser tan bueno como para poder enamorar a alguien con mi música.
—Creo que estás a punto de lograrlo. —El color subió por las mejillas sonrosadas de los dos chicos, con el fuego alumbrándoles la cara, los ojos brillosos y el corazón latiéndoles como nunca.
Hugo tocaba cada vez más lento, y Alice se iba acercando cada vez más. Hasta que se quedaron a tan poca distancia, que Hugo podía sentir como la guitarra se iba quedando cada vez con menos espacio.
— ¿Cómo se llama esta canción? —Murmuró Alice, y Hugo sonrió un poco, coquetamente.
—La música enamora a las bestias. —Los dos rieron, pero Alice frunció el ceño.
— ¿Quieres decir que soy una bestia?
—No. —Hugo seguía divertido, sin dejar de tocar. — Quise preguntar casualmente, si mi música te había enamorado.
—No solo tu música, Hugo. —Hugo había dejado de tocar, hasta que todo quedo en el silencio más absoluto. —No puedes enamorarte de una música sin enamorarte también de su autor.
Hugo besó a Alice en la mejilla, ruborizándola.
—Eres la niña más linda que he visto. —Susurró, provocándole a Alice una gran sonrisa, erizándole la piel. — Y la niña con el mejor gusto musical.
Alice volvió a reír, pero esta vez abrazó a Hugo. Y este, aunque un poco sorprendido, se dejo abrazar. Porque Alice era la niña más bonita de todas.
Y porque en serio que la quería demasiado.
