La luz se filtra por las débiles cortinas blancas de mi habitación y los tenues rayos de luz indican que es hora de levantarme, el día de hoy muchas personas prefieren dormir hasta tarde y descansar un poco para enfrentar lo que para muchos es el terror en su máxima expresión, para mi sólo es una oportunidad de morir rápidamente sin tener que sufrir las consecuencias del hambre en la que todos estamos inmiscuidos, me levanto lentamente de mi cama haciendo que está bruja, como no va a crujir si es la única herencia que me dejo la abuela eso y un pedazo de pan con moho y claro una enorme deuda con el boticario del distrito gracias a la pulmonía que le dio y misma que se la llevó a la tumba, me pongo mis botas de cuero que se amplían inmediatamente a mis pies, tomó la cazadora que me dejo mi madre antes de morir, me la pongo y siento su calor envolvente inmediatamente, salgo de mi casa a paso apresurado y obligándome bien del terrible frío en el que estamos sumergidos, las calles están desérticas, como me imaginaba no hay nadie caminando ni pidiendo migajas de pan en las calles, realmente esto es nuevo en el distrito, aunque en realidad está escena se repite cada año, llegó hasta los límites del distrito, pasó la alambrada por un hueco que está aquí desde hace mucho tiempo y le doy una última mirada al distrito observando todas las viejas y desgastadas casas, sin lugar a dudas el distrito 12 es el único lugar donde puedes morirte sin correr ningún tipo de riesgo, suspiro, me doy la vuelta dirigiéndome al viejo tronco hueco en donde guardo mis armas que me heredó mi padre, al igual Que yo mi padre se dedicaba a cazar para poder darle una vida más digna a mi abuela, mi madre y a mi, eso hasta que los malditos agentes de la paz lo traicionaron y lo ejecutaron en vivo y a todo color en televisión Nacional, dejándonos a mi madre y mi abuela en la miseria y sin ningún medio sobre el cual poder sobrevivir, Quito todos esos recuerdos de ni mente puesto que recordar esas épocas me hace sentirme sola en el mundo, haciendo esto me percato de que he llegado al viejo tronco, saco mi rifle francotirador, mi pistola revolver más antigua que mi abuela y un arco con un carcajadas de flechas y unas 10 balas, todo esto herencia de mi padre, he aprendido sola a usar todas estas armas sola y también he aprendido con ayuda de un "amigo" agente de la paz a hacer un silenciador para el rifle y a hacer una especie de balas con pólvora, aunque hay ocasiones en las que cambió algunas de mis presas por un poco de munición, las flechas siempre las recuperó, esas en realidad no me preocupan, admito que el único lugar donde me siento a gusto es en este bosque, el único lugar donde puedo ser yo misma y donde puedo despotricar sin importar quien me escuche y sin temor a que me claven una bala en la cabeza, este lugar es el único donde puedo hacer lo que quiera y admito que me gustaría vivir aquí, dejar atrás la miseria del distrito y ser libre, pero hasta yo se que eso no es posible, si me escapara enviaría un escuadrón entera a mi búsqueda y también terminaría con una bala incrustada en la cabeza.

Me muevo lentamente por el verde bosque tratando de agudizar lo mejor posible mi oído para escuchar los ruidos del bosque, es cuando a lo lejos veo una liebre, este tipo de animal es muy rápido para atravesarlo con una flecha, tomo el rifle francotirador, me posicionó sentándome en una rodilla, pongo el ojo en la mira, ajustó la cruz que trae la misma en la cabeza del animal, aguantó la respiración y disparo, un disparo perfecto como siempre, guardo el rifle y me aproximó al lugar donde yace la liebre muerta, con la punta de la flecha comienzo a limpiarlo y lo guardo en la mochila.

Cuando terminó mi jornada de caza me dirijo al lago un lugar donde puedo admirar la inmensidad de este bello bosque y cuando es invierno es simplemente el mejor paisaje que he visto en mi vida, me siento a observar el paisaje cuando viene a mi mente que hoy es el día de la cosecha, que mi nombre estará 42 veces y que tengo más probabilidades de salir sorteada como tributo que la mayoría de las chicas del distrito y eso gracias a las numerosas veces que tuve que pedir comida al Gobierno con la condición de que agregaran más veces mi nombre en la urna de los tributos, suspiro y me levanto dándole una última mirada al lago, tal vez esta sea la última vez que estoy aquí. Al llegar a mo casa ya son pasadas de las doce y la cosecha es a las dos de la tarde por lo que decido tomar un baño, puesto que es una condición que puso nuestro lindo Gobierno para asistir a la cose ha "ir limpios y presentables" para que después te maten cuál cerdo en una vil carnicería, decido ponerme una camisa Blanca con rayas negras que era de mi padre, pero gracias a mi madre y a la falta de dinero terminó siendo una linda camisa de mujer, decido terminar mi conjunto con unos pantalones negros que pasaron por una transformación igual y mis siempre fieles botas de caza, seco mi melena azulada y la cepillo dejándola suelta, me miro en el pequeño espejo que usaba mi padre para afeitarse y miro los mismos ojos de mi padre, recuerdo que me decía que eran verde a cono una piedra preciosa llamada esmeralda, volteó a ver el pequeño reloj y me doy cuenta de que faltan veinte minutos para la cosecha, salgo de mi casa cuando siento que alguien me abraza por detrás.

-Hola kuga- un susurro en tono seductor se hace presente en mi oído, me volteó para darme cuenta de que es Nao, digamos que es una chica con la cual he tenido bastantes experiencias sexuales y creo que está en busca de una nueva experiencia.

-Hola Nao- le digo tranquilamente.

-hace tiempo que no nos vemos Kuga- me acerca a ella pegándole completamente a su cuerpo- y tengo muchas ganas de que lo hagamos-

-Nao a mi también me gustaría pero sabes que ya vamos tarde y no me gustaría que terminarás atada a un poste y con cincuenta latigazos por no obedecer al estúpido de Cray-

-tienes razón, entonces vamonos-.

Al llegar a la plaza del distrito nos percatamos de que está lleno de gente, Nao se dirige al grupo de chicas de nuestra edad, es decir las de 18 años, ya que nos hacen agruparnos por edad y sexo. Doyvina mirada por el lugar cuando me percató de que la escolta del Capitolio, la señora loca que cada año manda a dos inocentes al matadero ha llegado dando saltitos de alegría y diciendo incoherencias a diestra y siniestra.

El alcalde se acerca al podio para dar su discurso, falta menos para saber quien será el próximo difunto del distrito 12 o más bien los próximos difuntos, espero que no sea yo.

Acaba el discurso y el alcalde le cede la palabra a Isa la escolta del Capitolio.

Isa repite la clásica frase de esta masacre, felices juegos del hambre y que la suerte siempre este de vuestro parte.

La suerte nunca está de nuestra parte, Isa se acerca a la urna de Cristal con los nombres de las chicas de este distrito, tiene que demostrar modales y que mejor forma de hacerlo sacando primero el nombre de la mujer tributo.

Isa revuelve los papelitos y saca uno al azar, a mi mete vienen todas las papeletas con mi nombre.

La escolta se acerca al micrófono, abre el papel y es cuando todo se pone en silencio. Puedo escuchar su voz diciendo "la mujer tributo de los septuagesimos cuartos juegos del hambre es... Natsuki Kuga"

Lo sabía, sólo está cosecha me faltaba para ser "libre" pero el destino me jugó chueco, ahora tengo que matar a 23 para salir libre, pero soy del doce nadie apostará por mi, lo sé, no, tengo que cambiar esta mentalidad, se cazar, no tengo nada en casa, no tengo a nadie quien la mente mo muerte, Nao puede buscarse otra amante, no tengo nada que perder, voy a ganar, sobrevivire, lo haré.