¡Hola, sempais! (:D) Bienvenidas a este nuevo one-shot —o algo así, todavía no me decido muy bien qué será—. Por supuesto, como lo he estado prometiendo, esto se convierte en otro intento por no dejar morir mi ardillita ItaSaso, y viene con otra potencial amenaza: Un mundo alterno de mi propio mundo alterno de Akuma ga Daisukidesu, en el que Itachi y Sasori quedan juntos de sí porque sí (owó). Aunque, la idea seria más como realizar una serie de viñetas, y no como un "contra"fic que viniera a sustituir al primero. La verdad es que ya desde hace varios meses le estaba dando la vuelta a este asunto, pero apenas hoy me he animado a hacerlo (nwn), porque logré correr un rato a mi ser "trágico" e intentar conservar un poco de felicidad entre ambos.

Pues, ahm, no creo que haya mucho que decir respecto a este tema. Solo lo de siempre:

(1) Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen o ya se andaría todo con ItaSaso; por otro lado, Akuma ga Daisukidesu y L´obscurité de la terre, sí que me pertenecen, así como Yuu y Madre —de los que todavía debato si pudieran salir en algún momento de estas mini ideas (:DU)—.

(2) Esto es un fic que parte de la misma idea de los Yokai, pero no tiene ni orden cronológico ni relación con el otro, porque bueno, este es un ItaSaso (¬w¬).

(3) ¡Es un fic y me pertenece! Por lo que me permito obviar el hecho de que hay Yaoi (x3) y -tremendo- OoC (=-=).

(4) El capítulo va especialmente dedicado para Sasugirl13 y NoeruItoshiki, porque esperan tanto como yo (de ven en cuando) me arrepiento de que Akuma ga Daisukidesu hubiese sido una idea SasoDei (xD) -la verdad sí hubiera tenido potencial de este lado, creo...-

Hum, pues creo que sería lo único a resaltar (e.e) En fin, que espero mucho disfruten de esta pequeña contribución y me honren con sus comentarios (x3)


(/(~*~~L'obscurité de la terre~~*~~)/)

.

(*~((Refugio))~*)

.

El mundo es un lugar pequeño, aburrido y podrido. Es algo que siempre ha sido y será desde que los humanos destruyeron todo en su vana búsqueda por un poder inexistente, fingiendo que lo hacían por la grandeza y la libertad. Para ellos, ya no tiene caso preguntarse si acaso el sol terminará asomándose detrás de la montaña, cual animal saliendo de su madriguera para desemperezarse. No importan los exhaustivos días ni las noches frías en las que debes apañárselas para sobrevivir; están rodeados por un paisaje muerto y poco a poco, empiezan a formar parte de él.

Carece de sentido llorarle, e Itachi Uchiha lo sabe muy bien, porque ha tenido tiempo de sobra para darse cuenta: Vive en un mundo roto, y de querer hacerlo realmente, podría ver la oscuridad de la tierra, que se ciñe sobre ellos para sumirlos en la más entera desesperación. Porque no existe luz que los guíe, ni la luna ni las estrellas se atreven a salir. Únicamente quedan nubarrones grises que jamás dejarán caer sobre sus anhelantes rostros las gotas de agua que piden sus gargantas atenazadas por la sed.

Aquí, el miedo y la muerte son los cazadores, y tú la presa. Cosas como los cuentos de hadas, los sueños y las esperanzas, mueren muy rápido; pierde el sentido común aquel que insiste en probar lo contrario. Tan solo peca de estúpido. E Itachi es uno de ellos. No le duele admitir que es uno de los que tienen fe, pero tiene miedo de perderla. Porque ésta se mantiene en un hilo demasiado fino y gastado, tan maltrecho como la vida de la gente que vive ahora que los Tres Hermanos han decidido darles la espalda, los Demonios atacan y la discordia entre humanos y yokai solamente crece; justo ahora, cuando ya no sabes quién es realmente el enemigo.

Podría levantar la mirada y encontrarse con ese mundo tan oscuro y perdido, junto con el terror sin nombre que acecha durante las noches largas y solitarias, pero él ha decidido creer en la tarea que algún día les hubiera encomendado Amaterasu. Aquella pura tarea que marcaba el nacimiento, vida y muerte de los yokai (ahora corrompidos). Itachi decidió que ésa es la mejor manera de ser alguien. Para él importa seguir soñando y continuar amando, porque le da fuerzas y le permite sobrevivir día con día. Le dedica su vida a los otros, pensando en la gente que aprecia y dando su vida por sus convicciones. Así era él.

Por eso, una parte del Uchiha se rompía cuando Sasori le recibía con aquella mirada cargada de odio luego de llegar de alguna persecución contra los demonios; esos ojos miel que amaba sobremanera, dolían como espinas sobre la piel y corroían como veneno justo ahora, mientras atravesaba el umbral de la puerta hacia la sala de trono en la que Sarutobi se esforzaba en acallar la tos y acompasar su respiración, de manera muy trabajosa, apenas para darle la bienvenida a los recién llegados, entre los que estaban Madara, Konan, Pein e Itachi.

El pelirrojo alzó las orejas y un gruñido gutural escapó de entre sus labios. Itachi, sin embargo, no dejó de sentir esa felicidad absurda que crecía en su interior cuando lo veía. Sonrió un poco y trató de levantar el brazo para saludarle, pero el dolor en el hombro resultó casi insoportable. Los ojos cambiantes de Sasori únicamente se afilaron más.

—Bienhallados se encuentren en nuestro hogar, Akatsuki —prorrumpió Sarutobi con la voz ronca y queda.

El Akasuna hizo una inclinación antes de volverse hacia la puerta y salir por ella sin dirigirle una mirada más. Itachi, que por poco se vuelve sobre sus talones y echa a correr detrás de él, permaneció estático por muy poco; si iba ahora e intentaba hablarle, seguro que el pelirrojo le lanza una estocada con su arma (bien sabe que lo haría, incluso lastimado como estaba); siempre era mejor para ambos dejar que se le bajara el malhumor. Así que siguió a la brigada de yokai hasta quedar a los pies de los escalones donde estaba el trono y se inclinó levemente con respeto, ahogando el gemido que le producía la espalda baja.

—Presento mis respetos a su Alteza —contestó Madara, irguiéndose justo después, a la par de los más jóvenes—. Hemos cumplido exitosamente la misión de localizar y eliminar a los Wani que se estaban comiendo las cosechas. No hubo ninguna baja y ahora, los médicos están atendiendo las heridas de los campesinos.

Sarutobi esbozó una sonrisa cansada.

—Me alegro mucho. Ha sido un excelente trabajo, así que por favor, exceptuando a mi estimado Madara, el resto puede partir a sus habitaciones. Necesitan descansar —hizo una señal a los soldados—. Digan a Tsunade que se aliste para revisar a Uchiha-san.

El aludido sacudió la cabeza.

—Itachi, un Wani te rocío con su veneno —comentó Konan, preocupada. Éste trató de no actuar por instinto y encoger los hombros, en su lugar decidió esbozar una leve sonrisa y mirar al Rey de Konoha para agradecer con otro asentimiento.

—En mis cámaras tengo medicina, así que no es necesario que Tsunade-sama se ocupé de mí. Ya tiene suficiente trabajo.

Madara frunció el ceño, pero se apresuró a convenir. A un mismo tiempo, los tres jóvenes se despidieron del soberano y pasaron a retirarse del salón.

Estaba terriblemente cansado, y solamente podía pensar en llegar a su cama para dejarse caer como piedra. Claro está que de no resultar escandalizador, se hubiera tirado en ese mismo lugar, sobre el suelo. Habría dormido igual de bien. Pein y Konan compartieron su mirada con la suya. A Itachi le agradaban los dos, porque eran inteligentes, sensatos y porque a fin de cuentas, eran amigos.

—¿Seguro que no precisas ayuda? —Cuestionó por fin el de cabello naranja; sus ojos eran justo igual a las oscuras nubes—. ¿Huh?

—Todo va perfectamente bien —mintió. Si fue convincente o no, ninguno de los dos hizo mención alguna, así que Itachi se despidió y fue hasta su habitación. Maldijo haber olvidado el ungüento contra el veneno, pero ya no le quedaba más que aguantarse un ratito. Y dormir, dormir hasta que los osos en hibernación le tuvieran envidia…, eso claro, si todavía existieran.

Pensó en encontrarse con su hermano, aunque después rechazó la idea. Ya habría tiempo para eso; de por sí resultaba un esfuerzo extenuante el hecho de saludar a las personas que se le cruzaban en el camino, y no quería preocupar a Sasuke. Le bastaba con las miradas horrorizadas que ponían algunas chicas cuando veían la capa raída y la manga derecha ahora inexistente, donde se podía ver su brazo irritado, un poco hinchado, como si le hubiera dado una reacción alérgica.

Lo que sorprendió en gran medida a Itachi justo ahora, fue ver a Sasori apoyado a un lado de la puerta, esperándolo con los brazos cruzados y el gesto de un felino a punto de atrapar su presa. Se sintió feliz de hallarlo y de pronto, un poco de sus fuerzas volvió. De cualquier forma, se obligó a enderezarse y mostrar una postura firme y aliviada, como si no sintiera en absoluto aquella (insoportable) comezón.

El yokai de ojos café ceniza no tardó en percatarse de su cercanía, pues ya entonces se estaba retirando de la pared. Se deshizo por completo de la expresión un tanto impávida (que rayaba en la grosería), y apretó los dientes hasta que rechinaron; ahí estaba de nuevo el gruñido, pensó mientras se paraba a solo un metro de distancia. Itachi, al contrario de Sasori, aprovechaba la cercanía para no demostrar sus emociones. Fueron unos largos instantes de silencio mutuo. La gente que por ahí pasaba lo hacía rápido; nunca salía nada bueno cuando el pelirrojo estaba enfadado y, por los Tres Hermanos, ahora sí que se había encabronado.

—¿Entramos? —Preguntó el Uchiha, dejando escapar la palabra con un suspiro. El yokai más chico respingo la nariz y zapateó el suelo una, dos, tres veces antes de chasquear la lengua despectivamente.

—Eres. Un. Imbécil. —Soltó, a medio pasillo. Itachi bajó las orejas de gato hasta que las puntas toparon con el cuero cabelludo—. No voy a perdonártelo.

Itachi asintió, caminando hasta tener al alcance de la mano la perilla de la puerta. Sasori casi por instinto se alejó. El moreno tenía intenciones de dejar caer el brazo de vuelta a su costado, pero sorpresa la suya al ver que buscaba la del oriundo de Suna. No era sorpresa, sino alivio, cuando el otro se sujetó a sus dedos y se dejó arrastrar dentro de la habitación.

El Uchiha cerró detrás de ambos y luego le soltó, para irse tambaleando (lo más disimuladamente posible) hasta el buró, de donde removió varios frascos antes de sacar el ungüento que necesitaba. Sasori lo seguía con la mirada.

Se dejó caer en la cama y tragó saliva. Respiró profundamente, contento de estar en su habitación una vez más, donde olía a tinta de pergamino y a un montón de libros.

—Tienes el brazo rojo —señaló Sasori, sin moverse de su lugar—. ¿Fue muy peligroso?

Itachi negó con la cabeza.

—Esquive el ataque por mucho, pero me ha alcanzado el brazo. No es nada, en serio. Es más molesto que doloroso.

A pesar de sus palabras, se le resbaló el frasco. El de Suna caminó lentamente hacia éste y lo recogió.

—Quítate la capa y recuéstate —le ordenó entonces—. Ya lo hago yo.

Le costó mirarlo a la cara y distinguir más que una mancha borrosa, pero obedeció casi enseguida, porque a Sasori no le gustaba esperar. Se retiró la capa y sintió de pronto demasiado frío, pero el otro ya le ponía la mano libre sobre el pecho y le examinaba la herida con el ceño fruncido, tan concentrado que a Itachi le pareció enternecedor la forma en que su frente se surcaba por un montón de arruguitas. Una de las orejas de Sasori bajó un poco, y la otra se mantuvo alzada; le encantaba ver esto, pues únicamente sucedía cuando estaba preocupado.

El gusto le duró poco, ya que el pelirrojo lo empujó a la cama con violencia. Su cabeza rebotó sobre la almohada, pero de igual manera, el mundo le dio vueltas como si estuviera en un carrusel. Gimió y cerró los ojos; podía ver un montón de lucecitas tras los párpados.

Sintió que el peso del otro lo acompañaba ahora en la cama y contuvo las ganas de alzar una mano y enredar los dedos entre los mechones rojos, para atraerlo contra sus labios de la misma forma que vacilaba entre lo rudo y la delicadeza con la que acostumbraba a besarlo.

Le amaba tanto. Aquellos últimos cuatro días habían sido una tortura sin él, medio consumido por la incertidumbre de si volverían a verse o no. Aunque jamás se lo admitiera a Sasori, tenía mucho miedo de que algo le pasara, y el solo hecho de partir de Konoha para enfrentarse a esos monstruos desconocidos, le arrancaban una parte de sí mismo; ésa que siempre se quedaba con el pelirrojo…, su corazón.

Entreabrió los ojos justo cuando los dedos fríos de Sasori empezaron a acariciar la piel irritada del brazo. De inmediato se sintió lleno de sosiego, mientras el ungüento cumplía su tarea eficaz y rápidamente.

—Todo estará bien —musitó Sasori, tan bajito que Itachi estuvo seguro de que no se dirigía a él—. No te ha pasado nada de gravedad.

Era una visión increíble, la del pelirrojo irradiando su propia luz mientras se inclinaba y seguía untando la medicina en su brazo. Poco a poco, se iba sintiendo mejor, y aunque el sueño le estaba venciendo, atinó a sonreír levemente.

—Eres un cabrón egoísta —soltó entonces el oriundo de Suna, escupiendo las palabras entre dientes.

—¿Qué pasó con lo de imbécil? Creí que esa era tu palabra más romántica. — Prácticamente jadeaba las palabras, presa del cansancio—. No, ya va. Me he olvidado de lo de bastardo (aunque esa es tu favorita, ¿huh?)

Sasori le apretó el brazo y él dio un brinquito, por el dolor.

Le quitó el brazo al pelirrojo e hizo un esfuerzo sobrehumano por levantarse.

—Basta ya, Sasori —le exigió, malhumorado—. He pasado los últimos días lidiando con esas criaturas que intentan matarme; poca falta me hace que vengas tú a hacer lo mismo.

El chico alzó la mirada y entonces lo notó: Bajo todo ese odio y enojo, se ocultaban el miedo y el dolor. Ya sabía que Sasori había perdido todo lo que un día quiso en Suna, que durante mucho tiempo se sintió solo y perdido. Deseó abrazarlo, besarlo y prometerle que todo estaría bien, pero sabía que él se alejaría, porque en ese preciso momento se rompía la ilusión de que podía existir un mundo como otrora lleno de vida, y que en su lugar era un sitio repleto de muerte, donde cada esquina representaba un potencial peligro, capaz de arrancarte de los brazos a la persona que más amabas. Sabía, antes de intentarlo, que Sasori se alejaría porque simple y sencillamente, tenía miedo de aceptar la llegada de la burbuja que los protegía de la oscuridad de la tierra moribunda.

Se empujó con los pies y la mano hacia atrás, lo suficiente para pegar la espalda contra la cabecera de la cama. Ahí apoyó la cabeza y encogió las piernas, abriéndolas un poco al mismo tiempo que le dirigía una mirada a Sasori; esa clase de mirada que le pedía acercarse, y que el otro entendía sin la necesidad de palabras. Por supuesto, la cuestión es si tendría ganas de hacerlo.

Tuvo suerte. Sasori no tardó en meterse entre sus piernas, con ambas piernas metidas debajo de su rodilla derecha. Al Uchiha le gustaba que fuera la espalda del pelirrojo la que se apoyara en su pecho, al menos hasta que de pronto, tenía la mejilla cálida sobre éste. Los cabellos de Sasori le cosquilleaban debajo de la barbilla. Daba la impresión de que esta nueva manera de posicionarse, era un capricho del pelirrojo para pegar la oreja en su pecho y oír el palpitar de su corazón; eso le parecía porque, de inmediato se aceleró el ritmo, Sasori esbozó una sonrisa prepotente y al mismo tiempo, feliz.

Ya tenía los ojos cerrados, acurrucado sobre Itachi como un gatito lo haría con su dueño.

Eran pocas las veces en que podía ver al yokai de Suna en aquel estado, tan vulnerable y cariñoso, que se obligó a mantenerse despierto, guardando a fuego esa visión en las paredes de su cerebro. Levantó la mano sana y rodeó la cintura del pelirrojo; se sentía demasiado delgado, pensó.

Pegó la nariz a los cabellos de éste y aspiró su aroma, como de madera y algo más que se le escapó.

—El mundo es horrible fuera de esta habitación —dijo el otro repentinamente, quebrando sus cavilaciones al instante. Frunció el ceño al ver que la mirada de Sasori volvía a perderse en la nada. Deseó poder seguirlo, pero sabía justamente en qué punto del pasado estaba clavada y tenía miedo de preguntar más allá, aunque también intuía que no sería bien recibida la pregunta—. Este es mi refugio.

—Lo sé. También es el mío.

—No quiero que me lo arrebaten, como lo han hecho con toda mi vida. No sé qué haría si algo volviera a sacudir mi mundo hasta hacer que se venga para abajo.

Itachi sonrió, entre divertido y nervioso; no se creía capaz de hacerle una promesa así a Sasori, de que todo estaría bien cuando realmente no lo sabía. Y que tuviera fe era algo muy diferente.

—Por favor —le pidió—, Sasori, yo jamás te lastimaría.

Sintió la especie de temblor que recorrió al de Suna y lo abrazó un poco más. Ahora, los ojos de éste se fijaban en su brazo, apretando los labios en una fina línea. Itachi levantó su miembro y lo movió enfrente.

—Ya no me duele —aseveró, aunque nadie se lo hubiera preguntado. Sasori tardó en alzar la mirada y hacer que sus ojos se encontraran.

—¿Quieres hacerme sentir mejor, Uchiha? —Preguntó con sorna. Itachi arrugó la nariz en un mohín al ver que la sonrisa se extendía por el blanco y perfecto rostro de su amante—. Entonces ya no te vayas así sin más. No me importa cuánto te importe este mundo, ni cuántas esperanzas albergues para este lugar… no quiero que mueras por algo que no vale la pena.

Itachi ladeó la cabeza y juntó sus frentes, haciendo que las mejillas del otro se arrebolaran.

—Yo creo que este pútrido mundo puede salvarse, así que seguiré luchando, ya te lo dije.

—Pues, vete al cuerno. —Se separó, quizá con demasiada violencia, aunque no estaba del todo enojado—. Che, de verdad que eres un imbécil.

Itachi levantó la mano y le acarició el rostro. El otro cerró los ojos, a punto de ronronear.

—No tengas miedo —susurró Itachi, atrayéndolo más cerca, hasta que las puntas de sus narices se tocaban y percibía el cálido aliento de Sasori; solamente un centímetro (poco más, poco menos) separaba sus labios y al instante, se dio cuenta de lo mucho que ansiaba acortar esa distancia—. Sasori, yo voy a protegerte de todo. Daré lo mejor de mí para que nuestro mundo se extienda más allá de mi habitación (o la tuya, en su defecto).

Sasori tragó saliva y dejó escapar una risa amarga.

—¿Tienes idea de cuántas veces me han prometido eso? ¿Qué todo estará bien? No me jodas. Simplemente es una mentira…

—Sabes que nunca te voy a traicionar.

—Lo haces siempre que te vas sin mí —respondió e Itachi juraría que no lo escuchó nunca siendo tan cursi. El corazón le latió en el pecho con fuerza sobrenatural; ya no cabía en sí de gozo—. Cuando me dejas, temo que ya no vuelvas, como ellos. —Se refería a sus padres y su abuela—. Ya desde el primer momento que te vi me di cuenta de que no serías como él —se refería a Sandaime—, y es precisamente porque eres diferente que te tengo tanto… recelo. El Lazo Único te eligió para ser mío y viceversa, así que cuando la muerte llegue a uno de los dos, al menos quiero estar contigo para seguirte justo después.

Itachi se sintió escandalizado. Se hizo para atrás y rompió con el encanto de sus miradas.

—No hagas eso. No empieces a decir esa clase de cosas.

—Sin ti, ya no tengo nada en este mundo. —Hizo una pausa—. Para ti es más fácil. Yo nunca podría pedirte que, si yo muero, me siguieras al instante. Tienes a tu familia y amigos.

—Tú también tienes amigos aquí. Y mi familia es la tuya… después de todo, somos uno.

—El amor que te tengo no es algo que hubiese decidido —confesó entonces Sasori, e Itachi oyó que algo adentro de su pecho se rompía; sonaba igual que una alcancía estrellándose en el suelo.

—Ósea, que de no ser por eso, tú jamás podrías amarme. Así, como lo hacen los humanos.

El pelirrojo pareció darse cuenta de que lo había herido, porque sacudió la cabeza negativamente. De inmediato, ya estaba poniendo ambas manos sobre su rostro.

—No quise decir eso. Yo te amo por mí mismo, y lo habría hecho con o sin Lazo Único. Es solo que a veces, lo último hace que me abrume.

El cansancio o las propias palabras del pelirrojo le impidieron dejar la cama, así que se limitó a quedarse quieto mientras el otro se acercaba, cerrando los ojos para respirar de la caricia que lograron entre sus labios. Itachi sintió una corriente eléctrica recorrerle desde el rostro hasta la espina dorsal, para que después se extendiera en oleadas que calentaban su cuerpo de una forma placentera.

Mordió el labio inferior del Akasuna y escuchó su gemido, que lo incitó a rodearle con la cintura y volcarlo con agilidad de espaldas sobre el colchón, siguiéndolo en el acto. Dejó escapar un pequeño alarido cuando se topó con el brazo herido apoyando su cuerpo, pero no le dio importancia al notar los brazos de Sasori echados sobre su cuello.

Aplastó su rostro con el del otro, gimiendo y jadeando su nombre mientras lo tomaba con apenas fuerza por la cintura. Deseaba hacerlo suyo ahora, pero estaba demasiado cansado y en vez de eso, se separó y miró al pelirrojo que respiraba agitadamente, intentando recuperar el aliento robado. Con la mano herida le limpió los rastros de saliva que hacían brillar su piel en contorno a los labios ya rojizos.

Le depositó un casto beso en la boca, y luego se echó a su lado, cerrando los ojos.

—Yo tampoco sé qué haría si te pasará algo —admitió y volvió la mirada hacia él. Sasori buscó su mano y entrelazó sus dedos.

—Vivir y ser feliz.

—Yo también querría que lo intentarás si fuera al revés.

—Lo sé, pero tú eres un cabrón egoísta que únicamente pensaría en alargar mi sufrir.

El Lazo Único era un arma de dos filos, igual que el amor entre los humanos; no había, sin embargo, esperanza alguna de recuperarse si llegabas a perder a tu amante. Solo la desesperación y la muerte.

Ambos se quedaron en silencio durante mucho rato, el sueño ya venciendo a Itachi.

—Este es nuestro refugio, no deberíamos hablar de cosas malas aquí. Este es nuestro pedacito de Cielo.

—Mi pedazo de Cielo está entre tus brazos, Uchiha.

Itachi no tardó mucho en volverse y abrazarlo, apretándolo contra sí y admitiendo que sí, ahora sí era un refugio más parecido a un intento de Cielo que jamás podría encontrar.

Ambos se quedaron dormidos, sin mediar otra palabra.

FIN.


¡Y bueno, así empiezo a quitarme la espinita del otro fic y mis ansías por dejarlo terminar en ItaSaso! No prometo que por el hecho de hacer esta clase de "viñetitas" el otro pueda seguir como un SasoDei, pero hagamos el intento (ewe)

Bueno, a quien corresponda, mil gracias por leer y le adelanto aún más si puede comentar (nwn)/

Aquí recuerden que tengo el permiso de tardarme (xD), porque hasta cierto punto cada capítulo será un final. Espero seguirme dando vueltas por acá pronto (owo)/ ¡Un saludo!

PD (Esto para Sasugirl13): Sempai, me hace bien saber que adoras a Loki, y ya se me había olvidado mencionarlo antes y tengo problemas con lo del PM -se pone como loco y me está sacando de la página cuando lo abro (T-T), pero no sé si acaso, te interese dar una vuelta por el par de fics que tengo en la sección de Avengers... (xD) sin compromiso, claro. Ya sabes, cada quien sus parejas, y la mía como que no da mucho (.w.U) -sí, estoy maldecida para enamorarme de las parejas que casi no tienen-. En fin, ya te digo yo que por amor a Loki, no dejaré morir esta pareja del ItaSaso (owó).