La historia pertenece a Suzanne Collins, así como cada personaje. Yo tan solo disfruto de ella sin ánimo de lucro.
Prologo:
La mujer miro a su marido una última vez, mientras este dormía tranquilo, sentada a su lado. Tan cerca que ambos cuerpos se tocaban mientras el rostro que ella tanto amaba se tornaba, poco a poco, en una mueca de puro terror.
Sabía con que estaba soñado, cuáles eran las pesadillas que aún lo perseguían incansables. Porque a ella también la acosaban desde hacía décadas.
-Tranquilo Suu…_ Katniss arrullo acercando su rostro para que pudiera notar su presencia aun dormido. No podía permitirse que se despertara ahora._ Estoy aquí a tu lado, para siempre.
Tras aquella simple promesa Peeta se relajo de inmediato, como si ella fuera lo único que necesitara para seguir con vida.
Espero un par de minutos y con cuidado se levanto de la cama sigilosamente, dejo un sobre, con el nombre de Peeta escrito y salió de allí tras un último beso en los labios del hombre que amaba tan profundamente.
A veces él también era lo único que lograba mantenerla entera, cuerda y viva.
Pero había tomado una decisión y les debía llevarla a cabo. En realidad era una decisión antigua, la tomo el primer día que su hijita; Hope, llego preguntando por los temidos juegos del hambre.
Comprendió entonces que el libro, que Peeta y ella hicieron como terapia y homenaje a todos los que por desgracia perdieron en el camino, no era suficiente para hacerles entender, a sus dos pequeños, por lo que paso.
Por un fugaz segundo pensó que Peeta podría volver a echarle una mano a redactarlo, pero tendría que abrir su cajoncito de las pesadillas, algo que no podría hacer con él delante. Y ¿no tenía ese hombre maravilloso el mismo derecho que sus hijos a conocer a la verdadera Katniss?
No es que les mostrara a alguien falso, era solo que llevaba tanto tiempo ocultando sus temores, haciéndose la fuerte para protegerlos, que dudaba de si la conocían de verdad.
Así que se paso un par de horas al día reviviendo aquel infierno, plasmándolo en aquellas hojas. Y tras diez años su tarea quedo terminada.
Por lo que ahora, varias horas antes del amanecer salió de la casa, casi como una fugitiva, decidida a darles acceso a la única parcela de su corazón que aún guardaba para sí misma. Todo cuanto ella fue, era y sería…
