Disclaimer: SPN no me pertenece

Advertencias: Ninguna, fic de la familia Winchester que lo pasé de mi comu de mi lj a ff. Regalo de San Valentín para mi geme, Shiorita. ^^

Muchas gracias por leer :D


Dean siempre vio mas allá de lo que las personas le señalaban. Así que, cuando su mamá le mostró a esa bolita roja que sostenía entre sus brazos, él supo que protegería a Sammy hasta la muerte. Aunque, en realidad, lo supo desde que sintió la primera patada, cuando había abrazado a Mary al volver del primer día de escuela. Lo supo inclusive mucho antes de que John le dijera que debía ejercer el oficio de hermano mayor ("Tu hermanito va a ser muy pequeño cuando nazca, así que alguien tiene que cuidar de él, ¿eh, Dean?")

Vio que Sam era un poco arrugado, que se dormía con facilidad cuando Mary le cantaba Imagine al oído y que se daba cuenta del momento exacto en que papá volvía del trabajo (justo en ese instante se despertaba y empezaba a gritar extendiendo los brazos). Y si, señoras y señores, a Sammy se le ocurría ponerse a llorar cuando Dean tenía que ver su programa favorito de la tele.

También observó que cuando Sam lloraba apretaba un poco los puños y la cara se le torcía en muecas extrañas que a Dean no le gustaban. Entonces, para remediar eso, agarraba una silla y se subía a ella, lo suficientemente alto como para que Sammy le viera por encima de los barrotes de la cuna, y empezaba a hacerle muecas graciosas, exactamente como las que veía que hacía Scooby por la tele. Ahí era cuando Sam se reía por unos minutos mientras le miraba a los ojos, y Dean en verdad se preguntaba si era que se estaba riendo de él o con él. Porque su hermanito podía ser algo molesto a veces, y estaba seguro que se debía de ver idiota sacándole la lengua a un bebé y poniendo ojos de chinito. Pero eso al fin y al cabo no importaba, ya que Sam reía, y no era hasta que eso pasaba que Dean sentía que cumplía con parte de su trabajo.

Fue testigo de la primera vez que comió papilla, porque él mismo se la preparó. Está bien, siendo completamente sinceros, intentó ayudar a Mary a hacerla. Había que cortar y rayar la manzana, así que su mamá hizo lo primero y él lo segundo (el rayador era de plástico y la prefirió que se alejara de los cuchillos). Fue graciosa la cara que puso Sam, como no sabiendo qué decir, aunque no lo fue tanto cuando le escupió la papilla en la cara. Ni cuando se echó a llorar, porque él quería leche y la cosa era que había que destetarlo.

Dean a sus cuatro años sabía muchas cosas que le dijeron y que no. Sabía que mamá sonreía a la hora de cenar, cuando su papá le contaba de lo que había pasado en el día y Sam dormía tranquilo en el corral. Sabía que una sensación cálida le llenó el pecho cuando su padre le enseñó a jugar al fútbol y que vio en los ojos de John algo que no supo reconocer, pero que le hizo sentir bien. Ni hablar de la ocasión en que le dijo que el coche algún día sería suyo, y Dean se imaginó en esa especie de batimovil conduciendo por todas las calles de Lawrence. Sabía que Sammy se daba cuenta cuando él pasaba por enfrente de su cuarto. Principalmente, porque se revolvía hasta poder mirarle entre los barrotes de la cuna, y luego hacía algo que parecía una sonrisa porque en verdad lo era.

También, sabía que tenía a los padres más geniales del mundo, y a un hermanito menor que protegería pasara lo que pasara. Porque no era necesario que le dijeran las cosas para que se diera cuenta de ellas, él se valía por si mismo para enterarse.