El Potterverso pertenece a J. K. Rowling.
Este fic participa en el reto especial de la Batalla En tiempos de guerra del foro La Sala de los Menesteres.
Punto de inflexión
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I. Aquella noche
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Aquella noche no podías dormir.
No comprendías por qué; sólo dabas vueltas en una cama que te parecía demasiado grande porque faltaba una persona con la que compartirla, intentando encontrar el sueño entre los pliegues de las sábanas, en el almohadón, en el hueco entre el colchón y la mesita de noche. Pero sabías que no era eso lo que necesitabas.
Aquella noche necesitabas algo que ya no podrías tener.
El motivo llegó en forma de fuertes golpes a la puerta. Una parte de ti encontró extraño que no se apareciera dentro, como solía hacer, pero quisiste suponer que simplemente estaba muy cansado para ello. Cerraste las puertas a cualquier otra posibilidad mientras te levantabas de un salto y recorrías el piso hasta llegar a la puerta.
Cuando no fue él la persona que apareció en la entrada, no pudiste seguir ignorando la voz que te decía que algo iba mal. Intentaste estrangular a la que empezaba a insinuar que todo iba mal.
Era un hombre serio, de mirada serena. Pareció ver a través de ti cuando te miró a los ojos.
—¿Alphard Black?
Asentiste. Poco después desearías ser cualquier otra persona, estar lejos de una situación que te venía grande.
—¿Qué pasa?
—Él siempre decía que lo avisáramos a usted si ocurría algo.
Con esas palabras, aquella noche algo murió dentro de ti.
Tus recuerdos están fragmentados. Tan rotos como la noticia que vino después te dejó a ti. En ellos, desapareces de la entrada, apareces en el pasillo sin el pijama, te materializas en la recepción de San Mungo, entras en una habitación insoportablemente blanca detrás de Edgar Bones.
Y lo ves.
Supiste que no era él. Que jamás sería él. Que, aunque las heridas de su piel se cerrasen, aunque los cardenales se desvaneciesen, lo habías perdido.
No.
Me lo han quitado.
Fuera como fuese, nada sería igual después de aquella noche.
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No sabemos muy bien qué ha ocurrido. Iba con nosotros, y en algún momento lo perdimos de vista. Alice y Edgar fueron quienes lo localizaron. Fuimos adonde estaban los mortífagos, pero cuando llegamos ya no era él. Emmeline opina que, si lo han envenenado, podríamos encontrar el antídoto. Gideon dice que intentarlo sólo empeoraría su estado. Marlene dice que nada puede funcionar.
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No querías oír a Moody. No te interesaba. Peter se había dormido hacía un rato, y ninguna de las palabras que le habías dedicado en voz baja había funcionado en lo más mínimo. Ya no era él. Nunca lo sería.
Por primera vez en tu vida, te importó bien poco lo que los demás pensaran cuando te negaste a salir de la habitación. ¿Cómo ibas a preocuparte por eso, cuando tenías frente a ti a un completo desconocido disfrazado de la persona a la que debías tanto? Sólo querías que volviera.
Cuando, casi al amanecer, el sueño estaba a punto de atraparte, los gritos de Peter desgarraron el aire.
Intentaste hablarle, decirle que estaba a salvo, que no permitirías que le tocasen un pelo, pero ni una palabra escapó de tus labios. Porque habías estado intentando dormir mientras él sufría y las promesas ahora valían tanto como el deseo de complacer a tu familia que en algún momento había guiado tus acciones.
Lo único que pudiste hacer fue abrazarlo y aguantar los golpes que te dio en sus intentos desesperados por liberarse, sintiendo que los merecías. Cuando, tras unos minutos interminables, dejó de gritar y agitarse y apoyó todo su peso en ti, sin fuerzas, le diste un beso en la mejilla. No hizo nada por devolvértelo.
La noche ya había pasado. Ya lo habías perdido.
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Su estado es irreversible. El paciente es inestable, pero no peligroso. Es más probable que se hiera a sí mismo; acercarse a él no supone ningún riesgo. Al parecer recuerda lo ocurrido, y probablemente ésa sea la causa de los ataques de pánico ocasionales. Da la impresión de que mantiene algunos lazos afectivos; está más tranquilo con unas personas que con otras.
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Ha pasado un mes desde aquella noche.
No han cambiado muchas cosas desde aquella noche. Hablaste con la familia de Peter –o lo que queda de ella después de que los mortífagos acabasen con su padre–, y ni su madre ni su hermana se opusieron a que tú te encargases de él. Una tiene su propia familia a la que cuidar, y la otra sólo quiere olvidar.
Pese a que duele que no te hable, pese a que temes que llegue el día en que pueda contarte lo que le aterra tanto como para destrozar todo lo que hay a su alrededor, no puedes dejarlo confinado en San Mungo.
Quieres creer que el hecho de que últimamente esté más tranquilo se debe a que está mejor, y no lo contrario. Que cuando se calma tras esos episodios y se queda dormido en tus brazos lo hace porque comprende, de algún modo, que no permitirás que vuelvan a hacerle daño. Esas ilusiones sin fundamento son lo único a lo que puedes aferrarte para evitar volverte loco.
Eso, y el odio.
Detestas con cada fibra de tu ser a los que te han arrebatado a Peter; te resulta terriblemente irónico que las ideas que has crecido escuchando, ésas sobre las que discutíais tan a menudo, las que se convirtieron en palabras vacías sin que te dieras cuenta, hayan sido la excusa que justifica lo que le han hecho.
Un mes después de la noche en que todo cambió, tomas una decisión. La única persona a la que se la dices reacciona mirando la mano que ha entrelazado con la tuya, y tratas de convencerte de que en el fondo te ha entendido.
—No seguiré al margen —susurras—. Lucharé contra ellos.
No porque aborrezcas los ideales que te han inculcado desde que tienes memoria. Tampoco porque creas que es lo correcto. El motivo es mucho más sencillo.
Venganza.
Harás que se arrepientan de haberte quitado a Peter.
Notas de la autora: El fic tiene 991 palabras, así que no me he pasado. La viñeta, por cierto, temporalmente está situada allá por 1973, un poco antes de que Sirius se escapara de casa. Y sí; tal y como dice el título del fic, lo que le hicieron a Peter (ay, para qué se mete en la Orden… si es que…) supuso un punto de inflexión en la mentalidad de Alphard.
¿Qué tal? ¿Bien, mal? ¿Regular?
