Primero que nada: Saint Seiya y todos sus personajes no me pertenecen, no hago esto con fines de lucro, ni mucho menos, solo es un momento de ocio juvenil. Si alguien es tan amable de hacerme saber algunas faltas gramaticales se los agradeceré pues contribuirán a que mejore en mis trabajos escolares de antemano gracias

La crueldad de la Divinidad

La suave brisa acaricia su faz, el frío del amanecer no le estremece ni le daña. La herida que lleva en el pecho, esa herida que es imposible sanar; aquella que no sangra, y sin embargo lastima más. Pobre Diosa ha tenido que ver como la crueldad y la injusticia se burla de ella, recordándole a cada instante "lo inútil que puede ser". Detiene sus pasos, trata de tomar aire, ese dolor lacerante no sanara, sin embargo aún no pierde la esperanza. Pero ¿Cómo creer en sus ideales si ella misma se volvió un Dios injusto? Un peso más a su conciencia, eso de ser humano ya no le gustaba, ahora ya no. Prosigue su camino a través de las rocas, su mirada que ha perdido su brillo ahora es hielo puro. Su mente se nubla y el corazón falla. El lugar esta frente a ella como una roca obscura, abandonada a su suerte. Eso es lo que son. ¿Son solo eso para los Dioses? Desgraciadamente si, solo rocas que patean por el suelo

"Mis queridos Dorados

Estoy tan cansada de fingir

Reprimiendo todos mi miedos

Y si tan solos los tuviera que dejar ir

Desearía que solo se fueran

Como polvo al viento

¿Porque su presencia todavía perdura aquí?

Un castigo divino he inhumano

Y no me dejará de lastimar"

Aparece perdida en un horizonte irreal, la estatua de la gloria sentada en un rincón. Su sonrisa pura e inocente esconde la verdad. Respira por respirar, camina por caminar, escucha sin escuchar, sonríe sin reír, ama sin amar. Además ¿Qué tendría que amar? ¿A caso podría amar? No desde que ellos fueron castigados; encerrados en una condena injusta donde el tiempo no tiene final. Miro a su demás caballeros conversando asuntos de quien sabe que; decide que es hora de irse, con un suave movimiento de cabeza da por terminada la reunión. El pasillo a su habitación ahora es inmensamente largo, intenta reprimir la quinta ronda de lágrimas en lo que va de su día. Entra a su habitación, ya no quiere saber más, ya no quiere sufrir más, mira por el balcón, el imponente valle rodeado por las doce casas ahora luce vacío y triste. El atardecer anuncia su fin con la primera estrella de la noche, señalando el sendero a la obscuridad. Sus labios susurran al viento

"Mis queridos Dorados

Las heridas no desean sanar

El dolor es demasiado real

El tiempo no puede borrar

La crueldad de la divinidad"

Despierta cubierta en sudor, su corazón palpita sin control. La desesperación a punto de desquiciarle, arrebatándole el último resquicio de cordura. Las terribles caras de dolor marcadas en su piel cual acero al rojo vivo; imposible de borrar, solo es una pesadilla muy real. Suspira, intenta distraer su mente sin éxito. Los pálidos rayos de una luna menguante iluminan tenuemente su recinto. Mira por el borde de su cama intentando decidir. ¡Maldita prisión! ¡Malditos injustos! ¡Maldita blasfemia! ¡Maldito existir! Lleva sus níveas manos a su rostro escondiendo su sentir

"Mis queridos Dorados

Mis lágrimas son acido en sus almas

Mis gritos la razón de todos sus miedos

Tomaron mi mano a través de todos estos años

Sin saber que ese sería su peor castigo

Todo por mí"

Su inexistente presencia se abre paso en la obscuridad ahora cómplice y amiga de su pesar. ¿Por qué no simplemente olvidar? No, ellos fueron los primeros en luchar a su lado. Solo catorce humanos se unieron a ella en la primer guerra santa y desde entonces, habían reencarnado por ella, por su amor. Recién ahora se daba cuenta de su error, ella jamás debía favorecer a un solo caballero; a todos debía amarlos por igual, pero fracaso. ¿Es que acaso no recordó? ¡Ellos eran sus amantes y ella su más grande amor! El deseo y la pasión iban más allá de lo mortal. En verdad, su amor rompía las barreras convirtiéndoles en un solo ser indivisible, inseparable. En esta época ella. . . . Los olvido confinándolos a la obscuridad. . . al silencio. . . al dolor. . . Sin embargo, aun así le brindaron la prueba de su amor inmortal

"Mis queridos Dorados

Solían fascinarme

Por su vida resonante

Ahora estoy hundida por la vida que han dejado atrás

Sus rostros rondan por mis sueños

Algunas veces agradables

Otras desesperados

Perdiendo la cordura en mí"

Las cálidas aguas bañan su cuerpo, consolando el alma rota. Intenta mantener la máscara que a forjada a su alrededor, nadie debe darse cuenta de nada. Debe seguir siendo un líder capaz; un Dios al que adorar, en quién creer, fuerte, determinada, bondadosa. Fingiendo que no le molesta aceptar que se debe respetar la regla: Nacer, vivir y morir. Sus caballeros divinos siguen a su lado creyéndola real, no ven que hay dolor en su ser. Es mejor así. No entenderían el amor que ella y los dorados se profesan

"Mis queridos Dorados"

Estas heridas no desean sanar

El dolor es insoportablemente real

Hay tanto que el tiempo no puede olvidar"

Seiya le ofrece su mano para ayudarle; su tacto ahora es molesto, frio e insípido. Recuerda otras manos ligeramente tostadas por el sol; ojos azules mirando con suspicacia, sonrisa pícara y comentarios absurdos pero divertidos. La sensualidad de Milo, como olvidar. Camus un príncipe hecho realidad. La sonrisa sincera y sabiduría franca de Dhoko. La expresividad de sus ojos y razonamientos de la vida de Shaka. El humor y lo sencillo que puede ser la vida de Aldebarán. El alma noble y acertada de Mu. La belleza y soledad de Afrodita. La sonrisa sardónica y fuerza mortal de Ángelo. La inocencia y responsabilidad de Aioros. Los impulsivos y determinados sentimientos de Aioria. La seriedad y lealtad de Shura. Las dos caras del bien y el mal en los bellos ojos esmeraldas de Saga, mirándote con tristeza. La altives e inteligencia astuta y manipuladora de Kanon. Las acertadas decisiones tomadas con el corazón de Shion. Todos juntos forman al perfecto amante

"Mis queridos Dorados

¿Quién me despertara de los sueños amargos?

Lucho contra todos los miedos

A través del pozo de obscuridad

El abismo es inmenso

Pronto caeré en el"

Vuelve como todos los días antes del amanecer al frío monumento. Se arrodilla frente a él implorando piedad a Zeus. Toca con sus manos la fría roca; eleva su cosmos para hacerles saber que está junto a ellos, sintiendo su condena. Les habla en susurros acercando sus labios a la roca. Sonríe de verdad solo para ellos. Les cuenta cómo ve al mundo. Sin embargo, al final se quiebra y llora con toda su alma. Pega su rostro al monumento mientras deposita un suave beso en la piedra, prometiendo volver al otro día. No le importa soportar verlos aunque sea en un fría y obscura piedra; porque ahí ya hacen sus más grandes amantes y los únicos a los que seguira amando por la eternidad

"Mis queridos Dorados

He intentado decirme a mí misma que se han ido

Pero aun así todavía están conmigo

He estado sola desde el principio de su fin

Intento secar sus lágrimas

Reprimir sus gritos de miedo

Tomar sus manos a través de la roca

Pero todavía tienen

Todo de mí. . . . ."