La historia es de mí invención, pero dejaré en claro que me inspire en las obras artísticas de WaniRamirez quien es un/a artista grandioso de Deviantart.
La historia es vieja y estoy reescribiéndola lentamente. Por ende, agradezco la paciencia para las actualizaciones y las reediciones.
La tormenta que arrasaba con todo Elmore indicaba que no paraba desde hace tiempo atrás. Los vientos fuertes y la gran cantidad que, caída de los cielos, era capaz de azotar a alguien en el rostro hasta despertarlo de su pútrida rutina laboral... O en este caso, para refrescar la información que hace 5 días, ha vuelto patas arriba a la familia Watterson.
De entre todas las casas prefabricadas en el barrio de las afueras de la ciudad, una se destacaba por sus residentes. La familia Watterson vivía aquí.
Si bien la historia de esta familia es sumamente compleja y requiere de compacta capacidad mental para comprender sus... Aventuras, no quita que también tenga días grises... Y que a veces sean mucho más oscuros.
El desamor es algo sumamente amargo, algo que siempre trae el desánimo y, en ciertos casos, la depresión del individuo que la padece. Gumball Watterson, felino celeste de unos 12 años, primer hijo de la familia y el generador de muchos problemas, padecía esto.
La habitación en donde se hospedaba con su hermano/mascota, Darwin Watterson, pez mascota, de color marrón anaranjado, y segundo "hijo" de la familia (Cómplice principal de muchas travesuras del felino) estaba cercanamente a oscuras, de no ser por la ventana, por donde podía verse la bestial tormenta a las afueras. En el suelo, devastado emocionalmente, y mirando el techo con menos motivación de la que podría relativamente un niño compensar la pérdida de su juguete favorito, yacía Gumball.
El primer amor de su vida. El único que lo hizo tímido, y que lo volvió un ser felizmente enamorado, lo rechazó por Tobías Wilson, un atleta que se dedicaba a "seducir" (Puesto que era muy malo haciéndolo) a toda mujer que encontraba.
Parece que la historia era la más convencional: Tobías intentaba seducir, de manera poco ortodoxa e incluso algo aterradora, a cualquier muchacha que veía. Sin embargo, tras un regaño del director por su "acoso" a las jóvenes, incomodándolas, se vería obligado a colaborar con la joven Penny Fitzgerald, una joven cacahuate (de quién nuestro protagonista está enamorado), en la biblioteca.
Tras una charla sobre la vida de ambos, en un intento de la joven por detener los ridículos intentos del joven para seducirla, ambos se hicieron amigos y decidieron comenzar a apoyarse mutuamente en el trayecto de su juventud.
Con el tiempo, Gumball se molestó mucho al oír está historia, y por celos, creó distintos planes para separarlos... Sin embargo, terminaron descubriéndolo y deteniéndolo.
Penny, furiosa por esto, decide ponerle un fin a todo. Rechaza sus sentimientos, rompiendo sus esperanzas y deteniendo de una vez por todas sus celos (aun cuando ella realmente estaba enamorada de él). El atleta, alguien que fue cambiando poco a poco en el paso del tiempo, decide apoyar al felino por la resolución de las cosas, pero este lo termina rechazando, disculpándose y dejando vía libre su corazón de una vez por todas.
Ahora mismo, el joven, arrepentido de sus actos, su forma de ser y su escasa suerte amorosa, quería estar solo. Sin embargo, Darwin no se la hacía muy fácil.
- Amigo, tumbaré la puerta si no me abres...
El menor de los dos no entendía nada del amor, y no comprendía cuán grave era todo, pero no quería ver a su hermano tan decaído, al grado de repudiar su propia existencia.
- Inténtalo, la puerta solo está trancada y tiene seguro. Si te lastimas, grita en el piso de abajo.
Su garganta estaba seca, y su desinterés al respecto de todo era evidente. Miraba el techo totalmente amargado y entristecido, como si no existiera algo más importante en su aburrida existencia que eso. Gracias a sus orejas, pudo oír como su hermano daba unos pasos atrás y se lanzaba corriendo contra la puerta, esta retumbó ante el golpe que recibió. Pero lo que dejó fue a un pez adolorido y a un gato negando con la cabeza mientras tenía una pequeña sonrisa.
- Ese tonto...
No pudo evitar soltar una pequeña risa que derivó a la sorpresa de su reacción. Sabía que su hermano era tonto, pero no tanto.
Se levantó lentamente, a causa del peso que sentía sobre sí, en base a la carga emocional probablemente. Se acercó a la puerta, oyendo que su hermano se alejaba lamentando el no poder ayudarlo.
- Lo siento, viejo... Pero esto es algo que debo enfrentar solo.
Ante las escasas esperanzas de pasar un día escolar rutinario a causa de una suspensión, raíz de los celos del joven, Darwin se dirigió al autobús junto a Anaís, una pequeña coneja rosa de 8 años, la única hija y hermana menor del par revoltoso, además de ser el segundo miembro más inteligente de la familia (a veces, incluso superior a su madre, la única trabajadora, y la más más fuerte e inteligente de la casa)
La noticia del rechazo amoroso del felino más problemático de Elmore pasó a ser eco de todo el mundo. Inclusive llegó a oídos del ocultado sol que sentía empatía por el joven y permitía que un pequeño resplandor de luz llegará a iluminar su habitación.
El día era pésimo y realmente se sentía que podía abusar de el para no ir a clases seguido. El joven abrió la puerta, notando que estaba vacía (ya que Richard, su padre y el vago más grande de la familia, se la pasaba en lo de su madre, hablando de los casi carentes asuntos familiares en los que estaba relacionado el primer hijo)
- Casa sola. Me preguntó qué haré en todo este tiempo aquí.
La facilidad de sentarse en el sofá, deslizarse en su comodidad, junto a un tarro de helado y horas de televisión inmerso en solo desahogar sus penas, sonaba a un cliché tentador. Pero incluso él sabía que sería patético hacer eso.
Suspiró. Los videojuegos también eran agotadores, y no entendía el por qué ya estaba tan agotado de ellos. ¡Eran lo máximo!
Miró el ambiente tormentoso, repentinamente se le cruzó la idea de salir a caminar sin rumbo alguno y dejar que todo fluyera a como el destino decidiera su porvenir.
- Nadie notará mí ausencia. Esto solo queda entre tú, casa, y yo.
Sin más pensamientos negativos e iracundos ante la vagancia, se decidió completamente.
Brusco. Corriendo sin ningún rumbo y dejando que sus impulsos hicieran lo suyo, el joven felino corría respirando aceleradamente, sonriendo ante la abrumadora presencia de unos brutales relámpagos, los cuales hacían que su pelaje se erizara tanto, al grado de disfrutar la sensación.
Pero como todo mérito bellísimo, tenía la práctica propia. El agua de la tormenta era perfecta para muchas cosas... Incluso ocultar sus lágrimas y sollozos.
- ¿Por qué tuve que será q soy así? ¿Por qué nada me puede salir bien?
Había muchas preguntas, y él sabía las respuestas. Sin embargo, eso no quitaba el dolor en su pecho, ahuecado corazón que dejaba relatar su dolor y expulsar sus lamentos.
Sin parar de correr, siguió buscando un punto central, algo que lo mantuviera dispuesto a proseguir...
- ¡Achuu!
Varado en el pensamiento de si debía retroceder ante sus instintos y devolverse a su hogar, el joven continuaba avanzando por un camino sin rumbo. El camino a la ciudad estaba a media hora, y parece que ese tiempo había llegado a ser cónclave al verse tan cerca de su escuela.
Tan cercano al lugar al que no deseaba acercarse, desvió rápidamente a la derecha, en un singular movimiento que lo hizo alejarse en un intento desesperado por no querer acercarse.
Estornudo. Otro más lo tomó por sorpresa, y le indicó que no estaba en la mejor forma de proseguir. Notó la plaza central del barrio, aquél cercano lugar en el que podría refugiarse por al menos unos minutos.
Se adentró hacia una de las atracciones, similares a una pequeña fortaleza, y se abrazó a si mismo allí.
- ¿Qué hago aquí de todas formas? ¿Cuál es el objetivo de correr tanto, si no puedo huir de aquello que me ata en este lugar?
Por primera vez en su vida, Gumball se replanteaba hechos obvios de su ser y su alrededor, algo que, naturalmente, cualquier ser de una edad mental estimada comenzaría a replantearse.
Destello. Un cartel cargado de electricidad, soltaba destellos por los encuentros con el agua sobre esta.
"Tu futuro está en tus manos. Hazlo grande"
- Instituto Privado "Mirar al futuro"
El cartel soltaba destellos en 4 palabras, las únicas que se podían apreciar con luz. Las más obvias para el razonamiento del muchacho.
- Tu futuro... Hazlo grande...
Sus ojos brillaron con sorprendente cosquilleo, una vibrante esperanza creció en su interior al igual que el fervor de un nuevo comienzo. Algo que le permitiera seguir adelante en este nuevo camino que tenía pensado recorrer.
Y con esto hecho, la decisión estaba planteada. Se levantó y corrió, esta vez, en dirección a la escuela "Elmore".
- Debo ir allí... Anaís siempre dice que ese lugar es la respuesta a todo.
Acceso inconcebible. El joven logró introducirse en el instituto sin ser notado, gracias a un pequeño compartimiento que utilizaba para esconderse en cuanto causaba sus bromas.
Avanzando los desolados pasillos, se dirigió al único lugar al que tenía como objetivo.
- La biblioteca está en el segundo piso...
Con la respiración agitada y el corazón a punto de explotar por toda la situación, el felino corrió hacia las escaleras. Por instinto, fue cuál cuadrúpedo, y logró ir prácticamente rápido.
~ Se siente genial esto. ¿Por qué mamá no me lo enseñó?
Logrando escabullirse por algunos sectores, el muchacho logró su objetivo. La puerta estaba cerca de su éxito.
~ ¡La bibliotecaria!
La anciana era un árbol de papel con un oído extremadamente fino. No podría huir de ella, incluso con una gran predisposición.
Se miró, completamente empapado y listo para todo para lograr su objetivo.
~ Supongo que no tengo alternativa...
Abrió la puerta suavemente, sin lograr captar la atención de la anciana.
~ Es hora... ¡Las travesuras han llegado!
Se lanzó dentro a una enorme velocidad, tanta que incluso podríamos decir que Boberto hubiera tardado en medirla. Todos estaban concentrados en sus libros, tanto que no notaron que logró escabullirse entre los alrededores.
Se apoyó contra el estante, nervioso. La anciana comenzó a mostrar un rostro de desconfianza absoluta... Sabiendo a leguas que algo iba mal. Volteó lentamente, suspirando con los ojos cerrados.
- Tengo suerte de que no me hayan visto. Sería un enorme problema si alguien me vie-
Palidez. Gumball quedó estático y pálido ante la presencia frente a él.
Carrie, una joven fantasma gótica y compañera de clase, se mostraba algo atónita al ver al felino allí. Estaba completamente mojado, como si hubiera escapado de un baño forzado, o peor, escapara como un fugitivo de la ley.
- ¿Gumball? ¿Qué haces aquí? Tú no lees.
Carrie guardó un libro, su autor era Gigantocraft, un antiguo escritor famoso. Colocó sus brazos en jarra, simulando sostenerse de sus caderas.
- ¡¿Yo?! Pero si amo leer... yo...
Al notar que no sabía que decir, tomó un libro cualquiera de la sección y notó la portada rápidamente.
- Amo leer a... ¿Troe?
Carrie, quién estaba obviamente frustrada al notar su idiotez extremista por hacer una coartada para aliviar su situación, aún más sosteniendo al libro como si fuese algo raro, sin que ella ignorara el cuanto le costaba leer, suspiró.
- No lees. Lo sé por obvias razones. ¿Qué haces en la escuela? Más específicamente, aquí.
Guardó el libro, notando que su tradicional idiotez le dejó en ridículo nuevamente.
- Creo que sabes todo lo que me ha pasado...
- Todos lo saben.
La muchacha era sencilla, obvia, sincera y bastante cruel. Aún que no tenía la culpa al nacer como un fantasma casi insensible.
- Quiero un cambio. Dejar de ser un idiota todo el tiempo. Que cuando oigan mí nombre, no sea por alguna mediocridad diaria o alguna que otra cosa mala... Quiero tener un futuro digno de admirar... Y un pasado al cual aplastar.
- Vaya. Es raro oír esto de ti.
El felino notó que ella se movía con emoción y sonreía suave-mente, aún que se mostraba enormemente motivada.
- ¿Podrías brindarme tu mano para dar el primer paso para ello?
- ¡C-Claro!
Carrie se mostraba cada vez más extraña a los ojos del joven, pero decidió ignorarlo.
- Perfecto. Necesito hacer una última travesura...
Terror. La fantasma se mostró ampliamente espantada por ello.
- ¡¿Estás loco?! ¡Te expulsaran!
Gumball sonrió, avergonzándola repentinamente. Miró el techo, sosteniendo su cabeza desde la nuca, con ambas manos.
- He visto un anuncio de un nuevo instituto privado. Quiero ir allí... Quiero ser algo parecido a mí mamá. ¿Podrías ayudarme a retirarme con estilo?
La pobre daba indicios de estar alterada de muchas maneras. Parece que le agarraría un ataque en cualquier momento.
- G-Gumball, si se trata de Penny, yo...
- ¿Qué? No, no, no.
- Puedo ayudarte a olvidarla y dejar de pensar de manera tan extremista...
- Carrie. Oye.
- Podemos mejorar tu imagen y trabajar tu pensar...
- ¡Carrie!
Sostuvo sus manos, logrando que callara, más no que se calmara, pues los nervios la invadieron con mayor fuerza.
- Debo irme...
- ¡N-No! ¡Tú no puedes irte!
- Lo necesito. Necesito hacer esto.
- P-Pero... ¿Jamás volverás?
Él sonrió genuinamente, dando a entender que aquello era obvio.
- Este lugar no es para mí...
- ¡El otro, menos!
- Quizás tengas razón... Pero hará que yo pueda crecer mucho más. Ese es mi objetivo.
- N-No puede ser esto posible...
La joven estaba volando tan bajo, que se sentía que estaba por tocar el suelo. Estaba devastada, como si todo esto fuera una pesadilla.
- Carrie... Quiero esto. Lo necesito.
Su suspiro podía oírse en todas partes. No podía llorar o deprimirse, pero le dolía internamente toda esta situación. Sin embargo, ella aún debía pagar un favor.
- Está bien, Gumball, te ayudaré, ya que te debo el que me hayas permitido comer en tu cuerpo hace unos meses.
Su contrario lo desestimó. Eso era pasado.
- Gracias. Verás que me volveré eco en la historia.
- ¿Qué hay que hacer?
- Necesito que llames al director, como si tú y yo no nos conociéramos. Y que me traigas una rasuradora.
- ¿Hmm? ¿Y eso?
- Lo usaré en casos extremos.
Ella no preguntó más, ignorando el motivo por el cual requeriría una.
- Entonces... Este es el adiós.
Gumball la miró. Su rostro estaba cargado de una decepción más grande de lo normal.
- Gracias, Carrie. No olvidaré esto que has estado haciendo por mí.
Él sonrió, avergonzándola nuevamente.
- G-Gracias por tu ayuda en toda mi vida...
Cuando él quiso entender la frase, ella se había ido.
- Bueno... Es hora de hacer arder este lugar.
Se aproximó a las computadoras y notó que podía conectar los altoparlantes a esta. Lo hizo y buscó la carpeta de música predeterminada del computador.
Notó que solo había 3 canciones imposibles de borrar por la protección del sistema. Notó la primera e intentó leerla.
- "M-Moonli-light Sonata" de "Frogthoven". Meh.
Hizo doble clic sobre esta y se alejó mientras iniciaba. Se apoyó sobre el inicio de unos estantes.
Todos oían la sinfonía, entre ellos, la bibliotecaria, quién no dudó en ir a buscar al responsable.
Con la sinfonía a galope, Carrie arribó en la dirección. Entró, interrumpiendo un casi beso entre la profesora Simian y el director Brown.
Carrie no tardó en destacar la presencia de Gumball en el edificio, provocando que ambos se preocuparan.
La sinfonía comenzó a hacerse más oscura, lenta y de graves más notables. La bibliotecaria llegó a cruzar los umbrales de los estantes, notando a Gumball apoyado en uno de estos, con una sonrisa suave.
- Buenas tardes. Linda tormenta, ¿No?
La intensidad de los graves aumentaba. La joven y el dúo escolar se aproximaban a la biblioteca a toda velocidad.
Con lentitud, el felino empujó los estantes, generando que comenzaran a chocar en cadena, al compás de la sinfonía, que recuperaba su melodía inicial.
La bibliotecaria estaba en pleno shock. No esperaba esto para nada.
Los agudos formaban la mezcla sinfónica completamente distintiva.
Los tres lograron acceder al lugar, notando algo que los dejó atónitos. Gumball estaba parado sobre los estantes colapsa-dos, riendo cruelmente.
La sinfonía inicial dio su fin por completo, dejando a todos en un shock profundo.
- Se acabó... Finalmente, se acabó...
Gumball se arrodilló sobre los libros, mirando el techo con liberación. Finalmente, podría empezar su nueva vida.
- ¡GUMBALL WATTERSON! ¡ESTÁS EXPULSADO DE ESTA PREPARATORIA!
Y sí... Así fue, o más o menos así. Resulta que se le dio la posibilidad de reintegración en caso de que la escuela fuera remodelada, cosa que pasaría en unos años, según los planes de obra pública del gobierno actual.
Gumball pasó el resto del día en detención, esperando por sus padres y conversando con Carrie al respecto de los sucesos del pasado.
- Si. Fueron grandes días.
- Y pensar que todo esto es para tu futuro ideal...
- Necesito ser feliz de algo, ¿No?
La joven río, él tenía razón. Todos debían ser felices con algo.
- Tienes razón.
Silencio. Gumball reaccionó cuando recordó algo.
- Oye, ¿A qué te referías con eso de que te ayude en tu vida?
- ¿Hmm? Ah... Eso...
Carrie sonrió nostálgica. Las horas que pasó hablando con el felino hicieron que ella se fuera abriendo a él, relatando hechos de los que este fue responsable, desde otra perspectiva. Encajando piezas con la de él y formando un hermoso y relajante rompecabezas que le permitió saber más del muchacho.
- Desde que éramos pequeños, yo te observaba a lo lejos. Siempre me cautivó tu valor, tu carisma, tu optimismo...
El muchacho oía atentamente, sin notar la pasión en su hablar o a la casi obvia confesión hacia su persona.
- ... Creí que eras solo un niño con un enorme equilibrio emocional...
Río suavemente y negó inmediatamente.
- No es así, mi vida está plagada de fallas. Soy una mala influencia para mí hermano. Mi hermana es una auténtica genio de carácter terriblemente infantil. Mi padre es el reflejo auténtico de lo que soy. Mi madre es una genio lunática de mal carácter... No tengo días de colores todo el tiempo, hay veces donde todo es gris... O incluso negro.
- Puede ser... Pero, aun así, no dejas de ser alguien que termina siendo la imagen de vida de los demás.
- ¿Hmm? No compren-
La puerta se abrió, haciendo que Carrie inmediatamente desapareciera, dejando la duda en replanteo.
- Watterson, tus padres han llegado.
La puerta de la dirección se abrió, siendo Gumball, el primero en salir.
Sus padres se quedarían hablando con el director. Ya que sus declaraciones sobre el hecho habían sido puestas en la mesa, se le permitió desvalijar su locker y retirarse hacia el auto.
Avanzando hacia allí, el joven retiró todo sin complicaciones. Sin embargo, al estar por dirigirse a la salida, notó un pequeño grupo, esperándolo.
Comenzó a avanzar, intrigado. Notando que todos estaban firmes a espaldas de los lockers. Rocky, Tina, Boberto y 2 sujetos más estaban allí, esperando a que se acercara.
- Hey, chicos. ¿Qué hacen aquí?
Tina, una enorme Tiranosaurio Rex, quién tenía cierta amistad con el felino gracias al incidente en el que ella y él terminan peleando por rumores falsos de Bullying, habla, con su tradicional toque oscuro y grave.
- Esperábamos a que vinieras antes de irte, ya que veníamos a despedirte. Oímos lo de la expulsión por Carrie.
Gumball miró al resto, mientras estos asentían, estando los últimos dos tapados por Rocky.
- Lo aprecio mucho, pero ¿Por qué?
- Digamos que a pesar de tu mal genio y tus enormes tendencias destructivas, has aceptado ser nuestro amigo, cosa que nos hace estar aquí. Venimos a despedirte y agradecerte todo lo que hiciste por nosotros.
Con las palabras de Boberto, el robot, el felino comprendió en cierta forma el motivo por el que venían. Eran sus amigos... Los pocos que tenía.
- Yo venía para agradecerte por proteger a mí padre en su baile en el teatro.
Rocky tomó su mano en las suyas y las meció con agradecimiento. Una noche en el teatro, su padre bailaba en el escenario y casi moría a base de accidentes en este, siendo salva-do por el joven y su hermano.
- Descuida, Rocky, era una deuda que debía saldar a toda costa.
Boberto estrechó la suya, logrando finalizar un ciclo de problemas que le había generado en el pasado al felino. Todo había acabado por la paz y habían logrado una amistad.
Tina lo abrazó, alzándolo a enorme distancia, siendo correspondido. Ella había logrado cubrirlo de incontables situaciones, gracias a su enorme tamaño y su intimidante forma.
Al bajar, Gumball se encontró frente de Tobías. Se sorprendió, pero dejó que este hablara.
- Gumball.
- Tobías.
Este se incomodó por las miradas, pero prosiguió.
- Estoy enamorado de Penny. Con tu retirada, intentaré con-quistar su corazón y ganármelo justamente.
Su mirada era obvia, quería cerrar el ciclo por completo. Si se iban a separar, no habría más trabas u odio en medio de ambos.
Gumball suspiró. Ya no tenía ganas de llorar, pero sabía que esto podía ocurrir e incluso que él lograra ir por el camino más factible: el éxito de su confesión.
- Entonces suerte. Ella necesita a alguien que realmente pueda estar a su lado... Alguien que pueda acompañarla. Te deseo suerte y otórgale la relación que yo alguna vez intenté.
Ambos estrecharon sus manos con firmeza y se abrazaron. Todo había acabado por las buenas esta vez
- Cuídate, viejo...
- Tu también. Te encargo a Darwin, ¿Si? -
- Descuida, ya no habrá más malas influencias. Haré que mi hermana y él estén juntos sin ningún contratiempo.
Él se sorprendió ante esa confesión, pero al notar la sonrisa de Tobías, notó que llevaba tiempo con ese secreto.
- Gracias...
Volteó, encontrándose con la última persona del recorrido. Carrie.
- ¿Entendiste lo que dije antes?
- Realmente no le presté atención después de que te fuiste.
Ella rodó los ojos con una vaga sonrisa.
- Todos estamos aquí porque nos ayudaste. Ese es el último factor que me gusta de ti. Tu servicial objetivo de ayudar a los demás con éxito. Eso es algo que has dejado implantado en todos nosotros.
Razonándolo, Gumball comenzó a pensar en ello.
[...]
- ... Pero, aun así, no dejas de ser alguien que termina siendo la imagen de vida de los demás.
[...]
La razón llegó. Tobías había sido amigo de ambos por dinero. Hubo una pelea por acaparar a Darwin y al final fue su amigo igualitario. Tina le había robado la muñeca a su hermana, hubo enfrentamiento y al final se la regalaron. Ella lo molestaba para llamar su atención, y lo confundieron con un abuso, y un enfrentamiento entre ellos, y entre sus padres, y finalmente se hicieron amigos. Boberto quiso unirse a sus juegos, y por su manipulación, casi lo mata. Luego intentó hacerse pasar por él, y lograron detenerlo, para finalmente hacerse su amigo y mostrarle la vida que brindaban las emociones. Rocky le agradecía plenamente el haber salvado la vida de su padre.
Todos tenían algo que los unía: Él estuvo presente para ayudarlos y cambiar algo en sus vidas.
Inmerso en lágrimas, el joven miró a la chica.
- ¿Yo qué hice para que me consideres un amigo?
- Me prestaste tu cuerpo, y me cediste tu amistad aun cuando te había hecho daño. Eso es suficiente para mí.
Ella lo abrazó, logrando que él llorara desconsolado. Final-mente comprendió que ellos lo veían como alguien distinto. Alguien que él anhelaba ser.
- Ojalá lo hubieras notado antes. Te extrañaremos.
- Yo también, a todos ustedes. Gracias por esto.
El joven se sobaba la nariz y los ojos, contento. Esta vez, algo salió bien con sus ridículos actos.
El timbre de cambio de hora finalmente se oyó, esto indicaba que Simian les haría la vida imposible.
- Bueno, chicos, nos vemos luego.
- Yo debo continuar limpiando.
Tina, Boberto y Rocky comenzaron a retirarse, dejando a Tobías, a Carrie y a Gumball allí.
- Yo también me retiro, chicos. Te veo en clases, Carrie.
La joven asintió y miró a su contrario. Estaban solos... Nuevamente.
- Gracias por la ayuda, Carrie. Con esto será suficiente para empezar todo esto. Suerte con tu futuro y nos ve-
Beso. Un beso en la mejilla lo tomó desprevenido, haciendo que mirara sorprendido a la avergonzada fantasma.
- Buena suerte, Gumball. Espero que seas mucho mejor que ahora la próxima vez que nos veamos.
Y sin más, la joven huyó entre los pasillos. Dejando al joven felino solo y sonrojado.
La vida estaba a punto de darle un giro enorme a su eje... Y a su futuro, el cual no podía ser algo grande lejos de ella.
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- Bueno... No tuve que afeitar al director después de to-. Un momento. ¿A quién le devuelvo la rasuradora?
