Capítulo 1

CELOS

En un cuarto oscuro y frío, maloliente sobresalía una luz tenue de una mesa que se hallaba en el centro del salón. La luz iluminaba el rostro de una mujer pálida que sonreía con placer ante lo que le preguntaban. Una sonrisa maniaca y de placer. De pasión. Deseo. Sangre. Sí, eso era por lo que sonreía, por la sangre de su atacado.

Otra joven se encontraba en esa habitación. Su cabello negro y largo contrastaba con el de la acusada, la joven detective estaba sentada sobre la pequeña mesa del centro y cuestionaba a la pálida mujer frente a ella que se mantenía callada. Con cada pregunta lo único que hacía era sonreír, sonreír irónica y sádicamente, recordando las imágenes, hasta que por fin habló:

Dígame señorita… ¿realmente quiere saber por qué lo hice? – preguntó con voz placentera

Por fin te dignas a hablar. Déjate de juegos y habla. ¡Confiesa! – le contestó con fastidio la joven de cabello negro

Es una larga historia, le pido tomé asiento – señaló una silla al otro lado de la mesa para que la otra joven se sentara ahí

Aquel día iba a verlo como era la costumbre, pero algo me decía que las cosas no acabarían del todo bien, lo intuía. Fui a la universidad donde él se encontraba, lo esperé largo tiempo hasta que salió, iba hablando por teléfono. Me acerqué. En cuanto me vio hizo como un gesto de molestia y colgó precipitadamente el teléfono.

¿Pasa algo, querido? – pregunté

No, no pasa nada. ¿Por qué lo preguntas? – respondió él

Es que vi una mueca de molestia en tu rostro, por eso pensé que…

Ay no, amor. Era el fastidioso de mi tío que quiere que sea mesero auxiliar en un banquete en Shibuya, eso es todo – finalizó y me besó tiernamente - ¿Qué te hizo venir de sorpresa?

¿Qué no puedo…? - hice un puchero de niña consentida

Claro que puedes… tú sí puedes – y nos fuimos caminando hacia un parque cerca de la universidad para relajarnos y platicar más tranquilos.

Sin embargo, algo rondaba mi mente, una preguntita que no me dejaba en paz desde que fuimos al parque "¿yo sí puedo? ¿Acaso había alguien más?" Me preguntaba una y otra vez hasta que algo dentro de mí dijo "Vamos, es sólo un decir o al menos eso parecía…" hasta que el pitido insistente de su celular me hizo salir de mis cavilaciones:

¿Hola?- contestó – claro… ¿sabes? Luego te llamo. No, no puedo. Adiós – colgó el teléfono y vi su cara de preocupación porque yo le había visto todo el tiempo como sospechando

¿Ocurre algo? – lancé con algo de celos

Nada. Al menos no que te incumba – me dijo con el tono retador que solía tener cuando le hacía una escena de celos

Pues claro que me incumbe – le grité furiosa – porque parece que me ocultas algo más que un puto banquete con tu tío – di media vuelta y me largué de ese lugar.

Iba muy enojada. Me molestaba que él me ocultara las cosas. Hasta que algo se hizo presente en mi cabeza sin dejar de torturarla y torturarme a mí "¿me estaría engañando?" Todo el transcurso hacia mi casa, me parecía un debate interno entre un ángel y un demonio que trataban de convencerme, por un lado, que era una pendeja por gritarle así y, por otro, que él me estaba engañando. Por muy estúpido que pareciera, le hice caso a la última afirmación e imagino que el demonio se frotó las manos por su triunfo en mi mente.

Llegué a casa, me puse cómoda y vi la contestadora. Nada, ni un mensaje. Tenía esperanza de que él me hubiera llamado a casa porque había apagado el móvil. Volví a prenderlo, ni una llamada. Me enfadé a un más. Decidí tomar un baño con agua fría, para haber si así mi mente se ponía en orden y podía pensar con más claridad.

Salí y me senté desnuda sobre la cama. Seguía dándole vueltas al asunto, por lo que decidí salir a dar un paseo. Igual encontraba la solución o me despejaba. Cualquiera era una opción. Me vestí algo cómoda con unos jeans azules, playera sin mangas azul cielo, una cola de caballo y lentes de sol para completar el atuendo. Fui al distrito número 10 por un helado de bola doble sabor vainilla. Me senté en una banca de la plaza y observé el panorama. Me sentí tranquila por ese momento. Decidí volver a casa y comer algo.

Llegué a casa. Volví a ver la contestadora. Había un mensaje, le puse play con ansiedad:

"Hola … cariño discúlpame. Creo que fue un arranque de celos y enojo por ambos. Ojalá puedas llamar a casa. Espero tu llamada. Besos. Te amo."

Una sonrisa de triunfo se dibujo en mi rostro, pero ¿era triunfo? No, creo que era de satisfacción porque seguro iba a ofrecerme una disculpa. Algo emocionada, fui a la cocina a calentarme algo de comer, comí a prisa e inmediatamente después subí a mi cuarto a cambiarme y ponerme más "linda". Antes de salir decidí llamarlo.

¿Hola?- se escuchó una voz masculina al otro lado del móvil

Hola ¿dónde te puedo ver? Quiero arreglar las cosas contigo – soné algo desesperada por verlo y es que quería arreglar las cosas

¿Ahora? Estoy algo ocupado – su voz sonaba nerviosa y se escuchaba un bullicio del otro lado – ¿te parece mejor si nos vemos en la noche? Por favor, te llamo más tarde

De acuerdo – dije con desgano – entonces ¿dónde y a qué hora te veo?

Nos vemos en mi apartamento a las 8 ¿de acuerdo, cariño?

Sí… - mencioné como un soplo – adiós

Adiós.

Fui a su departamento a la hora acordada; por supuesto que me arreglé algo provocativa pero conservadora. No me gustaba escandalizar. Llegué, me saludó muy efusivo – cosa rara en él -, y empezamos a cenar tranquilamente, reíamos de situaciones del pasado, hasta que ese ambiente se rompió con el maldito pitido de su celular. Él hizo una mueca de molestia y yo de celos por lo que decidí ir al baño antes de que lo notara:

Voy al tocador, tú atiende tu llamada – dije controlando el sentimiento, pero no fui al baño. Me escondí para escuchar su conversación

Hola… cuántas veces te he dicho que no quiero que me llames… - regañó – te lo dije, ella iba a estar conmigo esta noche… no, no, hasta mañana… sí te lo expliqué… claro, también te extraño… sí, lo sé… te veo mañana… yo también. Muchos besos. Adiós. – y colgó el celular. Apreté mis manos con tal fuerza que me lastimé las palmas hasta sacarme sangre y fui a limpiarme las manos antes de que se diera cuenta. Me lavé y volví a la mesa. Fingimos que nada pasaba. Él, por su parte, fingía no engañarme. Yo, fingía ser feliz con él y que no pasaba nada. ¡Qué par de idiotas!

La cena pasó, relativamente, tranquila, amena pese a fingir toda la noche la incomodidad cómoda en la que habitábamos. Le dije que me tenía que ir a terminar unos reportajes para algunas clases que tenía pendientes y me excusé en "no quiero presionarme a la mera hora". La verdad lo amaba, pero la duda me quemaba el corazón y el estomago de sólo saber que me ponía los cuernos. Y la duda hacía que me doliera estar con él, por eso me fui.

En la noche, cuando llegué a casa me puse a llorar como loca y escribí, lo que hace mucho no hacía. Retomar la escritura hizo que mis ideas se ordenaran, acabé con los ojos hechos unas bolas de golf pero de algo me sirvió. Purifiqué mi alma. Me hacía falta. También llegué a una conclusión…

Al día siguiente, fui a buscarlo, como era la costumbre, lo esperé en la acera frente a la universidad. Venía una mujer tomada del brazo de él, ambos se veían felices. Complacidos. No aguanté más, los celos, el coraje y la ira tenían que salir y fui a encararlos, pensando que esa mujer era la zorra que me lo estaba quitando.

Ah, así que ella es quién te llamó ayer – grité furiosa

¿qué? – la joven de cabello aguamarina se asombró de mis palabras y el enojo con el que me dirigía a ellos

Contéstame niñita ¿eres tú quién le llamó a mi Darien? – me acercaba muchísimo a ella para hacerla hablar hasta que él me paró y se interpuso entre las dos

¡Cálmate, con un demonio! – me tomó de los brazos - ¡¿qué jodidos te pasa?! Estás haciendo un escándalo

¿Qué me pasa? – respondí con ironía - ¡¿Qué me pasa?! Pues que no soy una estúpida querido, ella es con quien me pones el cuerno – dije señalándola y mirándola por encima del hombro – ¡respóndeme!

¡Ya cálmate carajo! Discúlpame – hizo una reverencia a la joven y me tomó fuertemente del brazo sacándome de ahí. En un lugar apartado. Empezamos una discusión muy acalorada.

¡Qué fue eso! No te puedes aparecer así como si nada e insultar a la gente. No eres así ¿qué te pasa? – me gritó enojadísimo

Pues que ya sé que me engañas y no te quiero perder – confesé con lágrimas resbalando por mis pálidas mejillas – quiero que me hables con la maldita verdad. Esa mujer fue tu novia… también lo sé – seguía llorando por la conjunción de coraje, celos y dolor – ¡dime! ¡Confiésalo! Dime que ya no me amas… que he sido una estúpida y que no has vuelto con esa zorra… - un zangoloteo me hizo callar

¡cállate, tonta! Sí, ella fue mi novia y mantengo una relación de amistad con ella, nada más. ¿de dónde sacas eso de que te engaño? – lanzó con cierta furia-.

Elige Darien ¿a quién prefieres: a ella o a mí? – cuestioné sin pensar llena de rabia

A ella… - soltó él. En ese momento mi corazón se estrujó y sentí que se hizo chiquito, chiquito-.

¿por qué? – fue lo único que me salió de los labios con un dolor increíble.

Porque ella siempre ha estado conmigo y sé que el día que termine contigo, ella estará ahí y porque ella es mi amiga y la quiero… - me lo dijo tan seguro que sentí que algo muy dentro de mí se había roto pero no sabía qué.

Está bien, Darien… una disculpa, nos vemos – di media vuelta zafándome de los brazos de Darien, me marché llorosa y llena de rabia. Lo peor es que no me dijo e hizo nada para detenerme.

Tomé el autobús desconsolada pero conteniendo las lágrimas, iba pensando en lo mal que me porté con él, la escena estúpida de celos "me precipité" me repetía. Bajé del camión y me dirigí a casa deprimida, sólo veía sombras pasar a mi lado, ruido distorsionado era lo único que podía percibir; mi tristeza no me dejaba ver más allá.

Caminé como un zombie a mi casa y entré. Me quité los zapatos, boté las llaves sobre la mesa, me tiré en el sofá y me puse a llorar amargamente, con muchísimo dolor. "Cómo pudo decirme eso, cómo la pudo preferir a ella ¡cómo!" No me lo podía creer, preferir a su ex que a mí. Eso me ponía a pensar que él realmente me engañaba. Me quedé dormida en el sofá y desperté algo tarde debido al dolor de cuello que me gané por la mala postura y tomé una torturante decisión.

Me dispuse a ser consciente con él y hablarle de la mejor manera posible, arreglar las cosas. Dejar caer mi orgullo, es lo más difícil que haría todo para salvar esa relación, porque yo lo amaba. Quería luchar por él y por el amor que le tenía desde hace 4 años. En ese tiempo jamás me había puesto tan colérica con él, al menos no al grado de hacerle una escena de celos en plena calle. ¡Qué mal estaba! Decidida, dejé caer mi orgullo. Mañana iría a verlo a su departamento y hablaría con él.

Tomada mi decisión me fui a dormir. Ya era algo tarde y el día siguiente sería algo estresante y complicado para mí: entre la universidad y los problemas amorosos transcurriría el día. Ahora lo que debía hacer era conciliar el sueño, caer en los brazos de Morfeo por mi propio bien porque quería despertar fresca y con las ideas claras para todo lo que iba a realizar. Subí a mi habitación, me puse el ridículo pijama rosa de conejos, me desmaquillé y distendí mi cama dispuesta a dormir. Me acurruqué.

Después de muchas vueltas en la cama tratando de encontrar tanto la posición correcta y el sueño, opté por mirar el techo y a los pocos minutos el sueño se hizo presente. En la madrugada me desperté porque tuve una pesadilla, una premonición: veía como corría sangre por las escaleras del apartamento de Darien, sólo que resultaba confuso no recordaba más. Me dirigí a la cocina por un vaso de agua y después a mojarme el rostro para relajarme y poder atrapar de nuevo el sueño. A la media hora, algo temerosa de que se repitiera la pesadilla, volví a mi antigua tarea y me dormí hasta el amanecer.

Desperté con un extraño sentimiento "¿así se sentían los que dejaban caer su orgullo?" me preguntaba de manera graciosa. Tomé un baño antes de salir, a veces extrañaba vivir con mamá porque en lo que me bañaba ella preparaba mi desayuno, cosa prácticamente imposible ahora porque vivía sola; me relajé un poco con el baño, lo disfruté. Pensé mis tareas del día, mi discurso a Darien, la beca para irme a Rusia, regresar a casa, arreglarme para ir a ver a aquél a su departamento y, por último, llorar si me despreciaba o disfrutar si nos reconciliábamos.

Tomé las clases correspondientes, pasé a mi seminario de tesis la Doctora en periodismo cultural fue comprensiva con mis problemas, era muy buena persona y percibía cuando alguno de sus alumnos estaba mal, me permitió dejar mi esquema de tesis, el avance e irme. Fui a caminar un rato antes de regresar a casa, de nuevo pensé bien las cosas, mis ideas para aclarar las cosas con él y tomé el autobús de regreso a casa.

Caminé algunas cuadras antes de llegar a mi casa, iba con paso rápido. Tenía una ansiedad terrible. En cuanto llegué me quité los zapatos y subí a mi habitación para cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo, quizá, acorde a lo que iba a pasar… "la ruptura" sólo eso pensaba. Opté por un pantalón de mezclilla negro y una blusa rosa de cuello redondo con holanes ligeros y el cabello suelto. Miré el reloj, supuse que él ya debería haber llegado. Salí de casa nerviosa y con las manos sudorosas como reflejo de mi estado, me fui caminando a su departamento para hacer tiempo. A la media hora ya había llegado. Subí al ascensor hacia el piso 7. Me troné incontable número de veces los dedos de las manos, iba nerviosísima; salí del elevador y me encaminé a la puerta del número 304 y toqué el timbre, fue una espera eterna…

Hola… - un sorprendido hombre se hizo presente en el marco de la puerta - ¿qué haces aquí?

Hola Darien. Vine a hablar contigo – respondí sinceramente.

Pasa, por favor – abrió más la puerta para que entrara – podemos hablar mejor aquí adentro. ¿Algo de beber?

Sí. Agua, por favor – dije mientras jugaba con mis manos en mis piernas

Ahora sí, dime qué es lo que quieres decirme – lanzó rápidamente el joven llevándome el vaso de agua

Vine… a ofrecerte una disculpa. Ayer me puse muy mal, me encelé al verte con tu ex novia – confesé apenada

Olvídalo, por favor… - respondió con dolor – ya no tiene caso…

Claro que tiene caso – lo interrumpí – yo te amo, Darien. Te amo muchísimo, no quiero perderte por un arranque estúpido, por favor – roge – quiero de nuevo estar bien contigo. No sabes lo mal que me sentí ayer. Es que ya no me cuentas nada de tu vida, me siento tan mal al estar marginada de tu vida, tus proyectos, DE TI – comencé a llorar –. Me has apartado tanto, me siento un estorbo en tu vida, siento que ya estás cansado de mí, de "la estúpida idea de irme a estudiar fuera de Japón" como tú llamas y la pasión con la que ayudo a otros. Parece que los planes que hicimos ya no te interesan, me has dejado tan relegada de tu vida – reclamé con llanto amargo – siempre me haces a un lado… y yo te amo, te amo tanto… me siento abandonada… he dejado caer mi orgullo para hablar contigo, contigo Darien Chiba el hombre que me ha alejado de su vida y se ha vuelto un hielo conmigo y con mi amor… - lloraba sin cesar

Hermosa – corrió a abrazarme – perdóname, jamás pensé que te sintieras así. Yo también te amo… perdóname por favor. Las cosas mejorarán lo juro. Lo de ayer olvidémoslo. Será un nuevo comienzo y dejaré mis tontas inseguridades para que "podamos" ser felices – expresó Darien con un tono extraño

¿De verdad? – extrañada de la respuesta y Darien asintió con la cabeza y una sonrisa en el rostro – Cariño, te amo – nos besamos con pasión como hacía tiempo no lo hacíamos.

Terminamos en su cama, bajo las sábanas azules, sudorosos, gimiendo y el sonido del choque de cuerpos inundaban la habitación. Dormimos un rato después de lo ocurrido y me tuve que ir al anochecer a mi casa porque tenía pendientes. Además, él tenía mucho trabajo pero, al menos, ya se había desestresado. Me vestí y nos despedimos con caricias subidas de tono que ya sabía a dónde iban a acabar si no nos deteníamos así que me aparté y me fui a casa.

Apenas llegué a casa y sonreí tras cerrar la puerta. Feliz me quité los zapatos y subí a mi habitación, prendí la computadora y corrí a contarle a Mako-chan lo ocurrido por lo cual me felicito y dijo que al día siguiente quería los detalles; yo con gusto acepté. Seguía platicando de cosas triviales con ella por el chat mientras hacía mis trabajos pendientes. Terminé rápido pues quería dormir pronto, estaba algo cansada. Antes de ir a la cama se me ocurrió llamarle a Darien y desearle buenas noches.

Hola Setsuna – se escuchó la voz de Darien, yo me quedé helada por el nombre – qué bueno que llamas, mañana te quiero ver… tenemos que terminar por un tiempo… ¿Setsuna? ¿¡Setsuna!? – se oía desesperación en su voz, yo sólo colgué el teléfono muy dolida ante tal confesión…

Notas de la autora:

Hola chicos. Disculpen la tardanza, pero la universidad me abruma para escribir porque ahí también me dedico a escribir (je je).

En fin, este es un escrito muy especial para mí porque exploto la temática de la que me gusta hablar: sangre, muerte, poco amor y en general, lo humano del ser humano.

Agradezco lo hayan leído y también que me dejen review. El siguiente capítulo lo subiré dentro de 15 días o eso ya dependerá de los reviews jajaja.

Sin más me despido. Gracias. Y…

Sientan la sangre…