Las confusiones son malas, igual qué los limones por Angie Friki Black

Disclaimer: El universo de Harry Potter no me pertenece sino a J.K Rowling.


Harry Potter llevaba entre sus manos un pequeño vaso de cristal, lleno hasta el tope de una sustancia líquida, pegajosa y ácida.

—Aquí tienes tu limonada, Draco.

Draco Malfoy lo miró alzando una ceja. Tomó el vaso sorbiendo su contenido. Arrugó el entrecejo para luego formar una mueca y chasquear su lengua.

—Esto no es limonada, Potter. ¡Esta cosa es jugo de lima! ¡Lima!

Harry ladeó la cabeza.

— ¿Qué no son lo mismo? —meditó un momento—. Creo que son estupideces tuyas.

Draco lo fulminó con la mirada.

— ¡Por supuesto qué no son lo mismo! —vio cómo Harry roló los ojos—. De acuerdo. Yo y mis estupideces nos vamos. Veremos a quién te follas esta noche.

Acto seguido se levantó, fue hacia la puerta y la azotó con todas sus fuerzas.

Harry Potter aprendió dos valiosas lecciones ése día.

La primera: Nunca hagas enojar a un Malfoy, o te puede ir mal, muy mal.

Y la segunda: Si la vida te da limones, nunca los confundas con limas.