Reto de Cumpleaños Seiya

Capítulo 1

Resumen: Seiya regresa poco después de que se fueron y busca a las chicas porque ya que estaban en su planeta fueron atacados y ahora sus hermanos y su princesa están prisioneros (SxM)

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi. Yo escribo sobre ellos por simple entretención

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Despertó, otra vez agitada, con ese dulce y a la vez aterrador sonido en sus oídos, martillando sus tímpanos sin piedad, estremeciendo las paredes de su cabeza en una canción que no tenía final.

Se levantó, sudorosa y con el pijama pegado a la piel, miró por la ventana los rayos tenues que empezaban a hacerse notar, avisando que la mañana se acercaba por el horizonte. Se cambió de ropa y se encerró en el gimnasio, estuvo un rato paseándose por las maquinas pero pronto las paredes se hicieron demasiado estrechas y escapó al exterior. Correr y recorrer las calles aún en construcción eran el remedio perfecto para escapar de las constantes e innumerables pesadillas que se apoderaban de su mente noche tras noche, haciéndole perder la cabeza y sólo dejándole respirar cuando se ocupaba en otras cosas. Y eso hacía, día a día.

La reconstrucción de su planeta, Kinmoku, era exitosa. Las calles volvían a tomar la prosperidad que algún día tuvieron y las personas poco a poco empezaban a construir una nueva historia. Gracias a ellas. Y por eso no quería molestar a sus hermanas con semejantes tonterías, seguro Healer se burlaría de lo tonta que era y Maker la regañaría por no estar cien por ciento atenta a sus labores.

En su recorrido miraba todo el fruto de semanas, de meses de duro trabajo y se le inflaba el corazón de orgullo. A esa hora en particular había un espectáculo de calma que jamás llegó a creer que vería otra vez. Después de todo, Sailor Galaxia les arrebató todo y a todos.

Sacudió su cabeza haciendo menear su cabellera oscura y brillante y siguió adelante evaporando esos pensamientos negativos. Justo cuando llegaba de vuelta a su hogar vio luces encendidas en el interior.

— Seguro Maker despertó temprano — sonrió para sí.

Entró cautelosamente y llegó a la cocina. Abrió el refrigerador y saco una botella de leche para beber.

— ¿Cuándo aprenderás a usar un vaso? — no se dio cuenta que la castaña estaba ocupada en la cocina. Seguro elaborando un nutritivo desayuno para la jornada.

— Lo…si…en…to —la abrupta interrupción hizo que derramara un poco de líquido por el costado de su boca la que apresuro a limpiar con la manga — Me sorprendiste, Maker.

— Lo imagino — la observó, pensativa — ¿Hace cuánto te pasa? — siguió cocinando algo mientras le hablaba.

— ¿Qué cosa?

— Que te despiertes de madrugada — respondió Healer por su hermana, refunfuñando desde la puerta mientras entraba a la habitación.

— Yo, no…

— El gimnasio está junto a mi cuarto — la interrumpió mientras se sentaba en la mesa de la cocina.

Fighter sólo pudo sonrojarse y se sentó al lado de la platina que siguió diciendo que llevaba semanas despertando a las tantas de la madrugada con el sonido de las maquinas. La morena no sabía que decir ni cómo responder a eso. Se quedó en silencio un rato, escuchando cómo Healer cambiaba de conversación repentinamente y se dedicaba a decir lo bien que iría quedando la reconstrucción del castillo real. En donde por supuesto vivirían ellas después.

Un plato se deslizo frente a sus ojos zafiro

— Hot cakes…

— Creí que te sentaría bien algo fuera de lo común — le sonrió comprensiva la de reluciente cabellera castaña.

— Más bien quieres consentirla con algo de "otro planeta" — exclamó la ojiverde con una sonrisa triunfal al ver cómo el rostro de su líder se deformaba. Fighter se limitó a tomar un trozo de su plato con el tenedor y comerlo en silencio.

Healer comió rápido y luego de decir que le había vuelto el sueño se retiró a su habitación. Dejando claro que no quería más interrupciones durante el resto de la mañana. La aludida sólo asintió. Sabía que, aun que le dijera esas cosas, también la entendía.

— Tsukino-san aun te da vueltas en la cabeza ¿verdad? — la mirada amatista la vio atragantarse con su comida y le deslizo un vaso para la leche.

— Ya se me pasará — frunció el ceño pero habló como si no le diera importancia y bebió un poco del líquido — Soy tan idiota que seguro se me olvida cuando vaya a los trabajos…

— No fue sólo hoy, ni ayer — su compañera le hablaba con preocupación— Healer dice que llevas…

— Todos los días… — se le escapó súbitamente con un tono más grave de lo habitual y Maker la miro, asombrada— Desde que llegamos, me pasa. Cada maldita noche — el tenedor tenía una encarnizada lucha con los hot cakes que quedaban en el plato — Veo sus ojos, huelo su perfume, escucho su voz. Esa voz que me atormenta — sus palabras se quebraron al salir de sus labios. Se levantó rápidamente.

— Figther…

— No te preocupes, encontraré el modo de hacer que se detenga — le daba la espalda — Prometo no molestar más con el asunto — se volteó para guiñarle un ojo y con una sonrisa salió de la habitación — ¡Iré a tomar una ducha!

Maker la vio salir y se dijo lo mismo: había que hacer que se detuviera…

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Resoplaba con cada ladrillo que colocaba, veía poco a poco tomar forma a lo que sería pronto su hogar junto a la princesa Kakyuu. Deseaba ser la mitad de feliz de lo que tenía que ser, anhelaba que su corazón le diera un poco de tregua y la dejara disfrutar de esto que les había costado sangre y lágrimas.

— Pero la vida no es tan fácil ¿verdad? — se decía a sí misma, burlándose de su idiotez. Riendo de que lo imposible se haya hecho realidad y que el tonto de Seiya siguiera viviendo dentro de ella como un virus que no la dejaba respirar en paz. Era como esas pesadillas que no la dejaban en paz por la noche y que la asechaba durante el día.

Sonrió y continúo con su labor.

— Oye, trabajólica — la llamo Maker — Ten, toma esto — le lanzó una botella que ágilmente atrapo entre sus manos.

— Gracias, ya tenía mucha sed — bebió del líquido hasta que vació la mitad del recipiente. Cuando se detuvo a saborear la bebida encontró un sabor extraño.

— Es una preparación de hierbas especial. Te dará más fuerza y al final del día te ayudara a dormir tranquila — el énfasis que puso en la última palabra le hizo sentir una ligera culpa pero sólo sonrió en agradecimiento. Seguro ella estaba preocupada y le hizo un brebaje especial para que se relajara por las noches, sin duda la castaña era una persona muy noble.

— Siento mucho causarte inconvenientes — volvió a beber un poco.

— Bueno ¿y para qué otra cosa están ustedes dos? — la castaña se burló un poco.

— ¡Oye! — tras un par de risas volvieron a sus quehaceres.

La ducha antes de dormir fue relajante, no podía creer que la bebida realmente la había ayudado a despejar la mente.

— Debí hablar antes con ella — sonreía. En todo el resto del día, el espectro que siempre la acompañaba desde su regreso de la Tierra había estado ausente. Y eso era tranquilizador.

Se metió alegremente a su cama con la convicción de que esta noche podría dormir plácidamente.

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Despertó como si hubiera dormido horas celestiales, se desperezó deliciosamente y pudo jurar que Healer cantaba en la cocina.

¡Qué bello día!

Hoy sería una jornada distinta y hermosa. No es que no quisiera recordarla – a ella- , pero le dolía tanto que olvidarla sería lo mejor. Para todos.

Se removió en la cama y se sentó. Un minuto… ¿Qué era eso que sentía? Entre las piernas…

Lentamente se tanteó el pecho: plano. Los hombros: gruesos.

— Esto es… imposible — la voz más ronca. Se levantó rápidamente y se metió al baño. El espejo le mostró lo que pensó que era una broma — ¿Seiya? — se dijo como si esperara respuesta de su reflejo y esbozó, inconscientemente, una sonrisa contestándose solo. Se miró una y otra vez, tratando de encontrar una explicación coherente. Corrió a la cocina, seguro si Healer estaba igual, el problema sería ella…él.

A medida que se acercaba la melodiosa voz dejó de sonar como la conocida de la platina. No, era alguien más. Y al entrar a la cocina…

— ¿¡Usagi!? — incrédulo ante lo que pasaba vio a la rubia aparición agitar su cabello y voltearse mostrándole una tierna sonrisa.

— In-co-rrec-to… — Mina le respondió cantarinamente — Buenos días, dormilón — recitó mientras acomodaba algunas cosas en la mesa. Camino con gracia hasta quedar frente al muchacho que atónito, había perdido la capacidad de moverse — Por cierto, te ves bastante atractivo cuando duermes — Le sonrió y como si fuera lo más natural del mundo lo rodeó en un abrazo que a Seiya le pareció más fraternal de lo normal.

— Minako… — su voz sonó lastimera.

— ¿Decepcionado? — le guiñó un ojo, invitándolo a sentarse y el chico hizo lo propio acomodándose en la mesa. La joven le sirvió el desayuno con pausa — No te preocupes, a mí también me engañaron — se sentó a su lado, hasta podía sentir su perfume — Me dijeron que me esperaba una vida llena de amor y aventuras. En cambio, estoy destinada a estar sola mientras cuido un castillo y a una niña — lo miró y le sonrió — Suena emocionante ¿verdad?

— No sé si comprendo, Minako-chan

— No importa. Come, lo necesitarás.

— No lo necesito. Esto es un sueño — sonrió con ironía y bebió del vaso. Sabía bastante bien.

Al fin su subconsciente había sucumbido a su cansancio y le había regalado una ilusión que no se esperaba para nada.

— Vaya, entonces supongo que puedes hacer cualquier cosa dentro de un sueño ¿verdad? — Mina lo miraba con curiosidad y esbozó una traviesa sonrisa — Vamos, trata de que aparezca otra persona — se levantó y con un pequeño saltito se detuvo frente a él.

Seiya, le sonrió mientras volteaba en su silla. Seguiría el juego, después de todo en un sueño puedes hacer lo que quieras. Cerró los ojos y pensó en quien quería ver. Los abrió rápidamente pero Mina aún seguía ahí.

— Trata con más fuerza, guapo — ella se acercó a él y su actitud empezaba a extrañarlo un poco.

— No creo que resulte — se estaba dando por vencido con eso

— No será… ¿Que no quieres que me vaya? — llegó a rodearlo por el cuello con sus brazos y apoyó una rodilla sobre una de sus piernas.

— ¿De… qué hablas? — puso sus manos en la cintura de la chica tratando de apartarla pero en cambio ella se sentó sobre sus piernas de frente a él y se apegó a su cuerpo.

Hasta ahora el joven se fijó en lo ligera que era la ropa que la rubia traía puesta. La blusa que dejaba ver un escote pronunciado y los pantaloncillos cortos no dejaban dudas de lo bien formadas que estaban sus piernas.

— Trato de ayudarte, tontito ¿No es lo que querías? — su voz sonaba seductora y retumbó en los oídos del chico — Voy a hacerte tener sueños de nuevo, en vez de pesadillas… — encontró sus labios con los de él, lo besó con una pasión que hubiera querido sentir fuera de una ilusión. El interior de su boca danzaba a un ritmo que a Seiya le pareció sobrenatural y bastó sentir un cosquilleo en la comisura de sus labios para entender que esto iba en serio.

— Mi…Mina-chan… detente — le pidió en vano cuando pudo apartarla un momento. Ella, en cambio, hizo un hábil movimiento con los hombros y estos quedaron despejados de la blusa, dejando ver su ropa interior. Las mejillas del muchacho hervían y entre la confusión que le causaba estar en un sueño o la repentina aparición de esa chica tan fogosa, no atinaba a más que tratar de quitársela de encima. Cosa que no le resultaba del todo. La rubia vio su expresión de sorpresa y se detuvo.

— ¿Cuál es el problema? — mordió su labio inferior, mientras esperaba alguna respuesta.

— Es suficiente… tu ni siquiera estás aquí

— ¡Ah!… entonces sí te gustaría que estuviera aquí — sonrió traviesamente y deposito otro pequeño beso en sus labios antes de volver a su puesto y seguir comiendo.

— Mina-chan ¿cómo llegaste hasta aquí? — la experiencia había sido motivadora pero necesitaba despertar. Estaba claro que ella no era la verdadera Mina, empezando porque era imposible que ella llegara de la nada a Kinmoku y el hecho de que nadie hubiera entrado a la cocina en ese rato demostraba que la ilusión era falsa.

— ¿De qué hablas? Fuiste tú el que llegó aquí — ella lo miró con ojos de preocupación, su expresión cambió totalmente y él se detuvo a ver el cuarto. Ya no estaban en la cocina, era una habitación desconocida.

— Pero… ¿cómo…? — se envolvió en una nebulosa y todo a su alrededor desapareció.

Seiya… — escuchó que lo llamaron nuevamente, no era la voz de siempre. Dejó de sonar como ella y cuando se dio cuenta estaba sujetando una mano. Más bien la suya era sostenida por alguien.

— ¡Despierta, maldición! — sintió algo en su rostro. Se quitó la almohada de la cara y se sentó en la cama. Vio a Healer de pie en la puerta de su habitación con cara de fastidio — Roncas muy fuerte para ser tan tarde.

— ¿Qué? — ¡su voz, era la de antes! Se tanteó los hombros y eran delgados otra vez. Se tocó el pecho y ahí estaban. Cruzó las piernas y tampoco sintió nada — Soy yo — exclamó alegremente y suspiró.

— ¿Qué diablos te ocurre? Claro que eres tú… Argh… ¡No te levantes el pijama!— la platina le lanzó otra almohada y se fue maldiciendo, llamando a Maker para que golpeara a la morena loca.

Ese día la líder de las Starlights se levantó con un ánimo renovado, sería un día maravilloso. No había voces martillando su cabeza ni imágenes dolorosas tapándole la visión. Parece que la infusión había funcionado. A un precio alto pero había resultado. No se sentía capturada de ninguna manera algún tormentoso recuerdo. Vio a la castaña servir el desayuno de ese día y corrió a abrazarla.

— ¿Qué…? — Maker se vio apresada entre los brazos de su compañera sin tener idea de lo que ocurría.

— Gracias — susurró alegre la joven de azules ojos — La poción funcionó bien.

Maker la miró dubitativa.

— Sólo era una infusión de hierbas. Te lo dije ¿Qué te pasó?

— Nada, pero después de anoche tengo otras cosas más en qué pensar.

— Por lo menos no hubo murmullos en el gimnasio a la mitad de la noche — Healer entraba a la cocina tras ella.

Desayunaron entre risas, como hace mucho no lo hacían. Y las tres agradecieron aquello.

Entre los trabajos de ese día, hubo más concentración de parte de Sailor Fighter, quien parecía estar bastante tranquila en comparación de otras jornadas.

— Lo siento, Mina-chan… — los recuerdos de la rubia no serían los mismos de ahora en adelante —… pero gracias — le dijo al viento esa tarde.

Mina estaba concentrada en su examen cuando un inesperado estornudo vino por ella. No lo pensó mucho y siguió completando su hoja. Si pasaba bien podría eximirse de los adicionales y asistir al curso de actuación de verano que tanto había esperado.

Kakyuu pasaba su tiempo entre contadores de avances en la construcción y escuchar las peticiones de su nuevo reino día a día. Era un trabajo agotador pero lo hacía muy contenta.

— Aquí está el avance del primer nivel del castillo, Hime-sama — Sailor Maker deslizó unos planos y otros documentos en su escritorio. También le trajo el almuerzo y la pelirroja la miró con agradecimiento. Las comidas no eran lo prioritario para ella pero sus Sailor sí se preocupaban por eso.

— Muchas gracias, Maker. No sé qué haría sin ustedes — tomó un pequeño bocado y siguió con su lectura — ¿Cómo sigue Fighter?

La castaña se detuvo en su andar y se volvió a su soberana

— Está arreglado, ya sabe que ella es muy susceptible a las técnicas psicológicas. No sé realmente cómo internalizó la pequeña cantidad de droga para los sueños que puse en su bebida pero hoy despertó renovada — el optimismo se escuchaba en la voz de la castaña.

La princesa lo pensó un momento y siguió con sus deberes, con un poco más de tranquilidad.

Aunque esa serenidad se vería truncada antes de que ese día acabara…

— ¡Sailor Fighter-san! — llego al atardecer gritando desesperada una de las doncellas de la princesa al lugar donde estaba la morena — ¡Es la princesa!

— ¿Qué? ¡Dime, rápido! ¿Qué pasó?

— ¡Es terrible, ha sido secuestrada!

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