N/A: Hola a todos! Aquí traigo una nueva historia. No va a ser larga 6-10 capítulos... No dejo advertencias, supongo que todos sabéis como escribo... ¡Dejar comentarios si os interesa para seguir escribiéndola!
EL REY DE MI CORAZÓN
PRÓLOGO
Erase una vez, en un reino muy lejano, un hermoso príncipe llamado Sebastian que tenía muy preocupados a sus padres. Los reyes no estaban muy de acuerdo con la vida que había elegido. Cuando tenía trece años, el joven les confesó que era gay. Eso no supuso ningún problema para ellos, simplemente se pusieron a trabajar para que su hijo pudiera casarse con alguien que amara sin nada que temer. Lo primero fue cambiar la ley de matrimonio para aceptar bodas homosexuales y la ley de sucesión de manera que el príncipe pudiera tener un heredero aunque no sea suyo y de su esposo, ya que hasta entonces se establecía que debía ser hijo de los dos reyes. Eso se había redactado así para evitar que hijos bastardos reclamaran el trono por lo que a la nueva ley se añadió que debían ser reconocidos como hijos y herederos legítimos por los dos reyes. El plan era que Sebastian dejara embarazada a una mujer y luego ella entregara el bebé para que el príncipe y su marido lo aceptaran como hijo y heredero.
Tuvieron que luchar mucho ya que muchas voces pedían que la hermana de Sebastian, Marley, fuera la nueva heredera del título debido a la homosexualidad del mayor. Algo extraño para el reino porque siempre heredaba el título un hombre. Nunca había habido una princesa heredera y todas las reinas lo habían sido porque se habían casado con el príncipe heredero.
Lo que realmente preocupaba a los reyes era que su hijo parecía disfrutar cada noche de la compañía de un hombre distinto. No importaba si era noble, campesino, criado o comerciante, todos acababan enredados en las sábanas de los aposentos del futuro monarca.
Eso impedía que encontrara a una persona que lo acompañara en el futuro en su labor de gobernar el país. Ningún joven se casaría con el príncipe porque nadie estaría dispuesto a compartir su marido con cualquiera, al menos si lo amaba. Y ellos querían que su hijo amase a alguien especial y que su amor fuera correspondido.
Por ese motivo, el matrimonio se encontraba en la puerta de una casa en el bosque que rodeaba la ciudad. El Rey golpeó la madera para que les abrieran. Se escucharon ruidos en el interior, como si alguien moviera una silla y poco después la puerta se movió.
Una mujer mayor, de aspecto desaliñado, con una berruga en la puntiaguda nariz y muchas arrugas en la cara se encontraba al otro lado. Se apoyaba en un bastón, con su espalda curvada y tenía cierta dificultad para caminar. Llevaba una falda negra que llegaba hasta los pies, una blusa gris de manga larga y un delantal blanco lleno de manchas rojas, negras y amarillas. Su pelo blanco estaba recogido en un moño algo despeinado. Su aspecto contrastaba con la de los reyes, vestidos elegantemente con colores vivos y perfectamente arreglados.
– Les estaba esperando. – La mujer sonrió e hizo un gesto para que pasaran. Los monarcas entraron algo nerviosos y ocuparon los sitios que ya estaban esperando por ellos.
– ¿Sabe por qué estamos aquí? – El Rey preguntó.
– Sí. El motivo de su visita es el príncipe Sebastian. Quieren que les ayude a que encuentre el amor para que tenga una vida más hogareña, por así decirlo. – La bruja estaba sentada frente a ellos al otro lado de la mesa en la que había cartas del Tarot, una bola de cristal, un diente de ajo, varios amuletos, piedras de colores, velas y hierbas secas.
– ¿Puede ayudarnos? – La reina preguntó esperanzada.
– Puedo hacerlo pero deben tener en cuenta que toda magia tiene sus consecuencias y sus sacrificios. Hay un hechizo que puede funcionar, pero puede que no le agraden las consecuencias. Si hago ese hechizo, el príncipe se enamorará del primer hombre con quien tenga sexo, independientemente de si esa relación es consentida o no, si es un hombre o una mujer, si es noble o una prostituta... Además, fruto de ese amor surgirá un embarazo...
– Imposible, mi hijo es gay y no puede dejar a un hombre embarazado. – El hombre aclaró convencido.
– Muy pocas cosas existen que la magia no pueda conseguir. Salvo burlar a la muerte, casi todo es posible. – La bruja explicó.
– Aceptamos las condiciones. – La reina afirmó antes de que su marido expusiera más preocupaciones.
La anciana asintió y comenzó a preparar una poción en su caldero. Sus majestades esperaban sentados, mirando cada movimiento de la anfitriona.
– Tenéis que darle esta poción. Una sola gota será suficiente para que tenga efecto. El primer chico con el que tenga sexo tras beber esta poción, será el chico del que se enamore perdidamente. No habrá vuelta atrás, no habrá manera de cambiarlo.
Cuando el matrimonio salió de la casa de la bruja, el rey miró a su esposa. Estaba realmente preocupado por Sebastian, pero no sabía que le preocupaba más, si no bebía la poción y seguía viviendo como hasta ahora o si la bebía.
– ¿Estás segura de ésto? – Él preguntó.
– Sí. – La reina no lo dudó.
– Me da miedo que acabe enredado con alguien inapropiado. ¿Y si acaba enamorado de uno de los prostitutos o campesinos con los que se acuesta? Además, ninguno de los chicos que se acuesta con él, aunque sea noble, tiene intenciones honestas. Todos buscan un beneficio, no hay amor ahí. – El marido explicó sus dudas.
– De eso me encargo yo.
Si algo había aprendido el rey durante esos años, era confiar en la mujer que estaba a su lado. Por eso no dijo nada más mientras emprendían su camino de vuelta a palacio.
