WHERE DID OUR LOVE GO?

N/A: Antes que nada me gustaría aclarar unas cuantas cosas.

1. Esta historia es un fanfic (de Hetalia, por supuesto) pero está inspirado en la temática de "Cold Case" ("Caso Abierto" en España, "Caso Cerrado" en Latinoamérica), serie de tv basada en Lily Rush, detective del departamento de homicidios de la policía de Filadelfia. Pero los casos que resuelve tienen una peculiaridad, pues son 'casos abiertos', es decir, homicidios del pasado que en su día no se llegaron nunca a resolver. (A lo mejor no era necesaria está explicación porque creo que el fic lo aclara bien pero por si acaso. Y claro, la serie recomendadísima porque es de estas que te hacen llorar con cada historia y capítulo... Por no hablar de su gran banda sonora).

2. El nombre del fic no es al azar ya que hace referencia a la canción de Diana Ross and The Supremes, "Where did our love go?" (1964).

3. Advertencias: AU humano. La trama se desarrolla en el presente pero también incluirá muchos flashbacks porque el caso que intentaran resolver será de los 60s.

4. Al tener partes inspiradas en los años 60 puede (es probable) que cometa algún que otro fallo o incongruencia histórica así que pido perdón por adelantado (?).

Enjoy!

CAPÍTULO UNO

Alfred miraba aburrido la pintura blanca del techo. Si había algo que odiaba más que la palabra "dieta", era el tener que quedarse hasta tarde haciendo papeleo. Él era más de hacer el trabajo a pie de calle, persiguiendo a ladrones o deteniendo a algún que otro traficante aunque también le fascinaban eran los misterios; entrelazar las piezas como en un rompecabezas que cuanto más complejo y enrevesado, mejor. Pero ahí estaba, en su despacho, con una lamparita de mierda y luchando por no dormirse.

Una hora más tarde (lo que le había parecido una eternidad) terminó de rellenar todos los formularios de los casos que había resuelto en las últimas semanas. Todos sobre delincuentes de poca monta, nada que hubiera suscitado su interés. Pero al fin y al cabo ese era su trabajo, proteger a la gente, hacer que vivieran más tranquilos... ser una especie de héroe sin capa. Por eso desde pequeño había querido ser policía.

Apuró el último trago de café, ya frío, y cogió su chaqueta del respaldo de la silla. Ensimismado como estaba no notó los suaves golpes que sonaron en la puerta de la unidad. Cada unidad estaba formada por un gran área llena de despachos.

Un chico rubio, de ojos verdes y cejas curiosas se asomó tímido por la puerta principal.

- ¿Hay alguien ahí?

- Perdón, ¿buscas a alguien en concreto? – dijo Alfred alzando un poco la voz. Por suerte había escuchado la vocecilla del chico.

- A nadie en concreto... Verás... Necesito ayuda – contestó el chico rubio intentado localizar la procedencia de la voz que le había respondido. Llegó hasta el despacho donde estaba Alfred y entró con paso ligero. Temblaba ligeramente.

- Sé que es un poco tarde pero he visto que este era el único despacho con luz y…

- ¡No te preocupes! Suelo quedarme haciendo horas extras muchas noches. Toma asiento por favor. ¿Quieres algo? ¿Café, té, infusión?

- Un poco de té si no te importa.

Alfred fue a la máquina para sacar un vaso de té. Tenía la sensación de que iba a ser una conversación larga y no muy agradable para la persona que estaba sentada en esos momentos. Eso es por lo menos lo que dedujo al comprobar su semblante triste, sus ojos ligeramente enrojecidos, las profundas ojeras y el trozo de camisa mal colocada por debajo del suéter. . Alfred era muy observador y cada pequeño detalle le aportaba mucha más información que cualquier discurso. Al fin y al cabo la gente utiliza las palabras constantemente para mentir.

- Cuidado, está muy caliente.

- Gracias.

- Bien ¿cómo te llamas?

- Arthur, Arthur Kirkland.

- Bien Señor Kirkland...

- Arthur, llámame Arthur.

- Bien Arthur, ¿a qué viniste? ¿Quieres poner una denuncia o algo? – le preguntó suavemente ya que no sabía a qué atenerse.

- No, no es eso... Sé que es un poco tarde pero... Este... Tome – dijo tendiéndole unas cartas antiguas.

- ¿Cartas?

- Sí, eran de mi abuelo. Desapareció en el 64.

- ¿Y estas cartas...? – preguntó Alfred sin comprender.

- Fueron escritas por mi abuelo. Las tenía mi padre pero ya no se acordaba de ellas. Mira, está en concreto iba dirigida a su hijo, a mi padre y es de un par de días antes de que desapareciera.

Alfred seguía sin saber muy bien qué estaba pasando o qué era lo que intentaba decirle el chico de ojos verdes pero la cogió con cuidado e interés. Estaba algo deteriorada por los años pero la tinta se había conservado bastante bien.

8 de Mayo, 1964

Querido Peter.

Hice algo horrible, algo que ni en un millón de años debería ser perdonado. No pretendo justificarme porque sé que es imposible pero espero que algún día puedas perdonarme por lo que hice y por lo que estoy a punto de hacer.

A pesar de todo quiero que sepas que siempre te he querido y siempre te querré y que esto no es culpa tuya ni de tu madre, sino mía.

Por favor, perdóname.

Te quiere.

-Arthur

- Parece muy arrepentido por algo pero ¿de qué? Y es extraño porque parecen cartas listas para ser enviadas pero por algún motivo no llegaron a correos. En los sobres pone una dirección, que me imagino que será la de su propia casa en aquel momento.

- No tengo ni idea. Le pregunté a mi padre pero no sabe a qué podía haberse referido. Para él fue el hombre y el padre perfecto. Estoy seguro de que mi abuelo era un hombre honrado.

- ¿Era?

- Bueno, o es... Nunca he llegado a conocerlo pero esa es la impresión que tengo.

- ¿Dónde las has encontrado?

- En el desván de la casa de mi padre. Al parecer alguien lo guardo todo junto pensando que era papeleo de sus negocios.

- ¿Nadie revisó estas cartas?

- Aparentemente no.

Alfred frunció el ceño. ¿Cómo era posible que no hubieran reparado en ellas? Algo no encajaba en todo ese asunto.

- Como bien dices, parece que no se lo tomaron en serio… Qué chapuza, ¿y dices que no se supo nada más de él desde entonces?

- No, nada. La policía apenas mostró interés en su desaparición así que investigaron un poco pero dejaron el caso abierto.

- ¿Sabes a lo que se dedicaba? Tal vez alguien de su trabajo nos pueda decir algo.

- Creo que era empresario de una fábrica de té muy famosa de la época pero creo que hace ya bastantes años que la empresa se fue a pique. A saber qué ha sido de sus trabajadores.

- Y ¿tu padre? ¿Cuántos años tenía en esa época? Tal vez si hablamos con él nos pueda dar más pistas...

- Imposible. Ya lo hice y apenas se acuerda de nada. Era muy pequeño cuando ocurrió. Tendría unos 8 años más o menos. Además está muy débil en estos momentos.

- Y ¿cómo es que te interesa tanto este caso entonces? Nunca llegaste a conocerlo y tu padre apenas tendrá recuerdo de él.

- Ya, pero ¡sigue siendo mi abuelo! Y lo hago por mi padre, ¿qué persona no querría que su padre supiera lo que le pasó al suyo? Lleva 50 años esperando una respuesta, algo a lo que aferrarse, sea bueno o malo.

- Entiendo – dijo Alfred conmovido por las palabras de Arthur – Pero ¿por qué ahora?

- Verás... resulta que mi padre está muy enfermo. Dicen que le quedan un par de meses a lo sumo. Por eso quiero encontrar a su padre.

- Lo siento.

- Tranquilo.

- Arthur... Sabes que lo más probable es que después de tanto tiempo él esté...

- Muerto, lo sé; pero si nunca encontraron su cuerpo tal vez...

Alfred prefirió no discutir más. Arthur parecía una persona muy cabezota y persistente, pero en el fondo lo entendía. Solo quería descubrir la verdad, no por él, sino por su padre. Eso era un gesto muy noble.

- Me encargaré del caso.

- ¿De verdad?

- ¡Claro! Pero no te puedo garantizar nada porque ocurrió hace mucho y no creo que queden muchas pistas pero por intentarlo... Necesitaré toda la documentación que tengas sobre él. Lo que sea. Yo mientras tanto buscaré el archivo del caso. Te aviso que esto me puede llevar bastante tiempo.

- ¡Gracias! No sabes cuánto te lo agradezco. Lo tengo ya casi todo pero me pondré ahora mismo a organizarlo. Muchas gracias por acertar el caso... Y no te preocupes, lo entiendo. Debéis de estar muy liados y es un caso muy antiguo del que apenas queda nada – dijo sonriendo tristemente.

- No hay de qué – contestó Alfred algo azorado por la sinceridad tan espontánea de esas palabras – Arthur espera.

- ¿Si?

- Vete a dormir. Será una investigación complicada así que descansa todo lo que puedas.

- Gracias, lo intentaré.

Alfred le observó mientras se alejaba y de repente todo el sueño y el cansancio del que venía quejándose las dos últimas horas, desapareció. En su lugar apareció un fuerte sentimiento de empatía hacia Arthur y su situación.

Encendió el ordenador y, aprovechando que tardaba en arrancar, fue de nuevo a la máquina para coger un café esta vez.

Comenzaría a investigar en ese mismo instante. Algo le decía que no iba a ser un caso como los demás, que había mucho más detrás, oculto. Tampoco podía afirmar que Arthur le estuviera ocultando información o que hubiera decidido acudir ahora a la policía por algún tipo interés en concreto. Pero por algún motivo Alfred supo que no mentía, que sus intereses eran puros. O eso esperó porque podía decirse que le había caído bien.

Primer capítulo demasiado corto y meh. Sí, tendría que haber esperado a sacarlo porque creo que me he colado en muchas partes pero tenía tantas ganas de publicarlo y comenzar con esta historia... No sé cuándo podré publicar el segundo porque ahora estoy las próximas semanas hasta arriba de exámenes... Yo solo aviso(?)

¡Nos vemos! :)