Permanecer en su habitación era tener ambos pies en diferentes hemisferios del espacio-tiempo. Aún conservaba muchas cosas de su temprana adolescencia, como su uniforme Gennin en un maniquí, estático en una esquina de la habitación, con el listón azul que Ino le había dado como firma de su pacto atado al decapitado extremo superior. También estaba allí un recuerdo material de su actualmente desvanecida vanidad, un espejo ovalado de cuerpo entero, cubierto por una fina capa de polvo. Por otro lado, la sobriedad que acompañaba su crecimiento mostraba una amplia colección de pergaminos y manuscritos,-aunque en su mayoría médicos, alternaban en áreas y técnicas de Genjutsu, Ninjutsu y Taijutsu- en una repisa junto al armario, una cama perfectamente tendida justo al lado de una mesa de noche en la cual se encontraba un pequeño portarretratos, el cristal que cubría la fotografía estaba pulido y traslúcido.

Para ella solía ser muy difícil darse cuenta de cuanto habían cambiado las cosas desde que era una niña. Había cierta línea de tiempo la cual no estaba segura si empezaba y marcaba pautas por edades o si a esta podía asignársele nombres a los períodos de su vida. Todo debía comenzar en la inocencia, y esta trascendería sucesivamente a la inmadurez, pero a su vez sería progresivamente interrumpida por el avance, hasta finalmente alcanzar la superación. El poco regocijo que le habría dado el período anterior se lo arrebataría la desesperación, y si podía nombrar con palabras períodos de su vida definitivamente uno también podría llevar el nombre de Naruto; e inevitablemente alcanzar el límite. Sasuke había sido parte de todos los períodos anteriores, pero ninguno había tomado tanto significado como cuando regresó, junto al consuelo, que le había dado la suficiente fuerza para continuar con la espera. Actualmente, todos ellos habían transcurrido ya, algunos lentamente y otros desmesuradamente rápidos; el actual definitivamente parecía ser el más tortuoso, tal vez porque seguía mezclándose con la espera. La había vivido antes, pero la soledad siempre era difícil, y temía que se tratara de un período perpetuo.

El tiempo transcurría demasiado lento para su propio bienestar, eran mediados de otoño pero aún sentía atisbos del verano cada vez que las lluvias menguaban, como si ambas estaciones se entrelazaran y alargaran los días. Aquel día estaba soleado, aunque no demasiado a su parecer, habían algunas nubes que otorgaban sombra y las corrientes de aire aminoraban el calor. Desde que la guerra había terminado Konoha parecía retomar los cimientos de la aldea que evocaba a medias cuando era niña, civiles con vidas apacibles, ninjas en formación, naciones pacíficas y conflictos pequeños, los suficientes como para que el aporte que hacían los contratos shinobis a la economía de la aldea no decayera, pero no tan relevantes como para formar grietas entre la bien constatada paz entre naciones.

A pesar de esto, Konoha no le parecía tan cálida como en antaño; nada era como solía ser en los tiempos en los que recordaba había sido feliz. Algunos incluso ya empezaban a olvidar, pero para ella era mucho más difícil que el resto. Su actual aldea no era más que una reconstrucción de la anterior, y aunque estaba segura de que esta era más fuerte, no le producía aquel sentimiento de pertenencia. Tal vez habría ganado muchas batallas, pero había sido mucho más lo que había perdido en comparación; ser shinobi le había dado la oportunidad de luchar por todo lo que alguna vez había amado, pero en su lugar le había arrebatado la oportunidad de vivir.

Realmente no podía asegurarle a nadie que ganar una batalla la había hecho feliz, la victoria siempre tenía un precio. Al ganar se sentía cierto regocijo, mucho alivio y durante algún tiempo expectativa; casi siempre, y aún más en la guerra las batallas para ganar-y perder- eran sucesivas. Pero sobre todas las cosas solía reinar el miedo, el miedo a que a la siguiente la derrota fuera inevitable; aunque la mayoría de las veces todas se sentían como derrotas al comparar lo ganado con lo perdido. Había ganado muchas batallas pero a cambio había perdido fragmentos de su alma, sentimientos y memorias en cada una de ellas; que se fueron extinguiendo con cada persona que moría o lugar que conocía y se llevaba una pequeña parte del ser que había sido.

Creía que lo mismo le sucedía a Naruto, como ella, seguro se había preguntado si en algún momento todo había valido la pena. Lo había valido por Konoha, por sus aldeanos, por sus compañeros, por Sasuke; pero, ¿Lo había valido por ellos?, ¿Alguna vez podrían volver a ser los mismos?

Naruto parecía apañárselas mejor que ella, sabía que no volvería a ser la persona que había sido, pero había elegido reponerse, de a poco se convertía en una nueva versión de él mismo. La compañía de Hinata parecía acelerar el proceso. Sin embargo ahí aún estaba ella, en un pequeño limbo donde no podía volver a ser quién era y no estaba segura de quién era ahora. Tal vez era demasiado pesimista algunas veces, pero realmente sentía que todos los sentimientos que le restaban estaban llenos de amargura; sus recuerdos estaban empañados de tristeza y de a poco, su alma se había ido envolviendo de una lenta y progresiva corroción de resentimiento, contra la vida y los designios que había impuesto sobre ella. Por haberle elegido cargar con el amor que le tenía a Sasuke y con gran parte del odio que este sentía contra todos y todo.

La mayoría de los shinobis pasaban por alto la vanalidad de los sueños, pero ella no podía evitar divagar acerca de otra vida menos dolorosa, en la que Sasuke conservaba a su familia, creciendo sano y feliz, y a pesar de que en sus ensoñaciones él y ella nunca se hubieran conocido, el solo pensamiento de haberle evitado tanto sufrimiento hacía que el suyo también se evaporase. Vivir habría sido maravilloso para ambos, él sin conocer el odio y ella sin llegar a experimentar el sufrimiento. Otros días, conservaba hacia él cierto rencor; tan profundo que a veces creía que tendría la oportunidad de curarse de su amor y de todo el dolor que él le había causado, el que le había inflingido tanto como el que no había dirigido hacia ella pero aún así la había alcanzado. Sin embargo, ahora que todo había "culminado",-más bien, todo su mundo estaba una latente pausa- elegía más seguido ahondar en los buenos recuerdos, y sobre todo en el sentimiento que su alma se empeñaba en guardar receloso, como si esta supiera que era una de las pocas cosas que conservaba intacta a pesar del transcurrir de los años y sus cambios.

Nunca pensó en llegar a pensar en Konoha de una forma más cercana a la forma en la que la hacía Sasuke, pero su cálido hogar se había convertido en verdugo de sus recuerdos y en cada recorrido rutinal se encargaba de lastimarle las heridas. La reconstrucción de sus edificios y hogares se alzaba, los niños crecían, sus compañeros avanzaban; pero ella había sido la única que se había quedado estancada, no estaba segura aún de si era en los recuerdos o en el olvido. Aquel sitio no la hacía feliz, nadie allí podía hacerla feliz.

Acarició la apertura entre ambas puertas de su armario, antes de abrirlo en un certero movimiento y empezar a retirar sus pertenencias sin demasiada prisa, aunque no pensaba cargar con mucho. Mientras lo hacía solo mantuvo una cosa permanente en su mente; sabía que sus caminos iban a cruzarse, pero la razón primordial por la cual se iba era, por que más allá de querer, requería escapar.


¡Hola!

Muchísimo tiempo sin siquiera darle un vistazo a esto, pero últimamente me he sentido un poco nostálgica acerca de las historias que comencé una vez y nunca terminé, así que decidí subir esta. No he vuelto a aventurarme en este sitio durante mucho tiempo, aunque considero (por sentido común) que debe haber varias versiones de este tipo de historia que intenta develar el viaje que Sasuke y Sakura tuvieron juntos; así que lo único que podría decirles de la mía es que en esta versión, Sakura abandona la pasividad de la eterna espera y es lo suficientemente valiente (y consciente de su sufrimiento) para darle fin e ir por su verdadera felicidad. Está muy involucrada con la línea de tiempo y eventos de la novela Sakura Hiden con algunos pequeños cambios. He intentado que capítulo a capítulo Sakura pueda ser capaz de decir todo lo que se supone que debería decir-y hablo tanto de lo necesario para que no se caiga el deje de "romance" como también de las cosas que alguien debió haberle dicho a Sasuke- Así como mi intento casi demoniaco de aventurarme en el pensamiento de Sasuke (gran parte de lo que he escrito viene desde su punto de vista) sin que deje de parecer realmente él. Así que no hay mucho más para decir.

Siento mucho mi ausencia.

~Nahare