N/A: Un AU es un universo alternativo donde las tramas y sucesos transcurren de forma diferente al canon original de la novela, película, serie o videojuego. Los personajes actuarán en consecuencia de estas modificaciones.
Esto es un fanfic yaoi con ligeros toques de lemon (nada particularmente explícito). Si no eres fan de este género, te recomiendo que no lo leas. También advierto que habrá capítulos exageradamente cortos en comparación a otros, que parecerán demasiado largos, a fin de hacer ciertos momentos de la trama más llevaderos.
Todos los personajes, objetos y organizaciones pertenecen a Death Note.
¡Gracias por leer!
90 días después
"Yo no soy Kira… Yo no soy Kira…"
Esas eran las únicas palabras coherentes que podía pensar Light Yagami tras unos sucesos tan impactantes como confusos, con los que, esperaba, se hubiese demostrado de sobras su inocencia, o al menos hubieran conseguido disipar las dudas que residían en la cabeza de L. Era consciente de que la vigilancia era necesaria, por lo que había guardado silencio en cuanto a tener que esposarse con él, pero en su fuero interno le parecía del todo innecesario llegar a tal extremo, incluso absurdo. El verdadero asesino estaba aún ahí fuera, lo lógico era centrar todos los esfuerzos en investigarlo, en lugar de perder tiempo indagando en dos sospechosos ya descartados, en este caso, él y Misa.
Pero claro, era el mayor detective de todos los tiempos. Tratar de comprender lo que pasaba por su mente era un reto tan imposible de superar como el logro de verlo dormir, si es que alguna vez lo hacía. De cualquier modo, el día había sido largo y agotador, junto al hecho de haber estado encerrado prácticamente un mes, además de haber tenido que mudarse al edificio del cuartel de investigación, que hacía las veces de hotel para ellos; cerrar los ojos, dormir un poco y tratar de descansar bien era lo menos que podía intentar.
Incluso si eso consistía en soportar la mirada de Ryuzaki clavada en su nuca durante toda la noche. Con el ceño fruncido, el castaño alargó la mano hacia la lámpara de la mesilla de noche para encenderla, volviéndose segundos después para cruzar miradas con él.
—Ryuzaki… — musitó, llevándose una mano al rostro. Observó el reloj de reojo; eran más de las tres y media de la madrugada —. Entiendo que tienes que mantenerme bajo vigilancia, pero, ¿es necesario hacerlo incluso a estas horas?
—Vaya, sí que es tarde — repuso él, que ni siquiera perdió el contacto visual para comprobar la hora —. Discúlpame, Light. Debo haberme quedado ensimismado.
—¿Ensimismado? No te has movido ni un milímetro — Light resopló. La actitud de su compañero desde que habían sido esposados resultaba un tanto inusual, no paraba de echarle miradas imposibles de descifrar, y esperaba cada respuesta suya como si analizase minuciosamente cada palabra, cada gesto. Le ponía de los nervios —. ¿Podrías hacer el favor de… mirar a otro lado? No te ofendas, pero después de todo lo que ha pasado, me gustaría descansar, y tenerte mirando fijamente es un tanto incómodo.
—Claro, cómo no — contestó el azabache, acompañando sus palabras con un leve encogimiento de hombros.
—Gracias — musitó el contrario, volviendo a tumbarse.
Apagó nuevamente la luz, y cerró los ojos. A los pocos segundos, sintió movimiento en las sábanas, por lo que dedujo que el detective debía haberse sentado al borde de la cama, en su típica postura de cuclillas, probablemente de espaldas a él. Decidido a no darle más vueltas por esa noche, hizo todos los esfuerzos posibles por quedarse dormido.
Lo que él no alcanzaba a imaginar eran los contradictorios pensamientos que se entremezclaban como mil voces hablando al mismo tiempo en la cabeza de L. Resultaba tan difícil asimilar que estaba equivocado en sus deducciones, que Light no solamente no era Kira, sino que Misa Amane tampoco era el segundo Kira, y que ahora el verdadero asesino volvía a estar lejos de ser atrapado. Regresaban a la línea de salida, una vez tras otra, un pensamiento frustrante para un cerebro que trabajaba en base a corazonadas.
Sin embargo, lo más chocante era, sin duda alguna, el repentino cambio de actitud en el joven que ahora dormía plácidamente a su lado. ¿Dónde estaba esa frialdad, esa falta de escrúpulos que sentía cada vez que sus ojos se encontraban? Ahora sólo podía ver una sinceridad tan fuerte que hacía daño. Un chico honesto que deseaba la justicia casi tanto como él mismo. Suspiró, llevándose el pulgar a los labios y dejando que sus orbes se perdiesen en algún punto de la pared, inexpresivos; lo más seguro es que sus cavilaciones le llevasen toda la noche, y aún quedaba mucha por delante. Cooperar junto a quien creía su enemigo parecía la opción más lógica, de momento.
La investigación no había hecho más que comenzar para ellos.
