Trampa
¿Por qué?...
Si yo no hubiera hecho eso… Si no lo hubiera hecho…
El metálico y tambaleante sonido de la reja tras de ella la sobresaltó, palideciendo un más su rostro que a esas alturas estaba completamente avergonzado y aterrorizado. ¿Cómo es que había llegado a eso? Aun no podía entenderlo. Había sido demasiado estúpida para haberse dejado llevar por una simple amenaza. Anteriormente había lidiado con esta clase de abusos, pero eso había sido tiempo atrás, como algo típico del colegio, por el que a más de alguno le había tocado vivir, y que por desgracia a ella le había tocado. Su padre le había aleccionado bien para que ella supiese defenderse en casos como aquellos de su infancia, y desde ahí habían dejado de molestarla. Pero no estaba segura de poder con ello esta vez. No era solo el miedo de no saber ganar aquella pelea, sino que eran las consecuencias de si es que atrevía a sublevarse ante ella.
Aquella chica se acercó amenazadora. No era más alta que ella, pero claramente eso no era un impedimento que evitara atormentarla. Esa chica era fuerte, tenía influencias, tenía gente a su servicio… y ella solo era una becada come libros, una nerd en todo el sentido de la palabra.
- Déjame verte haciéndolo tú misma… - le susurró al oído mientras la acorralaba aún más.
Los ojos de Asami se dilataron ante la demanda que le estaban haciendo. No pudo contenerlo más, su cuerpo lentamente comenzó a temblar, presa del pánico, y lo peor es que su grandiosa mente la había abandonado. Estaba sola.
Quizás en ese momento, yo estaba… momentáneamente poseída.
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Pude entrar a aquella prestigiosa universidad privada gracias a una beca, pero después de que pasé a segundo año de la carrera de Ingeniería en biotecnología los resultados de mis calificaciones comenzaron a decaer un poco. Mi trabajo a medio tiempo, ayudar de vez en cuando en el pequeño taller automotriz de mi padre, y los estudios con sus "altos estándares de calidad" me estaban pasando la cuenta.
- Señorita Sato – la llamaba el profesor en su oficina -. Sus notas son buenas, pero si desea mantener la beca, me temo que este tipo de resultados se lo dificultará.
Asami estaba con la vista fija en el suelo, sabía que tarde o temprano el destino le jugaría una mala pasada, y este era el semestre.
- Si durante el próximo examen no obtiene las notas necesarias para salvar la beca… Lo lamento demasiado, en serio, ya que usted es una ávida estudiante, pero tendrá que dejar la universidad.
Si soy una ávida estudiante, entonces debería estar orgulloso, no, agradecido de que yo esté estudiando aquí. Deberían apreciar mi estudio, mi esfuerzo, y no simplemente decirme todo eso. Estúpidos burócratas, estúpida universidad, estúpido profesor que en vez de hacer tan difíciles sus estúpidos exámenes debería ceder un poco.
Un golpe en su espalda hizo detener toda corriente de la consciencia de pensamientos llenos de rencor hacia todo. Su primer pensamiento era volverse enfadada a enfrentar a quien fuera que hubiese chocado con ella, y descargar así su enojo, pero de inmediato cambió de parecer cuando vio el frío y enfadado rostro de aquella chica.
- ¿Preguntaba por mí? – dijo dirigiéndose al profesor con evidente fastidio en su rostro.
Asami se movió un poco para hacerle espacio. En su mente comenzó a buscar información sobre aquella mujer, sabía quién era, toda la universidad lo sabía, era famosa por muchas cosas y no todas eran precisamente buenas. Pero aquello no le importaba a Asami, por lo que, hasta ése momento, en que la tuvo tan cerca de ella, no había reparado siquiera en su aspecto.
Lucía como todos los matones con quien se había enfrentado en su pasada época escolar. Pelo largo con puntas teñidas de azules el cual estaba amarrado atrás en una cola de caballo y delante dos pequeñas coletas demarcaban claramente su rostro. Jeans ajustados, gastados y rotos. Zapatillas de tela, un poco sucias y usadas. Y para arriba llevaba una simple polera sin mangas azul que permitía lucir un tatuaje de diseños tribales en su brazo derecho. Todo era azul. Todo combinaba con sus ojos, hasta el aura que emitía lo era.
Ella es Korra. La he visto un par de veces en algunas clases. No tengo idea qué es lo que estudia, pero sé que juega para la selección de bascketball de la universidad.
- Ah, Korra – la llamó el profesor evidenciando que se conocían muy bien, ya que no la trató por su apellido -. Por favor, espera un momento, ya casi terminamos aquí
- Ok – respondió Korra alejándose unos pasos para observar sin interés real un mural lleno de papeles con variadas informaciones.
- Entonces, Sato… – dijo el profesor llamando su atención
- No se preocupe – dijo mientras hacía una pequeña reverencia con su cabeza, habiéndose olvidado de todo el rencor que había tenido tan solo unos minutos antes -. Obtendré las notas que necesito en el siguiente examen. Me iré ahora.
- Da lo mejor de ti – le respondió el profesor, pero ella ya iba camino a salir de su oficina cuando no pudo evitar escuchar parte de la conversación que éste tenía con Korra -. Y… Korra… Otra nota reprobada ¡Vas a repetir el año!
- ¡Eh! ¿En serio?
- ¡De verdad!
El enfado había vuelto a Asami. Intentó cerrar la puerta lo más disimuladamente que pudo, pero no pudo evitar que su mente comenzara a enfadarse sin motivo propio.
Aquella chica la tiene fácil… que injusto.
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Estaba en la sala de clases memorizando sin descanso los nombres científicos de algunas bacterias que podrían llevar al fracaso post-operatorio de algún implante metálico. Era difícil, siempre su primera sensación al estudiar era de pánico, terror de no poder lograr memorizar todas esas cosas a tiempo, pero luego la confianza se hacía paso y observaba satisfecha como aquellos impronunciables nombres se plasmaban en su mente, como si siempre hubieran sido parte de ella. Pero todo ese proceso de aprendizaje llevaba tiempo y un minucioso ritual en el que se enfrascaba completamente, volviéndose ajena al mundo. Y si quería comenzar a subir sus notas no podía esperar a llegar a la soledad absoluta de su cuarto, no, tenía que empezar ahora, contra todo pronóstico y ambiente.
Las bulliciosas conversaciones en la sala de clases se habían convertido en un lejano murmullo para ella, los estaba ignorando, a todos aquellos molestosos jóvenes despreocupados de su futuro, con sus pequeños ideales en la cuerda floja, que gastaban sus noches en oscuras fiestas llenas de alcohol, drogas y excesos. Sentía pena por ellos, no es que se sintiera superior, pero ella claramente estaba fuera de ese mundo, el cual jamás le había llamado la atención.
Una chica pasó rápida por el pasillo de mesas y accidentalmente pasó a llevar el hombro de Asami, sacudiendo un poco su torso.
- Lo siento mucho – se disculpó la chica, pero Asami la ignoró olímpicamente. Acomodó sus lentes y continuó repitiendo las palabras en su mente, enfrascada de lleno en su estudio.
La chica se molestó un poco ante la clara falta de cortesía de Asami, y de inmediato continuó su camino hasta el final del salón, en donde estaban sus amigos.
- Hey, Opal. La apariencia de Sato empeora cada día – le susurró a su amiga
- Ah… Si Sato no queda entre los 5 primeros del ranking de notas, deberá dejar la universidad – respondió la mencionada.
- Oh, eso es terrible – exclamó la chica
Asami acomodó nuevamente sus lentes y suspiró levemente molesta.
Lo escuché todo… En serio gente ¿no saben hablar más bajo? ¡Estoy justo aquí!
- Así es… - agregó Opal, quien ahora seria se dirigió a otra -. Korra, también estarás en problemas si no apruebas el próximo examen.
- Ah, sobre eso – respondió la morena dándole despreocupada un sorbo a su bebida -. De todas formas, ya preparé unas hojas para hacer trampa.
- Eres una sucia – la recriminó su amiga
- ¡Le avisaré al profesor!
- ¿Qué? No… Te recompensaré con cualquier cosa de la tienda
- ¿Eh? ¿Solo a ella?
- Esta bien, a las dos
Hojas para hacer trampa… Si la atraparan estará en graves problemas… ¿Qué me preocupo yo de eso? Lo merecería. Eso le pasa por entrar a estudiar a estar universidad sin objetivos claros. Tsk, solo les importa divertirse…
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El día del examen había llegado. Todo el salón estaba en silencio. Asami podía oír el sonido de los lápices deslizándose por el papel, un borrón por allá, una tos nerviosa al otro lado, alguien gruñendo preocupada, y otros sonidos. El motivo por el que estaba desconcentrada es porque estaba frente a un problema matemático que ella ya había resuelto en su casa, pero que ahora por culpa de un bloqueo mental no podía recordar, y eso la estaba matando.
Este problema… Lo había repasado hace tres días porque tiendo a olvidarlo… Mierda, pensé que lo había memorizado perfectamente.
De pronto su cabeza se tornó más caliente. Sentía el palpitar de su pulso directamente en la sien y una fría corriente bajó por su espina. Tenía que hacerlo, no podía permitirse otra nota deficiente para su beca (aunque sus notas eran las más altas de su curso, no eran suficientes). Intentando dominar el temblor en sus manos y la suciedad que poco a poco comenzaba a invadir su alma, llevó las manos hasta debajo de la mesa, hacia el espacio destinado en donde guardaba los cuadernos, para lentamente y aterrada sacar un papel cuidadosamente preparado. Jamás había hecho trampa y ya sentía el asco de hacerlo, pero estaba desesperada. Ella había estudiado ¡por dios, era lo único que había hecho! Pero aun así lo necesitaba. En ese pequeño momento en que observaba su papel pensó en Korra. Esto no era nada como eso, ella lo usaría como respaldo, en cambio aquella chica lo usaría porque no había estudiado. Es más, podría apostar que ni siquiera había cogido un cuaderno. Esa mañana había llegado con olor a alcohol y cigarro en su ropa cuando pasó junto a Asami, lo que había bajado incluso más la impresión que tenía sobre ella. Aquella era una chica descarriada, jamás se juntaría con gente así.
Cuando guardó el papel, la culpa y el alivio se instauraron en su cuerpo. Lo había hecho, y al parecer había sido un éxito. Era el último ejercicio que le faltaba y cuando lo terminó revisó un par de veces más la prueba y satisfecha ordenó sus cosas, lista para levantarse a entregar la prueba y abandonar el salón.
Pero cuando lo hizo, sintió un extraño presentimiento que la obligó a mirar hacia al lado, y cuando lo hizo se encontró con la azulina mirada de Korra, quien la observaba sonriente y divertida, y sus ojos demostraban que ella sabía lo que había hecho.
Ella lo sabía.
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Las notas estuvieron publicadas unas horas más tarde. Asami había decidido esperar en la biblioteca, mientras estudiada para su próximo examen de microbiología. Pero por más que se concentraba en aquella tarea, no podía olvidar la mirada de Korra y el terror que le invadió.
Aun podía sentir las ganas de vomitar en su estómago, la debilidad de sus piernas y el temblor que invadió todo su cuerpo. Menos mal que sus piernas obedecieron la apresurada orden de abandonar de inmediato la sala, todo para deshacerse de aquella inquisitiva mirada azul.
Era tarde. El sol parecía estar próximo a ocultarse, lo podía ver por los amplios ventanales de la biblioteca, y por la poca gente que había a esa hora. Le gustaba esa hora del día, podía sentir como el sol acariciaba su piel. Como disfrutaba el calor junto a una buena canción de su reproductor de música. Y eso hizo, pero no pasó mucho tiempo para que alguien tocara levemente su hombro, sacándola de su pequeña ensoñación.
- Las notas ya están listas – le dijo Iroh, un chico de su clase, con el que de repente hablaba y estudiaba.
Asami asintió silenciosa y agradecida, pero a pesar de que mostraba una sonrisa en su rostro por dentro estaba hecha un manojo de nervios. De esa nota dependía su estancia allí, todo dependía de aquellos números.
Se levantó y agradeció a Iroh por ir a avisarle, dándole a entender que él se fuera. El joven no la presionó y de inmediato dispuso a abandonarla, despidiéndose cordialmente de Asami.
La universidad estaba desierta. El sonido de sus zapatos podía escucharlos altos y reverberantes por aquel desolado y frio pasillo. La mayoría de los estudiantes había vuelto a sus casas, en poco tiempo más de seguro recibirían un correo electrónico con las notas, pero ella quería estar allí, frente a aquel indiferente papel sujeto en el mural, el cual decía que ella había sido la segunda en el ranking. Lo había conseguido.
- Impresionante, Sato – escuchó a alguien decir en su espalda, petrificándola completamente -. Como esperaba, has vuelto al ranking con lo que dije.
Asami bajó asustada la cabeza, aun sin atreverse a darse vuelta a enfrentarla. Sus mejillas ardían de la vergüenza, pero no solo era eso, era el miedo de no saber lo que ahora ella podría hacer. Eso la transportó a su niñez, al periodo en donde ella había sufrido de abusos y bulling.
- Nunca pensé que en verdad tendrías agallas… tendré que reconsiderarte.
- ¿Qu-qué? – apenas dijo Asami
- ¿Puedes venir conmigo por un momento?
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Estaban en la parte trasera del alejado gimnasio de la facultad. Aquella zona quedaba en terreno alto, no podría ser menos, ya que la universidad estaba ubicada en lo alto de un cerro, desde el cual podías ver toda la ciudad, más a esa hora, en donde las luces comenzaban a encenderse, dándole una sensación de infinitud al paisaje que contrastaba con el verde de la naturaleza, pero no era de eso de lo que estaba pendiente Asami. Ella estaba contra la reja, en espera de lo que Korra tenía que decirle, preguntándose por qué la había llevado a un lugar tan desolado, y por qué ella había accedido.
- ¿Qué… qué es lo que quieres? – le preguntó, por fin encontrando su voz.
- Que "¿qué es lo que quiero?" ¿Estás haciéndote la lista conmigo?
- ¿Qué? – dijo preocupada Asami
- Tengo pruebas ¿sabes?... Solo deberías confesarlo honestamente, Sato – le dijo con una boba sonrisa en su rostro mientras le mostraba la pantalla de su celular con fotos de ella haciendo trampa.
¿Qué es lo que quiere? ¿Dinero?
Temblorosa llevó una mano a su cartera, de la cual extrajo su billetera, mostrándole claramente lo que iba a hacer. De cierta manera ya sabía el modus operandi.
- Deja de bromear… Oye, oye ¿quién extorsionaría a una pobre diabla como tú?
Eso la molestó. ¿Entonces qué mierda es lo que quieres?
- ¿Todavía no entiendes? – dijo Korra exhalado lentamente, divertida ante el nerviosismo de Asami -. Hey, Sato… Quítate los pantalones
- ¿Qué? – la mandíbula se le desencajó por aquella orden. Jamás había pensado que eso pudiera sucederle, o si es que hubiera sido el caso, esperaría aquella obligada proposición en la noche, en un oscuro y sucio callejón, con un pervertido y peligroso hombre asechándola. Jamás en su universidad, con aquella chica más baja que ella demandándoselo tan tranquilamente -. ¡No! Además ¿no estabas también haciendo trampa?
- Hey, no digas tales cosas… Recientemente contraté a un tutor. No parezco demostrarlo, pero estaba levemente preocupada por mis calificaciones – dijo mientras sacaba de su bolsillo un cigarro y procedía a encenderlo -. Eres claramente buena en el estudio, Sato, pero en realidad eres una gran idiota.
Asami nunca había dejado de abrir la boca, aún estaba en shock, perdida en el torbellino de su mente y a la vez completamente consciente de todo lo que hacía aquella mujer frente a ella.
- Viéndote tan desvalida – continuó – Poniendo caras preocupadas… es por ello que te di un pequeño consejo – le dijo mientras exhalaba el humo de cigarro por su boca -. Pero sirvió ¿no? Conseguiste quedarte en la universidad.
Me engañó… y caí completamente en su trampa.
- Bien, basta de aplazarlo. Date prisa y desnúdate.
Un leve temblor recorrió su cuerpo cuando ella pronunció la última frase enfadada. Quizás ella no quería sino solo avergonzarla, nada más. Y no podía hacer otra cosa.
Tengo miedo…
Apretando el puño decidió hacer de una vez lo que ella demandaba, cuanto antes lo hiciera antes estaría devuelta en casa. Desabrochó lentamente los botones de su pantalón, y con cierta vacilación los bajó, exponiendo sus piernas desnudas, apretando los ojos en la espera de lo que Korra diría.
Si me niego… ¿qué pasará?... ¿me golpeará?
Una risa llenó el ambiente. Asami se sorprendió en escucharla, parecía tan fuera de lugar. Con la vista baja observó cómo Korra arrojaba su cigarro a medio fumar, pisándolo para apagarlo y de inmediato su cuerpo estuvo frente a ella, aprisionándola contra la reja, siendo acorralada con ambos brazos agarrados a la reja.
- Déjame verte haciéndolo tú misma
En una primera instancia Asami no entendió, demostrando en sus atemorizados ojos la confusión que causó aquella frase.
- Aquí – le susurró Korra subiendo casi imperceptiblemente por dentro de sus muslos hasta apenas apoyar su dedo índice cerca de la ropa interior de Asami - ¿De qué manera… te tocas siempre?
¿Quiere que "haga eso"?... Si lo hago ¿me dejará ir?...
De repente en la muñeca de su mano derecha sintió un suave y cálido amarre, y en seguida escuchó un "click" que lo hizo abrir los ojos.
- Por si acaso, creo que te esposaré.
Asami tragó con dificultad. Eso no estaba pasando. Estaba aterrada, pero sabía que no tenía opción. Estaban demasiado alejadas para ponerse a gritar por ayuda, y si la obtenían sabía que Korra mostraría las fotos de ella haciendo trampa, lo que se traducía en la salida automática de aquella universidad por la cual había luchado tanto. No quedaba otra alternativa.
Asami lentamente llevó su mano libre hasta la altura de su ombligo, descendiendo lentamente hasta su prenda interior, perdiéndose en ella.
Korra estaba delante de ella sin ninguna expresión en su rostro, no podía adivinar qué era lo que pensaba. Pronto una ceja levantada fue la corta premonición a que no estaba satisfecha.
- No puedo ver la parte fundamental – dijo levantando su blusa, exponiéndole ahora la piel de su abdomen -. Sostenlo en tu boca.
Korra llevó el extremo de su blusa hacia sus labios, depositándolo suavemente en su boca, manchándolo con su labial y de inmediato sintió como su mano descendió por su abdomen, lentamente, hasta alcanzar la suya escondida en aquella prenda, tirando de ella suavemente, deslizándola por sus piernas.
Asami cerró los ojos, reprimiendo su impotencia, sintiendo como lágrimas comenzaban a formarse, cayendo inevitablemente por sus enrojecidas mejillas.
- ¿Qué es esto? – llamó su atención la pregunta de Korra, y enseguida sintió como unos invasores dedos estaban tocando la parte más íntima de ella, recorriendo toda la extensión de su tierna y escondida piel -. Ni siquiera estás humedecida. ¿Es porque no estás acostumbrada a esto?
¿A ser violada? ¿Cómo estaría acostumbrada a esto? ¡No siquiera me toco en mi casa!
- Te ayudaré
Rápidamente observó como Korra colocaba una clase de gel transparente sobre sus dedos y de inmediato los llevó hasta entremedio de sus piernas, sobresaltándola. Estaba frío, en primera instancia pensó que era lubricante, pero de inmediato sintió como calor y una inquietud comenzaba a acrecentarse. No era solamente eso, Korra lentamente la estaba acariciando, provocando un temblor en sus piernas, pero no estaba segura de que temblaran solamente ante el miedo.
No es que fuera virgen. Antes de entrar a la universidad había tenido un novio, pero nada importante. Aun así, eso no significaba que no había hecho todo lo que las parejas hacen. Era parte del ciclo de la vida, y no había sido nada especial o realmente satisfactorio para ella. Simplemente lo había hecho porque había estado aburrida.
Sentía como los dedos de Korra la acariciaban suavemente, siguiendo el mismo movimiento siempre. Recorriendo toda la extensión de su sexo, para después detenerse a jugar con aquel nódulo traicionero.
La cabeza de Korra descansaba sobre su cuello, el cual estaba siendo besado y succionado con delicadeza. Asami aún continuaba llorando silenciosamente, pero ahora no solo temor y tristeza la embargaban, sino que una extraña sensación que no era capaz de descifrar, pero al parecer su cuerpo no seguía la misma dirección que sus pensamientos, él parecía estar disfrutándolo.
El trabajo que Korra llevaba entre sus piernas de pronto cesó. Ahora su atención se fue hacia su otra mano, sintiéndola subir por el costado izquierdo de su torso, describiendo delicadamente las curvas de su cadera y cintura. Aquel sensible tacto le pesaba, oprimiendo su pecho con una inexplicable expectación, que crecía conforme la mano de Korra subía más y más. De repente el rumbo de esta cambió, dirigiéndose hasta su espalda. Asami no lo entendió hasta que sintió como la familiar opresión que siempre rodeaba sus pechos cedía. Una juguetona risa le hizo saber que aquella chica había desabrochado con éxito su brasier. Sin perder detalle de lo que hacían sus manos, sintió como su mano libre volvía al juego. Lenta y segura volvía hacia la parte delantera de su torso, acercándose cada vez más amenazante, subiendo suavemente por su piel, dificultándole la respiración, hasta que sintió como el pulgar se introducía fugitivo por el costado de su pecho izquierdo. Un temblor recorrió el cuerpo de Asami, genéticamente preparado para eso momento. Su piel se erizó, y no era lo bastante ingenua para saber que no solo sus poros lo habían hecho. Sentía increíblemente sensible sus pechos, totalmente concentrada en la mano de Korra, atenta a su movimiento.
Lentamente dos dedos se ubicaron en la base de su seno. Y describiendo un silencioso perfil ascendió lentamente por este, pasando por su endurecido pezón, arrastrándolo un poco al paso, hasta que sintió como su mano abarcó la totalidad de su pecho y lo apretó.
Sin querer Asami soltó un gemido.
Korra sonrió y enseguida envolvió sus labios con los de Asami, sorprendiéndola con un beso cargado de deseo, que ella no pudo hacer menos que corresponder. En aquel precario momento de lucidez, culpó a su cuerpo que había optado por entregarse a aquellas sensaciones, dejando sufrir sola a su calculadora mente. Pero la verdad de las cosas era que la razón ya la había abandonado.
Mientras Korra la besaba, el trabajo de sus manos allá abajo continuó. Pero ahora, avergonzada sentía como sus dedos resbalaban más fácil entre sus pliegues. Asami frunció el ceño, pero enseguida volvió a gemir ante el tacto de Korra y ante la lengua que ahora había ingresado a su boca.
Los movimientos rápidos y levemente bruscos que daba la morena con sus dedos en aquel pequeño nódulo entre sus piernas; su mano sedienta que recorría y amasaba toda la extensión de su abdomen y su pecho; y su lengua que masajeaba eróticamente la propia en su boca, estaban despertando los instintos más bajos y primitivos de Asami, quien no tardó en comenzar a mover avergonzada, y en contra de su pequeña voluntad, sus caderas, buscando extender aquella caricia, invitándola provocadoramente a su entrada. Todo era genético, su femenino cuerpo estaba diseñado para, una vez estimulado correctamente, emitir una serie de incitantes acciones que la conducirían al inminente encuentro sexual. Su deseosa voz, los gemidos que emitía, los movimientos de sus caderas, fluidos que emergían de ella, y hasta el calor de su piel eran anfitriones que, experimentados guiaban la mano de Korra cada vez más cerca de sus profundidades.
De repente Korra gimió excitada. Asami abrió sus ojos para ver enrojecido su rostro, igual que el de ella, pero el de la morena estaba levemente molesto. Korra abandonó sus caricias, cualquier contacto con su piel fue deshecho, provocando que el cuerpo de Asami ardiera sorprendentemente decepcionado por ser privado del calor de la morena.
Una de las rodillas de Korra se ubicó entre sus piernas, ejerciendo sin querer una presión más fuerte en su centro, expulsando un débil jadeo de Asami, enseguida de eso Korra ubicó su pie entre ellas, pisando los pantalones, estirando con una mano una de las piernas de Asami, apoyándola en su cadera mientras intentaba liberar aquella prenda que retenía juntas sus piernas.
Cuando lo hizo, la pierna derecha completamente desnuda de Asami se apoyaba contra la cadera de Korra, siendo fuertemente asida en ella por la posesiva mano de la morena. El pie libre de Asami, aun con su zapato y su ropa agarrado a él estaba fuertemente anclado al suelo, ayudándole a mantener el equilibrio mientras rápidamente distribuía su peso en la cadera de Korra. Estaba completamente a su merced, expectante a que ésta continuara con su tarea. Desde hace rato ya que su cerebro se había apagado.
La mano izquierda de Korra subió por aquel muslo desnudo. Asami comenzó a respirar más fuerte, apretando más los ojos. Dos dedos comenzaron a deslizarse de vuelta hacia su humedecido sexo, jugando un rato con él. El temblor del cuerpo de Asami se hacía más evidente, obligándose a morder su labio para controlar su deseo. Los dedos de Korra presionaron su nódulo, contrayendo su espalda, doblegado sus escasas fuerzas, cargando completamente su peso en Korra, acortando más la distancia. Su respiración ahora era irregular, su cuerpo entero gritaba porque Korra lo hiciera de una maldita vez, hasta su mente estaba de acuerdo con ello. Había llegado tan lejos, la había despojado de tanto ¿Por qué demonios no lo hacía?
- Mierda, Korra… hazlo de una maldita vez – le dijo cargada de un molesto deseo, desconociendo su propia voz.
Bastaron solo esas palabras para que dos dedos se abrieran paso por ella. Asami emitió un agudo grito de placer, aferrándose con su mano libre a los hombros de Korra.
Estuvo solo un segundo sin moverse. Korra estaba tanteando el terreno, permitiéndole a Asami acostumbrarse a sus dedos. Cuando la tensión de los músculos de la pálida mujer pareció relajarse, decidió que era el momento de comenzar a trabajar. Lenta en un principio sacó con cuidado parte de ellos, para de inmediato volver a penetrarla, bombeando una presión en su centro, que parecía abandonar su cuerpo en forma de jadeos que salían por sus labios. Labios que de inmediato fueron aprisionados por los de Korra, pero esta vez Asami los recibió bienvenidos.
Korra aumentó la velocidad, comenzó a entrar y a salir de ella más rápido, y con mayor fuerza. No la estaba dañando, al contrario, la estaba llenando más rápido, como si hubiera un nivel que necesitaba alcanzar para liberarse. Y de cierta manera, lo había.
Asami se pegó más al cuerpo de Korra, sintiendo como su tenso brazo la sujetaba y el otro le daba aquellas incansables olas de satisfacción. En un momento de delirio agradeció que practicara bascketball, de lo contrario dudaba que aquella tarea de complacerla hubiera sido tan fácil y duradera.
Pero ¿por qué lo estaba haciendo? Claramente Asami ya no estaba siendo violada. Las esposas y la obligación inicial podían obviarse si es que ahora consideraba el hecho de que estaba completamente excitada, humedecida, dispuesta y tambaleante, recompensando con gemidos y jadeos a que Korra continuara con su labor, con un trabajo que dudaba que ella también fuera recompensada.
Esto era para la satisfacción de uno, de Asami. O eso era lo que ella creía.
Un cambio de presión de Korra hizo que Asami lanzara un grito al aire, mientras sus uñas fueron a clavarse a su tensa espalda. Ahora mientras la satisfacía, hábilmente pasaba uno de sus dedos por aquel hinchado y sensible nódulo. Pero no era solo eso, ahora Korra hacia otra clase de presión. Había encontrado un punto hasta ese entonces desconocido para ella. Era un interruptor que transformó el cuerpo de Asami. Ahora que había sido estimulado no había vuelta atrás, pero la presión en su cuerpo sabía que estaba próxima a terminar.
Gimiendo y gritando desvergonzada se arrimó aún más al cuerpo de la morena, aspirando el olor de su pelo, del tabaco en su ropa, del aroma propio de su piel y de su calidez. Su mente ya no existía, el control por completo lo tenía su cuerpo, que recibía feliz a Korra, animándola a que continuara.
De pronto la tensión en su pierna desnuda desapareció. Su espalda se contrajo casi violentamente mientras exhalaba un último grito en el cual liberó toda la energía acumulada en su cuerpo.
Agotada y lánguida se permitió descansar en el cuerpo de Korra. Escondiendo su rostro en su cuello, aspirando dificultosa al tiempo en que intentaba calmar su espasmo. Ambas piernas tocaban ahora el suelo, pero aun sentía a Korra rodear posesiva su cuerpo; y su mano en su cintura, sujetándola tampoco quería alejarla de ella.
Pasaron solo unos segundos cuando el balde de agua fría cayó en Asami.
¡Por dios Asami! ¡¿Qué fue eso?! ¡¿Tan necesitada estabas?! Te estaban violando ¿no lo recuerdas? O por lo menos eso había sucedido en un principio, antes de que envolvieras tu pierna en su cadera y que comenzaras a gemir y a moverte como animal en celo.
Asami soltó a Korra, retrocediendo solo un paso. Su rostro estaba enrojecido de la vergüenza. Su mente tenía razón, eso ya no podía ser catalogado como una violación. En un principio si, fue contra su voluntad. Pero había quedado demostrado que aquella "voluntad" había sido aniquilada en el trayecto.
Korra sonrió satisfecha y sacando una llave de su bolsillo liberó a Asami. Esta se apuró en vestirse, agradeciendo de que sus ropas no estuvieran completamente sucias. A lo más tenían un poco de polvo, pero nada era como el desastre que estaba en los pantalones de Korra, cuya culpable había sido Asami.
A Korra pareció no molestarse. Se dio vuelta y se estiró perezosamente.
Esto debería ser el final ¿no? Aunque aún no sé qué es lo que ganó ella de todo esto. No entiendo qué es lo que quería.
- Ah, olvidé que tengo clases con el tutor particular a las 8:30.
- Ah – emitió sorprendida Asami de que Korra se dirigiera a ella -. Entonces me voy primero.
Acomodó rápida su ropa y cogió sus pertenencias dispersas por el suelo. Ya había alcanzado a dar dos pasos cuando sintió una mano envolver su muñeca, deteniéndola.
- Hey. Ven conmigo… El tutor se pondrá contento.
- ¿Qué? – balbuceó confundida Asami -. Pero el pago de la clase…
¿En serio? ¿Esa es tu mejor excusa?
- ¿Qué con eso? Está bien – le dijo Korra, adelantándose, sin soltar su agarre, arrastrando a Asami -. Ah, y cuando él se vaya, continuaremos con lo de recién.
- ¡¿Eh?!
- No puedo concentrarme afuera… Aunque lo hice bastante bien ¿no? – dijo con su burlona sonrisa.
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~o~
Pensé que por esta vez podría dedicarme a escribir una "tierna historia de amor" entre las chicas, pero fue demasiado para mi mente, que de inmediato se puso a idear otra historia que fuera completamente opuesta. Y aquí está, sacada directamente de mi selección de libros favoritos (es por ello que que no es mía)
Ahora le tocaba a Korra ser la "Mistress", reencarnada en una rebelde y matona chiquilla universitaria quien tomará ventaja del desliz académico de Asami. Lo demás lo irán descubriendo conforme avance la historia.
Hahaha, esto será divertido~
