Capitulo 1
Elena abrió los ojos. Le dolía la cabeza y apenas tenía sentido de las cosas. No reconocía nada, la luz blanca de una lámpara ubicada en el techo le fastidió la vista. ¿Dónde estaba? Miró a su alrededor y oh… joder, sus manos estaban atadas, al igual que sus piernas en la misma silla marrón de madera. Se movió en ella. Que buen nudo. La habitación en donde estaba se encontraba totalmente vacía. Ningún ruido. Nada. Solo había una puerta media abierta que le daba a entender que no estaba sola. Las ganas de gritar se le vinieron de repente, pero la boca la tenía totalmente cubierta. ¡Mierda mil veces! ¿Qué clase de broma era esta? ¿Acaso… acaso ella era la siguiente que moriría en 24 horas al igual que todos sus familiares?
- Se ha despertado. – informó un tipo calvo, en el borde de la puerta. A Elena se le erizó la piel. Abrió más los ojos. - ¿Qué hago con ella?
- Déjala, está totalmente atada, no intentará nada. – le contestó otro, que se encontraba en el pasillo y que no dejaba ver la cara. – Jackson, el jefe la quiere viva…
Jackson, el calvo, sonrió. Miró a Elena totalmente hambriento. Tenía 17 años apenas, pero tenía todo lo que él nunca había visto antes.
- ¿Y si juego un poco con ella?
- Que hagas lo que quieras. – contestó. – no jodas, solo no la dejes libre. – el sonido de un portazo se escuchó fuertemente. Jackson se había quedado solo. No, no solo… con Elena atada de manos y pies. La miró de nuevo, jugando con sus dedos. Hace tiempo que no se tiraba a una tía tan buena como la que tenía al frente. Y lo mejor, parecía virgen.
- Hola. – le habló a Elena. Los ojos de ella se abarrotaron en lágrimas. Lágrimas de asco, de ira y de terror. Quiso escupirlo en ese mismo instante. Si era él quién había asesinado a la mayoría de su familia, tenía muchas razones para hacerlo. – he muñeca… no me mires así…
Elena bajó la mirada. La falda tejana se le había subido lo suficiente como para hacer que Jackson se excitara con tan solo mirarla. Joder, se le hacía agua la boca.
- Si lo piensas bien, esto no va a ser tan doloroso. – se acercó a ella a pasos lentos. De pronto, sus gruesas y sucias manos tocaron el rostro de Elena quitándole el pañuelo de la boca. Y lo que tanto ella quería hacer, un escupitajo se escapó de su boca que callo justo en el mentón de él. Jackson se cerró los ojos. Se limpió con dureza el rostro. – Pensé que querías cooperar.- la cogió de los brazos, haciendo que la silla de madera se acercara a él. – pero veo que no. - Elena hizo su rostro a un lado. – me pone, ¿sabes? Me pone muchísimo que estés así, atada de manos y que no puedas defenderte. – respiró del cuello de Elena, mientras ella trataba de alejarse cada vez más. Vomitaría. – pronto haré que te mojes… pero primero tú me harás los honores.
Tras decir eso, se puso de pie, abrió la cremallera de sus pantalones y…
- Debería darte vergüenza. – él sonrió. Acostado sobre el borde de la puerta y un arma que adornaba sus manos. Se fijó en Elena, que lo miraba atónita desde su sitio, algo había llamado su atención. – ¿Qué es eso? ¿Un jodido maní? – volvió a reír, refiriéndose a la diminuta polla de Jackson. Damon tenía la sonrisa más bonita del mundo, junto con sus dientes blancos y perfectos. Otra vez, sus ojos azules recayeron en Elena. – suéltala. – le apuntó a la cabeza.
Jackson palpó su arma en los bolsillos traseros de su pantalón, pero cuando intentó sacarla, una bala le atravesó la sien en menos de un segundo. Cayó al suelo, haciendo un charco con su propia sangre.
- Que tal. – dijo él sacudiendo la cabeza. ¿Y ahora quién era él? ¿Otro puto secuestrador?
- Sácame de aquí.
- ¿Ni siquiera un: gracias?
- Gracias…
- No, no… puedes hacerlo mejor… - sonrió. Elena cerró los ojos con fuerza. – inténtalo, tal vez algo así como: gracias por salvarme Damon, te debo la vida y también que un imbécil con polla pequeña haya intentado violarme. Eres un Dios, gracias.
- ¡Joder solo sácame de aquí! – gritó ella. Él se puso de rodillas, sus miradas se cruzaron. Las miradas de un tipo de 24 y una chica de 17. Sin querer, sus manos rozaron con la piel de Elena. Erizándola por completo. Ella bajó la mirada y movió sus piernas para que Damon ya no pudiera rozarlas con sus manos. Qué ironía, y es que todavía no tenía idea de lo que pasaría luego entre los dos. La verdad, nadie lo sabía.
- Te sacaré de aquí. Conmigo no tienes que dudar ¿vale? Soy el agente que va a cuidarte hasta que todo este lío de las 24 horas se acabe. – la miró. Ella intentó no llorar. – te voy a cuidar, pero necesito que me ayudes.
Una mirada más. Una intensa. Fuerte. Le miró los labios, rosados, deliciosos, carnosos, le provocaba mordérselos… ¿Por qué nadie le había dicho que cuidaría a alguien así? Elena notó lo que miraba.
- Que no llores. – le volvió a decir. – conmigo, nunca va a pasarte nada.
*****
"Kiss me" de Ed Sheeran sonó en el BMW de Damon. Elena se ruborizó de inmediato. Su canción favorita.
- Quiero bajarme de aquí. – dijo ella. Se lo había pensado lo suficientemente bien como para tomar aquella decisión. Prefería estar sola, que con un tipo que apenas conocía. Damon la miró inquiero, casi y suelta una risa.
- ¿Por? ¿Te he caído mal?
- No sé quién eres ¿vale? Espero que sepas que hay gente buscándome y no tengo idea por qué, quieren matarme al igual que han matado a casi toda mi familia. Tengo razones para desconfiar de ti.
- No deberías. – contestó él. Una voz ronca, masculina. La volteó a mirar. – yo no pienso hacerte nada, más que cuidarte.
- ¿Y por qué? Te pueden matar genio. - Elena se puso el cabello tras la espalda, dejando al descubierto su pecho y ese bonito escote. Los ojos de Damon no dudaron en apoderarse de aquella escena.
- Quiero arriesgarme. – la mirada se hizo aún más intensa, sus ojos buscaron desesperados el final de los senos de Elena.
- ¿Te han contratado? – preguntó ella. Todo esto era tan confuso. Primero su vida corre peligro y ahora hay un hombre que quiere protegerla.
Damon apretó el timón del auto. Coreó "Kiss Me" junto a Ed Sheeran.
- Digamos que me dieron a elegir entre varios casos de homicidio. – ambas miradas chocaron. Elena se volteó, ruborizada. ¡¿Qué tenía que le ponía tan nerviosa?! – y te elegí a ti. Es mi trabajo.
- ¿Soy tu trabajo?
- El tipo que quiere matarte, es mi trabajo. – apretó el acelerador, las llantas hicieran lo suyo. La carretera estaba libre. Ningún auto que le impidiera el paso de camino a New York. De pronto una cosa más que hizo que él se tensara muchísimo. Elena cruzó las piernas, la falda tejana subió hasta el principio de sus muslos. Lo corta que podía ser esta ya no importaba, importaba lo que podía a ver debajo de ellas. Damon tragó saliva.
- Entonces… ¿crees que estaré más segura junto a ti que en mi departamento completamente solo, cuando tú no dejas de mirarme?
Mierda, lo había notado.
- ¿Te molesta?
- No jodas, sabes que sí.
- Que boquita…
- Ya.
- ¿Y por qué te molesta? Tienes buenas piernas, si no las miro yo…
- ¿Eres así con todos los casos que tienes?
- Sí, las he follado a todas y todas se han ido felices y contentas.
- Imbécil. – el comentario pareció molestarle.
- Bromeo, Elena. – le aclaró. La canción continuó. El coro lo decía todo, aunque este aún no significaba nada para los dos, pero pronto lo sería. – no me gustan las niñas como tú.
- Ni a mí los idiotas como tú. Además, tengo diecisiete.
- Lo mismo. – volvió a decirle. Fue entonces cuando apartó la mirada de ella y se focalizó en la autopista. – jamás estaría con una niña como tú.
- Lo dices cuando hace unos segundos te estabas pajeando mentalmente mientras me mirabas.
Eso solo hizo que Damon se cabree aún más.
- Eres insoportable.
Elena sonrió.
- Tú mucho más.
- Ni siquiera sé por qué acepté hacer tu caso. – le dijo y ella no pudo evitar sentirse herida por lo que acababa de decirle. – pero será rápido nena, en menos de una semana abre encontrado al tipo que quiere asesinarte y todo esto habrá acabado.
Se miraron de nuevo. Tenía que decirlo… Elena era una condenada Barbie, joder. Era preciosa. Lo tenía absolutamente todo. En solo un día había tenido dos erecciones seguidas con tan solo verla caminar, con tan solo escucharla pronunciar su nombre. Le provocaba escucharla gritar su nombre. Y otra erección más justo ahora al imaginarse eso. Deseaba abrir esas finas piernas y meter su durísima polla entre ellas. Siempre había tenido ese tipo de tentaciones con sus casos, y es que la mayoría habían sido mayores de edad. Tías que no les importaba nada y que terminaban follando con él sin ningún precio. Pero ella parecía diferente y eso solo le gustaba aún más. Seguramente era virgen… oh joder, la erección crecía más… y tenía a Elena sentada a su lado. ¿Y si paraba el auto y la follaba ahí mismo? No tenía idea de qué forma se masturbaría toda esta semana para no tocarla a ella. Vería porno, compraría revistas. Pero trataría de no tocarla, al menos… que eso fuera lo que ella quisiera.
