I. Bienvenidos a su peor pesadilla

-¡Estoy cansada, llena de polvo! ¡Y todo por tu culpa! – La queja de la pelirroja fue interrumpida por un gran estornudo.

- Y llena de moco al parecer.

- ¡Todo fue tu culpa! No puedes dejar de pelear conmigo ni durante las clases.

- No se por que te quejas tanto Patata podrida, yo suelo hacer esto todo el tiempo.

- ¡Me quejo por que fuiste tú quien inicio la pelea, quien causo nuestro castigo y sólo estás sentada ahí sin sacudir nada!

Elena le lanzó el plumero a la cara del rubio, el la esquivó, cayendo directamente en un pequeño frasco que estaba en uno de los estantes de la cripta. El pequeño y rosado frasco se quebró al caer el suelo, provocando una leve explosión. Una nube de humo se extendió por toda la cripta, nublando la vista de ambos chicos y provocándoles un ataque de tos que los hizo caer el suelo.

-¡Ves lo que … provocaste… idiota! – Se quejó entre toses.

- ¿Yo fui el que lo provocó?... ¡Tú fuiste… la que lanzó el plumero! – Se levantó lentamente, iba a sacudir su pantalón, cuando notó algo extraño. – Espera un momento… - En vez de pantalón, llevaba una falda.

- ¡Quita de ahí mis manos asqueroso! … espera – Elena captó que veía desde afuera su cuerpo y al domador le pasaba lo mismo. Ambos se miraron de arriba a bajo y dieron un fuerte grito.

- ¿Qué sucede aquí? ¡De nuevo discutiendo! – El tutor máximo se asomo por la puerta.

- No Jeremy, todo bien. – "Contestó la guardiana."

- ¡Bien, recuerden que los estoy vigilando! – El tutor los dejó a solas.

- ¿Qué estamos bien? ¡A que demonios te refieres con que estamos bien! ¡Intercambiamos cuerpos! ¡Es como mi peor pesadilla!

- ¡No creas que yo lo disfruto Patata, pero que quieres que le diga! ¡Sí lo sabe, ahora si nos expulsará de la armería!

- ¡Detesto decirlo pero creo que tienes razón! Pero no podemos quedarnos así, debe haber algo que podamos hacer.

- Primero hay que saber que nos paso.

- Pues, - Elena en el cuerpo del rubio se agachó y miro el frasco que habían quebrado momentos antes. – Estoy casi segura que esto es alguna especie de poción mágica.

- Espera… no digo Jeremy que habían encontrado un laboratorio de Anguanas vacío.

- Sí, esto debe ser parte de lo que lograron recuperar. Teddy, lo que debemos hacer ahora es buscar el antídoto, pero sin que nadie lo sepa, para evitar la expulsión.

- De acuerdo… ¡No puede ser!

- ¿Qué?

- ¡Ya viste que espalda tengo! Es perfecta.

- ¡Eres un estúpido, deja de mirarme…mirarte de esa manera, las personas creerán que soy yo!

- Pues le haría un favor a tu juicio.

- ¡Sí dañas mi reputación te mato! Ahora vayamos con Zick, el nos ayudará. El sí que será maduro con esto.

-¡No puedo creer que tú…! – El joven ex – domador no podía contener sus carcajadas.

-Sí Patata tenías razón, sí que tomo la situación seriedad.

- ¡Ya cállate Zick y ayúdanos ahora! – De la mano de Teddy salió un rayo Dom que quemó un poco la camisa de Zick.

- ¿Qué fue eso? – Preguntó asustada.

- ¿Qué no recuerdas torpe? ¡ahora tienes mi Dom!

- Oh… ¡Es verdad!... – Elena miró con cara maligna y sonrió. – Y tu eres "una pequeña niña nariz de patata indefensa" – Le imitó. Elena le lanzó varios rayos en los pies a Teddy y el torpemente los logró esquivar con saltos.

- ¡Eres una loca! ¡Te voy a rapar la cabeza!

- ¡Sí tocas mi cabello o cualquier cosa mía yo…!

- ¡Oye, no lo había pensado!

- ¡Eres un pervertido horrible!

- ¡Hey basta ya! Nadie va a lastimar a nadie y a ti ni se te ocurra hacerle algo a Elena o te la verás conmigo. Esto es lo que vamos a hacer, ambos pedirán permiso de quedarse en mi casa, luego, iremos al laboratorio de mi tía Emerlia, ahí buscaremos la cura.

- ¡Oh no puede ser! ¡Mi mamá!

- ¿Qué pasa con tu mamá patata?

- ¡Había prometido cuidar de los gemelos!

- ¡Elena! ¿Estás arriba? – Pero no hubo respuesta.

- ¿Qué esperas torpe? ¡respóndele a mi mamá!

- Ehm.. ya bajo mamá.

- ¿Y ahora qué Zick?

- Pues vayan a tu casa, leeré un poco de ese viejo libro de hechizos que tengo.

- De acuerdo, pero no tardes, no quiero ser mucho tiempo… esta cosa.

- ¡Cómo si no te encantará!

- ¡Muévete Thaur! – Timothy entró y le dedicó una mirada interrogativa al peliazul.

- Es una especie de…terapia, sí terapia, ser un en el otro. – Sonrió tratando de convencer al tutor. El gato solo suspiro de fastidio y se fue sin preguntar.


- ¡Yo no voy a cambiar el pañal!

- ¡No seas nena solo abróchalo!

- ¡Bien, ya qué! A ver, tu chiquillo déjame ponerte el… oye… espera no…

- ¿Qué no conoces los riesgos de cambiar un pañal a un varón? – Elena en el cuerpo del domador estalló de la risa.

- ¡No! En mi vida había convivido con un bebé. Al menos me consuelo en que fue tu cara la que recibió el ataque.

- ¡Pobre de la mujer que se case contigo, eres un inútil! Tendrá que hacer todo.

- ¿Quién sabe Patata?, sí tienes suerte, esa podrías ser tú. – El rostro de la chica se acercó mucho al del domador.

- ¡Ya quisieras! Muy bien, ahora ponlo en la cuna. Siguen los deberes.

- ¿Crees que soy ti sirviente?

- No, pero es "tu casa" Mi papá está arriba con una pierna enyesada, así que vamos. Lo primero en la lista es barrer las hojas del jardín. – Ambos salieron al jardín y vieron que estaba lleno de hojas, clásico paisaje de un día de ventisca otoñal. – Toma, comienza a juntarlas.

- Lo que ordené jefa.

Ambos comenzaron a cepillar con fuerza, sin duda alguna, las labores domesticas no era lo de Teddy, cepillaba quebrando las hojas, haciendo más basura.

-¡Hey Thaur estás haciendo más basura!

- ¡Pues así cepillo yo!

- ¡De verdad que eres un inútil! – Elena recogió su basura pero le cubrió los pies

- ¡A con que quieres jugar sucio, torpe Patata! – Teddy juntó la mayor cantidad de hojas que su rastrillo le permitió.

- ¡Te lo advierto, ni siquiera lo pienses porque…! – Y en un segundo, las hojas habían cubierto al "domador" de pies a cabeza. - ¡Estás muerto! – Elena lo siguió por todo el jardín mientras que la pelirroja escapaba de su alcance. Sin saber cómo, logró interceptarlo y arrojarlo al suelo. Ambos comenzaron una guerra de hojas. Ambos estallaron a carcajadas, tan fuertes, que el timbre y la llegada de la señora Patata pasaron desapercibidos.

-¡Hola Zick! ¿No te abre la puerta Elena?

- No, creo que no me escucha.

- Pasa sí quieres, debe estar recogiendo el patio. Oh sí, mira, ahí están. Esta con su amigo del campamento. ¿Cómo es que se llama?

- Teddy. – Casi suspiro Zick con molestia al ver la escena que se desarrollaba frente a él.

- ¡Ah sí, Teddy! Es algo mayor, pero sin conocerlo tanto, puedo adivinar que mi hija no le es indiferente, ¿No es así?

- ¡Más le vale que no!

- ¡Eres un tonto Thaur! – Elena reía mientras le enterraba la cara con hojas.

- ¡No más que tú!

- ¡Con eso lo admites! – De pronto, la pelirroja cayó al suelo y con ella el cuerpo del rubio, quedando uno enfrente del otro, fue una fracción de segundos, pero ambos se quedaron mirando el uno al otro.

- ¡Listos para irnos chicos! – Zick corrió y levantó a "Teddy", vamos, debemos irnos en cuanto sea posible.

- Sí, sólo voy por unas cosas. – El "rubio" entró a la casa, con su cara totalmente colorada.

- ¿Entonces qué?

- ¿Entonces que de que Zick?

- ¿Qué paso mientras llegaba?

- Oh… nos viste… nada, nada que no te pueda contar. ¿O si? - Zick apretó la mandíbula de impotencia y entro seguido del cuerpo de su amiga. No necesitaba su Dom para imaginarse lo que ambos estaban pensando.

- ¡Aquí hice unos emparedados y jugos para que cenen!

- ¡Gracias ma… quiero decir, señora Patata! – La señora sonrió y los despidió. - ¡Ja, este muchacho incluso iba a decirme mamá, que suerte la de Elena con los chicos!


-Leí el libro de mi tía, efectivamente hay una cura. –Los tres caminaban hacía el bosque. – Le dije a mamá que iría a casa de Teddy, así que podemos ir allá directamente. Todo para hacer la poción debe estar ahí.

- ¡Bien, vayamos a terminar con esto! – Teddy iba a tomar un sándwich de la canasta cuando su mano lo golpeó.

- ¡Nada de alimentos no bebidas Thaur, no irás al baño en mi cuerpo!

- ¡Eso quisieras tú!

- ¡Borra ese pensamiento de tu cabeza!

- ¡Ah usando la telepatía!

- ¡Eres un maldito!

- ¡Ya basta! Vengan en silencio, vámonos Elena. – Zick se puso en medio de ellos, y luego le tomó la mano a Teddy, llamando la atención de todos los vecinos, sin que el lo notará. Estaban a una poción, de que todo volviera a normalidad.