Luna de Medianoche
Notas del autor: Esta idea me parece original, sobre todo porque no quería que perdieran su esencia vampírica ni parte de la historia. Se podría decir que es una versión diferente a la que se conoce, pero creo que no llega a ser AU (Universo Alternativo). Después de todo, cualquier cosa puede pasar, ¿verdad?
Advertencias (Importante): PoV (punto de vista) de Jasper. Yo solo leí Crepúsculo, estoy intentando conseguir el libro en francés porque tengo que practicar, pero es caro. Busqué de todas formas algunos datos sobre ella y sobre Jasper antes de escribir la historia. La de Alice la conozco bien, pero la de Jasper la leí de varias páginas Web. Por eso si hay cosas que aparecen en Luna Nueva (conozco algunos detalles sobre la tumba, pero solo comentarios) y en los siguientes libros, sepan disculpar que este fic no se base en ellos.
Resumen completo: Jasper recibe un mensaje de un médico vampiro que trabaja en un hospital mental, pidiéndole el favor más importante de su vida: cuidar a una pequeña humana llamada Alice Brandon, de un vampiro que ronda los alrededores llamado James.
Pero, ¿Qué pasa cuando Jasper descubre que toda ella es más que perfecta? ¿Qué ocurrirá cuando aspire su aroma y comprenda por qué James quiere atraparla?
Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer.
"No olvides que antes del amanecer, cuando el cielo es más oscuro… la Luna brilla más que el Sol"
Capítulo I: Orden de guardaespaldas
No hacía falta revisar todo el lugar, porque estaba seguro que esa debía ser la única clínica mental en todo el pueblo, e incluso en todo el vacío estado de Missisipi.
No era que me agradara estar allí. Me gustaban los lugares con mayor esencia humana, con mayores facilidades para cazar, para elegir víctimas sin vida ni sentido de ella. Siempre en las grandes ciudades era más fácil encontrar personas crueles a las que matar, o borrachos sin hogar ni nada para gastar más que el ínfimo tiempo que tendrían hasta que yo los atacara sin demasiado sufrimiento ni preanuncio.
Sabía bien a donde me dirigía, por eso había satisfecho mis necesidades en un pueblo mayor a varios kilómetros de Biloxi, porque según lo que había entendido, el hospital al que recurriría era humano. Uno siempre tiene que ser precavido.
Realmente estaba más allí por curiosidad y por aliento ajeno que por propio interés. Había sido contactado por un aquelarre de tres hombres que habían acudido en busca de un vampiro para matar, y Charlotte, mi compañera de ese momento, me alentó para que averiguara más sobre ello.
Según este aquelarre, un vampiro llamado James había estado haciendo estragos y matando gente en un pueblito de Missisipi, matando a cualquiera que se interpusiera en su camino, incluso a los de su propia especie. No era ningún tipo de salvador o justiciero, pero había comprendido que tenía una eternidad para vivir, y eso era mucho. Realmente no tenía muchas ilusiones o proyectos, por eso decidí recorrer los kilómetros que me separaban hasta esa clínica mental para conocer mejor el pueblo y hacer algo útil con esta maldita existencia eterna.
La clínica mental se extendía a través de una zona de mucha llanura, y se encontraba a unos pocos kilómetros del pueblo. Siempre había sido tradición mantener a los locos bien separados de la gente pueblerina. El hospital se erguía con una construcción antigua pero majestuosa y bien restaurada. Las puertas de roble eran altas y anchas, y un guardia de llaves fornido me miró mal cuando me acerqué con demasiada impertinencia.
"Estúpidos humanos que se creen mejores" pensé con una sonrisa, sabiendo que si quisiera, podía convertir a ese grandulón en mi próximo aperitivo.
-Estoy buscando a Joseph Menger.
-¿Y tú quien eres?-murmuró el guardia, mirándome despectivamente.
-El teniente Jasper Whitlock-respondí con una sonrisa burlona.
El guardia volvió a mirarme mal pero sus superiores le habían avisado que yo llegaría, estaba seguro, por lo cual tuvo que dejarme pasar.
Dentro del lugar había una sala de recepción, donde me esperaba un viejo vampiro. Tenía los dientes blancos, perlados y una mirada compasiva.
-Me alegra verlo por aquí teniente. He escuchado varias historias sobre usted, ya sabe-murmuró el vampiro mayor haciendo un gesto divagante con su mano.
Tenía el pelo canoso pero le brillaba con algarabía y un bigote del mismo color. A pesar de su edad, algunas enfermeras del lugar lo miraban cada vez que se cruzaban con él.
Yo sabía a las historias que se remontaban. No éramos tantos los vampiros estadounidenses y los aquelarres del sur eran los más violentos, por lo que si un vampiro lograba ser vencedor, tenía suficiente renombre, como yo lo tenía.
-De verdad es muy importante que haya acudido a mi llamado. Ninguno de los muchachos pudo enviarme alguien mejor para lo que necesito pedirle.
Yo lo miré curioso. Sus ondas emocionales se extendían con una vibración de expectativa y ansias que cada vez me llamaba más la atención.
-Disculpe teniente Whitlock, pero necesitaría hacerle una pregunta fundamental.-dijo acercándose a mi oído-¿Ha bebido antes de su llegada al pueblo? Recuerde que este es un hospital humano.
Asentí sintiéndome un tanto subestimado por su pregunta. ¿Qué acaso creía que yo era idiota? Por supuesto que conocía la proveniencia de aquel lugar.
-No es que quiera ofenderlo. Pero mi paciente tiene un aroma muy embriagador para que un vampiro carnívoro sediento pueda soportarlo.
-¿Su… paciente?-pregunté recordando que no sabía demasiado para qué estaba allí.
-Si bueno. De eso quería hablarle. Yo lo contacté porque necesito que me ayude a protegerla. Hay un vampiro llamado James, un rastreador muy veloz y astuto que está haciendo destrozos por el pueblo como venganza. He logrado detenerlo, pero ha matado a uno de los vampiros que me ayudaba a protegerla. Los otros tres han escapado y por eso necesitaba alguien que pudiera ayudarme.
-Usted dice… ¿Cómo ser guardaespaldas o algo así?
-Bueno-dijo vacilante-más o menos. Básicamente es eso, e intentar alejarlo. No querría matarlo, pero no sé si tendré otra opción. Creo que usted que es un poco más joven será mejor y además me han dicho que tiene mucho conocimiento en esto de atrapar y matar. Me han comentado también que es muy astuto. Y si ve que hay alguien dispuesto a cuidar a mi Alice quizás se aleje. También tengo miedo de que haya más rastreadores cerca y los atraiga su aroma.
-¿Ella además es humana?-pregunté comprendiendo por qué James quería matarla, algo incrédulo por su pedido.
-Sí. Pero es como mi hija. Ella sabe qué soy y nuestra procedencia. Tuvimos algunos problemas, pero ella lo está superando.
-Lamento informárselo, pero no creo que yo deba hacerlo. No soy el indicado. No le veo mucho sentido a proteger a una humana, y en tal caso si alguien puede matarla, usted puede convertirla.
-Ella se niega a que lo haga. Dice que prefiere morir. No conoce ni se imagina lo que le hará James si se topa con él.
-De verdad creo que no soy el indicado-murmuré.-Lo siento mucho.
Realmente no tenía ganas de hacer de guardaespaldas. No concebía mi vida atado a alguien o a algo y arriesgar mi existencia por una simple humana frente a un vampiro peligroso realmente no lo valía.
Comencé a caminar, alejándome del lugar hacia la puerta, después de todo ya no tenía nada que hacer en ese lugar. Sentía una desesperación tan infinita provenir de aquel hombre, que en parte me dio curiosidad, y cuando con voz ahogada me tomó del brazo suplicándome, accedí por mera necesidad de conocer a la tan famosa "Alice".
-Por favor, ella es una de las personas más importantes en mi vida. Tan solo conózcala al menos. Luego me comenta que opina. Por favor.
Asentí en silencio y lo seguí por los larguísimos pasillos del centro médico mental. Había enfermeras rondando, doctores que iban de cuarto en cuarto con formularios en sus manos y de muchas habitaciones se oían gritos desgarradores, golpes inusitados que daban miedo realmente.
Conocía un poco las medicinas que se aplicaban, como shocks eléctricos, acupuntura mal practicada y muchas sesiones tortuosas que se les hacían a los enfermos mentales para discriminarlos de la sociedad y torturarlos. Decían que los curaban, pero yo no estaba tan seguro de ello. Los seres humanos eran demasiado soberbios para la poca cultura medicinal y psicológica que ejercían.
No sé cuanto tiempo estuvimos caminando y bajando escaleras, entrando por cuartos que derivaban a otros cuartos, pero varios minutos después, comencé a sentir un fuerte olor que se impregnó con asco en mi nariz. Si ese era el aroma tan exquisito que ese viejo vampiro sentía, debía de tener algún problema en el olfato seguramente. Lo cierto fue que sonreí irónicamente de la proveniencia de ese olor tan fuerte, como si fuese una broma de mal gusto.
Me di cuenta que habíamos llegado porque el vampiro se detuvo y buscó un llavero que contenía mil llaves idénticas, mientras yo miraba los adornos de aquel pasillo, interrogándolo con la mirada.
-¿Ajo?-pregunté señalando las paredes cubiertas de él.- ¿De verdad cree que aleja a los vampiros o algo así?
Joseph rió ante mi ocurrencia y me dirigió una mirada divertida.
-No. Es para tapar el aroma de mi paciente. Verás, este hospital está hecho para que ningún loco pueda salir de él. Hay infinidades de pasillos y puertas, y James no conoce donde está ella. Aunque pudiera recorrer el hospital en una sola noche, no puede romper las puertas porque pondrían más seguridad y se vería en un aprieto importante. No porque no pueda manejarlos, sino porque prefiere pasar desapercibido. Gracias a ello elige a las mejores víctimas del pueblo para beber. Además permite que no haya más rastreadores cerca.
-¿Cree que podría haber más gente intentando matarla? ¿Su aroma es… es…?-hice un gesto con mi mano, intentando explicarme.
-Compruébelo usted mismo, teniente.
Por fin consiguió las llaves que buscaba de las distintas trabas que había en aquella puerta. Lo miré frunciendo el seño: sabía que con un solo golpe podría abrir la puerta y romperla, y me figuraba que ese tal James también podría hacerlo.
La puerta se abrió y a penas se disipó un poco el olor profundo del ajo, el pecho se me contrajo, y estaba seguro que si hubiese funcionado mi corazón, estaría latiendo con una potencia que me generaría Arritmia. Sentí una opresión enorme en la garganta, me ardía como nunca antes lo había hecho. Tuve que sujetarme del marco de la puerta y retroceder unos pasos para no matarla en ese mismo instante, incluso antes de haberla visto, porque su aroma era lo más exquisito que había conocido en mi vida.
-¡Santa madre de Dios!-maldije, atrayendo la atención de la muchacha que estaba sentada en la mesilla.
Ahora entendía todo: la necesidad de poseerla de James y la de protegerla que tenía Joseph.
-¿Ve ahora lo que le digo?
Sentía que me intoxicaba con una de las drogas más potentes que podrían existir sobre la faz de la tierra. Y por encima de eso, la muchacha que ahora me miraba en silencio, con los labios apretados, había comenzado a caminar hacia mí.
La vista se me nubló con furia y faltaba que se acercara unos pocos centímetros más para que mis colmillos estuvieran, en pocos segundos, clavados en su cuello níveo de perfecto mármol.
Sin embargo se detuvo un poco antes y extendió su mano, dándome un collar de ajos que enseguida coloqué alrededor de mi cuello. El aroma de ella era impactante e incluso a través del ajo podía sentirlo, solo que con menos intensidad.
-Es uno de los tuyos, ¿Verdad?-murmuró mirándome cautelosamente.
Sin embargo, su voz melodiosa me llamó la atención. Era fina y aguda, pero muy suave, casi como la caricia de un rayo del Sol.
-Sí-anunció Joseph con voz paternal, sin acercarse demasiado-Pero él viene a protegerte.
-Eso es mentira. Lo hará esta noche-murmuró la muchachita apretando sus puños.
Tragué saliva, nervioso. ¿Sabría leer mentes o algo así? Uno de mis primeros pensamientos había sido hacerla mía aquella misma noche, cuando Joseph no estuviera cerca. Me sentía como un animal poderoso frente a una víctima tan deliciosa y desprotegida como ella.
-Claro que no, mi pequeña Alice. Yo quiero protegerte, tú lo sabes. Nunca traería a nadie para hacerte daño.
Su nombre era Alice, pero tenía algunas dudas sobre ella. Parecía una muchacha perspicaz, intuitiva e inteligente. Y conocía como la gente se volvía loca gracias a los tratamientos sádicos, incluso aún habiendo entrado cuerda a la clínica.
Sin embargo ella no parecía trastornada o medio loca. Me pregunté si tendría familia, cómo sabía de la existencia de los vampiros y como había atraído a James de esa manera.
Observé a aquella pequeña criatura que seguía mirándome con cautela y recelo. Sabía que no era estúpida, no lo parecía. Tuve que tragar saliva cuando deslicé mi mirada por su cuerpo. No llevaba el mismo delantal blanco al igual que todas las personas allí. Tenía una especie de camisón negro algo desabrigado, de finos tirantes que se atascaban en sus hombros. Su piel era pálida, muy pálida y contrastaba tanto con su camisón que era realmente irresistible levantar la mano y tocarla para saber si era real. Parecía mármol, de ese mármol blanco y perfecto. ¿Sería acaso su piel fría?
Podía sentir en ella los nervios y el miedo acrecentarse a medida que mis ojos escrutaban su cuerpo con lentitud. Quise extender mis manos para tranquilizarla y decirle que todo estaría bien, aunque supiera que no fuese cierto.
-¿Prefieres que te dejemos tranquilos? Hablaré contigo más tarde, ¿Te parece bien?
Alice le dedicó una tenue sonrisa, alargando sus labios rojos en una mueca que se me hizo terrible. Intenté alejar mi mirada de ella, pero jamás en mi vida había visto una criatura tan extraña. Creía que podría contemplarla durante horas sin necesitar murmurar algo para que me observara.
-Vamos teniente. Te dejaremos sola Alice.
Si no me hubiera prácticamente empujado, se me hubiese hecho imposible alejarme de allí. Caminamos por los pasillos nuevamente hasta la entrada y lo seguí hasta un despacho lujoso. Había un escritorio de madera con una gaveta que mostraba su nombre y miles de libros viejos, algunos llenos de polvo incluso.
-Tome asiento teniente.
Me senté en la silla de madera algo incómodo. Joseph seguía parado, mirando por una pequeña ventana que no atraía mucha luz.
-Tendrá una habitación para acomodarse, muy cerca de ella. Espero que a estas alturas no tenga que volver a rogarle para que se quede aquí protegiéndola, ¿verdad?
Negué con la cabeza cuando volteó a verme. Sabía que no podía alejarme ya, y tampoco quería.
-Podrá ubicarse y salir a donde usted quiera de día. Por las noches es menester que intente protegerla cuanto más pueda. Sé que usted tiene una fortaleza y una rapidez importante, pero James es astuto e intentará engañarlo. Se dará cuenta que no podrá enfrentarse físicamente a usted. Yo siempre he intentado despistarlo. Pongo registros médicos falsos, visto a las personas como si fuera ella. Confundo a James como puedo, pero es complicado. Además Alice está algo nerviosa y temerosa conmigo.
-¿Cómo sabe ella…?
-¿Qué soy vampiro? Tiene algunas visiones. Tuvo una en la que me vio a mí transformándola, y aunque le juré y perjuré que jamás le haría daño, descubrió mi identidad. Intentó huir cuando yo le dejé un espacio, me engañó y salió del hospital. Allí fue cuando James se topó con ella. Duró muy poco porque el aquelarre que antes la protegía la salvó. Pero ayer a la noche mató a uno de ellos, y el resto tuvo que escapar. Ahí fue cuando lograron contactarlo a usted, teniente. ¿Me ayudará?
-Sí. Solo… necesitaré un poco de Ajo antes de acostumbrarme a ella.
-Lo sé-dijo mirando un cuadrito de Alice que aparecía con una hermosa sonrisa y un vestido rojo a la luz del sol.-La quiero mucho. Es encantadora, te cautiva con su simpatía. Su sonrisa es uno de los sonidos más reconfortantes que guardo conmigo en mis recuerdos. Ahora está así por el miedo. Aunque me haya aceptado, sigue temiendo y la comprendo.
Joseph Menger siguió hablando un rato más pero yo no lo escuché. Admiraba todavía la fotografía que había apoyado cerca de mí. Su sonrisa se extendía y sus dientes blancos brillaban con la luz del sol. El vestido rojo cubría casi todo su cuerpo, pero combinaba perfectamente con sus labios rojos.
No podía evitar sentir que todo se derretía dentro de mí: mis ideales, mis convicciones y todo aquello que me importaba. Mis sueños e ilusiones se habían oscurecido y todo era parte de ella. Todo se había reducido a una sola cosa: Esa noche me trasladaría hasta la habitación que conocía, despedazaría el ajo y entrando a su habitación, la acariciaría para que no sintiera demasiado antes de hacerla mía por completo…
¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado y dejen reviews con sus opiniones: sobre todo si tengo errores y creen que algo de lo que escribí esta mal.
De verdad, si han llegado hasta aquí, les agradezco por haberme leído.
Saludos.
