Capítulo 1
Peter se tronó los dedos antes de comenzar.
—¡NO HAGAS ESO!
El rugido fue tan estridente que el muchacho brincó sobre su asiento y le faltó poco para caerse de bruces hacia el suelo.
Miró al hombre delante de él con una mezcla de profundo miedo y de sorpresa.
—¡¿Qué crees que estabas haciendo?! ¡¿Tienes idea de lo dañino que es eso para tus huesos?!
—L-lo sien-sien-to, yo…
Pero el hombre apenas estaba comenzando; jaló las manos de Peter con las suyas y se las apretó con fuerza.
—Resulta que tronarse los dedos, a lo largo de la vida, causa artritis y debilidad muscular. Ya con el tiempo apunta a problemas en el cartílago. ¿Quieres quedarte con unos dedos flácidos que apenas serán capaces de tocar Mary Had A Little Lamp? ¿No? ¡Entonces la próxima vez piénsalo mejor!
Peter ya sabía todo eso. Era conocimiento básico. Es sólo que se había puesto tan nervioso al tocar en frente de su nuevo instructor de piano que actuó sin pensar.
No sabía que iba a detonar una carga de dinamita por hacerlo.
—¡Fue una equivocación! —intentó explicar— ¡No-no lo volveré a hacer! ¡Lo prometo!
Lo soltó y el chico se llevó las manos al pecho, comenzándose a frotar distraídamente mientras observaba la furia contenida del hombre. Poco a poco se fue apaciguando hasta convertirse en un témpano de hielo.
—Toca —ordenó.
Peter aún seguía rechinando de dolor cuando puso los dedos sobre las teclas y ensayó la melodía.
Cuatro horas después, regresó a su minúsculo apartamento rentado y dejó caer las partituras al suelo. Estaba adolorido, pero el dolor de haber sido gritoneado en la cara era más fuerte.
Peter había escuchado historias…
Historias del hombre llamado Tony Stark, considerado uno de los mejores pianistas y compositores desde la generación de Mozart. Historias de su mal carácter. Historias de cómo su temperamento lo llevó hasta la ruina.
No había escuchado historias de lo guapo que era en persona…
Se fijó en sus pobres manos: durante 135 minutos tocó incesantemente "Balada para Adelina" hasta que Tony decidió que ya la dominaba. No había tenido tiempo de un descanso, y ahora mismo deseaba sumergir las dos manos en agua fría hasta los codos.
Se hizo un ovillo en la cama sin molestarse en apagar las luces y soltó un suspiro angustiado.
«Estoy en serios problemas…»
