Jigoku Sky

Cap. 1: Welcome to Hell

Multitud de cadáveres decoraban el suelo, chamuscado por el paso de las llamas azules del Imperio Demoniaco, las cuales arrasaron a sus adversarios sin que estos pudieran reaccionar a tiempo. El reino de Hawari cayó derrotado sin dificultad, proporcionando otra victoria a los actuales aliados de los demonios, el reino de Vytre, capital del viento celestial.

Reino de Vytre

El capitán de la Guardia Celestial, Kazemaru Ichirouta, iba en dirección a la habitación del joven rey de Vytre, Nissen. El rey apenas tenía 14 años y ya gobernaba el reino más prestigioso de toda la nación, pero por otra parte, para Ichirouta no era más que un crío infantil que te le había tomado un cariño más allá de lo normal.

Ya casi se encontraba a la entrada de la habitación cuando una de las sirvientas de la hermana del rey, Erika, lo detuvo.

"¿Aki? ¿Qué ocurre?" Preguntó con tranquilidad el peliazul.

"¿Cómo que qué ocurre? ¡Habéis ayudado a esos demonios a destruir Hawari! ¡Sólo provocareis guerras!" La chica estaba exasperada, apenas se había escabullido de su puesto para hablar con Kazemaru, jugándose su puesto y la reputación de su familia.

"Sí, lo sé… Pero debo seguir las órdenes que se me indiquen…" Suspiró apartando la mirada. No quería encontrarse con los ojos de su vieja amiga, que ahora le replicaba con toda la razón del mundo las monstruosidades que había cometido al seguir las órdenes de su egoísta soberano. "Lo siento Aki, pero tengo prisa, si no te importa debo irme" El peliazul apartó a un lado a la chica, abriéndose paso hacia la habitación de Nissen.

"Tú no eras así…" Soltó en un último suspiro la joven sirvienta, desesperada por el comportamiento de su 'amigo' volviendo a su puesto antes de que ocurriera algo peor para ella.

Al llegar a los aposentos reales de Nissen, decorados con dos grandes dragones color jade a ambos lados de la puerta gigantesca que daba entrada al lugar más protegido del palacio real, vio cómo los dos guardias que vigilaban allí murmuraban sobre algo cuando no miraba, pero callaban cuando este se acercaba.

"¿Ocurre algo?" Preguntó mandándoles una mirada fría que hizo que un escalofrío les recorriera la espalda.

"N-No, mi capitán. ¿El rey lo llama de nuevo?" Cuestionó aún temiendo por su cargo en la Guardia.

"Sí, dejadme pasar" Afirmó sin cambiar el tono de voz. Le ponía de los nervios tener que acudir solo a los aposentos del rey, porque ya sabía lo que le esperaba al entrar.

"Sí, mi capitán" Se hicieron a los lados y dejaron pasar al ojiavellana, mirando disimuladamente el atuendo que solía llevar, ya que el rey se lo hacía poner, sólo para verlo vestido de esa manera tan… provocativa.

Por fin entró donde se encontraba el joven rey. Era un chico de aspecto infantil pero atractivo: su cabello era de un azul verdoso tirando a color jade y le llegaba hasta los hombros, un mechón blanco acompañaba su flequillo, que cubría su ojo derecho. Tenía unos ojos color amarillo que transmitían una falsa inocencia que a saber cuándo perdió. No era muy alto y era de constitución delgada, cosa que aprovechaba para vestirse como una muñeca muy delicada, solo que con pantalones cortos repletos de bordados que daban a entender la clase social del pelijade.

"¿Me llamaba, señor?" Casi no pudo pestañear cuando el pelijade se lanzó a sus brazos, nada más cerrar la puerta tras de él.

"Kaze, te echaba de menos…~" Soltó en un suspiro mientras conducía al peliazul a su cama. "Hmm… Hueles tan bien~" Se separó del mayor, quien no había dicho nada más desde que se lanzó a abrazarle y se sentó sobre su vientre. "Hehe… Estás tan precioso con este nuevo uniforme…" Se dijo más a sí mismo que al otro mientras admiraba el traje que en su momento mandó al mejor costurero crear exclusivamente para el capitán de la Guardia Celestial. Consistía en una armadura más ligera para facilitar y mejorar la velocidad que el peliazul poseía, solo que esta solo cubría la zona superior del pecho, por encima del estómago y que dejaba ver todo el vientre; unos escarpes también fabricados con metales ligeros que cubrían hasta un poco por encima de las rodillas y guanteletes que llegaban desde los hombros hasta los nudillos. Por debajo de la armadura las medias que cubrían hasta la mitad de los muslos y guantes de tela fina pero elástica que cubrían las manos, menos las puntas de los dedos. El costurero añadió tela también para cubrir el vientre, pero Nissen se encargó de quitarla, para ver más de su capitán. Una vez haber examinado por completo al mayor, comenzó a rozar sus labios con los del contrario, sintiendo bien su cálida respiración y el muy sutil roce de sus narices. "¿Pasa algo, Kaze?" Preguntó sin separarse de él.

"No, nada…" Miró hacia otro lado, evitando que el joven pudiera terminar de juntar sus labios. El pelijade notó el gesto de Kazemaru y lo tomó del mentón para que volviera a mirarlo a los ojos.

"Vamos~ No seas aburrido" Y dicho esto comenzó a pasar las manos por debajo de la ropa del peliazul sin que este lo detuviera. Después de la interrupción por fin posó sus labios sobre los del otro, profundizando el beso a una velocidad sobrehumana. Mientras jugueteaba con la lengua de Kazemaru, lo iba desvistiendo con lentitud, aprovechando cada centímetro de él.

"Ah…~" Gimió el pelijade al sentir cómo había conseguido lograr que su capitán aceptara los toques y se uniera a ellos; le tomó de las caderas y lo recostó a su lado a la vez que le mordía con suavidad el lóbulo. "Hmm~ Siempre te haces el duro al principio, Kaze… Y me encanta~"

Reino de Hawari

"Desgraciados…" Susurró con rabia uno de los soldados del reino de Hawari, Fudou Akio, al ver todo su reino arrasado por aquellos malditos demonios sin escrúpulos.

"…" Uno de sus compañeros, Endou Mamoru, simplemente no sabía qué hacer o responder. Todos sus seres queridos fueron devorados por el fuego del Imperio Demoniaco… Solo dos solitarias lágrimas que bajaron por sus mejillas demostraban la impotencia que sentía al ver el lugar en el que anteriormente se encontraba su hogar, y dentro su mujer, Natsumi. Apenas se casaron unos meses atrás…

"Esto no quedará así…" Fudou temblaba de la ira, apretando sus puños hasta quedar blancos de la presión. "No… Hora de demostrarles de qué son capaces los dos únicos supervivientes de Hawari unidos…"