¡Hola! Supongo que no me conoceréis, pero soy la autora de una historia ya publicada en esta página, aunque está en Inglés. Y bueno, tras varias semanas de comedura de tarro, he conseguido ordenar todas estas ideas que andaban saltando en mi cabeza. Creo que ésta es la historia más complicada que he escrito hasta el momento, y espero que eso no sea un problema a la hora de la lectura. He tenido que estudiar y estudiar, informarme de todo para que no haya ni el más mínimo fallo. Espero que todo el esfuerzo no sea en vano.
He decidido escribir esta historia porque creo que es diferente al resto de los fanfics que hay por aquí y no sé, es simplemente una prueba, creo yo. Es una historia larga, habrá cuatro partes y cada una tendrá su trama y sus personajes propios, pero todo estará relacionado. No quiero adelantar acontecimientos, solo quiero explicar ciertos detalles antes para que disfrutéis leyendo ya que esa es la razón por la que la escribo.
Obviamente será en Español. Tenía pensado escribirlo en Inglés ya que aquí el público es la mayoría de habla inglesa pero creo que mi nivel de dicho idioma no ayudaría al desarrollo de las acciones. Me es fácil escribir en Inglés, pero lioso también. Y hay ciertas cosas que no puedo explicarlas adecuadamente si no es con mi idioma materno. De todos modos, no descarto la idea de escribirla en un futuro en Inglés. Todo dependerá de vuestras opiniones, algo que es muy importante para mí.
Dicho todo esto, espero que os guste y me encantaría que dejaseis vuestra opinión ya que me ayudaría a continuarla y a mejorarla, claro está. Muchísimas gracias a todos por vuestra comprensión y prometo no enrollarme más.
Desde pequeña, he tenido la sensación de que yo era diferente. Algo en mi hacía que los demás me tratasen de otra manera, por mucho que me esforzarse en ser agradable y sociable. Por lo tanto, me he sentido prácticamente sola todo el tiempo. Y eso me ha hecho descubrir muchísimas cosas que si hubiese sido de otra manera, no lo habría hecho. Tampoco soy una desgraciada, en verdad, me siento muy feliz tal y como soy. Al menos a menudo.
Pero a medida que iba creciendo, yo fui cambiando. Dejé de lado los dibujos; los lápices, los cuadernos de folios y los videojuegos. Y me centré en poder entrar en la universidad. Y fue cuando mi vida cambió. El mundo de los universitarios es algo totalmente distinto. Conocí a gente nueva, no a muchos porque a pesar del gran cambio yo era demasiado tímida para enfrentarme a mis miedos y hablar a todos los de mi clase, que éramos casi sesenta personas.
Pero dejé de martirizarme con aquellas preguntas que me hacía día tras día. ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cual es el motivo de todas las cosas? En cierto modo, me liberé de aquella prisión en la que estaba encerrada durante toda mi infancia y gran parte de adolescencia.
Ahora no tengo tiempo para pensar en otras cosas. Demasiados exámenes, muchas cosas que hacer y un trabajo nocturno que atender. Trabajaba en un bar no muy lejos de mi casa como ayudante en la barra. No es lo que más me gustaba pero me daba lo suficiente para poder pagarme los estudios y el material.
Pero me hacía gracia. Cuando era pequeña, y no tenía a nadie, era cuando menos perdida me sentía. Ahora, siento como si mi vida no tuviese rumbo. No sé por qué eso también cambió.
"Cuando termines de limpiar las mesas, cierra la puerta y sal por la entrada de carga" Me ordenó mi jefe. Un hombre de unos treinta y séis años pero que mantenía el aspecto de un joven de veinte. Tenía mal temperamento, siempre gruñía y se quejaba. Aunque, por alguna razón que desconozco, siempre me había llevado bien con él.
"Por supuesto, jefe" le respondí sin quitarle la vista a la mesa que estaba limpiando.
Hice lo que me pidió. Cogí mi abrigo y me lo puse. Caminé hacia la puerta que daba a la parte de atrás. Revisé el local por última vez para asegurarme de que todo estaba en su sitio y limpio y finalmente, apagué las luces. No eran más de las doce de la noche, pero estábamos en mitad de Febrero. Hacía un frío espantoso y aunque llevases una buena ropa de abrigo, te entraban ganas de tiritar constantemente. Bajé las escaleras que daban al piso de abajo, dónde entraba el camión de cargas y guardaban todas las botellas y alimentos. Iba pensando en cómo me iba a organizar esta noche ya que mañana tenía un examen y ni si quiera había tenido tiempo para preparármelo. Estaba muy agobiada, y el frío me enervaba más.
Subí hasta mi cintura la larga persiana metálica y me agaché, pasando al otro lado. Luego me incorporé y bajé la persiana, cerrándolo inmediatamente con un candado grueso metálico. Me guardé las manos en los bolsillos, se me habían olvidado los guantes en casa, maldita sea.
Bajé la calle que era estrecha y estaba vacía. Solo unos contenedores apilados en un lado y agua en el suelo. La semana estaba siendo mala, la verdad, y no había parado de llover en apenas un mes. Llegué a la esquina que daba a la calle principal y la crucé. Seguía andando, pensando en mis cosas. Y el frío empezaba a congelar la suela de mis zapatos que, por culpa de un pequeño charco, me resbalé y caí al suelo. Me maldije por mi torpeza e inmediatamente me levanté. Tenía la zona del trasero de mi abrigo mojado por el agua y estaba frío. Me sacudí para limpiarme. Cuando de pronto, un ruido me llamó la atención.
Estaba sola en esa larga calle, ni coches, ni gente. Y escuchar un golpe de una puerta de metal cerrarse no era algo agradable, que digamos. Miré a mi alrededor en detalle. Nada de momento, hasta que vi una sombra correr en el fondo de una de las calles que conectaban con la que estaba yo. Mi cuerpo se congeló, y no a causa de las bajas temperaturas, si no del miedo que me entró en ese instante. Todas las películas de terror comenzaban con un hombre loco con la cara desfigurada merodeando, asustando a la gente con juego de sombras y señales. El personaje de dicha película le perseguiría pero no, yo no soy estúpida y aprecio mi vida al menos lo suficiente como para no seguir a un loco. Así que decidí seguir bajando mi calle, sin mirar a atrás hasta que llegue al cruce que da para mi calle.
Intentaba mantener la calma, o al menos fingirlo. Pero la sombra aparecía en cada calle que se cruzaba con la mía. Estaba cubierto con una capa y no podía distinguir si era hombre o mujer. Sea lo que sea, me estaba poniendo nerviosa. Aceleré mis pasos con la esperanza de llegar antes a mi calle, pero aquel extraño aparecía cada dos por tres.
"¿Hola...?" Intenté preguntar en voz alta. Aunque realmente dudaba si mi perseguidor iba a responder. Empecé a correr, sin importarme manchar mis botas con el agua sucia de los charcos que había en la acera. Finalmente, alcancé el cruce y sin mirar a los lados, lo crucé en una carrera.
Toqué la pared del edificio del frente con las palmas de mis dos manos y dejé que mi cabeza se apoyase. Estaba fatigada. Cosa que me mosqueaba ya que demuestra la poca resistencia que tenía. Cuando me había relajado un poco, dí media vuelta para ver dónde estaba aquel extraño personaje. Y me lo encontré al otro lado del cruce. Mirándome fijamente. Pero la capa de un color verde oscuro que llevaba con una capucha le cubría el rostro. Solo veía oscuridad. Y eso me asustaba mucho más.
Permanecimos en silencio durante, yo que sé, supongo que largos segundos. Aunque para mí fue una eternidad. Intentaba dibujarle con mis ojos un rostro pero no sabía ni cómo empezar.
De pronto, dio un paso hacia mi. Yo me encogí asustada, pegando mi espalda completamente a la pared. Estaba congelada de miedo. Ni siquiera mi cuerpo temblaba del terror que tenía. Aquella persona dio otro paso más. Sabía que me estaba mirando fijamente, lo podía sentir, aunque no pudiese discernir sus ojos entre la oscuridad que hacía su capucha. Seguidamente, dio pasos cortos pero firmes hacia mi posición. Yo intentaba echarme más hacia atrás pero mi cuerpo no puede atravesar la materia.
Se quedó a escasos pasos de mi. Vi los detalles de su capa. Tenía bordados con hilo dorado que no brillaba, pero le daba luz a su atuendo. Con dibujos complejos. El color verde de la tela era oscuro, pero refulgente.
"¡¿Qué quieres?!" Le pregunté sin saber de dónde sacaba las fuerzas para hablar. Todo mi ser estaba hipnotizado con su forma. Buscando cualquier sentido a lo que estaba viendo. Pero nada tenía sentido.
Aquella persona encapuchada se acercó a mi con frialdad. Extendió los brazos intentando cogerme. Yo reaccioné para echar a correr pero me agarró antes de que pudiese escapar. Enrolló sus brazos alrededor de mi cuerpo y me apretó hacia él. Yo intentaba zafarme, pero era misteriosamente fuerte. Me agitaba, pataleaba e incluso le mordí varias veces pero, no conseguía liberarme.
De pronto, de la presión que hacía con sus brazos en mi cuerpo, apretó mis pulmones quitándome de toda posibilidad para respirar y, por falta de aire, me desmayé.
Nunca he sabido qué pasó después de aquello. Solo hay oscuridad como recuerdo y eso me abruma. No sentía mi cuerpo, tampoco podía verlo. Tampoco sé cuánto tiempo estuve así. Puede que horas, días, meses... incluso años.
Y una luz en medio de toda esa oscuridad hizo que abriese los ojos. Mis oídos empezaron a escuchar el canto de los pájaros y por fin vi mi cuerpo.
Me desperté de golpe. Examiné mi cuerpo en busca de alguna herida o moratón que por suerte, no tenía. Observé mi alrededor. Estaba en mitad de un campo. Sentada entre altas hierbas que podían servir de escondrijo a cualquier animal. Un suave viento apartó el pelo de mi cara, despejándome la vista. La luz del sol cegaba mis ojos que los tuve que entrecerrar para que no me doliesen.
"¿Dónd... dónde estoy?" Pregunté con un susurro, con la esperanza de que alguien me escuchase. Pero estaba sola en ese inmenso campo. Verde, lleno de flores y árboles. Los pájaros volaban cantando alegremente. Parecía que estaba en el Edén.
Como un flash, la imagen de aquel extraño personaje me vino a la mente cegándome por una milésima de segundo. ¿Había sido él quién me había traído aquí? ¿Por qué? Me preguntaba una y otra vez.
Me puse de pie y me sacudí la tierra de mis pantalones. Seguía llevando la ropa de antes, y el abrigo me sobraba porque hacía un calor insoportable. Me até el abrigo a la cintura que caía hacia atrás casi rozando el suelo. Llevaba un jegging (Es un pantalón normal pero muy ajustado casi como un legging pero más grueso) de tela vaquera negro ajustado, una camiseta de tirantes de color negro, un cinturón de chapas plateadas y unas botas militares de un color marrón oscuro que llegaban hasta la mitad del gemelo. Estaban un poco destrozadas porque las usaba a diario, pero su comodidad y practicidad era incomparable con otros zapatos.
Ajusté la visión para ver de lejos y vi al fondo un muro alto de piedra. No había nada más a mi alrededor. Ya que al otro lado había un desierto que conducía a la nada. Así que me dirigí a ese muro.
Durante el camino intentaba buscar una explicación a todo esto. Miles de opciones me venían a la mente pero ninguna era la respuesta que me aclarase la duda. Ese hombre encapuchado tenía que saberlo. Me encomendé a mi misma buscar a ese personaje, pedirle explicaciones y que me saque de aquí. Este sitio, con tanta luminosidad me daba escalofríos.
Finalmente alcancé el muro. No podía creer lo que veían mis ojos. Era una parte de una larga muralla que abarcaba casi toda la explanada. La entrada estaba más a la derecha pero desde mi posición podía ver los puestos que había alrededor del camino marcado por una arena más fina. Era una especie de pequeño mercado, y la gente que había en él llevaban una vestimenta a la que no estaba acostumbrada a ver. Algunos vestían con túnicas largas de diferentes colores; blanco marfil, crema, marrón, negro. Muchos de ellos, por no decir la mayoría, llevaban turbantes enrollado en la cabeza. Y algunos tenían una tela que les tapaba la boca. Aunque vi que los que llevaban la tela eran en su gran parte, mujeres.
Todos esos datos me llevaron a una conclusión que llegó como un flechazo a mi mente. Aquella persona que me atacó en mi ciudad, me había llevado a alguna parte de la península Arábiga o similar. Aunque no veía ni un solo coche, nadie iba hablando por teléfono... Era todo muy extraño.
"¡EH! ¿QUÉ HACES TÚ AQUÍ?" Una voz masculina gritó por mi espalda, haciendo que me sobresaltase. Me di media vuelta y vi a un hombre con una armadura que parecía ser muy pesada puesta en el pecho. Vestía con una túnica blanca que habían hecho dos rajas en los laterales para dejarle mover las piernas más cómodamente. Me percaté del detalle de una cruz roja que llevaba en la parte delantera de lo que era la 'falda'. El brillo metálico de una espada me llamó la atención como si fuese una urraca. Iba armado, y me miraba con furia en los ojos. Esto no pintaba nada bien "¿De dónde eres? ¡¿QUÉ ES LO QUE LLEVAS PUESTO?!" Me preguntó señalándome con su grueso dedo a mi ropa. El hombre parecía dudoso pero parece ser que sus dudas se disiparon cuando agachó la mano para coger su espada. Yo di unos pasos hacia atrás al ver su movimiento. Esta vez no voy a dejarme atrapar "Acompáñame o tendré que matarte" Habló en tono alto y seco. Tragué saliva. No sabía cómo responderle "¿No vas a decir nada...?" Insinuó con una sonrisa picarona en los labios. Finalmente, al ver que no hablaba, sacó su espada y la dirigió hacia mi. Hice un corte de respiración al ver la punta que brillaba con la luz del sol enfrente de mis ojos.
"¡Baja eso!" Le grité furiosa. Mi comentario hizo que se enfureciese más.
"¿QUÉ DICES MUJER? ¡A MI NO ME PUEDES DAR ÓRDENES!" Gritó eufórico. Yo me encogí ya que agitó la espada a la vez que gritaba.
"Por favor, no me mates" sollocé mientras intentaba alejarme de él lentamente, pero él movía su espada descontroladamente, haciendo que me sintiese intimidada.
"¡ENTONCES, ACOMPÁÑAME!" Guardó su espada de inmediato y me agarró del brazo con muchísima fuerza que notaba sus dedos en mi piel. Yo intenté forcejear. No quería ir a ningún lado con ese hombre.
"¡Aléjate de mi!" Le grité a la vez que retorcía mi brazo para zafarme de sus garras. Pero él tenía más fuerza que yo. Me tiró al suelo y caí dando una voltereta.
"¡NO ME GRITES MUJER!" Me dio una bofetada que hizo que pegase todo mi cuerpo al suelo. Sentía el calor de su mano en mi mejilla y sabía que iba a tener un moratón "AHORA, LEVÁNTATE Y ACOMPÁÑAME" Ordenó poniendo las manos sobre su cadera.
Le miré de reojo, intentando echarle un mal de ojo aunque, no sé cómo. Pero mi mirada debería matarlo porque con más odio no podía mirarle.
Me cogió de los hombros y me obligó a ponerme en pie. Lo hice a regañadientes, con las piernas temblorosas del impacto contra el suelo.
"¡CAMINA!" Me empujó hacia delante que casi tropiezo y caigo de nuevo pero pude sujetarme con mis manos antes de que mi cara se estrellase contra el suelo. Le dirigí un gruñido ya que sabía que mis manos no eran lo suficientemente fuertes como para matarlo "¡HE DICHO QUE NO TE PARES!" Volvió a agarrarme del brazo, clavando la punta de sus dedos en el músculo de mi antebrazo. Me quejaba, intentando hacerle entender que no quería que me agarrase así, pero por más resistencia que ponía, más apretaba sus dedos contra mi piel. Noté como salía una lágrima de mis ojos y empapaba mi mejilla bajando hacia mis labios. Pero no era una lágrima de tristeza, si no de dolor. "¡Empieza a caminar antes de que t-
Un sonido desgarrador hizo que aquel hombre armado se callase. Sus dedos seguían sujetando mi brazo pero ya no hacían presión. Me giré extrañada y vi que sus ojos miraban al frente, totalmente perdidos. Finalmente, su cuerpo calló al suelo como si fuese un saco de patatas. Dejando al descubierto a quién estaba detrás de él.
Me eché hacia atrás asustada, pensando que quien acababa de matar a aquel hombre iba querer hacerme daño también.
"¡No te acerques! ¡te juro que no le he hecho nada!" Exclamé con las pocas fuerzas que me quedaban en la garganta.
Llevaba una túnica blanca con faldones, una especie de botas altas marrones. Tenía un cinturón ancho de cuero con una tela roja debajo. De su cadera colgaba una larga espada y unas cuchillas en unos bolsillos que se sujetaban con un cinturón fino que le pasaba por el pecho. Tenía una capucha terminada en pico que le cubría los ojos, dejando al descubierto su nariz y sus labios. Me quedé perpleja ante su figura. Era un hombre corpulento, no muy grande pero, le rodeaba un misterio que me descolocaba totalmente.
Caminó hacia mí, con la cabeza gacha ya que quería cubrir sus ojos. Yo me eché más hacia atrás, poniendo un brazo entre él y yo. No quería que me atacasen otra vez. ¡No quería!
"No tienes por qué preocuparte, no te haré daño" Su voz era muy masculina. Profunda pero característica de un hombre joven. Yo le miré temblorosa. Se percató de la marca que me había dejado la bofetada que me dio ese hombre antes. Lo supe porque exclamó suavemente. Se apoyó en sus talones, poniéndose a mi altura. Notaba como me miraba fijamente mientras intentaba buscar más marcas del ataque. Luego analizó mi ropa ya que ladeó ligeramente la cabeza. Yo mientras tanto, intentaba buscar sus ojos. Tenía curiosidad "¿De dónde vienes?" Preguntó volviendo su cara a mi.
Yo tartamudeé algo que ni yo misma pude comprender "So-soy de.. de... ¿Dónde estoy?"
Él me dirigió una mirada confusa "¿Te han raptado?" preguntó. A pesar de mi nerviosismo y sus dudas, su voz era calmada. Eso me demostró que era un hombre tranquilo y capaz de controlar sus emociones.
Negué con la cabeza, fijando mis ojos en el suelo "Yo.. No lo sé..."
"Han debido de usar algún brebaje para hacerte perder la memoria" Explicó.
Sacudí la cabeza "No..." Me froté las sienes con mis dedos, intentando colocar mis pensamientos "Yo ni siquiera estaba aquí... alguien me ha..." La imagen de aquella persona encapuchada volvió a mi mente. Me sobresalté ya que se trató de un segundo y eso desconcertó al que me había salvado.
"¿Te encuentras bien?" Parecía preocupado por mi estado, pero yo estaba demasiado aturdida que no era capaz ni de responder con oraciones completas.
"Yo... No... Yo..."
Él suspiró y me ayudó a levantarme, pasando su brazo por debajo del mío e impulsándome para que me pusiese en pie. Noté un dolor intenso en dónde me estaba agarrando y me percaté que era donde previamente me había clavado los dedos. Me quejé suavemente.
"Lo siento" dijo seco soltando mi brazo rápidamente "¿Puedes andar?" Yo afirmé agitando mi cabeza levemente.
"Gracias" Le dije. Fue lo único que dije claramente entre todo el caos que había en mi cabeza. Él sonrió pero no respondió.
Caminamos en dirección de la entrada. Observaba a todos a mi alrededor. Confundida, intentando hilar todos los datos que recopilaba para encontrar una respuesta. Pero por más que buscaba, más dudas aparecían. ¿Dónde demonios estoy?
De pronto, el misterioso hombre se paró en seco "Tenemos que buscar una manera de entrar en la ciudad sin ser vistos"
"¿Sin ser vistos?" Le miré con las cejas fruncidas.
Vi como la comisura de sus labios se elevó lateralmente. Se dio media vuelta, colocándose en frente de mi "Tu... atuendo llama demasiado la atención"
Miré mis botas y luego el resto de mi ropa, avergonzada tal vez "No tengo nada más..." Añadí encogiéndome de hombros.
"Te buscaré algo, espera aquí sentada" Dijo señalando con la mano una caja de madera grande. Me senté inmediatamente y perdí su rastro entre la gente. A pesar del misterio aterrador que le rodeaba, era un hombre muy amable. Aunque, seguía desconfiando de él. Quién sabe por qué me ayudó, tal vez sus intereses van más allá de ayudar a una joven como yo.
Apoyé las manos en el borde de la caja, inclinando mi cuerpo hacia delante. Haciendo que entrase todo el aire posible en mis pulmones. El aire era cálido, con cierta arenilla que se me colaba entre las fosas nasales. Levanté la cabeza para ver si había vuelto aquel hombre pero seguía sin aparecer.
Y entre toda la gente, todas las caras de diferentes formas. Emergió su imagen. La misma persona que me persiguió y atacó en mi ciudad. Me levanté de golpe sobresaltada. Estaba ahí, enfrente de mi, a unos metros. Y me miraba fijamente.
Me olvidé completamente de lo que me ordenó aquel hombre y caminé en dirección de aquella figura con su capa verde. Quería saber quién era y por qué me había traído ahí.
Esquivaba a la gente, que andaba casi sin mirar. Alguno se chocó contra mi hombro pero yo me mantuve firme. Andando hacia el misterioso extraño.
"¡EH! ¡Mira por donde vas, mujer!" Gritó un hombre con el que me había chocado. Pero ni si quiera mi inmuté. Todos mis sentidos estaban centrados en llegar a la altura de mi perseguidor.
Me puse enfrente de él, con la mirada seria. Llena de furia, miedo, duda... Era muy probable que todo esto fuese un sueño y que iba a despertar en mi cama, en mi habitación. Incluso llegué a preocuparme de cómo iba a apañármelas para estudiar el examen que tenía al día siguiente. Pero en ese momento, era el menor de mis problemas.
"¿Quién eres?" Hice un golpe fuerte de voz, dejándole bien claro que estaba muy molesta por lo sucedido. Pero no respondió. Todavía no podía ver su rostro, estaba oscuro. Analicé su cuerpo con precisión y me percaté de cómo era detalladamente. Estaba equivocada. Todas las ideas que tenía de él estaban mal. Era alguien algo más bajo que yo, incluso algo rellenito.
Giró la cabeza hacia un lado, como si estuviese intentando señalarme una dirección. Seguí con mis ojos a donde me indicaba pero no veía nada "¿Qué intentas enseñarme?" Le pregunté. El ser extraño giró el cuerpo completamente y comenzó a andar lentamente.
Yo me quedé quieta en mi sitio, totalmente desconcertada. Pero le seguí. Yo tenía que apartar a la gente para que me dejasen pasar pero él, ni siquiera tenían que poner esfuerzo. La gente se apartaba cuando pasaba. Ni si quiera le miraban. Es como si realmente no estuviese ahí, pero la gente sabía de su presencia.
Dejamos atrás la multitud de aquel mercado y nos metimos en una zona apartada, había un camino de arena largo marcado con piedras en los bordes y al final, una pequeña casa construida con tablas de madera. Parecía frágil. Echaba humo desde una de las chimeneas.
Aquel ser me guió hasta la puerta. Que tenía unos jarrones de flores alrededor decorando la entrada. Se paró a un lado. Me miró y luego miró al picaporte. Yo me quedé quieta durante unos segundos pero finalmente abrí la puerta.
Me quedé parada en el marco de la puerta, todavía con la mano en el picaporte. Miré todo con detalle. Una mesa de madera y unas sillas, una especie de sillón con unos cojines que se veían claramente que eran hechos a mano. Un montón de armarios y estanterías con fotos de lugares que conocía. Libros, muchos libros. La casa estaba algo desordenada. Al fondo había una chimenea y dentro de ella había un puchero al fuego. De ahí provenía el humo y ese olor especial que inundaba el lugar.
Me giré para ver a aquel hombrecillo e intentar averiguar qué quería que hiciese. No estaba. Había desaparecido.
¡Hola de nuevo! Aquí os dejo la primera parte de la historia. Sé que no es gran cosa, pero es solo el principio. Todo a su tiempo.
Sé no es muy emocionante y que le falta algo. Estoy trabajando en ello para que mis historias sean perfectas, al menos en cuestión de gramática y descripción. Es difícil explicar con palabras las imágenes que hay en mi cabeza. Muy difícil.
Pero siempre se puede mejorar.
Espero que la hayáis encontrado interesante. Y esta misma noche subiré el siguiente capítulo, ya que no quiero dejar la historia hasta aquí. Al menos daros algo de información para que no os quedéis torcidos xD
Es un duro trabajo escribir una historia en condiciones. Creerme que no es tarea fácil. Hay que vigilar cómo usas las palabras, darle complejidad al vocabulario, al menos que no parezca que lo ha escrito un cualquiera. Son muchas cosas a tener en cuenta que una al final pierde el rumbo de la historia y no sabe como continuarla. Espero que eso no pase con ésta porque si no me sentiría muy defraudada conmigo misma.
Bueno, no me enrollo más. Dejad opinión, favorito, follower, lo que queráis. Pero me gustaría al menos saber si mi historia no os parece una mierda, con perdón.
Muchísimas gracias, de todos modos!
