Hey! Aquí Yatziri.
Dioses, me está costando bastante despedirme de todos los fandoms.
Con esta historia me despido de Harry Potter, donde si bien no he tenido muy buena respuesta fue la principal razón por la que empecé a hacer fanfics.
Ojala que les guste, para mi es todo un reto. Solo son una serie de drabbles sobre Rose y Scorpius sin un tema ne concreto y en situaciones totalmente inventadas.
Las primeras veinte son desde el punto de vista de Rose, las siguientes serán de Scorpius.
Espero actualizar una o dos por día.
Les agradecería muchísmo un comentario y si no es así, de todos modos les agradezco un mundo por leer.
Ninguno de los personajes me pertenece, son obra de J.K Rowling
LAS VEINTE RAZONES
"Ella sabía que había más de veinte, por supuesto, pero quería creer que veinte bastaban para aclarar su cabeza, para que el corazón, apretado en su prisión de huesos aligerara la presión en todo su cuerpo y dejara de hacerle sentir así: tan confusa, tan enamorada."
1.- LENTES
Rose tenía una pequeña manía con los lentes de Scorpius, podía mirarlos por horas, podía saber cuando estaban sucios, cuando estaban tan limpios que el reflejo verde de ellos centellaba sobre el pergamino.
Los conocía tan bien, que podía decir que estaban un poco ladeados del lado izquierdo, porque en las clases de Historia solía recostarse de ese lado, en el puente se alcanzaba a ver un poco del metal original porque después de tantas peleas en las que se había metido, la pintura se estaba desvaneciendo.
Además, realzaban el rostro del portador como nada lo hacía. La forma era lo suficientemente grande para darle un aspecto más inocente y gentil que aquel que mostraba sin ellos, todas las sombras, todos los ángulos cambiaban, mutaban... el color negro de la montura hacía un fuerte contraste con su piel casi marmolea, y los cristales proferían por fin una barrera a esa mirada de acero, que asemejaba tanto a una daga de plata que, cuando él la miraba sobre la superficie de la montura, el escalofrío le llegaba hasta la parte más intima de su ser.
También se había fijado en que los rizos rubios se curvaban sobre sus orejas rodeando el artefacto y nunca sobreponiéndose a él. Incluso cuando los retiraba de su rostro podía ver aquel rizo que, aunque no se lo pidiera (ni lo necesitara) ella le acomodaba gentilmente.
Scorpius soltó un pequeño ronquido sobre sus apuntes y ella sonrió enternecida, quitándole los lentes con cuidado, tratando de que no se ladearan más a la izquierda de lo que ya estaban.
Besó a su propietario en la frente lo más discreta y suavemente que pudo, dejando los lentes sobre la mesa con un suspiro poniendo atención al profesor.
