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N/A 1: Adventure Time with Finn and Jake no es de mi propiedad, le pertenece a Pendleton Ward y a CN, pero no mi imaginación.

N/A 2: Así es, mi amado aventurero, aunque ya hayan pasado varios años desde que este fic. fue publicado, quise hacer un "remake" de él ya que, ahora que sé con el final de la serie algunos detalles extra [que pasé por alto], creo que puede quedar mejor. Espero que lo disfrutes. Este es un FanFic en honor a la navidad.

N/A 3: Este escrito se basó en los eventos finales de la sexta temporada.


—¡Vamos Jake! Date prisa, por favor. —apresuraba el adolescente a su hermano, sin parar de correr por la colina cubierta de nieve.

—Agg… hermaneto, espera un momenteto. Recuerda que ya no es como hace dos años cuando aún estaba en mis tiempos mozos. —decía, casi moribundo, arrastrándose dramáticamente por la nieve.

—No seas llorón, además… podrías agrandar tu tamaño para que tus pasos sean más grandes y lleguemos más rápido al Dulce reino.

—Owwnn, prefiero evitar la fatiga.

—¿Oye? Por cierto ¿Tus hijos no vendrán?

—Mmm bueno, ellos prefirieron usar parte de su tiempo en una celebración más extrema, además, sinceramente no es algo de lo que quisieras enterarte.

—¡Wow! ¿Están haciendo algo malo?

—Je-je-je. No, pero en realidad no querrás saberlo, solo digamos que T.V. y Jake Junior si que saben divertirse en grande.

Sin decir más, los aventureros avanzaron rápidamente al saber que ya iban un poco tarde a la celebración. Las cosas habían sido un poco emocionantes, aún más por el tan esperado intercambio de regalos debido a las temporadas de invierno.

Había sido una tediosa y complicada discusión para quedar de acuerdo si la situación se iba a llevar a cabo gracias a que Finn —buscando información ociosamente en la biblioteca del Dulce reino— había encontrado un apartado con esa dichosa celebración, la cual sus ancestros realizaban cada año con decoraciones, adornos, luces de colores, un delicioso banquete y obsequios. La idea le había parecido tan interesante y genial que no dudó en comentárselo a Bonnibel.

Tras varios ruegos por parte del humano y el poder de convencimiento de Marceline, la Dulce princesa terminó por acceder a llevar a cabo la enorme festividad en su reino, con la esperanza de que todo saliera bien. Estudió y leyó todo acerca de esa tradición que en la antigüedad solía llamarse "Navidad", buscó los detalles necesarios sobre las decoraciones, rituales extraños, ceremonias y por supuesto, el motivo de dicha reunión; hasta cierto punto, le había parecido sumamente interesante también.

Así pues, envió una carta —anticipadamente— a algunos gobernantes de distintos reinos, expresando el motivo de la invitación, el día y hora que se iba a llevar a cabo y detalles más mínimos.

Cada héroe iba vestido de manera significativa, con un colorido suéter de lana, guantes, botas de invierno y bufandas para soportar el intenso frío que se propiciaba en las tierras de Ooo. En esa ocasión, Finn decidió no usar su característico gorro de oso polar para presumir su lindo cabello dorado. Ambos cargaban su respectivo obsequio en mano, sabiendo a quién deberían entregárselo. El muchacho sonrió tras recordar quién debía darle un regalo a él, sintiendo cómo Jake agrandaba su cuerpo y lo subía en uno de sus hombros.


Aquella tarde, Dulce princesa había mandado citar a las personas que habían confirmado su asistencia a la celebración de navidad, con la intención de intercalar las parejas para el intercambio de regalos.

Los presentes no eran muchos realmente, pero sí lo suficientes como para proceder; entre ellos estaban: Finn, Jake, Arcoíris, Phoebe, Marceline, Starchy, la Princesa grumosa, el Rey helado, Pan de canela y por supuesto, ella misma.

De acuerdo, presten mucha atención por favor; cada uno va a sacar un papelito de la urna y el nombre que esté escrito en él será la persona a quien les tocará dar un obsequio ¿Alguna duda? cuestionó la científica, observando que todos negaban con emoción. Muy bien, que sea nuestro campeón de Ooo quien tome el primer papel. Finn carraspeó un poco, metiendo la mano en la urna.

Veamos. musitó, desdoblándolo. Me tocó Arcoíris. dijo, mostrando el nombre. Cielos, no sé qué voy a hacer, ¿Le gustarán los video juegos en primer lugar? ¿O quizás alguna cosa coreana? Rayos, ¿Por qué tuve que ser el primero? pensó lo último.

Yo tendré que darle ese regalote a mi buen Starchy, ¡Je-je-je! decía Jake mientras lo abrazaba.

No me aprietes tanto que me desconchinflo.

Pues según esto yo le tendré que dar un obsequio a nuestra anfitriona, qué maravilla. habló con aburrimiento la Princesa con la estrella en la frente, tirando su papel mientras se cruzaba de brazos. Genial, no sé dónde voy a conseguir un libro que te enseñe a vestir a la moda.

Pan de canela, espero que te gusten las sorpresas y que tengas un buen seguro médico en el Reino de fuego, porque fuiste tú quien me tocó. rió la Reina de los vampiros, teniendo muchas ideas en mente.

Ho, vaya… me salió el Rey helado. dijo la gobernante de dulce, pensando en algunas cosas. Jmmm, por lo que Marcy me ha contado, Simon Petrikov era una persona muy estudiosa e inteligente, pero estando como el Rey helado, quizás un buen libro de ciencia no le sea de tanta ayuda.

¡Sí! ¡Muévelo que muévelo que muéve-lo! gritó. Princesa, no tienes que darme nada material, me conformo con que tengamos una cita romántica y vivamos juntos por el resto de nuestras vidas. decía, levantando un par de veces sus cejas.

Marceline se sonrojó, entre una combinación de celos e incomodidad por la situación, en esos momentos, Bonnibel la miró con tranquilidad para tratar de calmar sus impulsos de envidia, Marcy asintió con suavidad, demostrándole que no había ocurrido nada preocupante en su sentir.

Nada me hará más feliz que darte un obsequio material, Rey helado. contestó la gobernante con sarcasmo.

—… … … Me salió Finn. musitó nerviosamente Phoebe.

Disculpa, Reina flama, no escuché quien te salió. ¿Puedes repetirlo para que lo anote en mi libreta por favor? pidió Bonnibel con amabilidad.

Claro. Fue Finn.

Al escuchar su nombre, el adolescente se estremeció, provocando que casi se le fuera la respiración por completo; en esos momentos sintió un extraño pero agradable hormigueo en su estómago. Fueron tantas sensaciones combinadas que pensó que le daría un ataque crónico. Por su parte, la Princesa flama se limitó a morder su labio inferior y a jalarlo tras no saber qué poder regalarle, más aún sabiendo que no hacía mucho habían terminado su relación, todo era tan extraño.

Los papelitos que estaban dentro de la urna se fueron acabando poco a poco hasta que no quedó ninguno.


—¿Qué crees que me vaya a regalar? ¿Una espada? ¿Una carta donde me pida que regresemos a nuestra relación? ¿Un gorro de piel de lobo?

—Finn… creo que deberías…

—¡Ho quizá sea una armadura de fuego para nuestras misiones peligrosas! Ya sabes, de esas indestructibles o modificables. —interrumpió el joven.

—Sinceramente no creo que ella…

—Tienes razón hermano, lo que sea que me vaya a dar seguro que me sorprenderá. —las pupilas de sus ojos crecieron un poco.

—O que la canción. —se limitó a decir el perro, rodando los ojos para proseguir con el trayecto.

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Continuaron por el frío sendero, hasta que desde la lejanía se fue divisando su destino. Al estar cerca de la reja, los muchachos cruzaron el puente de chocolate, topándose con Mentita desde el otro lado.

—Ese mi Mentita ¿Qué cuentas? —preguntó un enigmático Jake.

—Hola señor Jake, hola señor Finn. Es un placer recibirlos, ¡Levanten las rejas! —indicó, siendo obedecida su orden. —Adelante por favor.

—Gracias Mentita; lindo suéter por cierto. —le dijo el humano tras adentrarse.

Los héroes miraron detenidamente a sus alrededores, los techos de las casas del Dulce reino estaban cubiertos por nieve, el río de cacao que corría en los extremos se había congelado por completo; observaron además a los habitantes jugar con bolas de nieve y uno que otro muñeco del mismo elemento. Todo era maravilloso.

Las puertas principales del reino estaban abiertas para todo aquel que quisiera unirse a la celebración. Algunos de los presentes bebían ponche, ayudaban con las decoraciones y otros tantos conversaban entre ellos. Los adornos del palacio se veían realmente bellos, inclusive los invitados de honor estaban ayudando con los detalles finales antes de que se llevara a cabo el gran banquete.

—Mira eso Jake, a esto le llamo estilo, amo su estilo ¿No tiene acaso esto estilo? —dijo Finn, mirando hacia todos lados.

—Ñhe, debo controlar mis instintos de devorar la comida o estaré en un verdadero lío. —se abrazó el perro mágico a sí mismo.

—Ven, veamos en qué podemos ayudar.

—¿Así se supone que va esto Bonnie? —cuestionó Marceline, sujetando unas luces de colores mientras levitaba.

—Espera. Creo que van al revés, mira, así. —habló, acomodando la extensión entre los clavos que la sujetaban.

—Ha, tú siempre sabes qué hacer, tonta. —comentó la vampiresa mientras la tomaba de la cintura y se le acercaba de forma insinuante.

—No es la gran cosa, Marceline, solo tienes que usar la lógica. —sonrió con superioridad.

—Cierra esa dulce boca y ven. —la atrajo a ella, besándola suavemente a medida que entrelazaba sus dedos con los de ella.

—¡Hola! ¿Qué pasó? ¿Cómo están chicas? ¡Wow! ¿Interrumpo algo? —habló el joven, sonrojándose un poco.

—Finn, Jake. Gracias a Glob, pensé que no llegarían jamás. —saludó Bonnibel, ignorando la pregunta del humano.

—¿Qué hay de nuevo chicos? —esta vez Marcy, sin evitar ruborizarse por la escena que habían visto.

—No mucho en realidad, jejejejeje. —se sobó la nuca. —Por cierto, ¿En dónde podemos colocar los presentes?

—En aquella mesa chicos, justo al lado del árbol de navidad por favor. —ellos fueron. —¿Sabes Marceline? Estoy muy nerviosa; esta es la primera vez que hacemos algo como esto así que… espero que todo salga como lo planeamos.

—No te preocupes, querida Bonnie, todo va a salir bien. —le sonrió en muestra de apoyo.

Después de que los héroes dejaran los regalos sobre la mesa, fueron de nuevo con la princesa para ver qué es lo que hacía falta por arreglar. Al parecer casi todo estaba hecho.

—Jake, por favor estírate y coloca esta estrella en el techo. Procura que quede centrada.

—No se diga más tonces. ¡Orale que ahí les va! El golpe avisa. —dijo este mientras se estiraba.

—Finn, ve y deja estos cubiertos a la mesa del banquete principal. —esta vez la vampiresa, entregándoselos.

—Con mucho gusto, señorita.

El muchacho se acercó a la mesa y depositó los cubiertos, acomodándolos en simetría a las servilletas. De pronto, cuando estaba a punto de retirarse para proseguir con otras labores, una voz femenina atrajo su atención.

—¿Finn? ¿En verdad eres tú?

El nombrado quedó petrificado, —sintiendo su cuerpo estremecer— sabía de quien era esa dulce voz. Lentamente se giró y en efecto, era la persona que esperaba ver. Realmente se veía tan hermosa como de costumbre, con su perfecta anatomía, ese poderío y respeto que imponía más sin embargo… la ternura de su rostro, similar al de un ángel de fuego.

—Hola, princ… ¡Reina! Reina flama, lo siento, aún no me acostumbro a eso. —se disculpó, un poco apenado.

—Jajaja. Hey, vamos. No te disculpes por eso. ¿Qué tal todo? ¿Cómo estás?

—Bien creo qué, ¡Es decir! Creo que bien. ¿Y tú cómo has estado en todo este tiempo?

—Se puede decir lo mismo, gracias por preguntar, ¿Hace cuánto tiempo que llegaste?

—Hace unos minutos. A propósito, tu gabardina naranja se ve muy bonita. —dijo, sobándose la nuca.

—Gracias, que lindo. —sonrió Phoebe, conmovida por el cumplido. —¿Por qué no me has ido a visitar al Reino de fuego desde que terminamos? Ese no es motivo para no hablar de nuevo conmigo. —le reprochó de forma divertida, colocando sus manos en la cintura.

—¡No fue intencional! —se apresuró a contestar con nerviosismo. —Es que, las aventuras y los trabajos como el campeón de Ooo me tenían casi asfixiado, por favor no pienses mal de mí. —suplicó.

—Finn, cálmate, solo estaba jugando. —rió tiernamente por el comportamiento del rubio.

—Ho sí, que tonto fui. —fingió su risa. —Mmm; po-por cierto, ¿Pan de canela vino?

—Así es, está ayudando en la parte trasera del Dulce reino con su lobo de fuego.

Los ánimos del joven decayeron por unos breves segundos; no olvidaba todavía una de esas últimas visitas al Reino de fuego en compañía de la científica, en la cual las cosas en relación a su noviazgo habían sido destrozadas por su culpa. Se sintió culpable al recordarlo.

—¿Estás bien?

—Sí que lo estoy. —contestó sin mucho ánimo.

—¡Atención a todos los presentes, acérquense conmigo! ¡Tengo que darles una información acerca de la celebración! ¡Muchas gracias! —anunció Bonnibel con la ayuda de un megáfono.

—Después de usted, Reina flama. —habló, haciendo una reverencia.

—Mi Lord. —contestó, logrando que los ojos del muchacho brillaran por esas simples palabras.

Los adolescentes se acercaron, —al igual que todos los presentes— empezando a murmurar un poco, todos estaban ansiosos al pensar que la celebración estaba tan cerca de iniciarse. Jake se colocó a lado de su esposa y su hermano.

—Princesas y caballeros. Como sabrán, esta es la primera vez que se organiza una reunión navideña. Quiero que sepan que anhelo que todo salga a la perfección y que a pesar de que hemos tenido nuestras propias diferencias entre algunos de nosotros, son personas muy especiales para mí.

La mayoría de los invitados se voltearon a ver los unos a los otros, satisfechos por las palabras que Bonnie había dicho. En esos momentos entró Pan de canela junto con el Rey Helado y Starchy al salón principal.

—Atención, no he terminado. Primeramente pasaremos al gran comedor para deleitarnos con el gran banquete y posteriormente, mmm… —pausó, leyendo unos escritos que tenía en mano. —¡Ha, sí! Y posteriormente brindar por la unión que este día ha traído sobre todo Ooo.

—¡Jhojutla! ¡Comida! —gritó el perro mágico con emoción.

—¿Jake? —le retó la princesa.

—Ejem. —aclaró su voz. —Lo siento, puedes proseguir, princesa.

—Seguido del brindis tendremos un receso para divertimos un poco, concluyendo finalmente con el intercambio de regalos y los fuegos artificiales. Bueno, sin más que decir, adelante. —indicó con emoción.

Los invitados se alegraron al escuchar aquellas palabras. Lentamente, fueron siguiendo a la Dulce princesa hasta el comedor principal. Al llegar, la mayoría casi se infartó al ver las delicias que estaban sobre la mesa; los ojos de Jake brillaron, observando cuidadosamente la comida que estaba en la mesa de honor para los invitados más allegados a la anfitriona.

—Que comience la masacre. —masculló sonriente.