Hay algo en la nueva criada que pone a Alaine los pelos de punta. La muchacha parece una chica normal, una más de tantas jóvenes que se ven obligadas a abandonar sus hogares para servir. Sin embargo, un escalofrío le recorre todo el cuerpo cuando Sansa está cerca. Quizá sea por eso, porque se llama Sansa, como aquella que Alaine fue una vez.

Nadie ahora se llama Sansa. No lo es. Sigue siendo Nadie, pero debe adoptar otro nombre para entrar al servicio de Lord Baelish. Nadie odia a lord baelish aunque sabe que es una tontería. Nadie nunca lo ha conocido. Arya sí, pero ella no es Arya, es Nadie, ahora Sansa. Sansa, como la hermana de arya. Nadie no debería extrañar a esa chica con la que Arya siempre se estaba peleando. Nadie ni siquiera debería recordarla pero a veces arya Stark está demasiado presente en ella todavía.

Alaine no le ha comentado a su padre lo de la criada. No quiere que la vea como una tonta que se asusta con facilidad. Debe demostrarle su fortaleza. Sin embargo, esa sensación se acrecenta cada día. Al menos Alaine ya sabe la razón. Sansa le resulta demasiado familiar. Hay algo en ella, en su forma de moverse y de caminar que le hace evocar otros tiempos. Tiempos más sencillos en los que Arya correteaba por los pasillos escapando de las clases de costura y Sansa le gritaba que volviera, que su madre se iba a enfadar. Alaine echa demasiado de menos esos tiempos aunque intente no pensar en ellos. Ahora es Alaine, no Sansa, y debe concentrarse en su nueva vida, en el papel que lord Baelish, su padre, debe recordarlo, tiene para ella.

Al principio Nadie no se vija en Alaine Piedra. Es la hija bastarda de lord Baelish. Arya Stark tenía un hermano bastardo, Jon, pero Nadie prefiere no pensar en él. En Alaine tampoco piensa. No le es útil. Nadie solo está allí para matar al padre, la hija le es completamente indiferente. Hasta que un día la encuentra mirándola fijamente y ve en esos ojos algo que hace resquebrajarse toda su fachada, toda su condición de mujer sin rostro.

La criada, Alaine prefiere no pensar en ella como Sansa pues le trae demasiados recuerdos ese nombre, no sabe coser. Alaine la observa mientras hace la tarea que le han encomendado. Cose igual que Arya, anda igual que Arya. Incluso se rió igual que Arya la única vez que Alaine la ha escuchado reír. Alaine se queda observándola con fijeza. No se parece a Arya físicamente, su pelo es más claro y sus ojos son más oscuros. No obstante cada gesto, cada manera, es igual a como su hermana, no, la hermana de Sansa Stark, no de ella, solía comportarse.

Nadie devuelve la mirada de la muchacha bastarda. Seguramente la muy arrogante se estará riendo de ella por lo mal que cose. A Arya Stark no le gustaba coser y en eso sí que no hay diferencias entre ella y Nadie. Esa es la primera vez que se fija realmente en la chica y su corazón da un vuelco al mirarla porque la imagen de Sansa, no de la chica que se supone que ella es sino la de la hermana de Arya, viene a su cabeza.

Esa noche Alaine no puede dormir. No deja de pensar en Arya. Ha cambiado sus rasgos de alguna manera pero ella sabe que se trata de Arya y no puede estar más feliz. Su hermana está viva, está viva y sana, está viva y a su lado. Sansa se olvida por un momento de quien es y de quien se supone que es Arya. Se olvida de lord Baelish, de Robalito, del Valle y de Invernalia. Sansa, no Alaine, Sansa, quiere ir corriendo hasta el cuarto de las criadas y estrechar a su hermana entre sus brazos. No lo hace. Sabe los riesgos, el peligro y a estas alturas ha aprendido lo suficiente del juego de tronos como para saber que debe permanecer donde está y comportarse como quien se supone que es. Por ahora debe conformarse con saber que Arya se encuentra bien. No puede pedir nada más a los dioses, desde luego, volver a verla es mucho más de lo que esperaba.

Lo primero que Arya siente al constatar que Alaine Piedra es en realidad su hermana Sansa es furia. Furia porque Sansa sigue comportándose como la princesita de cuento que quiere ser. Ella ha seguido viviendo en un castillo, con un señor al que le sigue el juego sin importar que fuera uno de los que traicionó a su padre. Para terminar se siente furiosa con ella por su aspecto. Ni siquiera se ha molestado en cambiar demasiado, solo el pelo. Si ella ha podido reconocerla cualqiera lo hará y Sansa no está en situación de dejarse reconocer por nadie. Arya, no Nadie, Arya, quiere ir corriendo y decirle a su hermana todo esto. Quiere advertirla, enseñarle como sobrevivir y llevársela lejos. También quiere decirle que la quiere y que la ha extrañado pero eso es secundario. Sin embargo, lo que Arya quiere no es importante. Lo que Nadie debe hacer es lo único que importa y Nadie debe matar a lord Baelish.

Esa mañana el cadáver de lord Baelish es encontrado por su hija bastarda. La criada conocida como Sansa ha desaparecido y todo el mundo la culpa. Alaine no puede evitar una sonrisa cuando se encuentra a solas en sus habitaciones porque Arya ha conseguido escapar de nuevo y ahora sabe que puede cuidarse sola. Arya mientras tanto continúa preocupada por su hermana. ¿Qué será de ella ahora que su "protector" ha muerto? ¿Qué hará? No obstante, Nadie sabe que no es asunto suyo descubrirlo.