Fue Hace Mucho Tiempo.

Hubo un tiempo en el que Ada nunca fue así, nunca fue tan fría e insensible, nunca fue manipuladora, que utilizaba a otros para alcanzar sus objetivos, hubo un tiempo en que las palabras amistad y compañerismo eran sus reglas básicas, "Tu cuidas mi espalda y yo la tuya", era su lema… pero todo cambio esa noche, hace 18 años, en su primera misión.

Todo avía sido una emboscada, una trampa de su propio capitán, por dinero… Ada nunca supo, ni se molestó en saber cuánto dinero fue el que le dieron a aquel hombre que alguna vez llamo capitán y admiro con tanto fervor y devoción, por su escuadrón de 27 hombres. Solo sabe que todos avían muerto, bueno o al menos eso creía. Ada llevaba a hombros a su compañero Arklan, que se había utilizado como escudo humano para protegerla de los disparos. –¡Vamos Arklan, ayúdame!- dijo Ada, con visible cansancio en su voz, -Los dos saldremos de esto-, volvió a decir motivándolo a continuar. Arklan sabía que para él no avía oportunidad de salir, pero para ella si lo había… solo tenía que dejarlo aquí.

-Ada…-, dijo Arklan con voz suave, a lo que Ada se aproximó a una roca y dejo que se recostara en ella, -¿Qué sucede Arklan?-, le pregunto temiéndose lo peor, -¿Es bastante patético que tenga que ser salvado por una niña?-, dijo con una sonrisa, al igual que Ada que sonrío… avía pasado tanto tiempo desde aquella noche, que no recordaba exactamente el intercambio de palabras entre ellos, pero jamás olvidara aquel suave y cálido beso, que Arklan le había robado.

-Por fin te tome con la guardia baja… (Tos), ¡Para finalmente robarte un beso!-, Ada solamente le volvió a sonreír mientras se formaban unas pequeñas gotas en los bordes de sus ojos, -No llores Ada, tú eres una chica fuerte, así que vete, y vive por los dos- dijo con su último aliento, en este mundo, pero lo que nunca dijo y Ada supo fue:

"Niña tonta, Dios, ella es una chica tan dulce, morir protegiendo a una chica como ella, está bien para mí."

En ese momento Ada tomo entre sus brazos el cadáver de un hombre que apenas conoció, y comenzó a llorar, llora más que cuando sus padres la abandonaron, en aquel orfanato, fue un dolor peor que aquel que sintió.

Solo fueron ocho minutos de luto, antes de dejarlo en aquel lugar, solo y sin un entierro decente… los años pasaron y decir que se venga de su capitán sería un eufemismo, abandonar el ejército, dedicarse al espionaje, robo de secretos, nunca se imaginó una vida así.

Pero fue lo que escogió, hoy era un día especial, era un día que hace 19 años cumple, una vez al mes ella va al cementerio nacional de Golden Gate, California, a ver a su antiguo compañero.

Iba vestida con un vestido rosa pálido, tacones del mismo color, y un sombrero, para protegerse del sol, Ada sonrío, ahora a los 37 años, ya hecha una mujer no podía evitar sentirse, como aquella niña que lloro desconsolada, junto al cuerpo de aquel hombre que conoció solo un día, pero la marco de por vida.

-Hola…-, susurro, aun temiendo que él estuviera enojado con ella, por no tener este estilo de vida, y no una más sencillo, -En mi última misión, casi muero… pero no te preocupes, León volvió a ayudarme, ha beses creo que él es tu-, dijo lo último dejando escapar una pequeña risita, estuvo un rato más hablando con el antes de notar, una rosa creciendo junto a su lápida, tomo la rosa, y la coloco en su sombrero, antes de despedirse de él, una lagrima se le escapo, pero evitaba hacerlo.

Sintió por un momento que él estaba todavía hay, y sintió eso cálidos labios sobre los suyos, se dio la vuelta y retorno a seguir a su destino esperando el momento de reunirse con él.