Disclaimer: Los personajes y toda la panda de pervertidos que vive en el universo Narutil no me pertenece ( aish, pero soñar es gratis jejeeje, si pudiera me alquilaba un rato a Ita, a Iru y a Hidan y no precisamente en ese orden; buenooooo quien dice un rato dice una semana o un año... ku fu fu fu fu)

Un pequeño mini shoot dividido en dos caps, super rosa fluffy y adorable.

Totalmente ItaDei.

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Rosas para Deidara.

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Existen reglas no escritas para casi todo.

Nadie está a salvo de ellas y sus consecuencias, por eso, cuando su novio pronunció esas dos palabras, tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había pasado en realidad.

Su reacción podría parecer ilógica y desmesurada pero no se le ocurrió nada mejor... y ahora minutos después recorría la aldea a zancadas, con un cabreo que no se le quitaría en al menos un par de horas.

Su novio era idiota, y no hay mas que hablar.

Deidara maldecía al Uchiha por romper el trato que habían hecho.

Idiota, idiota y más que idiota.

Las cosas eran tan sencillas que no había necesidad de joderlas de esa manera..., pero como todo en esta vida, si las cosas van mal siempre pueden ir peor y ahí tenía Deidara su prueba irrefutable de que esa frase en sí, era la mayor de las verdades.

Cuando empezaron a "encontrarse" Deidara quiso dejar claro las condiciones de sus interacciones. Discutieron una tarde entera, como un par de tontos atacados, hasta que por fin llegaron a un acuerdo sencillo y fácil de cumplir.

Prohibido decir "TE QUIERO" y nada más. Todo lo demás estaba permitido.

Itachi acababa de joderlo todo en un momento. Tenía que decirlo, aún en el fervor del sexo salvaje...pero no era eso lo que había hecho que saliera disparado de la cama a medio vestir; era la revelación de que él mismo había estado a punto de gritar lo mismo apenas una milésima de segundo antes que el idiota de su novio.

Por que se había enamorado como un estúpido de ese tonto y sentía que ya no tenía escapatoria.

Regresó sobre sus pasos y entró en la habitación con la camiseta, la de rejilla negra interior y el protector estrujado en una de sus manos, el pantalón con el botón abierto y la esperanza de que Itachi no se hubiera marchado.

Se alegró internamente cuando lo encontró en la misma posición en la que se había quedado.

Se paró a los pies de la cama y le miró fijamente. Itachi se mantenía tumbado, con el brazo sobre los ojos y convenientemente desnudo. Deidara sonrió abiertamente y decidió comprobar si se había dormido.

- Yo también – escupió con evidente furia.

- ¿Eh? - Itachi alzó el brazo lo suficiente como para mirarle.

- Que yo también te quiero- desvió la mirada avergonzado y se sentó sobre sus caderas con el pantalón puesto – gracias por romper el trato – apartó el brazo del Uchiha despacio y le besó dulcemente antes de seguir hablando- Si no te lo llego a decir hoy habría explotado, prometido

-Entonces, perdón por haber tardado tanto – el joven Uchiha le revolvió el pelo al rubio del que se había enamorado como un tonto.

El silencio se instaló en el cuarto durante varios minutos en los que ninguno de los dos dijo nada, se limitaban a mirarse. El mas joven habló primero.

- ¿De verdad tienes que irte? - preguntó en tono lastimero. El Uchiha asintió – Pero... mañana es San Valentín...- desvió la mirada a la pared tras el hombro del moreno – pensé que... que podríamos...- Itachi le abrazó haciendo mas presión de la necesaria, como si Deidara fuera a salir corriendo de nuevo.

- Te prometo algo – rompió el abrazo y le acunó el rostro con las dos manos – Da igual donde esté y lo que esté haciendo, pero tendrás rosas para ese día. Si estoy cerca te las daré yo mismo, pero si no es así, encontraré el modo de hacértelas llegar, para que nunca olvides que te quiero... y por todos los días en los que me hubiese gustado decírtelo y no lo he hecho por el trato que teníamos...- Deidara le miraba con los ojos muy abiertos, sorprendido-Empezando desde este año y hasta que nos hagamos viejitos y arrugados – Se giró en el sitio y sacó de entre sus cosas una rosa blanca un poco maltratada que puso en las manos de su novio - ¿Vale?

A partir de aquella promesa de adolescentes Deidara contaba con rosas para San Valentín. Itachi se las arregló para no romper su promesa ni un solo año y siempre era diferente.

Un año, Deidara despertó siendo acariciado por una hermosa rosa blanca y aromática. Al siguiente, un mensajero interrumpió una de sus clases para dejarle un enorme ramo, con tarjeta embarazosa incluida. Al siguiente, Itachi las escondió por todo el apartamento de Deidara, de manera que cada vez que abría un armario o puerta, una rosa caía a sus pies. Al otro, flotaban en el agua de la bañera en la que su novio le esperaba sumergido... Al siguiente, todos sus alumnos del día, y eran unos doscientos, fueron dejando sobre su mesa una rosa al entrar...

Rememorando viejos tiempos Deidara tuvo una revelación; en todos estos años no había regalado nada a Itachi por San Valentín y vaya si lo merecía. Chistó fastidiado y pensó en que su regalo tenía que ser tan grande como todos los años de rosas que su novio le llevaba de ventaja. Algo inolvidable. Algo impresionante. Algo digno del amor que le tenía.

Deidara sonrió al darse cuenta de lo sencillo que era. En el fondo Itachi era un simple, comodón y vago conformista... tendría que llevar a Itachi hasta el regalo.

Durante meses Deidara dedicó tiempo y esfuerzo a su regalo, asegurándose de que todo quedaba perfecto y nada fallaba en el último momento.

-14 de febrero, San Valentín -

Itachi caminaba por las calles de la aldea a última hora de la tarde. El día se marchaba y él estaba feliz de que así fuera. Había pasado el día de acá para allá sin motivo aparente, haciendo encargos de lo mas extraño para clientes con, como poco, media docena de traumas infantiles... Si no fuera por que era imposible pensaría que lo alejaban de la aldea a propósito...

Sacudió la cabeza negando y miró hacia el interior de la academia, donde su pareja ejercía de profesor de arte, solo para constatar que ya no había nadie dentro. Sonrió y acomodó las rosas en su brazo izquierdo. Apretó el paso y se dirigió al apartamento de Deidara, con la esperanza de que el dulce artista no hubiese hecho otros planes para el resto de la noche.

Aunque tenía llaves, prefería darle un poco de dramatismo al encuentro y llamar a la puerta. No había nadie en casa pero aún así, entró a echar un vistazo y asegurarse. Le sentó un poco mal que Deidara no hubiese dejado una nota o algo, a si que, un poco decepcionado, decidió volver a su apartamento- que quedaba en el otro lado de la aldea- y tirarse en la primera cosa que encontrara blandita y agonizar unas cuantas horas. Antes de irse le dejó las rosas sobre la mesa con una de sus escandalosas notas.

Cansado, frustrado y algo enfadado llegó a su hogar y lo que vio al abrir la puerta estuvo a punto de provocarle un paro cardíaco.

Rosas, por todas partes. De todos los colores, tamaños y países. Inundando todo su espacio personal. Dedicó varios minutos a mirarlas todas y algo le llamó poderosamente la atención. Sobre la mesa había una rosa, única y solitaria, de un rojo intenso y llamativo. Al cogerla para apreciar su aroma vio la nota bajo ella que tenía escrito :"En tu cuarto". Sonrió y tardó un segundo en abrir la puerta...

De Deidara no había ni rastro pero sobre la cama, extendido estaba un traje aún envuelto en su funda, otra rosa roja encima y otra nota que decía : " Ponte esto y ven al recinto de exámenes cubierto. Date prisa"

Abrió la funda y sacó el contenido. Un traje de negro impecable y su correspondiente camisa en color vino de suave seda, gemelos y cinturón a juego y por supuesto unos cómodos zapatos en piel, también negros y una corbata de seda en negro.

La verdad es que no tenía ganas de fiesta a estas alturas, pero haría un esfuerzo por su sexy rubito. Se dio una ducha rápida y se enfundó el traje, que milagrosamente le quedaba perfecto. Se guardó la corbata en el bolsillo de la chaqueta y se encaminó al lugar de la cita.

Iba sonriendo como un tonto mientras pensaba que, seguramente su novio, le había organizado una cenita romanticona y edulcorada con un postre digno de cualquiera de las novelas de Ero sennin... Deidara era tan fácil de leer...

Llegó al sitio y abrió la puerta intrigado. El recinto esta en la mas absoluta oscuridad, menos en el centro de la arena, donde Deidara le esperaba visiblemente nervioso y alumbrado tenuemente por una pálida luz que solo parecía darle a él.

Tardó unos segundos en acostumbrarse a la iluminación y fue entonces cuando pudo fijarse en Deidara y sonrió complacido. Le gustaba lo que veía, mucho.

Deidara llevaba el mismo traje que él, pero la camisa era en un morado oscuro y le quedaba perfecto. Su mente no pudo pensar en mas alabanzas hacia su novio por que reparó en un pequeño detalle que no había notado hasta ese momento... Deidara se había cortado el pelo.

Llegó hasta él y le acarició el pelo corto lentamente, mientras le miraba intrigado. La verdad es que esperaba que se pusiera furioso... siempre había quedado muy claro que le encantaba el pelo largo de Deidara y que por nada del mundo le permitiría cortarlo, pero no fue así.

- Te queda bien – recorrió al artista con la mirada de arriba a abajo y sonrió abiertamente – estás impresionante... muy guapo, como siempre.

- No es que seas muy parcial en cuanto a mi aspecto – le devolvió la sonrisa y atrapó la mano que le acariciaba el pelo para depositar un beso en la palma- pero he de decir que tu tampoco estás nada mal.

- En mi caso debo agradecerlo a los genes Uchiha y a que cuando me hicieron rompieron el molde – soltó una carcajada.

- En el mio es por el buen sexo – susurró en su oreja- dicen que un buen orgasmo te deja la piel perfecta y que es un ejercicio perfecto en todas sus facetas – miró fijamente a su novio que se había quedado con la boca abierta ante la respuesta.

- Guauu! eso si que me ha dejado impresionado.

- Sí, es que soy así de impresionante- ahora era el turno de Deidara de carcajearse. Terminó las risas y le miró seriamente unos segundos, tragó saliva y tomó aire antes de seguir hablando- Antes de darte tu regalo me gustaría hacerte una pregunta.

- Claro, las que quieras – hizo un gesto con la mano para darle permiso- por cierto, tus rosas están en el apartamento, sobre la mesa – se llevó la mano a la nuca avergonzado – seguramente las verás nada mas entrar, pero bueno, dicho queda – suspiró al darse cuenta de que había cortado a Deidara en su frase – lo siento, lo siento... pregunta.

- ¿Te casarías conmigo?

- Sí – dijo automáticamente mientras le cogía de las manos.

- ¿Ahora?

- Ermmm... ¿Ahora, ya?- preguntó de vuelta.

- Ahora mismo – sentenció Deidara muy serio.

- Por mi parte sí...- dudó y el artista le dio tiempo para acabar la frase – pero, no sé, siempre pensé que querrías algo un poco mas pomposo, …, ya sabes, ceremonia, banquete, amigos borrachos y todas esas zarandajas tradicionales.

- Tenemos todo eso – respondió Deidara con seguridad.

- ¿Ah, si? - dudó el pelinegro...

- ¿Tu respuesta definitiva es que sí, que nos casamos? ¿Qué te quieres casar conmigo? ¿Qué quieres ser mi marido? - preguntó para asegurarse.

- Por supuesto que sí, no pienso dejarte escapar por nada del mundo – miró alrededor y luego enfocó el rostro de su novio – ¿Donde hay que firmar?, ¿Qué quieres que haga y donde?

- Me vale con que respondas que sí cuando te pregunten – alzó la mano y las luces del recinto se encendieron de golpe dejando a Itachi mas impresionado de lo que había estado en su vida.

Todos sus amigos estaban ahí, vestidos para la ocasión... Hidan aplaudió y el resto le siguió con evidente entusiasmo. Itachi recorrió la estancia con la mirada. Prácticamente todos los ninjas de su aldea estaban presentes y una gran parte de la población.

En ese momento miró a Deidara y se dio cuenta de todo. Todas esas horas extras que de repente le caían al artista sin venir a cuento, eran para asegurarse de que ninguno de sus amigos estuviera de misión ese día... todas las estúpidas misiones que había hecho durante el día, eran para mantenerlo alejado mientras preparaban el recinto para la boda, todos los meses en los que Deidara apenas dormía o comía aludiendo que debía ahorrar, eran para los gastos de este día... Se dio cuenta de que solamente los trajes que llevaban le debían haber costado al menos tres meses de sueldo; y le invadieron unas terribles ganas de abrazarlo... aunque se lo pensó mejor al verse rodeado por toda la gente, que dicho sea de paso, había oído toda la conversación que habían tenido ahí mismo.

- ¿Han estado aquí todo el tiempo? - preguntó mientras enroscaba un brazo en la cintura de su malvado novio.

-Si preguntas si lo han oído todo, sí... necesitaba testigos por si te daba por negarlo – buscó en los bolsillos de Itachi hasta que dio con la corbata y le obligó a agachar la cabeza para ponérsela. Aprovechó para pegarse un poco mas en el abrazo mientras los invitados les silbaban y vitoreaban.

Itachi vio como todo el mundo se colocaba alrededor de ellos, haciendo un círculo y fue cuando aprovechó para mirar alrededor y sus ganas de abrazar al artista se hicieron mas fuertes.

O-O.O:_:O.O-O

Nos leemos en el siguiente.

Besitos y mordiskitos

Shiga san