Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko T.

Capitulo 1: Pesadillas.

Kagome Higurashi, es una joven psicóloga de 25 años, inteligente y de carácter dulce, amable y servicial; practicante de un grupo de doctores especializados en las distintas disciplinas de la psicología, acaba de salir de la universidad, y desea especializarse en la rama forense; por las tardes asiste a un grupo de auto ayuda para la prevención de la neurosis y en sus ratos libres ayuda a su abuelo a atender el templo Higurashi.

Ella decidió estudiar psicología porque pensó que esto le ayudaría con su pequeño problema: entender sus sueños premonitorios, los cuales ella catalogaba como pesadillas. Años atrás intentó ignorarlos, pero a la larga estos parecían cumplirse, así que decidió tomarlos en cuenta, sólo que algunas veces se presentaban en forma de imágenes borrosas o incompletas y debía aprender a descifrarlos correctamente antes de que sucedieran. Espera que su carrera la ayude a entender sus sueños, saber si estos son sólo miedo o deseos reprimidos o si en realidad se tratan de alguna premonición.

— ¡No! —Gritó y se levantó exaltada por lo que acaba de ver, el sudor perlaba su frente y su respiración era entrecortada y temblorosa — ¡No lo maten!— Esa nueva pesadilla acechaba su mente desde hace varios días. Supo de inmediato que se trataba de un aviso, pues su sueño había sido recurrente, había soñado lo mismo seis veces en un lapso de dos meses y eso no era común.

En su sueño veía a una hermosa mujer, de aproximadamente treinta y cinco años, cabello castaño y ojos carmesí. Caminaba en un amplio jardín cuando, de repente, un hombre con cabeza de araña la atacaba y la asesinaba, el acto fue seguido por otro en donde una pareja culpaba y sacrificaba a un hermoso perro blanco de ojos ambarinos. — ¡No! ¡El perro es inocente! — No había más detalles, pero ella intentaba descubrir que significaba su sueño, era muy confuso y se decía a si misma que su sueño estaba lleno de simbolismos.

Intentó tranquilizarse y nuevamente regreso a dormir, suplicándole a su mente que le diera más detalles.

Había pasado mala noche, en realidad no pudo conciliar nuevamente el sueño y las ojeras que rodeaban sus hermosos ojos castaños denotaban el cansancio que sentía.

Se levantó muy temprano, más de lo acostumbrado, se sirvió un café bien fuerte para cargar energías y se fue al consultorio. Algunas veces era requerida para tratar con chicos problema o con adicciones y ella los ayudaba a corregir su conducta. Era paciente con ellos y los influenciaba a ver la vida de otra manera, así salvaba a la ciudadanía de futuros delincuentes o suicidas, al menos esa era su esperanza. Una vez a la semana asistía a su antiguo profesor de psicología para capacitar o ayudar a la policía local o a la fiscalía del estado para resolver los móviles de los crímenes que últimamente se cometían en la ciudad, pero en especial para determinar el perfil del criminal. Kagome aun seguía capacitándose al lado de su profesor y socio del grupo de psicólogos, Dr. Totosai, que aunque ya era un anciano, era el mejor en su trabajo.

Al terminar con esta ardua labor, ella corría todas las tardes de seis a siete a su grupo de auto ayuda para evitar volverse loca con tanta porquería que veía a diario en los cuarteles de la policía. Miles de veces se preguntó ¿Por qué demonios escogió esa rama de su carrera? ¿Por qué no otra? Después de todo, su meta era sólo descifrar sus sueños. Simple, ella deseaba que no hubiera crímenes, deseaba ayudar a su sociedad, ayudar a los jóvenes y ayudar a esclarecer algunas dudas de la policía, pero sobre todo porque admiraba a su viejo profesor, después de todo le comparaba con el abuelo.

Pero esa noche tuvo de nuevo esa extraña pesadilla.

Era la misma hermosa mujer caminando por el jardín y aquel hombre con cabeza de araña caminando furtivamente hacía ella.

Kagome le gritaba desesperada a la elegante señora para advertirle, pero esta no podía escucharla y fue atacada por la araña.

La joven pareja se acercaba a ver el cuerpo destrozado de la mujer, la chica mostró una mueca de asco y cubrió su boca para intentar no vomitar, pero le fue imposible, mientras el joven miraba acusadoramente al aristocrático perro blanco de ojos ambarinos, sacó su arma y antes de disparar miró como el animal aumentaba su tamaño considerablemente.

Pero más humanos y animales llegaban, estos eran engañados y dirigidos por aquella araña asesina y con sus poderosas armas intentaban sacrificar al gigante blanco.

Otros animales descomunales se aliaron en defensa de aquel gran perro, que aunque eran superados en número, su fuerza y poder era superior a los del otro bando.

La lucha desatada entre las diversas criaturas con figuras de animales era incesante, tanto, que humanos inocentes terminaron involucrados y la ciudad estaba en llamas. De pronto, una figura humana con cabello plateado, orejas suaves de perro y ojos dorados, intentaba calmar los ánimos, pero en medio de la disputa, el joven con orejas de perro fue asesinado por ambos bandos. No pudo ver el rostro de aquel que intentó controlar la turba, sólo pudo observar sus ojos, tan dorados como los de aquel canino.

— ¡No! ¡No mueras! —La joven saltó de su cama, respiraba con violencia, sus ojos estaban abiertos desmesuradamente, en ellos se podía ver el horror que había vivido instantes atrás.

La puerta de la habitación fue abierta de golpe por una preocupada mujer que entraba corriendo, se sentó al lado de la chica que parecía estar en shock y la abrazó firmemente, sintiendo cómo el cuerpo de la chica temblaba. —Tranquila Kagome, fue una pesadilla, tranquila—Su madre le hablaba con dulzura, como si se tratara de una pequeña niña —Ya pasó—y le acarició el cabello.

—Fue…fue tan real, madre—Ella por fin pudo hablar — tenía miedo, mucho miedo— y comenzó a llorar con fuerza.

Su abuelo y su hermano Souta habían escuchados los gritos, ambos estaban parados en la entrada de la habitación, el joven de dieciocho años suspiró aliviado, por un momento pensó que alguien se había metido a la habitación.

—Te prepararé un té— y camino hacía la puerta —Papá, cuídala mientras voy a la cocina, habla con ella—La señora le susurró a su anciano padre —Souta, ven a ayudarme—El joven asintió y camino detrás de su madre.

—Tú más que nadie sabes que al hablar te quitas un gran peso de encima ¿Deseas contarme? —El abuelo colocó una mano sobre el hombro de su nieta, él pudo sentir como ella aun temblaba.

—Gracias… abuelo—Hablaba entrecortado.

Su madre regresó a la habitación con una taza, la cual entregó en las manos de su hija y espero a que esta lo bebiera.

Ya más tranquila Kagome les contó su sueño.

—En la antigüedad, los demonios eran representados por animales—Se atrevió a concluir el abuelo.

— ¡Qué cosas dices papá! Los demonios ya no existen—

— ¡Claro que si! —Afirmó el anciano —Y los humanos que vio con cabeza de animales son mitad demonio y mitad humano—él cruzó los brazos molesto al percatarse de que su hija y su nieta no le creían.

—Esta bien papá, pero por ahora dejemos descansar a Kagome, mañana tiene que trabajar—

—Es verdad, descansa Kagome, mañana será un día largo para ti— Dijo el abuelo, Ambos salieron de la habitación.

Kagome los observó alejarse en silencio —Parece que Sigmund Freud no ha querido ayudarme hasta ahora. ¿"Demonios"?, ¿"híbridos"?, creo que el abuelo sigue viviendo en un mundo de fantasía—Bostezó. —Debo dormir. —

El despertador sonó a la hora acostumbrada, pero ella no lo escuchó, pasaron varios minutos más y su madre fue a despertarla, ya que había recibido una llamada para que la doctora Higurashi se presentara en el cuartel de policía para ayudar al Dr. Totosai en un nuevo caso.

Kagome tomó un baño y se vistió con lo primero que encontró, no había tiempo para darse el lujo de escoger su guarda ropa, ni siquiera tuvo tiempo para tomar el desayuno.

—Desayunaré fuera esta vez—Agarró su bolso, tomó las llaves de su auto, subió a este y abandonó el templo a toda velocidad.

El Dr. Totosai ya estaba adentro de la delegación, para ser más exactos estaba en la morgue, observando el nuevo cuerpo que había aparecido.

—Sí, parece que tiene un caso de asesino en serie, pero esperaremos a mi asistente, parece que volvió a quedarse dormida—Comentó el anciano a un joven forense.

—La señorita Higurashi es muy buena asistente, Totosai, creo que ella tomará tu lugar aquí en la delegación—

—Esa es una buena idea Suikotsu, ella ya lleva tres años trabajando para mí, creo que ya le enseñe todo lo que sé, además de que tiene muy buena intuición—

El doctor Suikotsu rió levemente —Como todas las mujeres, como todas las mujeres—

De repente la plática entre machos fue interrumpida por la susodicha, quien entró corriendo a la morgue.

—Buenos días, lamento llegar tarde—Kagome saludo a los dos hombres y caminó hacía ellos. —Me dijo mi madre que había un nuevo caso ¿Qué tenemos? —

Los dos hombres se hicieron a un costado dejando ver el cuerpo de una mujer. El médico forense comenzó a explicar que el modus operandi parecía ser el mismo: ninguna de las tres mujeres presentaba laceraciones en los genitales, lo cual apuntaba a que no era un crimen sexual, las señales que el asesino dejaba en ellas no eran muy obvias, ya que al parecer las tres jóvenes fueron atacadas por la espalda y abandonadas en la misma escena del crimen.

Aunque parecía ser el mismo asesino, las dos primeras víctimas presentaban fractura de cuello, pero la tercera víctima no, si esto hubiera sido así, entonces tendrían un caso de asesinato serial, ya que es necesario por lo menos tres victimas asesinadas de la misma forma y con un intervalo de tiempo entre cada ataque.

Los médicos sólo esperaban los análisis químicos obligatorios, los cuales no tardaron en llegar.

—Aquí lo tienes ¿Verdad que soy rápido? —Habló un hombre especialista en venenos. Él era de baja estatura y a Kagome no le simpatizaba nada, ya que la miraba de una manera muy lujuriosa.

— ¿Qué obtuviste Mukotsu? —

—Nuestro asesino no es humano—Todos en la sala lo miraron con incredulidad —, fue picada por una araña, es el veneno de una Phoneutria fera o mejor conocida como araña bananera, es muy venenosa—Suspiró —Hermosa, en toda la extensión de la palabra—

Ambos forenses comenzaron a buscar arduamente en el cuerpo de la chica, trataban de encontrar algún piquete que indicara lo que el químico les acababa de revelar, todo era muy extraño ya que la piel de la joven no mostraba haber muerto por envenenamiento, no podían encontrar nada a simple vista, hasta que Suikotsu decidió buscar entre el cabello en donde presentaba dos pequeños orificios en la nuca, los cuales estaban muy bien ocultos

— ¡Por fin los encontramos!—Suikotsu retiraba el cabello de la joven para mostrárselos a los psicólogos y a Renkotsu su asistente.

—Creo que estos orificios son demasiado grandes y profundos para una araña, ni siquiera se asemeja a los colmillos de la tarántula sudamericana—Comento Renkotsu mientras introducía en los orificios un delgado instrumento para medirlos — sus colmillos llegan a medir de 3 a 5 centímetros, la profundidad de estos orificios es de 7 centímetros, además de tener perforado el cráneo,. —Los forenses abrían el cuerpo frente a ellos, medían las heridas y pesaban los órganos.

—La causa de la muerte no es exactamente envenenamiento, la araña le perforó el cráneo hasta llegar al cerebro y después inyectó su veneno, creo que fue una tarántula—

—No, esta araña que buscamos es mucho más grande, igual de venenosa que la bananera, aunque dudo que sea alguna de las dos, además estas provienen de Sudamérica—Dijo Renkotsu mientras observaba la delgada regla con la que había medido los orificios del cráneo.

—Definitivamente no hablamos del mismo asesino—Suspiró cansado.

—Creo que nuestro asesino no es humano…hermoso—Mencionó el químico Mukotsu. —Tal vez sea alguna araña con mutaciones genéticas—

—Creo que ves demasiada televisión, Mukotsu—Se burló Renkotsu.

Kagome lo miró con repulsión ¿Cómo podía decir ese hombre que esa araña era hermosa? —"¡Un momento! ¿Araña? ¿Aun más grande que la tarántula sudamericana? ¿No es humano?"—Pensó la joven psicóloga. En ese instante, Kagome recordó su sueño, sintió como si la sangre le hubiera bajado a gran velocidad hasta los pies, la temperatura de sus manos disminuyó drásticamente, sintió un gran vacío en el estómago y su piel palideció rápidamente, lo cual fue apercibido por el doctor Totosai.

— ¿Sucede algo? No me digas que sufres de aracnofobia? Totosai colocó su mano sobre el hombro de su asistente, por un momento pensó que ella se desmayaría.

Kagome retiró con calma la mano del anciano y caminó despacio hacia la mesa en donde estaba el cadáver, quería ver su cara, necesitaba ver su cara —"No…no es ella" —En ese instante las manos de Kagome comenzaron a temblar y en un movimiento rápido se giró y corrió hacia el lavamanos que se encontraba a escasos metros de ella y comenzó a vomitar, agradeciendo mentalmente no haber desayunado. Respiró profundo y enjuagó su boca.

—Siempre sucede lo mismo con los novatos, ven un cadáver de cerca y vomitan o se desmayan—Los tres forense mostraron una sonrisa burlona.

Totosai la miró con preocupación. —Salgamos a tomar aire fresco—el anciano tomó del codo a su aprendiz y la sacó de la morgue, caminaron rápidamente por los pasillos de la estación hasta que llegaron al exterior de esta y se sentaron en una pequeña banca que estaba situada enfrente de la estación.

— ¿Estas bien? —

—Si, pero ¿Era necesario ver la necropsia? —Preguntó Kagome, quien aun no recuperaba su color natural. —Creo que necesitaré terapia después de esto—

El doctor Totosai soltó una sonora carcajada y Kagome sonrió al escucharlo. —No me digas eso jovencita, no es la primera vez que asistimos en una necropsia—

Kagome intentó evadir aquella declaración, pero algo llamó su atención, una pareja de policías, un hombre y una mujer. Los conocía, aunque no recordaba en dónde los había visto, los miró fijamente intentando recordar, pero sin resultado alguno.

Los dos psicólogos regresaron a la morgue al ser notificados que el forense ya había terminado la necropsia y que además los detectives de homicidios habían llegado.

Kagome y Totosai entraron a la morgue y para sorpresa de ella los detectives eran aquellas personas que acababa de ver y que habían llamado su atención antes de entrar.

Ellos se presentaron formalmente como agentes de homicidios.

—Pueden llamarme Sango y el es Miroku—Dijo cortésmente la joven detective.

—Soy el doctor Totosai y ella es mi asistente, Kagome—

—Señorita ¿Le gustaría tener un hijo con migo? —Kagome sintió como aquel hombre atrevido le tomaba las manos, pero se sorprendió demasiado al escuchar esa pregunta e instantáneamente trató de psicoanalizarlo.

— ¿Esta usted loco? — Concluyó, sin encontrar otro adjetivo para aquel sujeto.

Un golpe en la cabeza del chico hizo que soltara las manos de la psicóloga.

—No hay mejor descripción para él—Sango intervino muy molesta —sigamos con el caso Miroku, ya son tres asesinatos en menos de dos semanas—

— ¿Y bien? ¿Qué nos cuenta doctor Suikotsu? —Preguntó seriamente el detective.

—Aparentemente no es el mismo asesino, parece que fue asesinada por una araña gigante—

—Genial, ahora tenemos un asesino suelto y una araña—mencionó preocupada la detective —Déme el perfil de nuestro asesino y el reporte de la araña entréguenlo al departamento de salubridad—

—Sanguito, no sé si el director Sesshoumaru acepte este caso, ya sabes lo que dice del protocolo—comentó Miroku, mientras observaba la nuca de aquel cadáver.

—Pues si no lo hace habrá más muertes y dudo que él desee eso—Sango se acercó a mirar el cuerpo y al ver el aspecto de esta, sintió nauseas, cubrió su boca y se volteó inmediatamente. — ¡Rayos! —

Kagome observó a aquella pareja tan peculiar y al ver la reacción de la detective ante el cadáver recordó en donde los había visto—"Debe ser una broma" —Pensó atemorizada —"es una broma, es la pareja que apareció en mis sueños ¿Qué sigue? ¿Un perro gigante? ¿Hombres con cabezas de animales? ¡Necesito terapia!" —Ella en verdad estaba asustada, parte de su sueño se estaba cumpliendo.

—Conozco a Sesshoumaru, yo hablaré con él—El anciano Totosai se ofreció a entregarle el informe —Estoy seguro de que esto le interesará—dijo seriamente, todos los presentes los observaron intrigados. —No me vean así, fui amigo de su padre—mencionó al sentir sus miradas.

—Bien, le entregaré el reporte a usted, en cuanto este listo—Suikotsu se dio prisa para elaborarlo y anexar todos los estudios de laboratorio, Renkotsu preparaba mientras tanto el cuerpo para entregarlo al departamento de salud.

—Yo les daré el reporte del perfil del asesino a los detectives, si me lo permite maestro Totosai—Dijo Kagome y el viejo psicólogo aceptó.

—Podemos discutirlo mientras tomamos un café en la esquina, si te parece—ofreció Sango —pero que sea fuera de aquí—Kagome asintió y ella y los detectives salieron de la morgue para discutir sobre el caso.

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Mientras tanto en una firma de abogados, se encontraban varias personas en una junta, entre ellas destacaba la señorita Kikyou, quien se encargaba de todos los casos de origen fiscal y laboral, rara vez perdía, Inuyasha que se encargaba de los casos penales y Kouga a cargo de los civiles. Estos tres eran socios de la firma y se encontraban reunidos para decidir el futuro del despacho y de los casos nuevos que acababan de recibir.

—Bien, por mi parte es todo, señores, estamos al corriente de todos lo pagos que teníamos pendientes y del cobro de nuestros honorarios—Se levantó la joven mujer, su cabello era largo y negro, sus ojos eran fríos y oscuros como la noche, como abogada era despiadada.

—Kikyou necesito que me ayudes con el divorcio de los señores Saito, en cuanto a la parte proporcional que le corresponde a la señora—Kouga siempre le dejaba la parte de los números a Kikyou. Su cabello era negro y amarrado en una coleta, sus ojos eran azules, abogado apasionado en los divorcios, pero el participar en tantos, lo volvió desconfiado en las parejas, así que evitaba formalizar con las mujeres, odiaba el compromiso.

—Yo tengo audiencia mañana, el caso es demasiado fácil, todo quedará en una simple multa, mi cliente esta satisfecho—Inuyasha también era demasiado apasionado, le encantaba ser defensor, sobre todo en demandas de derechos civiles o humanos, le encantaba pelear contra las clínicas que eran especialmente negligentes, a veces aceptaba casos aunque sus honorarios no pudieran ser pagados, siempre que ganaba se sentía bien recompensado. Inuyasha tenía el cabello largo, plateado y sus ojos eran de un color ámbar, extraño, muy extraño en las personas.

Aunque pudiera parecer que el cabello largo de los dos abogados les restaba seriedad, las personas les reconocían como buenos abogados, honestos y eficientes, su apariencia personal pasaba a segundo plano.

—Chicos, pueden retirarse—habló Kikyou, mientras recargaba sus codos sobre la mesa de juntas. Kouga tomó sus archivos y salió de la sala. — ¿Sucede algo Inuyasha? —Preguntó al ver que el joven de cabellera plateada no se retiraba.

—Pensé que hoy desayunaríamos juntos—bajó la mirada un poco decepcionado.

—Lo sé, pero estoy un poco atrasada en mi caso, esta noche te invito a cenar en mi casa, tú cocinas—Sonrió coquetamente la abogada.

—No soy bueno en eso—

—Esta bien, yo cocino—Kikyou se levantó de su asiento y le dio un suave beso en los labios a Inuyasha —Te espero a las nueve, no llegues tarde, ahora vete a desayunar—

—Me retiro entonces, yo llevaré el postre—y caminó hacia la puerta para salir de la oficina.

— ¡No lo hagas!—dijo Kikyou haciendo que Inuyasha se detuviera antes de salir, este se volteó confundido y la miró desconcertado. —Yo seré el postre—La mirada picarona de Kikyou hizo que los labios de Inuyasha se curvaran en una tierna sonrisa y salió de inmediato.

Inuyasha salió del despacho y caminó hacía su restaurante favorito, le encantaba el filete que allí preparaban, el café era sumamente aromático y siempre tomaba una taza en ese lugar, a Kikyou también le encantaba. El joven abogado entró al local y se paró frente a la barra, el mesero que siempre le atendía lo saludo muy cordialmente.

—Lo de siempre, Hakaku—

—Como ordenes Inuyasha—

Inuyasha olfateaba el delicioso aroma del café, adoraba el café de Ayame más que cualquier bebida, pero una voz lo hizo voltear. Una voz que aun no olvidaba y le daba gusto escuchar nuevamente.

—Bien, eso es todo lo que tenemos hasta el momento, hablaré esta tarde con el doctor Totosai, si hay algo más nos pondremos en contacto—Tres jóvenes se paraban de sus asientos, se estaban despidiendo.

Gracias señorita Kagome, aquí esta mi tarjeta por si surge algo más—Miroku extendió la mano y le entregó una pequeña tarjeta y ella le entregó una carpeta con papeles.

—Gracias por todo Kagome, aquí esta la mía por si desconfías de este degenerado—Sango también le entrego una tarjeta con su número telefónico.

Ambos detectives se retiraron y Kagome volvió a sentarse, tenía hambre, después de todo no había alcanzado a desayunar. Tomó su taza y le dio un gran sorbo — ¡Delicioso y oportuno! —Dijo para ella misma.

— ¿Higurashi, Kagome? —La voz de aquel hombre hizo que ella dejara su café y mirara hacia arriba.

— ¿Inu…yasha? —Ella parpadeó varias — ¿Qué haces aquí? —estaba sorprendida de verlo después de cuatro años, prácticamente él no había cambiado nada.

—Vine a desayunar—contestó cortésmente. — ¿Puedo sentarme? Yo invito—

—Adelante—Kagome observaba detenidamente los rasgos del abogado —"cabello plateado, ojos dorados ¿Es broma?" —Su sueño aun la tenía demasiado aprensiva —"pero no tiene orejas de perro" —suspiró un poco aliviada, aunque aun no estaba convencida.

— ¿Aun me guardas rencor? —preguntó seriamente Inuyasha.

—Eres demasiado ególatra si piensas que he pensado en ti durante este tiempo, ya supere el que me hayas dejado por otra, si a eso te refieres—

—Me odias todavía ¿Verdad? —Inuyasha sonrió de medio lado.

—No, he de admitir que me dolió en ese instante, pero en realidad me hiciste un favor—

— ¿Por qué lo dices? —

—Porque siempre tuviste secretos para mí—

—Es porque a ti no se te puede mentir—Tomó su café y le dio un trago. —Además yo no guardo secretos—Y volvió a tomar lentamente de su taza, con total despreocupación.

—Entonces dime ¿Eres una especie de híbrido o demonio? —Kagome sin pensarlo dos veces fue directo al grano.

Inuyasha se atragantó con el café, su cara se estaba poniendo roja y volvió a tomar de su café para detener la tos provocada por aquella pregunta. Respiró profundamente hasta recuperarse del todo.

— ¿Lo eres? —ella quería que fuera una mentira, que su sueño fuera una simple mentira, sólo un sueño y que las personas que había conocido hoy, que los sucesos de este día fueran sólo coincidencias.

— ¿De que hablas? —Inuyasha se sintió nervioso y Kagome lo notó.

— ¿Estas mintiendo?—Kagome habló un poco alto, pero sin dejar de observar las acciones de Inuyasha.

—Baja la voz un poco, que pueden escucharte—

— ¿Eres un demonio? —

—No—Dijo seriamente.

— ¿Un híbrido? —

—No—

—Mientes y lo sabes—Kagome se levantó de su asiento y le entregó su tarjeta —Háblame cuando quieras decirme la verdad, muchas personas peligran—Ella lo miró molesta y con el ceño fruncido —Es serio Inuyasha, necesito saber la verdad lo más pronto posible—Y ella caminó rápidamente y salio del restaurante.

Inuyasha sólo la miró marcharse, estaba atónito por lo sucedido, tanto que ni siquiera pudo detenerla.

Después de varios minutos tomó su teléfono y marcó a la oficina.

—Kikyou, llegaré tarde esta noche, surgió un problema con mi caso—Inuyasha se disculpó con su novia.

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El doctor Totosai entró decidido a la oficina del Director del Departamento de Salud, el primer obstáculo fue la secretaria.

— ¡Señor no puede entrar! —

—Es urgente, no puedo esperar para una cita—El anciano casi tiró las puertas de la lujosa oficina.

Allí sentado estaba él, su larga cabellera plateada y su fría mirada lo caracterizaban.

Miró molesto a su secretaria, quien sólo se disculpó. —Déjanos solos—ordenó y la jovencita obedeció al instante. —Anciano Totosai ¿Por qué irrumpes así en mi oficina? —

— Por esto—Tiró los papeles en el escritorio y el joven de cabellos plateados los tomó parsimoniosamente y les dio un vistazo rápido.

— ¿Una araña? Interrumpes mi trabajo por una insignificante araña—Aventó los papeles al escritorio.

—Léelos bien Sesshoumaru, no es cualquier araña, su esencia me indica que se trata de un demonio—

— Esa conclusión no es definitiva. Podría ser cualquier cosa —Sesshoumaru recargo sus codos sobre la mesa y entrelazó sus manos.

—Resuélvelo antes de que los humanos nos descubran—

—Los humanos sólo ven lo que quieren ver. Ya inventarán algo para darle una explicación. —

—Analízalos bien. Sabes donde localizarme—El anciano colocó su manos detrás de su espalda y comenzó a caminar hacia la salida de la oficina y se detuvo un instante— si no quieres hacerlo tú…entonces dime en dónde puedo localizar a Inuyasha—Totosai trató de incitar a Sesshoumaru con la sola mención de su medio hermano.

—Inuyasha es un idiota, sólo lo arruinará—Sesshoumaru entrecerró los ojos.

— ¿Te encargarás personalmente? —Preguntó Totosai.

Sesshoumaru no contestó.

—Le corresponde a tu departamento después de todo, el cadáver ya esta en camino—

—Entonces deja que el departamento se encargue de ello—

Totosai movió la cabeza negativamente —Eres necio—Y cerró la puerta detrás de él y abandono el edificio.

Sesshoumaru se quedo pensativo. Tal vez el anciano exageraba –"Una araña..." - Pero --"¿Quién? ¿Por qué?" –

Continuará…

¿Que tal me quedó? bien pues dejénme contarles que este fic es un reto que me hicieron hace tiempecillo, espero cumplir sus espectativas, dado que es la primera vez que escribo de Sesshoumaru, que me encanta por cierto, pero se me hace un poquito díficil, espero que les haya gustado mi primer SessxKag.

Y aprovecho para desearles a todos felices fiestas, un abrazo con cariño y mis mejores deseos.