Desde siempre me quedé con ganas de leer más sobre esta pareja, así que he decidido recrear todos esos momentos de Krum y Hermione que nuestra querida Rowling nos ha dejado a la imaginación.
Espero que lo disfruten! Comenten!
Hermione bufó. ¿Que nadie entendía que en la biblioteca había que hacer silencio? Levantó los ojos unos centímetros de su libro de Aritmancia con los labios fruncidos y dirigió una repobatoria mirada al grupito de chicas de sexto que cuchicheaba en un rincón, riendo tontamente y dirigiendo furtivas miradas a un muchacho que caminaba entre los estantes.
Desde que Viktor Krum había entrado por primera vez en la biblioteca, se había convertido en un verdadero estorbo, pensaba Hermione mientras pasaba de página, tratando de concentrarse con todas su fuerzas en los números y tablas de su fascinante libro.
-Pídele que te firme la mochila.
-No, que te firme la túnica.
-O mejor aún, ábrete la túnica y pídele que te firme el pecho...
Hermione alzó las cejas y volvió a lanzar una mirada indignada a las muchachitas. Al parecer, el exhibicionismo entraba dentro los límites del fanatismo y el estrógeno descontrolado.
Suspiró y volvió los ojos a su libro. "La nueva teoría de la numerología mágica, sostiene que..." . Escuchó las risas subir de tono pero inmediatamente fueron sofocadas por una violenta y poco tolerante Madam Pince, que les chistó agresivamente. Hermione sonrió satisfecha.
"Todos los números de la tabla aquí mostrada, sugieren que..."
Hermione no entendía qué le veían al parecer todas y cada una de las chicas de Hogwarts a ese grandote muchacho con cara de gruñón. Desde el primer día en el colegio, había visto al famoso jugador de Quidditch seguido constantemente por una multitud de chicas coquetas, que le pedían autógrafos, todas muy dispuestas a besarle los pies (o a mostrarles partes pudorosas de debajo de sus túnicas).
Recordó una tarde que estaba con Harry a la orilla del lago. Su amigo lanzaba piedras al calamar gigante, ofuscado con el estúpido de Ron, y ella leía por décimo tercera vez "Historia de Hogwarts", recostada sobre un árbol. Desde su cómodo lugar, había visto pasar a Krum, haciendo ejercicios por el prado del castillo, elongando sus musculosos brazos, preparándose para entrenar. Hermione se indignó al ver al montón de estudiantes que lo seguía a poca distancia riendo como descerebradas. A pesar de casi ser invierno, el famoso muchacho llevaba una musculosa que dejaba notar cada músculo de su cuerpo, y parecía que eso volvía locas a todas. Ese día, Hermione creyó notar que la miraba fijamente al pasar y ella decidió ignorarlo orgullosa. ¿Qué? ¿Se preguntaba Krum por qué ella no estaba en su detestable Club de Fans?
Levantó disimuladamente los ojos por arriba de su libro. La gran y atlética figura de Viktor Krum se estiraba para dejar un libro en los estantes de más arriba. Hermione observó su gran espalda, su aguileño perfil y su hosco rosto. No podía negar que era... masculino. Muy masculino de hecho, pero definitivamente no era su tipo. El muchacho giró la cabeza hacia donde se encontraba ella y Hermione quitó la vista inmediatamente.
"-Bien -se dijo- deja de gastar tus pensamientos en él y vuelve al fascinate mundo de la Aritmancia, Hermione."
Volvió a concentrarse en su libro... Para volver a levantar la cabeza cuando unas risitas nerviosas femeninas volvieron a romper el preciado silencio. Agh, ¿por qué no podía irse ese Krum a leer a su estúpido barco?
-Le pediré que me lleve al baile.
-No se te ocurra, a mí me sonrió el otro día en el Gran Salón, es claro que yo tengo más oportunidades.
-¡¿Qué?! ¡No seas p...!
-¡FUE SUFICIENTE! ¡FUERA!
Hermione bajó el libro y vio como Madam Pince echaba a las ruidosas muchachas, amenzándolas con una gorda enciclopedia. Sonrió satisfecha y sin quererlo su mirada se dirigió de vuelta a las estanterías. Donde se cruzó furtivamente con la de Viktor Krum que nuevamente la estaba mirando. Bajó los ojos rápidamente al libro.
Fama. Eso era lo que veían todas en él. Krum seguro era un descerebrado que solo había logrado algo volando en su escoba y haciendo Amargos de Rosi o como-se-llamen. Ni siquiera era atractivo. Podía ser masculino, podía tener fuertes brazos y una espalda... bueno, una espalda colosal, pero no era atractivo y definitivamente no era su tipo.
"Como la famosa Aritmaga Bridget Wenlock escribió en sus 16 tesis en siglo trece..."
¿Bridget Wenlock? Nunca había escuchado de ella, tenía que investigar. Dejó su pesado libro sobre la mesa y se dirigió a los estantes repletos de grandiosos y pesados libros.
"Las Tesis más importantes de la Edad Moderna", "Tesoros y tesis", "Grandes mujeres de la Aritmancia"... Hermione iba recogiendo todos los libros que podían contener información sobre la tal Bridget Wenlock y los apilaba de a uno sobre sus brazos.
-Hmm... Postulados del siglo diez, postulados del siglo once, doce... -murmuraba mientras pasaba el dedo sobre el lomo de la saga de libros ordenados cronológicamente sobre los estantes, con el peso de ocho libros diferentes sobre sus frágiles manos- Aquí, ¡siglo trece! -Dijo y tomó entusiasmada el libro que buscaba.
Para casi morir del susto.
Soltó un grito ahogado y la asombrosa cantidad de ejemplares que tenía encima, cayeron al suelo con un estrepitoso sonido. Madam Pince le echó una reprobatoria mirada. Cuando había tomado el ejemplar de "Postulados del siglo XIII" un par de penetrantes ojos negros la miraban desde el otro lado de la estantería y casi le había dado un infarto.
-Oh, lo siento mucho -dijo una voz extranjera.
Viktor Krum se acercaba a ella.
-Lamento haberte asustado... Estaba parado detrrás de este aparradorr y cuando se movió el librro...
-Está bien, fue un pequeño susto, no pasa nada -dijo Hermione con una mano en el pecho, agachándose a recoger los libros.
Viktor se agachó frente a ella y comenzó a ayudarla.
-Rrrealmente lo siento... -parecía sinceramente afligido.
-No, está bien, no tienes por qué.
Hermione se sintió un poco cohibida ante el muchacho, pero decidió no demostrarlo. Comenzó a juntar cada libro y a amontonarlos nuevamente en una pila sobre su brazo, quitándose con impaciencia el pelo que se le caía en la cara.
De repente, su mano y la de Krum se posaron sobre el mismo libro ("Tesis de Platón a Merlín") y quedaron una sobre la otra. Se miraron unos segundos y Hermione le sonrió nerviosa, bajando rápidamente la vista y retirando la mano.
-Ez-miope -dijo Krum y Hermione por primera vez notó lo nervioso que se veía. Ella lo miró confundida y con un gran esfuerzo, Krum dijo:
-Tú erres Ez-miope .
De pronto ella entendió.
-¡Ah! ¡Mi nombre! Sí, algo así. Hermione -Le tendió una mano preguntándose cómo sabía su nombre la estrella de la selección de Quidditch de Bulgaria.
-Viktorr -dijo él estrechándosela con una sonrisa.
Hermione notó que de cerca su rostro parecía menos hosco y que sus ojos oscuros de pestañas largas eran realmente bellos.
Se levantaron del suelo. Viktor sostenía con uno de sus grandes brazos casi todos los libros, haciéndolos parecer tan livianos que Hermione lo envidió.
-¿Buscas... algo en parrticular, Ez-Miope? -preguntó el muchacho mirando los títulos de ellos.
-No, bueno sí... -respondió ella un poco distraída por el cuerpo atlético que tenía ahora tan cerca y la hacía sentir tan chiquitita- estoy buscando algo sobre Bridget Wenlock, pero no se por dónde empezar a...
-¿La arritmaga?
-¿Cómo? -No puede ser.
-Bridget Wenlock fue una arritmaga del siglo trrece. Fue la prrimerra que descubrrió las prropiedades mágicas del númerro siete.
Hermione olvidó por un segundo lo maleducado que era dejar la boca abierta ante la gente.
-Quizás puedas encontrrrar algo aquí... -Krum levantó el brazo que tenía libre y sacó de los estantes de arriba un ejemplar titulado "Tesis del número siete" de Bridget Wenlock.
Hermione tomó el librito que le ofrecía el muchacho aún sin poder reaccionar.
-¿Cómo... Tú..
-Me gusta la Arritmancia -respondió encogiéndose de hombros- Y en Durrmstrrang tenemos muy buenos prrofesorres.
No podía creer lo mal que había juzgado al campeón Búlgaro. Al parecer no sólo era un descerebrado con una escoba.
-Muchas gracias, Viktor -le dijo sonriendo encantada, a sabiendas de lo colorada que debía estar en ese momento-. Bueno, voy a irme allá... a seguir leyendo -y tomó los libros que Krum sostenía.
-Ez-miope... -Hermione se dio vuelta- Yo... Eh...
-¿Si? -dijo ella mirándolo con atención.
Krum se rascaba la cabeza nervioso. Hermione vio cómo este abría y cerraba los puños como buscando las palabras.
-Yo he venido a la biblioteca porrque... Quisierra... Si tu no tienes... Luyno... El baile... -Krum tomó aire- He intentado hacerr esto muchas veces y nunca he rreunido el valorr. Quisierra prreguntarrte: ¿quierres serr mi parreja en el baile?
Hermione parpadeó un par de veces. Krum se apresuró a decir:
-A menos que ya tengas parreja, que segurro que...
-Sí, seguro -las palabras salieron casi mágicamente de su boca.
Krum parecía confundido.
-¿Vendrrás conmigo?
-Sí, me encantaría.
El chico esbozó una gran sonrisa y suspiró, casi sin poder creer que se había animado a decir aquello.
-Bueno, entonces... Adiós -dijo y salió de la biblioteca con pasos largos y eufóricos. Hermione vio cómo Krum saltaba dándole al aire con el puño mientras se alejaba por el pasillo.
Ella se sentó en la mesa en la que estaba con una sonrisa en el rostro. Desde su escritorio Madam Pince la miraba con los labios fruncidos.
-¿Qué? -le preguntó Hermione en voz baja- ¡Le gusta la Aritmancia!
Y se hundió pícaramente en "Tesis del número siete".
