CAPITULO 1:
"Las piezas de diferentes rompecabezas no encajan"
Sintió el comienzo de la melodía de su ringtone. Como se demoraba en atender, el resto de las personas abarrotadas en el Metro comenzaron a inquietarse, a removerse, a mirarla con curiosidad y lo más pequeños a señalarla con el dedo. Sonrojada, se apresuró a ponerlo en "sólo vibración"… ¿Cómo era posible que empezara a odiar a un aparato? Si era tan bonito, rosado, con estampado de blancos conejitos. Pero… En los últimos tiempos, cada vez que sonaba la hacía sentir medrosa, tensa, prisionera, sin posibilidad de escape.
Darien se lo había obsequiado al cumplir los 17. Ella se había fascinado con el aspecto del móvil y con los juegos precargados, pero por algún motivo, las palabras que acompañaron al regalo le restaron alegría a momento: "Te estás convirtiendo en una mujer, le dijo sentenciosamente, de la forma acostumbrada, es bueno que tengas uno de estos para que llegues a tiempo a todos tus compromisos".
Sí. Era verdad. Solía dormir demasiado. Y llegar tarde. Algo atípicamente japonés, y que solía traerle críticas y problemas, en el Colegio y… cuando tenía una cita con su prometido.
¿Por qué no contestaba? Era obvio. Sin querer lastimarla, sabía que él estaría enojado por su retraso… Los reproches o sermones caían como la lluvia sobre ella cuando esto ocurría, aunque ahora último, parecían escucharse en segundo plano, como a través de algodones.
Habían quedado de tomar el té en un precioso salón porque él tenía algo importante que decirle, pero al salir del Pre-universitario, había visto un sol tan radiante, que, cruzar por el Parque tomando un helado… se le había antojado irresistible.
Se abrazó las piernas, aovillándose, al recordar, que había sido cuando aún disfrutaba la última hojarasca de crujiente barquillo y el último bocado de crema escurridiza, cuando el pavor se había adueñado de su ser, quedándose detenida con un pie en el aire, en el momento preciso que el compromiso adquirido se hacía paso a través de su memoria, como un aviso de carácter urgente en medio su inocente diversión.
Corrió como una loca para coger el tren atestado, y ahora viajaba derechamente hacia el matadero, como una res vencida, con la cabeza gacha, hacia una segura reprimenda.
La tensión en sus sienes se acrecentó. Su corazón latía con fuerza, al igual que el dedo anular, donde el anillo hacía presa de su carne y parecía comprimirla, de la misma forma que restringía su libertad.
Cuando por fin llegó, comenzaban a prenderse algunas farolas en la calle. Espió a través de la vidriera. Su novio leía el diario con atención, con las gafas puestas a medio camino en el caballete de la nariz. Últimamente leía mucho el diario, ya sea en papel o en su nueva Tablet, así que el tiempo que pasaban juntos se había convertido en un intercambio de frases cortas y respuestas monosilábicas. Salvo cuando hablaban de su futuro, entonces, él se explayaba considerablemente y ella se limitaba a asentir.
El lugar se veía agradable y acogedor, bien iluminado, decorado con flores frescas y había un delicioso aroma a comida casera. Su estómago protestó con un gruñido, instándola a entrar de una vez.
Parecía de buen humor, tal vez por esta ocasión no le dijera nada.
-¡Serena, al fin has llegado, tengo grandes noticias!
Ella se sentó. Una sonriente mesera vino a tomar su orden. La lista de pasteles y tortas era suculenta. Miró de reojo a Darien. Se obligó a pedir un emparedado y a continuación, una pequeña ración de pastel de chocolate. Lo miró con curiosidad.
Él había pasado los dos últimos años yendo y viniendo de Estados Unidos. A veces le mandaba correos electrónicos y fotos con sus compañeros de Universidad. Sus E-mails a veces incluían gran cantidad de términos de Economía y negocios, que debía buscar en el Diccionario para poder entender de qué le estaba hablando, ya que él a veces parecía olvidar que ella era menor y aún no cursaba estudios superiores.
-¿Cuál es la noticia? Preguntó tentativamente, tras darle un sorbo a su té.
-La Empresa para la que estoy haciendo la Práctica quiere contratarme. ¿Te imaginas? Van a darme un cargo en La Bolsa, en la Sección de Inversión en Tecnología Extranjera, con grandes posibilidades de Ascenso, aunque… los cargos importantes sólo se los dan a hombres de familia, por política de la Empresa… meditó un segundo. Así que lo estuve pensando y creo que debemos casarnos apenas termines tu Curso y mudarnos a Estados Unidos.
Ella abrió mucho los ojos. Se quedó muda, congelada, abismada…
Continuará…
