Psicología Amorosa

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Autor Original: -Joshua Lee.

Ideas otorgadas: - Maru Ishiyama.

- Springover.

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Notas del autor:

Bueno... es mi primer Yaoi... ^^ wiii

Y bueno, quería comenzar con la pareja que más me gusta YULLEN.

Como dije soy nuevo en el negocio, así que tengan piedad y espero sus reviews... ^^

P.D: soy hombre...

P.D2: lo recalco porque en varios de los reviews de mis anteriores historias me ponían "eres la autora" o "te queremos chica" y bueno... eso, porque ahora me dejaron marcado cono "complejo de mujer..." no mentira... broma... en fin... soy shonen.... T.T

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¿Cómo se les ocurre hacerme esto...? ¿Por qué justamente a mí...? ¿Por qué no a otra persona? Pero claro, les encanta fastidiarme y hacerme enojar, ¿por qué? Pues ni siquiera yo lo se...

Bah, estoy harta de que todo lo que digan lo tomen como que no es cierto...

Pero puedo soportarlo, puedo, tengo paciencia como toda persona normal... ¡Dije que tengo paciencia, ¿bien?! Bueno, pero no tanto como para soportar lo que me están haciendo en estos momentos...

¿A quien padre en su sano juicio se le ocurre mandar a su propia hija primogénita a... un psicólogo? Y todo porque no entienden mi actitud... a veces me pregunto si de verdad son mis padres...

- Buenos días... ¿Análisis de ADN...? –Pregunté en el centro de salud.

- Si, aquí es... ¿necesita algo? –me preguntó la enfermera.

- Necesito pruebas urgentes... quiero los resultados de inmediato...

Pero como dije... Todo lo que digo lo toman como broma... ¿Y cómo no? Si cuando pasó eso tenía doce años.

En fin... *¬¬

Mi vida está siendo arruinada de poco a poco hasta que algún día ya no podré llamarme "normal" y todo ¿por qué?

Por qué mis padres no creen que "esté bien amenazar a centenar de personas con una katana" ni siquiera "perseguir al «usagi» hasta machucarlo a golpes" pero lo que creen peor es que "no me comporto como una chica... Normal"

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Había llegado de la universidad muy cansada y no estaba de humor de tener una cena "familiar" como acostumbran llamar mis padres a "eso".

Pero cuando puse un pie en la maldita sala, mis padres llegaron a ella y me miraron con una sonrisa –que a mi criterio parecía más escalofriante que cualquier otra cosa-

- ¿Qué sucede? –Pregunté brevemente, ellos solo rieron bajo para después volver a sus sonrisas.

- Te tenemos una sorpresa, Yu-chan... –Dijo mi padre. En traducción, "ha llegado la hora de tu muerte".

- ¿Qué sorpresa? –Pregunté con miedo a lo peor, pero ni siquiera pude imaginarme lo que venía a continuación.

- Te tenemos una cita en el psicólogo... –dijo rápidamente mi padre para que no entendiera bien lo que acababa de de decir, pero de igual manera entendí lo de "psicólogo" y créame que preferiría cualquier otra tortura o un dentista que... un psicólogo.

Lo único que atine a decir fue... -¡¿Queeeee?! –seguido con un tic nervioso en mi ojo izquierdo.

- Tranquila, Yu-chan... No es tan malo... además es solo para una revisión diaria que comenzarás la semana que entra hasta... bueno, hasta nuevo aviso. –era ahora mi madre quien hablaba con una sonrisa y que mi madre sonría e debió escribir el décimo-primer mandamiento... o fue porque...

1º: vio una película de terror que le dejó muy alegre.

2º: apostó contra mi abuela o mi padre y ganó.

3º: o... tenía pensado masacrar a alguien lenta y dolorosamente.

Yo por otra parte, creo que describiría mejor esa sonrisa con la opción número tres... es la que está viviendo en esos momentos.

- ¡¿Dónde quedó la democracia?! ¡No pienso ir a un loco anciano que me diga que estoy más loca que él! ¡No lo pienso hacer! –me crucé de brazos molesta y decidida.

- Lo siento, Yu... pero es por tu bien... tu actitud no está mejorando con el pasar de los años, y la cuenta del hospital por parte de Lavi a aumentado cada semana y ahora ha venido la promoción Premium. –decía mi padre con cascaditas en los ojos con la billetera abierta y dejando libre a una pequeña mariposa.

- ¡No iré, y no podrán hacerme cambiar de opinión!

Bueno...

Una semana después...

No se como lo hicieron pero... aquí me tienen, estoy caminando en dirección al lugar que me había indicado mi madre.

La verdad que preferiría estar en clases de gimnasia con el profesor Hokaro que esto... o mil veces dejar que Lavi me esté molestando que esto... bueno, prefiero lo primero, pero que me hagan esto... es horrible, ni siquiera yo he sido tan malvada...

Está bien... he amenazado de muerte –y perseguido- al conejo idiota, pero nunca lo maté... –por que siempre se escondía- ¡He sido buena persona...! ¡He estado exterminado plagas para la vida! –como lo es Deisya- ¡¿Por qué me odias, Kami-sama?! ¡¿Qué he hecho en mi anterior vida como para merecerme esto?!

Es decir... después de todo esto lo que sigue en la lista de mala suerte fue que mi "cita" era a las cinco de la tarde y ahora mismo eran... las cinco menos cinco... ¡y aún me faltaban quise cuadras por pasar...! ¡Maldición!

Comencé a correr con todo lo que llevaba en las manos, mi mochila, otros libros y un abrigo, pero lo peor es que o el destino no me quería o Lavi me ha echado una maldición o algo... no lo creo... es demasiado idiota como para pensar en eso... en fin se burlaba de mí... y en otras palabras, no lo ponía fácil, había demasiado personas alrededor del lugar y cada cuanto chocaba con una...

Pero cuando antes de ir a cruzar la calle un maldito "mal nacido" había chocado conmigo echando al suelo todo lo que tenía en mis manos y en las de él esparramando papel por doquier.

- Lo siento... –escuché su voz pero lo que atiné a decir fue solo un...

- Hmp... –Y así ambos nos agachamos para recoger lo que nos correspondía, mis libros estaban debajo de sus carpetas mientras mi abrigo no se donde se había metido, pero cuando iba a alzar el último de mis libros, mi mano choca contra la de él alzando mi mirada hasta su rostro y quedármelo viendo por unos minutos, aunque para mí fueron más que eso, fue una eternidad.

Tenía los ojos plateados casi azulados podía reflejarme en ellos, y su tez era celosamente blanca, hasta parecía nieve, pero dejé esa comparación atrás al ver semejante cabello blanco, lo traía un poco largo hasta sobre los hombros solo que lo tenía recogido en un pequeña y baja coleta que dejaba mostrarse por encima de su hombro derecho, nunca antes había visto alguien tan... así. Por su cabello creí que era un abuelo que casi se había quedado ciego porque chocó conmigo, pero al verlo a los ojos y mirar su blanca tez me di cuenta que no superaba los veinte o veintiún años, para ser sincera verlo así de cerca provocó que mis mejillas se sonrojaran levemente, pero al sentir ese agradable pero a la vez embarazoso calor desvié la mirada hacia otro punto levantándome de golpe, el muchacho me miró con extrañes y se levantó despacio aún examinándome, cosa que no pasé desapercibida y fue por esa razón que hice una pequeña reverencia en forma de disculpa para luego decir...

- Perdón... –y así salir corriendo a lo que mis piernas me daban, podía jurar que me seguía con la mirada pero prefería cambiar de canal mental... y pensar que...

- ¡Llegaré tarde al consultorio! –y acelerar mi paso.

Volví a mirar mi reloj, y me di cuenta que eran las cinco y diez, quería meterme un tiro o mejor, tirarme por la ventana, así me ahorraría el drama de venir todos los días a este condenado lugar.

Abrí las puertas del consultorio como si mi vida dependiera de ello, las personas me miraban con sorpresa, intriga o extrañes, prefería intriga que otra cosa o que detrás de mí estuviera un pulpo gigante que llame más la atención que mi entrada –triunfal- al lugar, bajé la mirada avergonzada y me dirigí hasta el escritorio de las secretarias, todas estaban con teléfonos al oído hablando, mientras que yo esperaba porque una se desocupara.

Al fin, una había colgado, tenía el cabello un poco corto hasta sobre los hombros, de una tonalidad café junto con los ojos del mismo color, una débil sonrisa se dibujó al mirarme y así comenzar a hablar.

- Consultorio Inocencia, buenas tardes... ¿en qué le ayudo? –me preguntó con mucha cortesía.

- Tengo una cita programada para las cinco... vengo junto al doctor... –miré mi mano en la cual escribí su nombre. –Walker...

- Si, un momento por favor. –asentí mientras que ella tomaba el tubo telefónico en las manos y marcaba para luego llevárselo al oído y esperar a que le atiendan.

- ¿Ha llegado el doctor Walker? –pregunta a la otra persona del otro lado de la línea. –Si... está bien... ¿No tarda en llegar...? Perfecto... Si, su paciente está aquí... ¿La hago pasar? Bien, adiós. –y así coloca el tubo en la base y comienza a escribir, al cabo de unos segundos me entrega un pequeño papel con el número 1 (uno) escrito sobre él y vuelve a sonreírme.

- Su sala está en el siguiente piso a la derecha, gracias por venir. –y así asiento aún confundida y me dirijo hasta las escaleras para así subirlas pero lo hacía lentamente, estaba examinando el lugar cada segundo, las paredes estaban pintadas en un púrpura oscuro con los marcos y calzadas en un mostaza dorado bronce, poseía alfombras muy bellas con cuadros en blanco y negro, las escaleras tenían la forma caracol y de color en bronce con varias flores en herrería con los mismos tonos, pero parecían más firmes que una especie de imitación de flores reales. También había cuadros muy bellos pero como es de esperarse eran copias muy parecidas a las originales, como ejemplo "el grito", "La satisfacción", "Sagrada Familia", "El arca", entre otras pinturas me dio a entender que las personas que estaban aquí debían estar peor que yo...

Llegué hasta el siguiente piso, la verdad que aún mantenía el estilo del piso anterior, muy lúgubre pero a la vez elegante, me agradaba...

Me encontré con varias sillas y me senté en una que estaba enfrente de la sala que correspondía a mi doctor mientras que los minutos pasaban estaba desando con toda mi oscura alma tener mi katana y atravesármela... eso sería más divertido que esto... repito... no soy emo...

Había un maldito reloj de cucú que me estaba carcomiendo la –encarecida- paciencia, por lo que cuando sonaron los quince minutos de las cinco, escucho una conversación en el piso inferior.

- ¡Doctor...! ¡Ya era hora!

- Lo siento, me tarde por un inconveniente menor... ¿Ya llegó el primer paciente? –Preguntó el "doctor"

- Si, lo está esperando a puertas de su habitación. –terminó la mujer a lo que rápidamente escuché como los pasos del hombre avanzaban hacia la escalera y así subiendo empecé a notar la cabellera del sujeto, que no concordaba con lo que esperaba...

- Buenas tardes, disculpa la demora... –pero se quedó estático al verme, o eso es lo que creí –pues no había más nadie a excepción mía-

Y en ese momento dijimos al mismo tiempo y con la misa expresión de What the hell?

- ¡¿TÚ?!

Preferí bajar la mirada ante la sorprendente coincidencia de que el mismo muchacho con quien me había topado sea mi psicólogo...

- Entonces... ¿eres tú... mi psicólogo...? –pregunté aunque ya sabía la respuesta, quería escucharla de nuevo, nunca pensé comportarme tan infantil a esta escala de mi vida.

- Siento decepcionarte... –sonrió abiertamente cosa que me sorprendió por parte suya, mis mejillas se tornaron rosas y desvié la mirada hacia otro lado, dejando cubierto un poco mi rostro con mi flequillo, me crucé de brazos y tosí un poco como llamando la atención, y así incorporarme.

- Ejem... No tengo todo el día... –dije con un follaje frío, el muchacho solo me miró sin entender y luego sonrío para así abrirme la puerta y dejarme pasar a su despacho.

- Perdón por la demora, tuve un inconveniente... –fue lo que atinó a decir al ingresar a la habitación mientras tomaba asiento frente a su escritorio.

- Espero que no fuese yo su inconveniente... –dije sin mirarlo, no me atrevía, esas palabras no fueron formuladas por mí, o más bien, lo pensé pero solas salieron de mis labios.

- No, no eres tú... Más bien, es el tema del trabajo... Bien, dejemos los rodeos... –se levantó de la silla y me extendió la mano. –Mi nombre es Allen Walker, mucho gusto... –y de nuevo con esa maldita sonrisa inocente, me enferma.

- Hmp... Yu Kanda... Y guárdese la mano... me enseñaron no socializar con extraños y menos con personas que te chocan por las calles. –me crucé de brazos y miré hacia otro lado dejándolo con la mano en el aire, se sonrojó o eso fue lo que pude notar, sonreí interiormente ante esa reacción, es obvio que no le gustaba que le tomaran el pelo.... Me divertiré con él.

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