Identidad robada
1
Campamento Everfree, fiesta de recuperación.
Había llegado al evento por invitación de una chica que había conocido en las inmediaciones de Everforest Town, una sencilla ciudad incrustada en un bucólico paisaje idílico. Parecía el paraje ideal para sentarse bajo un árbol y, cual Virgilio de la Antigua Roma o Garcilaso de la Vega de la España Áurea, despertar al yo poético y descargar las penas de amor en versos perfectamente metrificados.
Sin embargo, la poesía no era el fuerte de Stargazer, a pesar de que fuera capaz de trazar dos o tres versos decentes, más no una égloga con todas las letras. Y en todo caso, se hallaba en medio de una animada fiesta, pensando en desvaríos literarios. Estaba allí para despejarse, y olvidar aquellos sentimentalismos que amenazaban su integridad intelectual y emocional.
Un evento así, dentro de una caverna, era algo sinceramente inusual. Quizá en un futuro se dejaran de lado los lujosos salones para realizar eventos formales al aire libre, en contacto con la madre Natura. Lo novedoso era que todo lo recaudado iba a colaboración del Campamento Everfree, un paradisíaco sitio de vacaciones para estudiantes de preparatoria, que estuvo a punto de quebrar, si no fuera por la intervención de un valeroso grupo de chicas. O eso había oído.
La razón por la que estaba allí, en vez de en el hotel, era porque había oído ciertas cosas disparatadas que habían ocurrido allí. Uno de los comentarios que más le llamó la atención fue algo sobre un grupo de chicas mágicas. Stargazer, un reciente y brillante graduado de Everton, de porte alto, piel grisácea y cabello renegrido con rayos de gris oscuro, tenía sus reservas respecto a ese tipo de cosas. Más que la magia, él creía, como muchos de sus contemporáneos, en la habilidosa práctica del ilusionismo y los trucos cuidadosamente preparados, llevados a cabo en un escenario propicio.
Estaba sirviéndose algo de ponche en la mesa de los refrescos cuando vio, por el rabillo del ojo, una mata de cabellos rojos y amarillos. Al mirar hacia el costado, le costó creer que veía a quien veía. A pocos pasos de él, con una vestimenta bien a tono, se encontraba la persona que había tratado de evitar física y geográficamente, así como mentalmente. Este encuentro fortuito e inexplicado lo dejó perplejo, y cuando iba a superar su inmovilidad al fin para acercarse a hablarle, una joven de cabellos púrpuras se acercó corriendo a la chica de cabellos flameados. La tomó de un brazo y se la llevó de allí, mencionando algo sobre un concierto.
Jamás lo habría creído.
El espectáculo principal fue dado por un grupo de siete muchachas que brillaban musicalmente cada una a su manera. Pero Stargazer sólo tenía ojos para una de las vocalistas, la de los cabellos rojos y amarillos delicadamente recogidos en un excelso peinado. La teoría más plausible era que lo hubiera seguido, pero… no era la misma. Su color de piel era más claro, incluso su cabello, y además, no tenía su tan característico lunar en la frente. Tocar música junto a un grupo mayor de dos era algo que ella jamás haría, pero si ella no estaba allí, ¿quién era ésta?
Posicionándose delante del público, para tener total visibilidad sobre la banda, el joven sacó su celular del bolsillo y prosiguió a activar la cámara de video, no sin antes tomar una foto. La canción era buena, si bien no era del estilo que Stargazer frecuentaba.
Se pasó el resto de la fiesta deliberando entre si debía acercarse a hablarle, lograr acercarse cuando estuviera sola, o sólo observar sus movimientos con cautela, esperando que al verlo, ella lo reconociera. Sin embargo, varias veces cruzaron las miradas, y la pelifuego no dio muestras de darse cuenta. O había mejorado sus dotes de disimulo, o…
Sábado en la noche. Departamentos del Campus de Everton…
Las dos estudiantes solían quedarse hasta tarde los sábados por la noche, ya fuera para estudiar, para leer, para ver películas o distenderse en largas partidas de Scrabble o ajedrez. La joven pelifuego despuntaba en el ajedrez, por su rapidez de pensamiento y estrategias, mientras que la otra chica, de cabellos rojos con tiras de tonos lila, era difícil de vencer en el Scrabble, por su habilidad para hacer altos puntajes colocando letras en un tablero. La primera se llamaba Sunset Shimmer, la segunda, Moondancer, pero entre ellas se llamaban "Sun-mer" la una, y "Moonz" la otra.
Aquella noche, cada una se hallaba inmersa en una actividad distinta. Moonz, auriculares en oreja y tableta en la mano, veía online la adaptación al cine de uno de sus libros de ciencia ficción preferidos, recostada sobre su cama. Mientras que Sun-mer estaba profundamente hundida en la lectura de un largo libro acerca de filosofía existencialista, y ocupaba un súper cómodo puff, vestida en pijamas.
Un aire fresco entraba por la ventana abierta, a través de la cual podían verse otras tantas ventanas iluminadas. La habitación era amplia, con paredes casi cubiertas por entero de estanterías recargadas de libros, o en su mayoría, grandes compilados de fotocopias. Las camas se hallaban perpendicularmente enfrentadas al gran ventanal, lo mismo que los escritorios que pertenecían a cada una. La puerta del cuarto daba a un pasillo breve, que conectaba con el baño y una cocina-comedor. Había otro cuarto que las jóvenes no ocupaban más que para cosas y muebles que no usaban a diario. Si bien era un apartamento de pocos ambientes, era muy espacioso, bien iluminado y con los servicios básicos. La buena posición de sus familias les permitía vivir allí sin tener que recurrir a buscar otra compañera con quien dividirse los gastos. Por otro lado, Sun-mer y Moonz hacían un buen dúo para el mantenimiento de la vida cotidiana en el departamento. Llevaban tres años viviendo allí, y se sentiría raro tener una tercera persona con ellas.
El celular de Sun-mer sonó de repente, a un lado de ella, y la hizo sobresaltarse, dejando caer el pesado libro abierto, y soltando una maldición al verse tan bruscamente interrumpida. El temblor en el piso provocado por la caída del tomo llamó la atención de Moonz, que se quitó los auriculares para preguntarle a su amiga si ocurría algo.
–Jeje… nada. Sólo que me concentré demasiado en mi lectura… – respondió Sun-mer, recogiendo el libro. Se le habían doblado algunas hojas por caer abierto al suelo – Rayos – masculló, enderezando las páginas. Al final cerró el volumen y tomó el teléfono – Tengo un mensaje en Magebook. Es de… Ster-G.
Moonz vio cómo le cambiaba la cara a su compañera. Sabía que la sola mención de ese nombre la ponía de mal humor.
Ster-G ha enviado una foto.
–¿Qué querrá ahora? ¿Mostrarme una postal directa de los paisajes que está visitando o qué?
La foto demoró un poco en cargarse debido a la lentitud del Internet, saturado en esas horas por los estudiantes del campus. Moonz estaba poniéndose los auriculares otra vez, a pesar de la curiosidad por ver qué foto había recibido Sun-mer. Sin embargo, el grito de ésta hizo que pegara un brinco, y al voltearse a mirarla, su compañera miraba fijamente al celular, con unos ojos inundados de sorpresa y confusión.
"No creí que tuvieras una segunda vida como rock-star… o bien tienes una hermana gemela de la que tus padres nunca te hablaron".
Eso decía el mensaje que acompañaba la captura. Ni "Buenas noches" ni nada. Los mensajes habían sido enviados a las 01:45, y la última conexión de Ster-G fue dos minutos después. Sun-mer no podía creerlo. En la imagen, tomada sin dudas en un concierto, se veía a dos chicas con estrafalarios trajes, cantando juntas. Una de ella tenía los mismos colores de piel, cabello y ojos que la dueña del celular, sólo que le faltaba el lunar en la frente.
–¿Qué ocurre, Sun-mer?
Su compañera no le respondió. Alzó la mirada, respirando un poco más agitadamente de lo normal. Era evidente que lo que había recibido la había inquietado sobremanera, y eso ciertamente era meritorio, porque Moonz no recordaba que alguien hubiera logrado eso en ella con una simple imagen.
–Tiene que ser una broma…
–¿Qué pasa? ¿Qué te envió Stargazer?
La joven pelifuego se volvió a Moonz, regresó la mirada a la pantalla, y finalmente le tendió el teléfono, para que lo mirara por su cuenta. Ella observó detenidamente la imagen y después leyó lo que Ster-G había escrito. La incredulidad y la sorpresa se reflejaron en su cara. ¿Sunset Shimmer, en un concierto, cantando? No podía ser posible, nunca se le cruzaría por la cabeza a una de las mejores estudiantes de Everton dedicarse a cantar. Pero lo más impresionante vino con la segunda observación: la chica de cabellos flameados había retratada en un ángulo casi perfecto, que dejaba ver con claridad lo que la diferenciaba de la original.
Pero había algo más. Moonz reconoció a la otra chica que aparecía en la foto. La tenía como amiga en Magebook, y hasta lo que ella sabía, era una aspirante a entrar al programa de estudios Everton. No obstante, no la vio entre los ingresantes, y oyó rumores de que que al final se había cambiado de escuela, allá en su ciudad natal.
–No entiendo… tú no eres ella… ¿Pero qué significa esto?
–No lo sé. Primero voy a cerciorarme de que Stargazer no me esté jugando una broma o algo parecido, porque no es nada gracioso. Pásame mi teléfono.
¿Puedes explicarme qué significa esto?
¿Quiénes son ellas?
¿De dónde es esta foto?
¿Dónde estás ahora?
¿O es todo un truco para obtener mi atención?
Los mensajes indagatorios no obtuvieron respuesta. Parecía que el destinatario hubiese cerrado la sesión y se hubiese dormido. Eso no detuvo a Sunset, que de inmediato marcó el número del graduado, previendo que habría salido de Magebook, y queriendo comprobar si al menos tenía el teléfono encendido. Nada, sólo la respuesta del buzón de voz.
–Maldita sea, Stargazer. ¿No podías enviar esto al día siguiente, en un horario en el que pueda encontrarte disponible? Idiota.
–Eso es raro en él. No suele hacer esa clase de bromas, bueno, él no es de hacer bromas. ¿Por qué te enviaría algo así?
–No lo sé, pero voy a fijarme de que no me esté timando.
Dicho esto, la muchacha corrió a su escritorio, abrió un cajón y de él sacó un cable, el cual enchufó primero en su celular y luego lo conectó al USB de su computadora. Inmediatamente, sometió la imagen a un riguroso análisis digital que le permitiera conocer la autenticidad de la misma. Todos sus exámenes dieron negativo: no había rastros de alteración, era una captura auténtica.
–Bueno, la foto no miente. No obstante, eso no explica las condiciones en las que fue tomada. Es obvio que yo nunca estuve en un concierto, menos sé tocar una guitarra. No tengo tiempo para dedicarme a algo tan trivial como una banda de rock. ¿Y entonces, quién es esta chica? – dijo Sun-mer, desconectando casi con furia su celular de la computadora, y parándose de un salto, clavando sus ojos en Moondancer como si ella fuera la culpable de todo.
–Tranquilízate, Sun-mer. Debe haber una explicación racional. Tal vez esto no sea una mala jugada de Stargazer, tal vez… realmente sea una hermana perdida tuya. – dijo la chica de cabellos rojos con rayas púrpura, dejando su asiento para ir a poner las manos en los hombros de su compañera, en actitud conciliatoria.
–O una impostora. – replicó duramente la joven de piel opaca – No puede ser mi hermana. Mis padres nunca hubieran tenido un motivo para abandonarla si así hubiera sido.
–¿Y si alguien se la robó cuando naciste?
–Imposible. No hay ningún registro, ni denuncia, nada.
–¿Cómo estás tan segura? Hay secretos de familia que pasan años en la oscuridad, y sólo se revelan en el momento más propicio…
–No creo que éste sea el caso, Moonz. Necesitaría más información, pero yo me inclino a creer que, o es una casualidad, o…
–¿Crees que ella se está haciendo pasar por ti?
–No puedo decirlo con total seguridad. – reflexionó Sun-mer – No sé cómo se llama.
–Yo creo que, si no es tu hermana, al menos tiene que ser parienta tuya. No es exactamente idéntica a ti, pero nunca se sabe.
Ambas examinaron con detenimiento a las dos chicas. Sun-mer se percató de un detalle que involucraba a la otra, la del pelo púrpura con líneas de tonos rosa y anteojos. Y de repente, algo hizo clic en su cabeza.
–Espera, Moonz, ¿no conoces a esta chica?
–Sí, de hecho, estaba por comentarte que se me hacía conocida. Creo que ella es Twilight Sparkle.
–¿Twilight Sparkle? ¿Una de las aspirantes a entrar en Everton? No puede ser posible...
–¿Crees que también ella tenga una hermana perdida? ¿O será que decidió abandonar Everton para ser miembro de un grupo de rock?
–Se me hace muy extraño. Por lo que yo escuché, ella no tenía ese perfil. ¿Cómo puede ser que esté involucrada en esto?
–La verdad, no lo sé. Trataré de contactarla en Magebook, quizá allí haya novedades sobre su estado. Aunque… bueno, ella no suele publicar cosas sobre su vida.
–Bien, hazlo. Yo estaré al tanto de si Ster-G responde. El muy maldito seguro debe estar durmiendo…
Pero algo no le cuadraba. ¿Qué hacía su ex en una fiesta, dado que no solía tener un espíritu muy fiestero? ¿Cómo se encontró a su misteriosa doble? ¿Habrá interactuado con ella, confundiéndola con la Sunset Shimmer que él conocía? Miles de preguntas se agolparon en la mente de la estudiante. Dudas de toda índole, incluso vinculadas a lo que Moonz le había planteado. Escudriñó el chat, no había señales de vida del graduado. Y eso la fastidiaba, aumentado sus deseos de saber más. Odiaba preguntar a alguien sobre un asunto urgente, y que la otra persona no se molestara en atenderla con la misma urgencia. Esa noche no dormiría, no hasta conocer a fondo el asunto. Aún era demasiado pronto para denunciar un caso de robo de identidad. Por otro lado, tampoco era probable que pudiera llamar a su padres e indagar sobre si ella era hija única realmente, porque cabía la posibilidad de que estuvieran durmiendo o demasiado ocupados. Debería esperar obligadamente al otro día. Al igual que con Ster-G, si es que realmente estaba tirado en una cama, vencido por el sueño (en el mejor de los casos) o sólo se hiciera el tonto para impacientarla adrede. Y ella no dudó en hacerle saber que partir de ese momento, lo hostigaría a cada minuto, hasta que le revelase la verdad.
–Vamos, contesta. Eres la única persona que puede brindarme más información acerca de esta chica y de por qué se parece tanto a mí –. pensó Sun-mer en voz alta.
–A menos que no conteste porque está "viniendo en conocimiento" con ella ahora mismo…
Entendiendo las implicaciones del pícaro comentario, Sunset encaró de mala manera a su compañera. Era un comentario totalmente fuera de lugar.
–¡Moonz! – le espetó, con el ceño fruncido.
–¿Qué? Puede haberse… no sé, perdido por un instante… a lo mejor bebió de más, le entró la nostalgia, conoció a la chica que se parece a ti…
Cuando Moondancer vio que Sunset casi echaba humo por las orejas, decidió callarse. Ella sabía que, en el fondo, su amiga era celosa, a pesar de no haber superado (internamente) el rompimiento. Para cambiar un poco de tema, le mostró su tableta, que mostraba la página en Magebook de la desaparecida aspirante a Everton.
–Estuve revisando el perfil de Twilight… o más bien, Sci-Twi. Sus últimas publicaciones ya no son tanto sobre ciencia y todo eso. Ahora se ha animado a postear una que otra foto de ella y algunas de sus amigas, incluso escribe estados. Se ve diferente, ¿no es así?
–Ya lo veo – afirmó Sun-mer, revisando la información de la cuenta de Sci-Twi – ¿No que ella estudiaba en una preparatoria prestigiosa? Aquí dice que estudia en Canterlot High.
–Creo que es su nueva escuela. Y mira, en las fotos aparece tu doble.
Moonz le mostró una en particular, donde, en lo que parecía una sala de música, siete chicas estaban sentadas juntas, posando para la foto. En la esquina superior derecha, había una de piel rosada y enmarañados cabellos del mismo color pero en un tono más oscuro; seguro era quien sostenía la cámara. Las otras tenían un aspecto variopinto. Había una con ropa deportiva, otra que se notaba que venía de una zona rural, otra que, por su estilización y delicadeza, parecía la típica niña bonita y rica de la escuela, otra de cabellos rosa muy claro, que apenas casi salía en la foto. Y, entre ellas, las dos que ellas ya conocían: Twilight Sparkle, y la misteriosa joven de cabellos pelifuego.
–Fíjate en las etiquetas, si las hay. Así podremos saber su nombre. – indicó Sun-mer, a lo que rápidamente Moonz entró a la foto y fue nombrándolas en orden, una por una.
–Pinkie Pie… Rainbow Dash… Applejack… Rarity… Fluttershy… Twilight Sparkle y… Sunset Shimmer.
Las dos se miraron seriamente. Las probables teorías de parentesco perdieron relevancia ante la teoría de la suplantación de identidad.
–¡Entra a su perfil! Averigüemos quién es y qué hace…
De pronto, el celular de Sun-mer sonó, y ella reconoció que se trataba de una notificación de Magebook. Corrió a revisarlo. Vio que sus deseos se habían cumplido satisfactoriamente.
"Es grato encontrarme con mensajes tuyos luego de darme una ducha. Debes haber estado muy desesperada como para llamarme. Como sea, no me creerías si te digo que esa cantante que se parece a ti en la foto, también se llama Sunset Shimmer, y pertenece a una banda llamada "Las Rainbooms". Suena como al próximo conjunto que idolatrarán las niñas y adolescentes."
–Hey Moonz, ¿de casualidad no viste si ella es parte de una banda que se llama "Las Rainbooms"?
–Sip, aquí hay muchas fotos de ellas ensayando, o con sus instrumentos. Y mira, parece que ya han tenido su debut.
Moondancer le mostró una foto donde aparecía el grupo (con una vestimenta que a Sun-mer, de haber tenido mejor humor, le habría dado risa). Traía el siguiente epígrafe: "¡Vencimos a las Dazzlings en la Batalla de las Bandas! Esas sirenas no volverán a molestar a nadie".
–Hasta tienen un grupo de rivales. Eso es… bueno, bastante típico. Pero, ¿por qué crees que las llame "sirenas"? Yo no les pondría ese calificativo a mis enemigas. ¿Tú qué crees, Sun-mer?
–No tenemos idea de quiénes son las Dazzlings, pero eso no importa por el momento. Espera, le responderé a Ster-G.
¿Qué más sabes de ella? ¿Le has hablado? ¿En dónde estás?
Stargazer se había vuelto a desconectar. ¿Qué era más importante para hacer que contestar sus mensajes? Soltando un suspiro, la joven dejó su teléfono y rebuscó entre sus cosas. Al final, encontró un anotador y sacó una birome de su lapicero. Los entregó a Moonz.
–Toma nota de todo, absolutamente todo, lo que veas en su perfil que puede sernos de ayuda, tanto de su cuenta como la de sus amigas. También, descarga todas las fotos que consideres relevantes.
–Uhm, de acuerdo, pero… ¿qué pretendes hacer con todo eso? Técnicamente, sería stalkear.
Sunset rodó los ojos. Su compañera solía estar muy al tanto de todos esos nuevos términos que surgían. De vez en cuando se enganchaba en una de esas modas virales ridículas, pero afortunadamente no le duraba mucho.
–Voy a tratar de reunir pruebas suficientes para llevar todo a la corte. Esta persona tiene mi mismo nombre y apariencia, podría cometer un crimen en cualquier lugar y podría ser yo la encarcelada.
–¿Irás… a la corte? Pero, se supone que debes hacer la denuncia y que un investigador se haga cargo. Podrías terminar acusada de hostigamiento.
Teniendo un padre abogado, y un cierto conocimiento de las leyes, la pelifuego no podía más que darle la razón. No era tan sencillo denunciar a alguien por robo de identidad. La policía podía sospechar que quien hacía la denuncia fuera quizá el usurpador, pero eso no inquietaba a Shimmer. Si ella obtenía verdaderas pruebas de que la identidad de la otra era falsa, no necesariamente debía mostrárselas a la policía, ya que ésta podría tomar sus propios caminos. Las pruebas serían como una garantía de que ella era la auténtica Sunset Shimmer, en caso de que la otra no lograra probar lo contrario. Todos sus papeles y documentos estaban en regla, y se sentía absolutamente segura de que los oficiales no tendrían problemas en descubrir el engaño, aún cuando la otra hiciera su descargo. "Debo mantenerme en contacto con mi padre" pensó, "con su asesoramiento no voy a cometer errores".
–Ya veremos quién será la acusada.
Eso fue todo lo que dijo. Pasó un rato en el que Moondancer se dedicó a lo que Sunset le había encargado, sintiéndose un poco mal por hurgar de esa manera en la vida de otras chicas, mientras su compañera recorría la habitación pensando, reflexionando, y de tanto en tanto tratando de comunicarse con Stargazer. Finalmente, resolvió dejarle un mensaje de voz donde le ordenaba imperiosamente que siguiera a esas chicas, que no les perdiera la pista, y que todo dato nuevo que obtuviera, se lo comunicara inmediatamente, como si su ex pareja fuera su lacayo, pero en el fondo ella sabía que él no se resistiría a cumplir esa orden.
Cuando vio que Moonz dormitaba con la lapicera en la mano y la tableta en la otra, Sunset se apiadó y decidió que era hora de irse a dormir. Al día siguiente les esperaba un largo viaje.
