Título: Espejo roto.
Summary: La pequeña Kanna es más de lo que muchos creen, ella misma lo ha descubierto.
Fandom: Inuyasha.
Tipo: Drabble.
Advertencias: spoiler de muerte.
Cantidad de palabras: 367+titulo.
Bueno, aunque vean mi relato tan sencillo y delicado no fue tan fácil de escribir, incluso siento que pude haber explotado más la idea, aunque eso no significa que considere que está del todo mal... Igual, espero que lo disfruten ;D
Espejo roto.
Ella tiene un espejo, uno no muy grande y gordito, con curvas de mármol que lo bordean formando un delicado marco parecido a un espiral, atrayente a la vista. Ella está al tanto de que el espejo que posee no es común y corriente, sabe que hace daño, pero su corazón prefiere no pensarlo. Ella observa al mundo con expresiones vacías, sin vida, porque entiende que es sólo como un objeto y no como un humano, porque Naraku la creó así: para no sentir.
O eso creía ella.
Durante su corta –y poca- vida ha notado ciertos detalles, ha logrado conocerse gracias a sucesos triviales y quizás sin importancia para algunos. Por ejemplo, a ella no le gusta la oscuridad, aunque vive dentro de una noche eterna. Le gusta mirar el cielo y encontrar la claridad del sol, para poder pensar que sus ojos alguna vez estuvieron vivos. Le gusta caminar descalza, porque puede percibir todo con sus pies y se siente grande. Le gustaba mirar el movimiento de las nubes, porque son su inspiración para nunca descansar, ni entre sombras. Le gustaba acompañar a Kagura al río, y mientras su hermana relataba sus sueños, ella observaba con agrado el sereno movimiento del agua, porque notaba que en su interior su corazón está agitado y necesita calmarlo. Pero en el presente, recuerda que su corazón no le pertenece y que Kagura ya no está.
Ella estaba segura que moriría, así como sus hermanos murieron, así como Kagura murió. No le aterra la muerte, pero se da cuenta de que le teme a la vida, esa que de pronto empezaba a percibir y a anhelar, pero que nunca podría tener.
Ahora que él le ordena morir, ella logra darse cuenta que no vale la pena vivir así, repara en que Kagura lo notó antes, y peor aún, entiende que ella no quería dejar que todo el esfuerzo de su hermana por ser libre se vaya junto al viento.
Ella sabe que está muriendo, pero también sabe que aquel minúsculo fragmento de su espejo, al penetrar en la vista de la señorita Kagome, le dará más vida de la que ella ha tenido y por fin, podría ser feliz.
