Hola :D bueno este es mi primer fic, y lo unico que espero es que os guste la historia :D no tengo pensado en cuantos capitulos seran, pero si espero que sean divertidos y os entretenga como a mi me entretiene escribirlos :D

Por supuesto! Todo, absolutamente todo pertenece a la maravillosa J.K. Rowling, yo solo le tomo prestados sus personajes para divertirme y divertiros :D!

Disfruten y por supuesto si os gusta no olviden comentarlo, y sino, tambien pueden dejar sus criticas o sugerencias :D!


Se puso de pie en cuanto vio a la pobre lechuza aterrizar en el alfeizar de la ventana, abriéndola para que pudiera entrar y entregar su encargo. La castaña observo con sorpresa como depositaba una carta con el escudo de Hogwarts sobre el escritorio, a la vez que esperaba alguna recompensa por su largo viaje. Hermione sonrió y le dio un poco de agua. Tomo la carta y la volteo varias veces entre sus manos antes de decidirse a abrirla. Cuando lo hizo empezó a leer la pulcra caligrafía del director de la escuela de magia. Cuando termino de leer, por su mente paso la idea de que Dumbledore estaba realmente loco con cada ocurrencia que tenía.

La puerta se abrió bruscamente dejando ver a su pelirroja amiga que sonreía desde el marco de la puerta agitando alegremente la carta en el aire.

-Creo que esta es la mejor idea de la vida de Dumbledore – sentencio entrando y cerrando la puerta tras ella. Se sentó en un pequeño sillón en un rincón de la oficina de la castaña, con todo su toque sensual que era toda la pelirroja.

-No sé si sea tan genial, digo no podemos dejar de trabajar por dos semanas porque a Dumbledore se le ocurre –

-Vamos Hermione, si Dumbledore lo dice, el ministerio acata. Además serán como vacaciones pagadas – su sonrisa se amplió aún más si es que podía ser.

Y es que el director había tenido la genial idea de hacer una reunión para ex alumnos, aunque no como tradicionales, donde se reúnen una noche a conversar, algunos jactándose de lo que han logrado, mientras se burlan de los que nada han hecho por su vida, sino que serían dos semanas en un hotel preparado exclusivamente para ellos, con todos los gastos pagados y las mejores actividades recreativas pensadas para la relajación y la "unión de las casas". Bueno, si lo pensaba así, era una idea genial, poder relajarse dos semanas y olvidarse por completo de su vida le parecía sencillamente maravilloso. Finalmente sonrió rendida y asumiendo que serían dos semanas únicas.

-Bien, vale, tenéis razón. Vamos a ver a Luna después –

-Te paso a buscar a las 6, esto será increíble – dijo la pelirroja sonriendo y acercándose a la puerta.

Hermione asintió y luego la vio desaparecer detrás de la puerta. Bien, sería una experiencia novedosa, algo que jamás se le habría ocurrido. Solo habría dos generaciones esa vez, Hermione asumía que los habían elegido primero por ser aquellos que habían destruido a Voldemort y ser considerados héroes mágicos. Estarían todos los pertenecientes a las 4 casas de la escuela de magia, incluidos los Slytherin. Hizo un amago de cara de asco, pero en verdad ya no le desagradaban como antes, habían elegido el bando ganador a último minuto, aunque fuera más bien por beneficio propio al ver que Voldemort seria derrotado.

-¡Recibiste la carta! – chillo Ron entrando como alma que lleva el diablo, seguido de Harry, quien ahora mantenía una expresión casi siempre serena, la vida ahora era buena, tranquila y sin tener que vivir preocupados a cada segundo por si a alguien se le ocurría intentar matarlos a la vuelta de la esquina.

-Si Ron, si la recibí – respondió sin emoción.

-Ah – Bufo molesto – Supongo que no iras, no puedes dejar tu fantástica vida laboral de lado ¿no? Demasiada diversión y vida personal involucrada – el tono irónico y grosero de ron hizo ruborizar a Hermione hasta las orejas.

-Ron basta – Harry como siempre intentaba apaciguar a su pelirrojo amigo.

-Supéralo de una buena vez ¿quieres? – sentencio Hermione más que molesta por el comentario de su ex novio y "amigo". Aun no era capaz de aceptar como estaban las cosas entre ellos. Ella había cortado con él porque el pelirrojo resultaba ser una esponja, le absorbía todo su tiempo, y cada vez que ella le dejaba de lado por trabajar y ser responsable, le armaba un escándalo en cualquier lugar, haciéndola avergonzar hasta que deseaba que se le tragara la tierra.

-Vete a la mierda Hermione – escupió dándole énfasis a cada palabra, para luego salir hecho una bola de fuego por la puerta. Harry se pasó los dedos por el puente de la nariz, molesto y decepcionado por la actitud infantiloide de su amigo.

-Perdónalo Hermione, sabes que habla sin pensar a veces, y de verdad aun no supera el hecho de que lo botaras –

-Estoy harta de tener que perdonarle todo, de sus arrebatos y sus comentarios mordaces, si en algún momento creí que sería una buena idea volver con él, estaba muy equivocada – sentencio ofuscada y le mantuvo la mirada al azabache esperando que este respondiera algo.

-Volviendo a lo que vinimos, ¿Qué te parece la idea de la reunión? – Harry no se veía tan emocionado como los dos Weasley que habían invadido su oficina esa mañana.

-La verdad es que en un comienzo creí que sería una locura, pero luego de pensarlo, unas vacaciones con todo pagado no suena tan descabellado – dejo ver una amplia sonrisa que respaldara sus palabras.

-Si en verdad no suena tan mal –

-¿Qué pasa Harry? –

-¿Ginny ira también? – la castaña lo comprendió todo.

Sus dos amigos, sus dos mejores amigos habían dejado su relación hacía más de dos meses, luego de que Ginny descubriera que Harry se veía con una tal Sofía del departamento de transportes mágicos. Lo que vino después fue caótico: gritos, maldiciones, llantos, golpes físicos; todo recibido por el de la cicatriz. Luego de eso vino la calma, y es que Ginny se merecía un premio, era capaz de ignorar a Harry olímpicamente, destruyendo al azabache.

-Por supuesto que ira – la ex Gryffindor siempre se sentía incomoda en ese momento, eran sus dos mejores amigos, y el que tenía enfrente había hecho más daño del imaginado en la pelirroja, y eso la obligaba a no poder estar de su lado en momentos como esos.

-¿Crees que sería un buen momento para intentar acercarme? – una luz de esperanza le ilumino el rostro.

-No Harry, creo que jamás será un buen momento para acercarte – conocía a la perfección a Ginny, y aunque pasaran mil años, jamás le perdonaría el engaño al que la sometió.

-Creo que mejor me voy, nos vemos Herms – Harry se sintió atacado y dolido con su amiga, siempre tomaba parte por Ginny y jamás por él.

De pronto se sintió extremadamente cansada, había sido una mañana de locos, y ni siquiera había hecho la mitad del trabajo que tendría que tener listo a esa hora. Suspiro largo y profundo y se dispuso a trabajar. Ya no habría más interrupciones, ya habían aparecido los 3 personajes y eso sería todo.


En otro lugar del Londres mágico, dos jóvenes, uno tirado en la cama y el otro en un amplio sofá en la misma habitación, dormían literalmente a pata suelta. La habitación era un completo desastre, había una mezcla de ropa tirada por toda la estancia, botellas completamente vacías y un par de cajas de cigarrillos tiradas por doquier. El molesto sonido del picoteo en la ventana desperezo al que dormía sobre el sillón. Se levantó a regañadientes, echando maldiciones al viento por haberlo despertado tan temprano. Abrió la ventana y la pobre lechuza antes de ser asesinada por el moreno frente a ella, lanzo dos cartas y salió volando.

-¿Qué mierda? – Blaise Zabini, Slytherin y sangre pura, tomo la carta aún más molesto. ¿Por qué demonios le enviaban una carta de Hogwarts? Dejo la otra sobre una mesa y abrió la suya. Una perfecta sonrisa ilumino su moreno rostro, mientras sus ojos brillaban. Camino hasta la cama, donde yacía Draco Malfoy, Slytherin y sangre pura también, junto a una muchacha desnuda que no sabía quién diablos era. – ¡Hey despierta! – movió a la chica con algo de delicadeza. Se movió inquieta mientras la sabana corría por su cuerpo dejando a la vista sus pechos. Zabini sonrió y volvió a moverla – Vamos preciosa, muévete – la mujer abrió los ojos y se ruborizo completamente.

-¿Qué demonios? – se cubrió completamente y salió corriendo, mientras por el camino recogía su ropa y se metió como un torbellino en el cuarto de baño.

-Oye campeón –

-Más vale que sea bueno – la voz grave y ronca del rubio habría hecho estremecer hasta la más pura y casta mujer.

-Léelo tú mismo – y le tiro la carta sobre el torso desnudo de su amigo. El rubio se removió en la cama y tomo la carta.

-Este viejo está loco – sentencio poniéndose de pie, cubriéndose con una manta. Sobre el sillón Blaise sonreía y se imaginaba todas las cosas que podría hacer durante esas dos semanas. Hacía ya 4 años que no veían a algún compañero de Hogwarts, excepto algunos Slytherin.

-Esto será bueno –

-Si tú lo dices – Draco sonrió mientras se ponía un pantalón de pijama holgado. El tiempo lo había tratado demasiado bien, y ya no era el adolescente flacucho que estaba en la escuela, el deporte y la buena vida le había dado un cuerpo fornido, marcado en cada detalle, casi esculpido a mano. El cabello lo traía un poco más largo y revuelto, sus facciones siempre frías y endurecidas, permanecían igual de frías y endurecidas.

-Vio salir del baño a una mujer rubia, de facciones casi perfectas, y un cuerpo que ya le hacía volver a sentirse acalorado. La rubia desvió su mirada al sillón, donde estaba acostado Blaise, sin camiseta, solo con un pantalón holgado igual que Draco, y al igual que este, su cuerpo parecía esculpido por dioses, perfectamente delineado en cada musculo, con la tonalidad morena de su piel que lo hacían completamente apetecible, y su rostro era el fiel reflejo de su personalidad, seductor y sensual. Se ruborizo al verse rodeada de dos hombres en extremo guapos, mientras ambos la miraban descaradamente, recorriéndola de la cabeza a los pies con la lujuria desbordando su mirada. Tomo su bolso de encima de un mini bar que había en la habitación y antes de que los dos depredadores saltaran sobre ella como si fuera su presa, salió corriendo de ahí.

-Los dos amigos se miraron sonriendo. No era la primera vez que se veían en esa situación, las mujeres siempre se sentían intimidadas con ellos, y eso les alimentaba su ego en extremo. El rubio se acercó al mini bar y saco una botella de agua que bebió de un sorbo. Apenas recordaba la noche anterior. Los últimos años, esa era la rutina de los dos Slytherin: Beber, beber y beber hasta perder la conciencia, no sin antes haber seducido alguna despampanante mujer. Blaise siempre las seguía hasta sus departamentos, mientras Draco las llevaba a la mansión, donde seguían la fiesta. Cuando Zabini volvía a casa, él ya estaba durmiendo derrotado luego de una lucha de placer, por lo que el moreno se tendía con alguna botella de whisky hasta perder la conciencia.

-Son dos semanas… ¿podrás vivir 2 semanas sin esto? – Blaise sonrió y se imaginó a sus compañeras de escuela.

-Alguna debe de haber mejorado con los años – ambos soltaron una fuerte carcajada.

-Necesitas 14 que hayan mejorado con los años –

-Sobreviviré – se puso de pie y salió de la habitación sin decir más. El rubio tomaría un baño, y el por su parte necesitaba lo mismo.

Se metió bajo el chorro de agua tibia, relajando cada uno de sus músculos agarrotados después de la salvaje noche con aquella rubia. Realmente le inquietaba que tan bueno podría ser estar de nuevo reunido con todos aquellos que habían pertenecido a su generación y a la anterior. A pesar que ya no le molestaba su presencia, sería como volver a los años de escuela, y eso no le motivaba precisamente. No entendía porque a Blaise le emocionaba tanto, podrían irse a algún hotel del caribe cuando gustaran, no tendrían que esperar a que al viejo loco se le ocurriese semejante idea. Sin embargo, si le intrigaba ver que tanto habían cambiado todos en 4 años, sobre todo el trio dorado. Recordó a san Potter y al pobretón Weasley y sonrió… no podrían haber cambiado ni aunque se lo hubiesen propuesto. Por otro lado, la sabelotodo insufrible podría haber hecho algún cambio con los años, se la imaginaba no tan despeinada y con ropa de oficina. Hizo una mueca de disgusto y volvió a sonreír con burla. Esa mujer jamás podría cambiar, era una rata de biblioteca, valiente y una heroína, pero parecía una abuela en un cuerpo de joven.

Salió del baño envuelto en una toalla. Un elfo se encontraba ordenando el desastre que él y Blaise habían dejado. Se acercó al armario en busca de algo cómodo que usar. Mientras se dedicaba a buscar sintió un plop dentro de la habitación. Asomo la cabeza y no se sorprendió de encontrar a Pansy sentada sobre la cama con unas bragas en su mano.

-Veo que la noche estuvo interesante – sonrió tirándole la prenda a la cara del muchacho que la miraba fríamente.

-¿Qué haces aquí Pansy? –

-¿Esa es la forma de recibir a tu prometida Draquito? – ronroneo poniéndose de pie. Camino de forma sensual, moviendo sus caderas con cada paso, -mientras su mirada lo recorría de pies a cabeza, deteniéndose en el impecable y perfecto torso del rubio. El cabello le caía desordenado mientras gruesas gotas caían desde este, deslizándose por el pecho blanco invierno del rubio.

-Estoy realmente cansado querida… - la ironía de sus palabras hizo enrojecer a la pelinegra – comprenderás que tuve una noche muy agitada – dijo mostrando las bragas y acariciándolas con la punta de la nariz. Pansy se sintió realmente enojada en ese momento.

-No seas descarado Malfoy. Te perdono una y un millón de veces que me engañes con cualquier puta que encuentres en el camino, pero no te pases – su voz era apenas un susurro audible, cargado de enojo.

-Ese es tu problema, no el mío. Tú aceptaste lo que venía con el apellido Malfoy. Siempre puedes arrepentirte – la risa de burla que lanzo Pansy le hizo enojar. – Sabes que no dejare mi vida, ni por ti ni por nadie – no sabía ni porque le molestaba. Así era su relación, ella jamás le reprochaba todas las mujeres que pasaban por su cama, siempre y cuando al final del día estuviese disponible para ella. aceptaba ser la señora Malfoy, aunque los cuernos que tenía atravesaran la atmosfera.

-No me importa Draco, sabes que jamás me ha importado… lo paso bien contigo en la cama, y aunque no quieras reconocerlo, también lo disfrutas – llego hasta él y le quito las bragas de las manos y las lanzo lejos. Comenzó a acariciar el pecho con la yema de los dedos, apenas un toque suave, que hizo que la piel del rubio se erizara. Sonrió con suficiencia.

-Con cualquiera lo disfruto Pansy… mientras tenga un buen par de tetas y abra las piernas… - el estruendo en la habitación detuvo el tiempo. No se movió ni una pelusa en el aire. Draco tenía el rostro volteado y Pansy respiraba agitadamente.

-Eres un maleducado… - se volteo y a paso rápido volvió a sentarse en la cama. Draco siempre salía con esos comentarios mordaces que le destruía el orgullo femenino. Pero le quería, y siempre se tragaba su orgullo, y le perdonaba cada uno de sus arranques. Sabía lo que vendría ahora, así que sin espera se quitó los zapatos con total elegancia y se puso de pie, poniéndose de espaldas a él y tirando del cierre del vestido hasta desabrocharlo por completo.

Lo sintió acercarse a pasos rápidos, mientras en un movimiento brusco arrancaba el vestido que llegaba al piso teatralmente. La sujeto de las caderas y atrapo su cuello de un brusco mordisco, mientras ella gemía en una mezcla de dolor y placer. La abrazo por la espalda, y comenzó a acariciarle el vientre, subiendo sus inquietas manos hasta sus pechos, los cuales empezó a apretar, masajear y estrujar con dureza. Siempre era así, jamás delicado, jamás con calma y amor, siempre bruto, salvaje, casi animal. Y a ella no le importaba, desde la primera vez en que ella se había entregado por completo a él, había sido así, ni por ser su primera vez tuvo cuidado ni le demostró una pizca de cariño. La volteo brutalmente mientras le arrancaba el sujetador de un movimiento rápido y seguro. La lanzo sobre la cama y le quito las bragas, lanzándolas hasta donde reposaban las de su anterior amante. Ella cerró los ojos y se entregó una vez más sin reproches. Se quitó la toalla que lo cubría y en un segundo se posó sobre ella y la penetro sin cuidado alguno. La morena soltó un aullido de dolor, aferrándose a la espalda de él, empezando a moverse al compás de este, quien la embestía rápido y brutalmente, descargando su enojo por el golpe recibido. De pronto se detuvo, miro a la mujer bajo el, con los ojos fuertemente cerrados, con una mezcla de placer y profundo dolor en su cara. Se sintió un estúpido animal, un bruto insensible. Salió de ella tan rápido como entro, y se cubrió con la toalla. Cuando Pansy abrió los ojos lo vio sentado en el borde de la cama con la cara entre las manos. Se sentía despreciable, jamás la había respetado, jamás le había demostrado una pizca de amor en ese acto, que sabía para ella era mucho más que sexo.

-¿Qué ocurre Draco? – la pelinegra se sentó en la cama sin una pizca de pudor. Le tomo el hombro, pero él se soltó inmediatamente de su agarre, -como si quemara.

-Vete Pansy – no era capaz de seguir viéndola, le revolvía el estómago.

-Pero…-

-¡Vete! – fijo su fría mirada en ella, atravesándola. – Ten algo de dignidad y vete de aquí – Pansy, siempre impasible, aguantando estoicamente sus comentarios, sintió las lágrimas agolparse en sus verdes ojos. No espero más reproches y se puso de pie, tomo su ropa, mientras gruesas lágrimas acariciaban sus mejillas.

Draco se sentía miserable, llevaba años con esa mujer, que a pesar de todo lo que había pasado siempre era incondicional con él. Sabía que el sentimiento de ella era algo fuerte, y para su pena, no era en absoluto correspondido. Le tenía cariño, sí, pero como una hermana, y a pesar que el sexo era a veces increíble, sabía que le producía más daño que alejarse por completo. La vio detenerse en su búsqueda y pararse justo en frente de él, aun desnuda.

-Hare tu deseo realidad… - el rubio le sostuvo la mirada. – Romperé el compromiso. Me hartaste. He sido la mujer más paciente que podrías conocer en tu vida, pero esto se acabó Malfoy – ya no lloraba, solo despedía ira por cada poro de su piel. Comenzó a vestirse con total lentitud y elegancia.

La observo en silencio. Era una mujer despampanante, hermosa de pies a cabeza, su cabello negro, tan liso y perfecto, sus ojos verdes siempre fríos, sus labios gruesos y apetecibles, y un cuerpo que merlín sabia todos morían por tocar. Pero el, el privilegiado lo desaprovechaba una y otra vez. Podría tener en ella todo lo que podría buscar en una mujer, y sobre todo, jamás le reprocharía algún desliz. Sumado a todos los pros de Pansy, su madre la adoraba, y lo mataría cuando supiera que habían roto el compromiso. La familia Malfoy estaba destinada a la familia Parkinson, y deshacer ese hecho traería más de alguna consecuencia económica. Se levantó de la cama y se acercó a ella con movimientos agiles.

-No quiero hacerte más daño – le tomo la barbilla y le obligo a mirarlo. Podía ver en lo profundo de su mirada el dolor que le producía, como se quebraba en pequeños pedazos a cada segundo que el la tocaba. – Sabes que esto no resultaría… no quiero seguir haciéndote daño cada vez que te miro, cada que te toco… - paso su pulgar por la mejilla pálida de la muchacha, en una caricia más cálida que de costumbre – Me haces sentir miserable, no puedo seguir aprovechando tu cuerpo y no entregarte nada más a cambio – susurro acercándose a ella, embobado por su aroma. Acuno su rostro en el hueco entre su hombro y su cuello, y sin poder evitarlo beso suavemente la piel. Ella se estremeció y dejo escapar un sonoro suspiro. – Te mereces algo mucho mejor, alguien que pueda demostrarte que te ama, alguien que te haga el amor y no solo te folle por follar – su voz era un susurro gutural, ronco y grave. Agarro sus caderas y comenzó un camino de besos desde su cuello hasta su boca, mientras sus manos se deslizaban una hacia su espalda y otra hacia el muslo. El vestido estaba a medio poner, por lo que no fue tan difícil comenzar a bajarlo con una mano. La beso lenta y profundamente, recorriendo con su lengua cada recoveco de su boca. Se alejó y respiro cansado, la miro fijamente unos segundos, mientras sus manos se deleitaban en el cuerpo perfecto de la morena. – Yo no puedo… te quiero, sabes que sí, pero no lo suficiente… y si, disfruto locamente follandote – la apretó a él, agarrando con fuerzas sus caderas, y lanzando un gruñido cuando ella gimió.

-No te estoy pidiendo nada Draco… - hablo agitada, cada palabra salía lentamente de sus labios. Sus manos comenzaron un recorrido desde el pecho terso y musculoso de su prometido, hasta llegar a la parte baja de su abdomen, donde sin demora quito la toalla de un solo arranque. Sintió que Draco, mientras recorría su cuerpo con desesperación, la apretaba más a medida que ella acercaba sus manos hasta su miembro erecto.

Caminaron en una mezcla de besos y manos locas hasta la cama, donde por primera vez la deposito lentamente. Se separó y la observo, tomo el borde del elástico de las bragas y comenzó a deslizarlas por sus torneadas piernas. Se acercó a ella para posarse encima, y justo cuando estaba a un paso de entrar en ella, la puerta se abrió de golpe.

Pansy chillo, y el cerro los ojos furioso. El moreno parado en la puerta sonreía con picardía, mientras observaba a la morena recostada en la cama. No era la primera vez que la veía así, y el recuerdo de la noche que pasaron juntos se le vino nítidamente a la cabeza. Se volteo, no por respeto, sino más bien para ocultar el bulto que comenzaba a nacer en sus pantalones.

-Venga, tenemos que irnos Draco – carraspeo cuando su voz salió casi en un hilo.

-Mejor me voy – Pansy estaba ruborizada hasta las orejas. Draco se sentó en la cama dejándole el camino libre. La chica comenzó a recoger nuevamente su ropa, y pasó corriendo hasta el baño.

-Mierda Zabini, toca antes de entrar – se puso de pie furioso. Se metió al armario y en unos minutos salió completamente vestido. – Muévete – camino hasta el baño, y vio que dentro ya no había nadie. Tendría que hablar luego con Pansy.

Zabini volvió a sonreír, y salió de la habitación. Aunque la situación le pareciera de lo más graciosa, y siendo no la primera vez que encontraba a su amigo en esa situación con otras mujeres, le daba más lastima encontrarlo con Pansy. Sabía que ella estaba completamente colgada de su rubio amigo, y que el solo le hacía más daño cada vez que se daban un buen revolcón. Quería a Pansy, como una hermana menor, y odiaba que Draco la usara de esa forma. Cuando este salió, ambos se encaminaron al despacho del rubio, desde donde se desaparecían luego de buscar cientos de papeles que llevarse. Ya tendrían tiempo de hablar de Pansy, y sobre todo del súper viaje que se les avecinaba con sus viejos compañeros de escuela.


Hermione, Ginny y Luna se aparecieron en las afueras de Hogwarts. Ese sería el punto de reunión para el inicio del viaje. Las puertas estaban completamente abiertas, y con una sonrisa despampanante las 3 amigas entraron cargando una maleta cada una. Habían pasado 4 años ya para Hermione desde la última vez que piso la escuela de magia y hechicería que tanto le había dado, y 3 para Ginny y Luna. Entraron al castillo y se encaminaron al gran comedor. Allí un grupo de ex alumnos esperaban conversando y riendo, algunos después de años sin verse. Se acercaron a la que había sido su antigua mesa, donde ya se encontraban Neville, lavender, Parvati, Harry y Ron. La castaña y la pelirroja se miraron y optaron por sentarse lejos de sus ex novios. Luna solo decidió seguirlas mientras admiraba el salón como si en su vida lo hubiese visto. Vieron a Dumbledore acercarse al podio esperando que guardaran silencio. Este se fue haciendo poco a poco, hasta que apenas se escuchó el sonido del aire.

-Bienvenidos ex alumnos de Hogwarts – una radiante sonrisa cruzaba por su pacifico rostro – No se imaginan la alegría que me da teneros aquí – recorrió el salón con la mirada y su sonrisa se ensancho aún más – Veo que todos habéis hecho espacio en vuestras agendas para venir. Espero que esta sea una experiencia única en vuestras vidas, os merecéis un momento de descanso, y queremos que las uniones que forjaron aquí entre las frías paredes de este castillo, no se desaparezcan ahí fuera – se escuchó un par de murmullos, mientras el director disfrutaba el tener a sus viejos alumnos ahí – Partiréis de aquí, haréis grupos d os acercareis a los trasladores, y sin más que explicaros… ¡Que comiencen las vacaciones! – alzo la voz, mientras todos empezaban a murmurar en voz más alta y a reír.

Se formaron 8 grupos de 6 alumnos que se acercaron a cada uno de los trasladores dispersos por el salón. Hermione iba acompañada de Ginny, Luna, Neville, Parvati y Lavender. Vio por el rabillo del ojo como Ron hacía gestos y hablaba con el rostro rojo, asumiendo que estaba muy molesto por el desaire de su hermana y ex novia. Cuando todos estuvieron junto a sus trasladores, pusieron sus manos sobre estos y esperaron a que el suelo desapareciera de sus pies. Ginny y Hermione se miraron una vez más… definitivamente tendría que ser una experiencia única en sus vidas, de eso se encargarían a como dé lugar.