Disclaimer: nada del potterverso me pertenece

La fluctuación fue breve, muy breve, pero intensa, tanto que Mary sacó su varita.

—¿Qué pasa, mamá? —preguntó una niña pequeña de cabello rubio que en ese momento estaba coloreando en su cuadernos de dibujo.

—Es tarde, cariño. Mejor que te vayas a acostar.

La niña obedeció, recogió sus cosas y subió las escaleras hasta su dormitorio. Mary no le quitó ojo hasta que la puerta se cerró. Tras eso, salió al salón, el cual estaba a oscuras, En cuanto entró, alguien la rodeó por detrás. Podía sentir su respiración muy cerca de su oído.

—¿Te he asustado? —preguntó una voz que le resultó terriblemente familiar.

—¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes acercarte. Charles está a punto de llegar.

—Charles no nos molestará esta noche.

—Como le hayas hecho algo… Te juro que…

Pero le dio la vuelta y la miró a los ojos. Avery no había cambiado lo más mínimo. El pelo negro, revuelto y rebelde, los ojos grises, las facciones duras de su cara…

—¿O qué? —preguntó él.

—¿Qué quieres?

—Tranquila, tenemos toda la noche —la soltó y caminó por el salón. Cogió una fotografía de la misma niña que acababa de entrar hacia unos instantes en su dormitorio —. Es preciosa. ¿Charles lo sabe?

—¿Si sabe que su hija no lo es en realidad? No. Y eso no puede ocurrir. Si descubre que es una bruja… o que yo lo soy, nos abandonará. Es más, si descubre que es hija de un asesino, será peor.

—Y no lo sabrá. Nunca se me han dado bien los niños. En realidad he venido a advertirte.

—¿De qué?

Avery la miró.

—El Señor Tenebroso va a por los Potter. Quiere matar a su bebé.

—Eso es cruel. ¿Por qué me lo cuentas?

Avery se acercó a ella y acarició su mejilla. A veces podía pasar muy rápido de la más absoluta brutalidad a una total delicadeza.

—Porque… aún me importas. Las dos me importáis.

Y entonces, Mary se lanzó hacia él para besarlo. Poco le importaba que hacía tres años le dijese que no quería volver a verlo, por su bien y el de su hija… Pero Avery a veces le hacía perder el control. Y allí estaba ella, besándolo. Porque lo quería, lo amaba con locura y no a Charles, que simplemente se había convertido en una vía de escape.

—Quiero irme contigo —pidió ella.

—¿Qué?

—Que nos vayamos juntos. Vivamos juntos, lejos de aquí. Lejos de todo.

—¿Recuerdas por qué me dejaste?

Claro que lo recordaba. Aún lo tenía grabado a fuego en su mente. Avery había matado a un miembro de la Orden del Fénix, alguien con quien Mary había empezado a tener una relación. Avery no lo soportó y acabó por matarlo. Ella jamás se lo perdonó y le pidió que no la volviese a ver. Aquella fue la razón, además, de que se apartase de la magia para siempre. Pero era imposible, Avery era como una droga, una droga que siempre tendría que consumir.