No soy buena escribiendo fics, recordar que leeis bajo vuestro propio riesgo.

Advertencias: Evidentemente, es un casi-lemmon, si a alguien no le gusta, ya puede estar cerrando la página y buscando otro fic. También a la persona que no le guste el yaoi, fueeera, esto no es para ti.

Única pareja aquí: Por supuesto, siendo un fanfic mío, Antonio x Lovino.


Un espacioso prado, dos personas rodeadas del hermoso verde pasto, con un paisaje hermoso, un mar que se dejaba ver en el horizonte.

Se giró bruscamente, oyendo unos pasos calmados detrás de sí mismo:

- ¿A-Antonio? - preguntó desconcertado, mirando de arriba a abajo a un hombre moreno que estaba de espaldas, mirando en dirección contraria a él.

- Dime, Lovi mío~ - respondió el aludido, volteándose y mirando directamente a los ojos a su amado.

El italiano suspiró aliviado, pero la pregunta es... ¿qué mierda hacemos ambos aquí? Suspiró de nuevo, cruzándose de brazos, dirigiéndose a preguntarle:

- ¿Qué demonios haces aquí?

- Pues vine a estar con mi Ita-chan~ - respondió acercándose mientras hablaba al castaño, rodeando su cintura con sus brazos. - Y también a divertirme con él. - reconoció, acercando sus labios a su oído y susurrando esas palabras.

El italiano no hizo otra cosa que sonrojarse y desviar su mirada en otra dirección, evitando el contacto directo con el otro. Estaba claro que sus palabras no podían significar lo que pensaba, no podían, no podían...

Los pensamientos del chico de ojos miel se vieron interrumpidos, mientras se había parado a pensar, el ojiverde ya se hallaba lamiendo su cuello y acariciando la cintura del otro con sus manos.

Sus palabras SÍ podían significar eso, está demostrado.

- E-espera estúpido... - su voz se volvió lasciva debido a las caricias, comenzando a respirar más aceleradamente.

Lovino abrió los ojos sobresaltado, con un notable sonrojo en sus mejillas.

Miró hacia la zona sur de su cuerpo, encontrándose con una reacción bastante evidente:

- ¡Maldito Antonio...! - maldijo aumentando notablemente el tono de su voz, tapándose la boca con ambas manos.

Se maldijo mentalmente, ahora a sí mismo, por haber levantado tanto la voz.

Cómo ese bastardo llegue a aparecer ahora, moriría de la vergüenza...

Automáticamente, nada más pensar eso, Antonio entró en aquella habitación. Abriendo lenta y silenciosamente la puerta, tratando de hacer el menor ruido para no despertar al supuestamente dormido italiano.

- ¡SAL DE AQUÍ INMEDIATAMENTE BASTARDO DE MERDA! - gritó Lovino a pleno pulmón, con tal volumen de voz que sería capaz de dejar sordo a cualquiera que estuviera a kilómetros.

Acto seguido, Italia del Sur reaccionó levantando un poco las sábanas, tratando de ocultar así lo sucedido debido a su sueño.

España dio un pequeño salto, asustado ante tal grito.

- ¿Pe-pero qué te pasó? ¡¿Te hiciste daño? ¡¿Dónde? - preguntó Antonio acercándose más a la cama dónde estaba recostado el italiano. Contradiciendo así sus órdenes.

Aunque no era que respetara mucho sus "No te acerques", pero todo el mundo sabe que su Lovi~ tiene un idioma en que un no es CLARAMENTE un sí.

El italiano le gruñó, preguntándose interiormente como no había sido capaz de oír tal gritó que pegó antes. Bueno, seguramente su idiotez también bloqueará eso:

- ¿¡Te he dicho que te pires, acaso no lo entendiste idiota! - continuó gritando Italia del Sur, completamente nervioso.

España siguió haciendo lo que él mismo veía correcto, acercándose al otro y rodeándolo con sus brazos.

Ese simple hecho, ocasionó a Lovino un sonrojo todavía más grande que el anterior. Ahora sí podía ser comparado con el color de un tomate:

- ¿Qué te sucedió, Ita-chan~?

- Nada relacionado contigo ni que te incumba. - respondió el otro con reprocho, haciendo un leve puchero.

Antonio acercó el cuerpo de su ya no subordinado más al suyo, abrazándolo con más fuerza. Encontrándose a la vez el motivo de que el otro lo quisiera echar casi literalmente a patadas de la habitación:

- ¿Así que era eso?~ - preguntó acariciando una de las piernas del otro sin pudor alguno, con una sola mano.

El sonrojo de Italia del Sur en estos momentos, había superado tonos inalcanzables para personas normales:

- ¡Ha-haz el favor de sacar esa mano de ahí! - en esos momentos, miles de ideas no precisamente muy castas pasaban por su cabeza.

- Pero si apenas te estoy tocando... - susurró, acompañando sus palabras con un infantil puchero.

- ¡Pero igual sácala, i-imbécil!

- Pe-pero...

- ¡No hay peros que valgan, s-sácala inmediatamente!

- ¿Y si te ayudo con esto? - preguntó rápidamente, señalando la entrepierna del otro con un solo dedo. Claramente, lo había preguntado como una broma, dejando escapar una leve risa.

- ... - el chico de ojos miel se quedó callado, dudando por unos segundos.

¡¿Realmente se lo había tomado en serio? Esas palabras pasaban por la mente del ojiverde, acompañado de otro pensamiento:

Aunque tampoco es que me moleste que quiera, ¡mucho mejor para mi!~

- ¡N-ni parlare! - respondió finalmente, aunque ya era demasiado tarde.

Ese silencio había dado a entender al español unas palabras completamente opuestas a la respuesta, algo cómo...

Hazlo de una jodida vez, capullo.

El hispano rió enérgicamente, mirando a los ojos al otro y acercando sus labios a los suyos:

- ¿En serio no quieres? Que lástima, ahora tendrás que salir a la calle con eso~ - dijo el ojiverde con una sonrisa en los labios, sabiendo que el otro cedería.

De seguro no sería capaz de "bajar eso" por sí mismo con él delante y, lo que es peor, viéndole fijamente:

- No me interesan tus "servicios", idiota... - maldijo, haciendo el gesto de las comillas con sus dedos.

- ¿Seguro?

- Segurísimo.

- ¿Pero seguro, seguro?

- Que sí...

- ¿Seguro, seguro, seguro~?

- ¡YA BASTA! - gritó enfurecido el italiano. - ¡Haz lo que quieras de una vez! Total, no te he dicho que no lo hagas...

Claro, tan sólo dijo que no le interesan sus servicios, es tan entendible esa indirecta.

España sonrió para sus adentros, queriendo continuar bromeando:

- ¿Y después de ayudarte puedo continuar con lo que quiero~?

- No.

- Vamos~ ¿Por favor? - el español puso ojos de cachorrito.

- ¡Que no...! - protestó el otro, desviándole la mirada.

- ¿Per favore? - la pronunciación italiana del español, iba de mal en... para que mentir, en peor.

El italiano bufó, dejando de ofrecer resistencia a esa mirada tan excesivamente tierna.

- Está bien... pero como te pases sufrirás las consecuencias. - susurro las últimas palabras con un tono amenazante, inefectivo en el español.

Antonio sonrió triunfal, en verdad, tenía que intentar bromear más...

- Lo tendré en cuenta para las próximas veces – pensó con una pizca de maldad.

La paciencia del otro ya había llegado al límite, así que decidió dar él el primer paso.

Juntó sus labios con los del Antonio, notando el evidente sabor a tomate de ellos.

Era de esperarse.

El ojiverde se acomodó sobre la cama, sentándose al lado de su amado.

Invadió casi literalmente la boca del otro, introduciendo su lengua en ella.


Perdonadme por dejarlo así, pero soy muy mala persona xD. Sí, tal y cómo imaginan, en el siguiente capítulo habrá lemmon, absténganse de leer las personas que no les guste ese género.

NO acepto quejas, constructivas sí, del otro tipo que no recuerdo el nombre no.

Si hay alguna falta de ortografía, lo sientooo~, es mi primer fic... vale, el primero subido aquí.