¡Buenas!
Después de millones de siglos (quizá un poco menos xD) sin subir nada, aquí estoy de nuevo dando la lata x3. Bueno, vayamos al grano: éste fan fic es, quizás, el más fuerte que he escrito en mi vida. Contiene violación, tortura y muchas palabras mal sonantes. Si quieres leerlo, adelante, pero luego no quiero comentarios ñoños de ''oh que pervertida eres!'' ni similares, principalmente, porque no me hago cargo de cómo pueda contestarle a él/la que me mande semejante estupidez estando avisados por adelantado. No obstante, si tienes una mentalidad abierta y te gusta el Elricest (aunque no tengo claro que esa sea la pareja más exacta...) adelante, espero que te guste mi fan fic :3.
Es un fan fic que es muy largo (6 hojas de word) así que lo subiré de 2 capítulos (aunque en un principio mi intención fue de One Shot, pero... es exesivamente largo... -sight). ¡A ver si tiene buena acogida x3!
Añadir que todo aquello que esté en cursiva, se refiere a flash backs.
..XxX..
- ¿Por qué lloras?... – preguntó el rubio de ojos dorados
- No me gusta...
- Pero esto le gustaba a él...
- Pero... – susurró el menor, agarrando las sábanas con más fuerza – Yo no soy él
Y una bofetada cruzó su rostro.
Tocó por decimosexta vez el marco que guardaba la foto del joven alemán que lo había reemplazado durante tanto tiempo. Rodeó el marco con la yema de los dedos con cuidado, temiendo romperlo solo con un roce. Rió.
- ¿Qué haría Edward? – se preguntó para sí. – Si la foto de su querido Heiderich ardiera hasta consumirse y quedarse en simples cenizas...
- Niisan, ¡me duele! – lloraba el castaño, suplicando que la situación se detuviera
- ¡No soy tu niisan, te lo he dicho mil veces! – rugió furioso, embistiendo cada vez mas fuerte
- Edward... porfavor... – susurró entre lágrimas - ¡Yo no soy él!
- Claro que si – aumentó el ritmo - ¡Eres mi Alphonse! Dímelo, dime que eres él... ¡Llámame como él lo hacía!
- Ed...Edward-san... – logró farfullar roto por el dolor
- Otra vez...
- Edward-san...
Y la noche terminó con un grito por parte del mayor, nombrando a aquel que lo había abandonado para salvarlo.
Apartó rápidamente la mano temiendo que la tentación pudiera superarle, pero no apartó la vista del marco. Ese dichoso marco.
- Nunca debiste estar aquí – le dijo al marco – Nunca debiste reemplazarme.
Pero el chico de ojos color cielo no cambiaba la expresión, seguía sonriendo de manera feliz, sin que la expresión le cambiara un ápice. Cogió el marco con cuidado, y lo lanzó contra la pared más cercana deleitándose con el sonido que produjo el cristal roto contra el suelo. Justo en ese momento, Edward hizo acto de presencia en la habitación.
- ¡¿Se puede saber qué haces?! – gritó mientras corría a socorrer el roto marco
Guardó silencio mientras veía como su hermano mayor trataba sin éxito de reconstruir el quebrado cristal en grandes pedazos.
- ¡Esto no te lo perdono! – exclamó furioso, sacando la fotografía del contorno cuadrado y guardándola en su bolsillo – ¡Te dije que no la tocaras, joder!
- ¿Y? – preguntó Alphonse, con ojos vacíos – Cuando me folles esta noche gritando su nombre se irán los enfados
Edward se levantó amenazante y se acercó hacia el castaño, agarrándolo fuertemente por el brazo
- ¡Nunca vuelvas a decir eso, ¿me oyes?! – gritó fuera de sus casillas
- ¿Por qué? Es la verdad – respondió el chico de ojos pardos evitando la mirada del rubio.
- ¡Cállate!
Alphonse sonrió y centró de nuevo su mirada hacia el rubio
- Me haces daño, Edward-san – susurró con todo el dolor fingido que le fue posible
- No... no me llames así... – tartamudeó el mayor
- Edward-san... – repitió Alphonse
Y consiguió su objetivo cuando Edward lo soltó casi al instante, quedando paralizado.
- ¿Quieres que te lo repita de nuevo? –preguntó, mirándolo fijamente
- Cállate... – murmuró el mayor, cayendo al suelo
- Edward-san... – repitió Alphonse acercándose a él de forma seductora
- Para...
- ¿Quieres oírme gemir, Edward? – preguntó a su oído, provocando un leve jadeo de los labios del chico de ojos dorados - ¿Quieres que te lo haga?
El rubio se rindió y se dejó besar por los labios que lo estaban buscando. El beso fue lento, casi doloroso, pero reconfortante. Subieron al piso de arriba entre besos y caricias, buscando aumentar más el deseo.
- ¡Di mi nombre!
- Edward...
- ¿Quieres que me corra dentro de ti? – preguntó jadeante el rubio – Siempre te ha gustado
Fuera cual fuera la respuesta de Alphonse, su hermano decidió por él.
En la habitación, Alphonse empujó a Edward sobre la cama, y éste cayó en un sonido hueco.
- ¿Puedo?... – preguntó el menor inocentemente, mientras sacaba una cuerda
- Al...
El chico de ojos pardos usó la cuerda sobre las fuertes muñecas de su hermano y en cuestión de segundos, lo maniató con el cabezal de la cama. Luego, se sentó en una vieja silla enfrente de donde se encontraba Edward.
- Duele – dijo de pronto el menor
- ¿El qué?
- Todo – respondió – me duele todo lo que me haces
El rubio calló, no entendiendo.
- ¿Por qué? – volvió a cuestionar el menor - ¿Por qué no aceptas su muerte?
- ¡Cállate! – gritó Edward, revolviéndose violentamente y tratando de safarse de las cuerdas
- Está muerto...
- ¡No está muerto!
- El menor se levantó y le asestó un fuerte golpe en la mejilla al rubio.
- ¡Sí que está muerto! – gritó el chico de ojos pardos fuera de sus casillas – ¡Murió hace dos años, joder!
- ¡Calla!...
- ¿Te crees que soy yo? – preguntó lacónico - ¿De verdad crees que Alphonse Heiderich soy yo?
- Tienes que serlo...
El rubio recibió otro golpe, pero esta vez en la mejilla contraria
- ¡Te guste o no, soy Alphonse ELRIC – gritó aumentando el tono en lo mencionado a su apellido – Tú hermano
- Para...
- ¡¿Por qué no quieres darte cuenta, maldita sea?!
Alphonse se sentó de nuevo en la silla para calmarse; notaba como su enfado crecía y crecía sin límites.
- Alphonse... mi Alphonse... – susurraba Edward una y otra vez con los ojos perdidos en el vacío
Se levantó de golpe y se acercó a él con extrema rapidez
- ¡¡TÚ ALPHONSE ESTÁ MUERTO!! – le gritó al oído – ¡¡MUERTO!!
Se sorprendió a si mismo disfrutando como un niño de la cara de pánico de Edward.
- Si no lo entiendes por las buenas, te lo haré entender por las malas – dijo tranquilamente Al, mientras abría los cajones de la cómoda y sacaba prendas y pertenencias que una vez fueron del joven alemán de ojos color cielo.
Edward comenzó a convulsionarse frenéticamente.
- ¡NO TOQUES ESO! – gritó con toda la fuerza de la que fue capaz - ¡DEJA SUS COSAS!
El menor no contestó. Una vez las hubo reunido todas, las amontonó y las llevo a la bañera. Luego el olor a quemado invadió toda la casa.
- ¡MALDITO CABRÓN! – oía gritar a Edward desde la habitación - ¡MALDITO HIJO DE PUTA!
Alphonse observó como todo lo perteneciente a Heiderich se iba convirtiendo en ceniza y una vez todo quedó reducido a la nada, volvió a la habitación.
- ¿Te gusta, Alphonse? – preguntó el rubio
- Sí... –susurró el menor
- Dime tu nombre... – ordenó Edward
- Alphonse... Heiderich...
Y en ese momento sintió la esencia del rubio en su interior
- ¿POR QUÉ? – gritó Edward enfurecido, mientras las lágrimas caían por sus mejillas – ¡Era todo lo que me quedaba de él!...
- ¿Ahora hablas en pasado? - preguntó el menor sentándose de nuevo en la antigua silla - Bueno, siempre puedes ir a ver su tumba.
De nuevo escuchó una retahíla de insultos por parte del chico de ojos dorados.
- Ya me aburres – sentenció el castaño - ¿Tanto te importaba?
- ¡Claro que sí!
- ¿Y por qué lo mataste?
La pregunta dejó a Edward fuera de combate. Abrió la boca varias veces, pero no logró articular ningún sonido.
- Yo... no...
- Claro que si – dijo pausadamente el menor – Quizá no lo mataste tú, pero si que lo condenaste
- ¡Cállate!...
- No – respondió, aún tranquilo – Estoy harto de callarme
El menor se levantó y se dirigió hasta donde estaba Edward, para sentarse a su lado.
- ¿Sabes todo el daño qué me has hecho? – preguntó Alphonse sonriendo con pena - ¿Sabes cómo me has hecho sentir?
No obtuvo una respuesta.
- ¿No lo sabes? Yo te lo diré: como una puta mierda – dijo el menor - No soy tú muñeco, Edward... yo te quería, acepté hacerme pasar por tu querido Heiderich solo para que estuvieras feliz, solo para verte sonreír. ¿Y tú que hiciste? ¡Violarme cuanto quisiste, maldita sea!
- Aru...
- No, ahora no hay ''Aru'' que valga... – el menor calló unos instantes – Vas a sentir el mismo daño que he sentido yo todos esos días en que solo era una forma de correrte pensando en él.
El menor tiró de la camisa del rubio y la desabotonó esparciendo todos los botones sobre la cama.
- ¡¿Qué coño te crees que haces?!
..XxX..
¡Fin de la primera parte!
Pulsa GO! Y hazme feliz x3
